El gran tesoro del Ratón Pérez: el CENIEH publica el mayor conjunto de datos abierto sobre dientes de leche en España

Los dientes que miles de niños dejaron al Ratoncito Pérez se han convertido en una herramienta única para estudiar cómo crecemos y cómo evolucionamos. El Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) publica por primera vez un archivo abierto que transforma la tradición infantil en ciencia de primer nivel.

Por Enrique Coperías

Ilustración del Ratoncito Pérez convertido en científico, examinando un diente de leche en un laboratorio.

Ilustración del Ratoncito Pérez convertido en científico, examinando un diente de leche en un laboratorio. La escena representa el trabajo del CENIEH con la Colección Ratón Pérez, una iniciativa de ciencia ciudadana que ha permitido reunir el mayor conjunto abierto de datos odontométricos infantiles en España. Crédito: IA-DALL-E-RexMolón-Producciones

Por primera vez, España pone a disposición de la comunidad científica internacional un conjunto completo, abierto y exhaustivo de medidas de dientes de leche humanos.

El Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), en Burgos, acaba de hacer público un archivo que reúne 712 dientes pertenecientes a 52 niños, recopilados entre 2014 y 2022 gracias a una iniciativa singular: la Colección Ratón Pérez. Este es un proyecto de ciencia ciudadana que ha convertido miles de pérdidas dentales infantiles en información valiosa para antropólogos, pediatras, paleontólogos y forenses.

El nuevo conjunto de datos, publicado en la revista Data in Brief, contiene medidas detalladas del tamaño de incisivos, caninos y molares de leche, tomadas con precisión odontométrica siguiendo protocolos estandarizados. No se trata solo de una tabla numérica: es, en palabras de sus tres autoras, Marina Martínez de Pinillos, Chitina Moreno-Torres y Leslea J. Hlusko, una «colección de referencia» llamada a convertirse en un estándar internacional para el estudio del desarrollo infantil, la variabilidad humana y la evolución de nuestra especie.

Un mapa de España dibujado con dientes

Un mapa elaborado por el equipo de investigación muestra la procedencia de los pequeños donantes: once ciudades repartidas por toda España, con una notable concentración en Burgos, epicentro del proyecto y también de la historia humana gracias a los yacimientos de Atapuerca, deonde han encontrado restos fósiles y evidencias de la presencia de cinco especies de homínidos diferentes.

Allí, en el edificio del CENIEH, se almacenan cuidadosamente, uno a uno, los dientes que miles de niños entregaron a los científicos en lugar de dejarlos bajo la almohada para que se los lleve el Ratoncito Pérez a cambio de dinero

Cada pieza se limpia de forma meticulosa, se estabiliza con resina, se etiqueta y se guarda en pequeñas bolsas dentro de cajas de poliestireno. Las familias, además, rellenan un formulario con datos esenciales: edad al perder el diente, sexo, procedencia, tipo de alimentación durante la infancia, antecedentes médicos o semanas de gestación. Todo el proceso cumple estrictamente la legislación de bioética española y está supervisado por la Comisión de Bioética de la Universidad de Burgos.

El resultado es una colección única en el mundo por su nivel de detalle, su trazabilidad y su origen completamente ético.

¿Por qué los dientes de leche son un recurso científico tan valioso?

Los dientes de leche o dientes deciduos pueden parecer irrelevantes —después de todo, acabamos perdiéndolos—, pero para los investigadores son auténticos archivos biológicos., ya que conservan información clave sobre el desarrollo humano. Su morfología refleja procesos biológicos sensibles a la genética, la salud y el crecimiento infantil. Por eso son fundamentales en:

Antropología y evolución humana: permiten comparar a los humanos actuales con especies fósiles, estudiar patrones evolutivos y analizar diferencias entre poblaciones prehistóricas y contemporáneas.

Pediatría y odontología infantil: sirven para establecer referencias modernas del desarrollo dental, detectar anomalías y mejorar diagnósticos clínicos.

Ciencia forense: los dientes infantiles permiten estimar la edad en contextos judiciales o de identificación, especialmente cuando no hay otros restos disponibles.

Bioarqueología: ofrecen una base comparativa actual para interpretar restos infantiles antiguos.

Martínez de Pinillos y sus compañeras destacan que este tipo de colecciones modernas escasea en todo el mundo, y mucho más si incluyen datos biográficos completos, como sucede con la Colección Ratón Pérez. Los dientes antiguos, frecuentes en yacimientos arqueológicos, se estudian desde hace décadas, pero faltan referencias contemporáneas que permitan interpretar correctamente esa variabilidad. Este nuevo conjunto abierto cubre esa laguna con una precisión inédita.

Diámetros de dientes de leche: las flechas blancas indican los diámetros mesiodistales máximos (MD) y las flechas azules los diámetros bucolinguales máximos (BL).

Diámetros de dientes de leche: las flechas blancas indican los diámetros mesiodistales máximos (MD) y las flechas azules los diámetros bucolinguales máximos (BL). Cortesía: Martínez de Pinillos

Medidas que cuentan historias

Para explicar cómo se tomaron las medidas, las investigadoras detallan que el diámetro mesiodistal (MD) se obtiene entre los puntos de contacto laterales del diente, mientras que el diámetro bucolingual (BL) se mide desde la cara externa a la interna. A partir de estas dos dimensiones se calculan el índice coronario y el área de la corona, valores fundamentales en antropología dental.

En total, la base de datos incluye:

Mediciones mesiodistales (MD)

Mediciones bucolinguales (BL)

Índices coronarios (CI)

Áreas de las coronas de incisivos, caninos y molares temporales (CA).

«Todas las mediciones se han realizado siguiendo protocolos odontométricos estandarizados, garantizando la precisión de los datos y su comparabilidad con otras muestras tanto modernas como fósiles», explica Martínez de Pinillos.

Dichas variables se presentan para cada diente de cada niño, algo inusual: los estudios suelen ofrecer medias, no datos individuales. Aquí está todo. La base de datos cruza además esta información con el tipo de diente (incisivo, canino, molar), su posición en la arcada (superior o inferior) y el lado (derecha o izquierda). También indica cuándo una pieza tenía pequeñas obturaciones, aunque estas no afectaban a las medidas.

Un aspecto clave del trabajo es que todas las mediciones las efectuó la misma persona con el mismo calibre digital, lo que minimiza variaciones y hace del conjunto una referencia sólida.

🗣️ «La combinación de amplitud y calidad la convierte en un referente indispensable para investigaciones sobre antropología, evolución humana, odontopediatría, ciencias forenses, bioarqueología y biomedicina, aportando una base de comparación robusta y actualizada para estudios sobre la población infantil», subraya Martínez de Pinillos.

La importancia de la variabilidad dental infantil

La importancia científica del nuevo dataset se resume en cinco puntos destacados en el artículo: es único por su completitud; reutilizable gracias a la estandarización; útil como marco comparativo evolutivo; aplicable en odontopediatría y ciencias forenses; y éticamente irreprochable.

En estudios de evolución humana, por ejemplo, las medidas de dientes infantiles fósiles, como los hallados en Atapuerca y La Ferrassie, en la Dordoña francesa, permiten asignar especies, reconstruir árboles genealógicos y comparar patrones de crecimiento. Pero sin referencias actuales bien documentadas, esas comparaciones son débiles.

Y como ya se ha mencionado, en odontología pediátrica, disponer de normas actualizadas ayuda a identificar retrasos o anomalías en el desarrollo; y en ciencia forense, los dientes de leche son clave para determinar la edad de niños fallecidos cuando no hay otros datos disponibles.

La Colección Ratón Pérez ofrece por fin una base moderna, abierta y bien contextualizada para todos esos usos.

Hacia una ciencia abierta, desde Burgos al mundo

Martínez de Pinillos reconoce que la mayoría de donaciones proceden de Burgos. Esto podría introducir cierto sesgo en términos de diversidad demográfica. Sin embargo, ella y sus colegas destacan un factor singular: la población burgalesa muestra un nivel de participación científica excepcional, tal vez por la presencia de Atapuerca y por la divulgación constante sobre evolución humana.

De hecho, detrás de cada diente hay una familia que ha decidido convertir una tradición infantil en una contribución científica. “Todas las familias han colaborado de manera altruista”, agradecen explícitamente las autoras en los reconocimientos.

El conjunto de datos está disponible en el repositorio Zenodo, con acceso abierto y un DOI propio: https://doi.org/10.5281/zenodo.17255974. Esto permite que cualquier investigador pueda descargarlo, reproducir los análisis o incluso integrarlo en estudios globales de variación dental humana.

La tendencia hacia la ciencia abierta, cada vez más arraigada en Europa, encuentra aquí un ejemplo paradigmático: datos sensibles, cuidadosamente anonimizados, que se convierten en patrimonio científico común sin comprometer la privacidad de los menores.

El Ratón Pérez como aliado de la investigación

La Colección Ratón Pérez, descrita en trabajos anteriores y ampliada ahora con este dataset, no es solo un repositorio de dientes: es un puente entre ciencia y ciudadanía. Una muestra temprana de cómo la colaboración social puede alimentar investigaciones de alto impacto.

Con el tiempo, y a medida que nuevos niños donen piezas, la colección seguirá creciendo y refinando lo que sabemos sobre nuestra biología más temprana.

Cada diente perdido —cada caída celebrada entre risas, sobres y almohadas— puede convertirse en un dato más para entender quiénes somos y cómo hemos llegado hasta aquí. ▪️

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