El misterioso «hombre dragón» era en realidad un denisovano, según su ADN
Un cráneo hallado en China, atribuido a una nueva especie, el Homo longi u «hombre dragón», y el ADN atrapado en su sarro dental han revelado, por primera vez, el rostro y la identidad genética de los enigmáticos denisovanos. Este hallazgo reconstruye una pieza clave de la evolución humana en Asia hace más de 146.000 años.
Por Enrique Coperías
El cráneo de Harbin u hombre dragón. Foto: Wei Gao / vía The Guardian
Durante más de una década, los denisovanos han sido una presencia esquiva y polémica en el árbol genealógico humano. Su existencia, confirmada en 2010 a través del análisis de una falange y dientes hallados en la cueva de Denisova, en Siberia, quedó restringida al mundo molecular.
Sin un rostro definido, su morfología era un misterio y su historia, un rompecabezas incompleto. Hasta ahora.
Un equipo internacional liderado por la paleoantropóloga Qiaomei Fu, del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de la Academia China de Ciencias, junto al paleontólogo Qiang Ji, ha vinculado por primera vez un cráneo humano casi completo a esta enigmática especie.
Lo han hecho mediante el análisis genético y proteómico del fósil de conocido como el cráneo de Harbin, descubierto en el noreste de China y datado en más de 146.000 años. Este fósil de un cráneo casi completo fue asignado a una nueva especie humana de origen asiático, el Homo longi, conocido popularmente como el hombre dragón.
El nuevo hallazgo, publicado simultáneamente en Cell y Science, no solo pone rostro a los denisovanos, sino que redefine su historia y su alcance geográfico.
Un avance metodológico clave: ADN mitocondrial del sarro dental
Lejos de los huesos densos que normalmente conservan mejor el ADN antiguo, como el hueso petroso o peñasco del oído interno, la clave de este estudio se hallaba en un rincón olvidado del cráneo: el cálculo dental, el sarro endurecido que se acumula sobre los dientes. Bajo su superficie cristalina, como si fuera una cápsula del tiempo, los investigadores encontraron ADN mitocondrial del individuo.
A través de una innovadora técnica de extracción de ADN y el uso de algoritmos bioinformáticos específicos, el equipo logró reconstruir fragmentos de su genoma mitocondrial. Este se alinea estrechamente con los linajes más antiguos de denisovanos conocidos en Siberia, lo que sugiere una amplia distribución geográfica de esta especie humana arcaica en Asia durante el Pleistoceno medio.
«Este resultado resuelve una de las grandes incógnitas desde que se descubrió el ADN denisovano: ¿cómo era su aspecto? —explica Fu.
Hasta ahora, toda la información genética procedía de fragmentos óseos y dientes sin morfología identificable. El cráneo de Harbin cambia eso. Por primera vez, hay una conexión entre la genética y la anatomía de un denisovano.
El círculo en rojo señala la zona del cráneo de Harbin de donde se extrajo el sarro dental del que se obtuvo ADN mitocondrial para su análisis. Cortesía: Fu, Qiaomei et al /Cell
¿Qué es el cráneo de Harbin?
El cráneo de Harbin, que fue encontrado en 1933 por un trabajador local durante la construcción del puente de Dongjiang sobre el río Songhua, en Harbin, para el Ferrocarril Nacional de Manchukuo, es uno de los fósiles humanos más completos del Pleistoceno medio hallados en Asia. Tiene una capacidad craneal comparable a la de los humanos modernos, pero presenta rasgos primitivos: arcos superciliares prominentes, una nariz ancha, una mandíbula robusta y una frente baja.
Su morfología dio pie a la propuesta de una nueva especie, Homo longi, aunque la polémica sobre su clasificación no se resolvió entonces.
Este nuevo análisis arroja nueva luz sobre el hombre dragón. No solo se ha obtenido ADN mitocondrial del cálculo dental, sino que, mediante un enfoque complementario de paleoproteómica —el estudio de proteínas antiguas—, Fu, Ji y sus colegas identificaron 95 proteínas endógenas y 122 variantes únicas en aminoácidos que confirman su pertenencia al género Homo.
Entre ellas, cabe citar tres variantes que aparecen solo en los denisovanos, y una en particular conecta directamente al individuo de Harbin con el denisovano conocido como Denisova . Se trata del dedo de una niña que fue encontrada en 2008 en las cuevas de Denísova y del que uUn equipo de científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania), liderado por Svante Pääbo, logró extraer y secuenciar ADN mitocondrial.
¿Qué ha revelado su ADN mitocondrial?
El estudio consolida la hipótesis de que los denisovanos no fueron una población circunscrita a Siberia, sino que se extendieron por toda Asia oriental. La conexión genética entre el individuo de Harbin y los denisovanos más antiguos de la cueva de Denisova implica que esta especie habitó desde el suroeste siberiano hasta el noreste chino, y posiblemente más allá.
Este patrón de distribución también se refleja en los fósiles de otros yacimientos asiáticos, como los de Dali, Jinniushan y Hualongdong, cuyos rasgos craneales se asemejan a los del cráneo de Harbin.
«Gracias a este estudio, ahora tenemos un marco de referencia genético y anatómico para reevaluar otros fósiles y plantear si también pertenecen al linaje denisovano», apunta Ji.
Tecnología al servicio del pasado
Uno de los logros técnicos más notables del estudio fue la recuperación exitosa de ADN en un contexto tan antiguo. La mayoría de los fragmentos analizados tenían menos de sesenta pares de bases y mostraban signos de deaminación de citosinas —una marca química del paso del tiempo en el ADN antiguo—, lo que permitió distinguir las secuencias auténticas de las contaminaciones modernas.
En total, el equipo construyó veinte bibliotecas genéticas a partir de pequeñas cantidades de cálculo dental y el refinamiento de las técnicas de purificación y enriquecimiento con sondas diseñadas para ADN mitocondrial humano. Tras un filtrado riguroso, se logró reconstruir una secuencia mitocondrial con suficiente calidad como para posicionarla filogenéticamente.
Por otra parte, la base de datos proteómica generada —más de 308.000 espectros de péptidos y más de 20.000 péptidos únicos— representa el perfil proteómico más completo jamás obtenido de un homínido del Pleistoceno medio.
El cráneo de Harbin y la localización geográfica de los especímenes de homínidos de más de 100.000 años en los que se ha recuperado ADN humano. Cortesía: Fu, Qiaomei et al /Cell
El linaje mitocondrial más antiguo
Al comparar la secuencia mitocondrial del cráneo de Harbin con las de siete denisovanos conocidos, así como con las de neandertales y humanos modernos, los paleogenetistas confirmaron que el hombre dragón pertenece a una rama antigua del linaje denisovano.
Sus variantes mitocondriales coinciden con las de Denisova 2, 8, 19, 20 y 21 —todos ellos más antiguos que Denisova 3 y 4—, y difieren claramente de los neandertales.
Esto sitúa al individuo de Harbin como un representante temprano del linaje denisovano, más cercano en el tiempo a la separación entre estos y los neandertales, que ocurrió hace unos 400.000 años. También apoya la idea de que los denisovanos formaban una población diversa y extendida, con ramificaciones genéticas y morfológicas complejas.
Un nuevo modelo para el estudio de fósiles
En palabras de los autores, este hallazgo marca un cambio de paradigma en la paleoantropología. El uso combinado de ADN mitocondrial, proteínas antiguas y reconstrucción morfológica abre la puerta a una nueva etapa en la identificación de especies humanas extintas, especialmente en regiones como Asia, donde la conservación del ADN es más problemática debido a las condiciones climáticas.
Además, demuestra que el largamente ignorado sarro dental —un depósito de calcio y fósforo con aglomeración de minerales tales como hidroxiapatita, silicio y pirofosfórico, entre otros compuestos— puede ser una fuente invaluable de información genética, incluso superior al hueso en ciertos contextos.
«Este nuevo enfoque puede revolucionar el modo en que investigamos restos humanos de más de 100.000 años de antigüedad», afirma Fu.
Reconstrucción del «hombre dragón» en su hábitat. El fósil ha sido identificado como un denisovano. Crédito: Chuang Zhao
Un rostro para una humanidad desaparecida
Con el cráneo de Harbin, los denisovanos dejan de ser solo una secuencia genética en una base de datos y adquieren una dimensión física. Sabemos ahora que tenían grandes cráneos, rostros robustos y rasgos compartidos con otras especies humanas de la región.
Sabemos también que sus genes viven en poblaciones actuales de Asia y Oceanía, donde dejaron un legado que perdura, invisible pero presente.
Pero más allá de las implicaciones técnicas o genéticas, el hallazgo de Harbin es un triunfo de la imaginación científica: un ejemplo de cómo la ciencia puede rescatar del olvido a una humanidad perdida, pieza a pieza, gen a gen, desde un rincón insospechado como el sarro de un diente fosilizado. ▪️
Información facilitada por la Academia China de Ciencias
Fuente: Fu, Qiaomei et al. Denisovan mitochondrial DNA from dental calculus of the >146,000-year-old Harbin cranium. Cell (2025). DOI: 10.1016/j.cell.2025.05.040