Dos especies humanas salieron juntas de África, no una sola, según un nuevo estudio

Hace casi dos millones de años, la humanidad no dio su primer paso fuera de África en solitario. Un nuevo análisis de fósiles clave sugiere que la gran aventura humana comenzó con más de una especie caminando al mismo tiempo hacia lo desconocido.

Por Enrique Coperías

La escena representa a dos grupos de homininos con rasgos físicos distintos avanzando de forma paralela por un corredor ecológico entre África y Eurasia hace unos 1,8 millones de años.

Ilustración artística de la primera migración humana fuera de África. La escena representa a dos grupos de homininos con rasgos físicos distintos avanzando de forma paralela por un corredor ecológico entre África y Eurasia hace unos 1,8 millones de años. Un nuevo estudio basado en el análisis de los dientes de los fósiles del yacimiento de Dmanisi (Georgia) sugiere que no fue una sola especie, sino al menos dos —posiblemente Homo georgicus y Homo caucasi— las que protagonizaron esta temprana expansión humana. Crédito: IA-DALL-E-©Rexmolón Producciones

La historia de la primera salida de los humanos fuera de África se ha contado como una epopeya relativamente sencilla: una sola especie, Homo erectus, habría abandonado el continente africano hace cerca de dos millones de años para colonizar Eurasia. Pero la realidad, como suele ocurrir en paleoantropología, parece ser mucho más compleja.

Un nuevo estudio dirigido por Victor Nery, Walter Neves y Leticia Valot, del Centro de Investigación y Divulgación en Evolución Humana (Brasil), en la Universidad de São Paulo (Brasil), y Mark Hubbe, del Departamento de Antropología, en la Universidad Estatal de Ohio (Estados Unidos), acaba de reabrir el debate con una propuesta tan incómoda como sugerente: no fue una sola especie humana la que salió de África, sino al menos dos, que habrían coexistido en uno de los yacimientos clave para entender ese episodio fundacional de nuestra historia evolutiva.

La investigación se centra en Dmanisi, un yacimiento arqueológico situado en Georgia, en el Cáucaso, que desde los años noventa se ha convertido en una pieza esencial del rompecabezas humano. Datados en unos 1,8 millones de años, los fósiles de Dmanisi representan la evidencia más antigua conocida de homininos fuera de África. Su importancia es tal que cualquier matiz en su interpretación tiene consecuencias profundas sobre cómo, cuándo y quiénes protagonizaron la primera gran expansión del género Homo.

Fósiles de Damanisi: ¿dimorfismo sexual o especies distintas?

El nuevo trabajo, publicado en la revista PLOS One, aborda una cuestión que ha generado intensas discusiones durante más de dos décadas: ¿pertenecen todos los fósiles de Dmanisi a una sola especie extremadamente variable o representan, en realidad, más de una especie humana distinta?

Hasta ahora, la explicación dominante había sido que las notables diferencias anatómicas entre los cráneos y mandíbulas encontrados en el yacimiento podían atribuirse a un elevado dimorfismo sexual, es decir, a grandes diferencias entre machos y hembras de una misma especie. Sin embargo, esa hipótesis nunca ha logrado convencer del todo a la comunidad científica.

Lo que distingue a este nuevo estudio es el enfoque elegido para abordar el problema. En lugar de centrarse en el cráneo —la parte del esqueleto que tradicionalmente acapara la atención—, los autores han puesto el foco en los dientes, concretamente en el área de las coronas dentales de las piezas molares. Puede parecer un detalle menor, pero en paleoantropología los dientes son una mina de información: se conservan bien, varían de forma sistemática entre especies y reflejan tanto la dieta como la historia evolutiva de quienes los portaban.

Cráneo de Dmanisi D4500 y mandíbula inferior D2600, expuestos en el National Museum of Georgia (Tbilisi). Muestra afinidades dentales claras con los australopitecos, un grupo más primitivo y tradicionalmente excluido del género Homo.

Cráneo de Dmanisi D4500 y mandíbula inferior D2600, expuestos en el National Museum of Georgia (Tbilisi). Muestra afinidades dentales claras con los australopitecos, un grupo más primitivo y tradicionalmente excluido del género Homo. Cortesía: Muhranoff 

Qué aporta el cráneo D4500-D260

El equipo de antropólogos analizó un amplio conjunto comparativo que incluye más de 580 dientes pertenecientes a distintas especies de homininos, desde australopitecos hasta humanos modernos, pasando por el Homo habilis, el Homo erectus y los neandertales (Homo neanderthalensis). A partir de esas medidas, aplicaron análisis estadísticos multivariantes para evaluar las afinidades morfológicas de tres de los individuos de Dmanisi que conservan dentición suficiente para el estudio.

El resultado es difícil de encajar en el modelo tradicional. Uno de los individuos, el conocido como D4500-D2600 —famoso por su cráneo completo y su cerebro sorprendentemente pequeño—, muestra afinidades dentales claras con los australopitecos, un grupo más primitivo y tradicionalmente excluido del género Homo. En cambio, los otros dos especímenes analizados se alinean mucho mejor con especies tempranas del género Homo.

Esta separación no es sutil. En los gráficos que representan el espacio morfológico dental, el individuo D4500-D2600 se sitúa claramente fuera del rango ocupado por el Homo erectus y otros Homo tempranos, y se acerca más a los Australopithecus africanus y Australopithecus afarensis. Los otros dos fósiles de Dmanisi, por el contrario, se agrupan dentro del espacio característico del género Homo. Dicho de otro modo: los dientes cuentan una historia de divergencia evolutiva que resulta difícil de explicar como simples diferencias entre sexos.

Los fósiles de Dmanisi: «Homo georgicus» y «Homo caucasi»

Los autores no eluden la objeción clásica. Para comprobar si las diferencias observadas podrían deberse a dimorfismo sexual extremo, compararon las proporciones dentales de los fósiles de Dmanisi con las de chimpancés y gorilas actuales, especies que presentan un dimorfismo sexual mucho mayor que el de los humanos modernos. El análisis muestra que, en términos estrictamente métricos, las diferencias entre los individuos de Dmanisi podrían encajar dentro de los rangos observados en estos grandes simios.

Pero aquí entra en juego la parsimonia evolutiva, uno de los principios básicos de la biología evolutiva. Para aceptar que todos los fósiles de Dmanisi pertenecen a una sola especie, habría que asumir un nivel de dimorfismo sexual superior al observado en cualquier otra especie del género Homo, y además acompañado de rasgos dentales que contradicen tendencias evolutivas bien establecidas, como la reducción progresiva del tercer molar en humanos posteriores. Frente a esa explicación forzada, la hipótesis de que en Dmanisi convivieron dos especies distintas resulta, según los autores, mucho más coherente.

En concreto, el estudio respalda una propuesta ya avanzada en trabajos previos: que los fósiles de Dmanisi correspondan a dos especies distintas, bautizadas como Homo georgicus y Homo caucasi. La primera estaría representada por el individuo más primitivo, con rasgos cercanos a los australopitecos; la segunda, por los individuos con características más claramente humanas.

Afinidades morfológicas de los homininos de Dmanisi en comparación con otras especies humanas, según las dos primeras funciones discriminantes calculadas a partir del área de las coronas de los dientes superiores.

Afinidades morfológicas de los homininos de Dmanisi en comparación con otras especies humanas, según las dos primeras funciones discriminantes calculadas a partir del área de las coronas de los dientes superiores. El análisis sitúa a algunos individuos de Dmanisi más cerca de los australopitecos y a otros dentro del género Homo, lo que refuerza la hipótesis de que en el yacimiento coexistieron al menos dos especies humanas distintas. Cortesía: https://doi.org/10.1371/journal.pone.0336484.g001

El papel del «Homo erectus»

Si esta interpretación es correcta, sus implicaciones son profundas. La salida de África ya no sería el resultado de una única especie pionera que se dispersa y luego evoluciona, sino un proceso mucho más complejo, con múltiples linajes humanos expandiéndose, diversificándose y quizá incluso evolucionando fuera del continente africano.

En lugar de una flecha recta, el árbol evolutivo humano temprano se parecería más a un arbusto, con ramas que se separan, se cruzan y, en muchos casos, se extinguen.

Este escenario encaja cada vez mejor con otros hallazgos recientes. Nuevas dataciones en yacimientos de Asia sugieren que homininos llegaron a regiones muy alejadas de África antes de lo que se pensaba, casi al mismo tiempo que los primeros fósiles de Dmanisi. Además, se han encontrado herramientas de piedra y marcas de corte en huesos en lugares como Oriente Próximo o Europa Oriental que podrían corresponder a homininos anteriores o distintos de Homo erectus.

La aventura de la salida de África

La imagen que emerge es la de un mundo del Pleistoceno temprano en el que varias formas humanas coexistían, experimentaban con diferentes estrategias ecológicas y se desplazaban por paisajes cambiantes mucho antes de que nuestra propia especie apareciera en escena. Dmanisi, lejos de ser una excepción, podría ser una ventana privilegiada a ese periodo de experimentación evolutiva.

Como ocurre a menudo en paleoantropología, el estudio no cierra el debate, pero sí eleva el listón. Al demostrar que incluso los dientes —una de las partes más conservadoras del esqueleto— apuntan a una diversidad inesperada, obliga a reconsiderar modelos demasiado simples sobre nuestros orígenes humanos. Y recuerda que la historia humana, desde sus comienzos, ha sido una historia de diversidad, no de líneas únicas y ordenadas.

En última instancia, el mensaje es tan científico como filosófico: la expansión humana fuera de África no fue una marcha triunfal de una sola especie destinada al éxito, sino una aventura compartida por distintos tipos de humanos, algunos de los cuales no dejaron descendientes, pero sí huellas fósiles que hoy, casi dos millones de años después, siguen obligándonos a replantear quiénes somos y de dónde venimos.▪️

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