Turismo de buceo: impacto económico, conservación marina y oportunidades en la economía azul
El buceo recreativo mueve más de 18.000 millones de euros al año a nivel global y se perfila como un aliado clave en la conservación marina. Más que una aventura, es una apuesta estratégica por una economía azul sostenible y con impacto local.
Por Enrique Coperías
El turismo de buceo, bien gestionado, es una alternativa sostenible al turismo costero tradicional: reduce el impacto ecológico y fortalece la conservación marina. Foto: Michael Bernander
El turismo de buceo no solo conecta a millones de personas con la belleza oculta del mundo submarino. También representa una poderosa herramienta económica que podría ser clave en la conservación de los océanos.
Así lo demuestra el primer estudio global que cuantifica el impacto económico del buceo recreativo. Este genera aproximadamente entre 7.700 y 18.500 millones de euros al año y sostiene hasta 124.000 empleos en 170 países.
Publicada en la revista Cell Reports Sustainability, esta investigación internacional, liderada por la científica Anna Schuhbauer y desarrollada junto a expertos de instituciones como la Universidad de Columbia Británica, la Universidad Simon Fraser y la Scripps Institution of Oceanography de la Universidad de california en San Diego, pone en evidencia el potencial transformador del buceo recreativo para impulsar una economía azul más sostenible, equitativa y respetuosa del medio ambiente.
El buceo como herramienta de conservación marina
Hasta ahora, a pesar de su creciente popularidad, el turismo de buceo había permanecido al margen de las grandes discusiones económicas y políticas. Su contribución específica al PIB global era un misterio, lo que dificultaba su defensa ante los responsables políticos. Esta laguna de información ha quedado saldada.
Gracias al trabajo de los investigadores —apoyados por la National Geographic Society y en el marco del proyecto Atlas Aquatica, reconocido por la ONU en la Década de los Océanos— se ha podido demostrar que esta forma de ecoturismo marino representa una actividad económicamente relevante, generadora de empleo local y compatible con la conservación ambiental.
«La práctica del buceo en el mar es única, porque te obliga a pasar tiempo bajo el agua —explica Fabio Favoretto, coautor del estudio y coordinador de Atlas Aquatica. Y añade—: Puedes navegar o surfear sobre un océano muerto, pero un buceador nota si no hay peces. Es una actividad que depende directamente de la salud del ecosistema. Eso es una ventaja para la conservación marina, ya que convierte a los buceadores en aliados naturales».
Este vínculo directo con la biodiversidad submarina no es solo una anécdota: según el estudio, alrededor del 70% de las inmersiones se realizan en áreas marinas protegidas (AMP), lo que sugiere una clara preferencia por entornos bien conservados. A mayor biodiversidad y mejor estado de los ecosistemas, mayor es la disposición de los buceadores a pagar, y más beneficios se generan para las comunidades locales.
Así, la conservación marina deja de ser solo una causa ecológica para convertirse también en una estrategia económica, afirman los autores de este trabajo.
A diferencia de otras formas de turismo costero, el buceo recreativo depende directamente de la salud del ecosistema. Foto: NEOM
Una industria local, diversa y resiliente
El análisis, liderado en su vertiente económica por Andrés Cisneros-Montemayor, de la Universidad Simon Fraser, se basó en una encuesta a 425 operadores de buceo de 81 países y en una base de datos con más de 11.500 negocios validados con ayuda de expertos locales.
La información permitió estimar que entre 9 y 14 millones de personas bucean o hacen esnórquel cada año, lo que genera entre 820 y 2.900 millones de euro en ingresos directos —clases, salidas, alquiler de equipo—, y hasta 18.560 millones de euros al considerar gastos indirectos, como hospedaje, transporte y alimentación.
Además de ser rentable, el sector tiene un profundo arraigo local. El 80% de los empleados de los centros de buceo son residentes nacionales, lo que refuerza su papel como fuente de empleo directo en comunidades costeras. Las operaciones suelen ser pequeñas o medianas empresas, y muchas están ubicadas en países en desarrollo, donde los beneficios económicos del turismo convencional suelen concentrarse en grandes cadenas hoteleras extranjeras.
«Demostramos que el buceo genera muchos ingresos y lo hace sin degradar el medioambiente, al contrario que industrias extractivas como la pesca o la minería —afirma Octavio Aburto-Oropeza, biólogo marino del Scripps Oceanography y coautor del estudio—. Esperamos que estos datos sirvan para promover políticas públicas que inviertan en protección marina como estrategia para potenciar esta actividad».
Atlas Aquatica: organizando el sector para influir políticamente
La génesis de esta investigación global se remonta a 2019, cuando Aburto-Oropeza comenzó a estudiar el impacto del buceo en México. En un artículo publicado en 2021, demostró que esta industria generaba 725 millones de dólares anuales, una cifra comparable a la de la pesca industrial del país.
Ese hallazgo motivó a expandir el análisis a escala global bajo el paraguas de Atlas Aquatica, una iniciativa que no solo busca cuantificar el valor económico del buceo, sino también ayudar a que los operadores del sector se organicen para tener voz política en los debates sobre conservación marina.
Actualmente, Atlas Aquatica apoya el desarrollo de cooperativas de operadores de buceo en países como México e Italia. Estas asociaciones pretenden fortalecer el papel de las comunidades costeras en la gobernanza marina y fomentar buenas prácticas que integren desarrollo económico y sostenibilidad.
Según un nuevo estudio, el buceo submarino genera hasta 124.000 puestos de trabajo en 170 países. Foto: Octavio Aburto-Oropeza
Cambio ambiental: preocupación y compromiso
Uno de los aspectos más reveladores del estudio es la percepción de los propios operadores de buceo sobre el estado del entorno. Más de trescientos encuestados informaron sobre cambios ambientales en sus zonas de buceo durante la última década, y la mayoría coincidió en que la situación ha empeorado. La pérdida de biodiversidad, el blanqueamiento de corales, la contaminación y la disminución de la calidad del agua fueron algunos de los fenómenos más señalados.
Sin embargo, también se registraron testimonios optimistas, especialmente durante los confinamientos por la pandemia de covid-19, cuando la ausencia de turistas permitió cierta recuperación ecológica. Aun así, la crisis también dejó secuelas económicas graves en muchos centros de buceo, que vieron desaparecer su clientela de un día para otro.
«El covid-19 no solo cambió nuestro negocio. Lo destruyó. Tuvimos que empezar de cero en 2021», relató un operador del sur de Asia. Otro, desde América Central, ofrecía una visión opuesta: «2021 y 2022 fueron nuestros mejores años. Los ingresos se duplicaron». Esta disparidad refleja la resiliencia y vulnerabilidad del sector turístico frente a colapsos globales.
Un modelo ejemplar dentro de la economía azul
El concepto de economía azul propone modelos de desarrollo marino que sean económicamente viables, socialmente justos y ecológicamente sostenibles. En este marco, el turismo de buceo se perfila como un caso ejemplar.
«A diferencia del turismo masivo, que a menudo daña tanto a las comunidades locales como a los ecosistemas marinos, el buceo —si se gestiona adecuadamente— puede ser un modelo viable, equitativo y sostenible”, asegura Anna Schuhbauer, autora principal del estudio e investigadora en Economía Pesquera de la Universidad de Columbia Británica.
Además de generar ingresos, el buceo recreativo puede ayudar a proteger especies emblemáticas, como tiburones, tortugas, delfines y corales. El interés por estas criaturas no solo sustenta el negocio; también promueve la educación ambiental y el activismo de base. Muchos operadores ya participan en programas de ciencia ciudadana, monitoreo ecológico y campañas de limpieza, y están dispuestos a intensificar su implicación si cuentan con apoyo institucional.
El estudio también subraya la necesidad de reconocer el ecoturismo —y en particular el buceo recreativo— como un actor central en las estrategias de desarrollo sostenible, y no como una actividad secundaria o complementaria. Para ello, los autores proponen establecer sistemas estandarizados de monitoreo, integrar a los buceadores en los procesos de gestión marina y promover su participación activa en la gobernanza de áreas protegidas.
Además de generar ingresos, el buceo recreativo puede ayudar a proteger especies emblemáticas, como tiburones, tortugas, delfines y corales. Foto: François Pierrot
Retos y oportunidades para el sector
Los investigadores coinciden en que este estudio es solo el primer paso. En adelante, será necesario refinar los datos, ampliar la cobertura geográfica y explorar otras dimensiones del impacto del buceo recreativo, como su relación con la fabricación de equipos, la formación de instructores y los efectos económicos multiplicadores en las economías locales.
También hacen un llamamiento a los Gobiernos, organismos multilaterales y organizaciones civiles para integrar el turismo de buceo en las políticas oceánicas y de turismo responsable. Esto implica fomentar marcos legales que protejan tanto a los ecosistemas como a las comunidades costeras, y apoyar el fortalecimiento de las cooperativas de buceo como interlocutores válidos en la toma de decisiones.
«Los operadores de buceo ya están haciendo mucho por la conservación, pero necesitan reconocimiento y respaldo —comenta Schuhbauer. Y concluye—: Si queremos construir una economía azul real, basada en el respeto a la naturaleza y al trabajo local, el buceo recreativo puede ser un aliado formidable».
Bucear para transformar
Lejos de ser un pasatiempo de lujo para turistas curiosos, el buceo emerge como un eslabón estratégico en la transición hacia un modelo de desarrollo marino sostenible. Sus impactos son locales, pero su huella es global. Y su principal fortaleza —su conexión íntima con la salud del océano— es también su mayor responsabilidad.
Mientras otros sectores económicos marinos se enfrentan a crecientes críticas por su impacto ambiental o social, el turismo de buceo se ofrece como una alternativa sostenible, concreta y transformadora.
En palabras de los autores del estudio, estamos ante un modelo de negocio que no solo genera ingresos y empleo, sino que también educa, cuida y protege. Una actividad que, en definitiva, nos invita a mirar hacia el fondo del mar no solo como visitantes, sino como guardianes de un patrimonio común. ▪️
Información facilitada por la Universidad de California en San Diego
Fuente: Schuhbauer, Anna et al. Global economic impact of scuba dive tourism. Cell Reports Sustainability (2025). DOI: 10.1016/j.crsus.2025.100435