El planeta se seca: cómo la pérdida de agua dulce impulsa la subida del nivel del mar
La Tierra está perdiendo agua dulce a una velocidad alarmante. Una investigación basada en dos décadas de datos satelitales revela que los continentes ya vierten más agua al océano que el deshielo polar. Esta desecación silenciosa amenaza el acceso al agua potable y acelera la subida del nivel del mar, y pone en jaque a tres cuartas partes de la humanidad.
Por Enrique Coperías
El agua dulce se está agotando en lugares de todo el mundo. Foto: YODA Adaman
La Tierra está perdiendo agua dulce a un ritmo sin precedentes, y esa desecación silenciosa ya tiene consecuencias planetarias: no solo amenaza la disponibilidad de agua para miles de millones de personas, sino que ha superado al deshielo de los polos como principal factor del aumento del nivel del mar.
Esta es la impactante conclusión de un nuevo estudio científico publicado en la revista Science Advances por un equipo internacional de científicos liderado por Hrishikesh A. Chandanpurkar y James S. Famiglietti, de la Universidad Estatal de Arizona, en Estados Unidos.
A partir de más de dos décadas de datos recogidos por los satélites GRACE y GRACE-FO de la NASA, que miden la variación de la masa terrestre a través de la gravedad, los autores del estudio han cartografiado la evolución del almacenamiento de agua terrestre, es decir, toda el agua almacenada en hielo, nieve, lagos, ríos, humedad del suelo y acuíferos subterráneos.
Los resultados son inquietantes: desde 2002, los continentes han experimentado una pérdida sostenida de agua dulce, en lo que los autores califican como desecación continental. Esta pérdida no es homogénea ni lineal: se acelera en determinadas regiones, interconectando antiguos focos de sequía para formar lo que denominan megarregiones de desecación, todas ellas en el hemisferio norte.
El 75% de la población mundial vive en países que están perdiendo agua
El estudio concluye que cada año se suman a esta tendencia de sequía extrema zonas terrestres equivalentes a dos veces el tamaño del estado de California, más de 420.000 kilómetros cuadrados. Desde 2014, coincidiendo con uno de los episodios de El Niño más intensos registrados, el área bajo condiciones extremas de sequía ha aumentado rápidamente, incluso a pesar de que los últimos años han estado dominados por episodios de La Niña, que en teoría deberían favorecer una mayor disponibilidad de agua.
«Las regiones secas se están secando más rápido de lo que las húmedas se están volviendo más húmedas —advierten los autores—. Y lo que es peor: las zonas que ganan humedad lo hacen de forma más intermitente y con mayor variabilidad interanual, mientras que las zonas que pierden agua lo hacen de forma sistemática y persistente».
Esta pérdida afecta de forma directa a la vida de las personas. El estudio estima que unos 6.000 millones de personas —el 75% de la población mundial— viven en alguno de los 101 países que han perdido agua dulce desde 2002.
El área afectada por sequía se expande rápidamente
Uno de los hallazgos más llamativos del trabajo es la aparición de cuatro grandes megarregiones de desecación, según Chandanpurkar:
✅ Norte de Canadá y Alaska: lo que antes eran zonas de almacenamiento positivo de agua ahora registran pérdidas significativas, quizá por el deshielo del permafrost y la desaparición de lagos subárticos.
✅ Norte de Rusia: sigue una dinámica similar, con una pérdida neta debida al aumento de temperatura y cambios en los patrones de las precipitaciones.
✅ América del Norte y Central: desde el suroeste de Estados Unidos hasta México y América Central, se ha formado una gran región continua de pérdida de agua impulsada por el agotamiento de acuíferos y sequías persistentes. Zonas como California, el valle del Río Colorado y el acuífero de Ogallala muestran descensos alarmantes.
✅ Eje norteafricano-euroasiático: abarca desde el norte de África, cruzando Oriente Medio y Asia Central, hasta llegar al norte de China y el sudeste asiático. Incluye focos críticos como el acuífero del Sáhara, el mar de Aral, el valle del Indo y el sistema de acuíferos del norte de China.
En todos estos casos, los autores detectan una combinación de factores: sequías intensas, extracción excesiva de agua subterránea y políticas de gestión hídrica inadecuadas.
Los expertos calculan que en España hay un millón de pozos ilegales, el doble que en 2006. Aunque el cambio climático es el telón de fondo ineludible de esta crisis, los autores subrayan que hay un factor humano directo que es posible revertir: el bombeo insostenible de aguas subterráneas, según los autores de la nueva investigación. Cortesía: RTVE
La desecación terrestre ya supera al deshielo polar en la subida del mar
Uno de los aspectos más sorprendentes del estudio es que esta pérdida de agua terrestre está contribuyendo significativamente al aumento del nivel del mar.
En efecto, este fenómeno se atribuía tradicionalmente sobre todo al deshielo de Groenlandia y la Antártida. Sin embargo, según los nuevos datos, los continentes (excluyendo las zonas glaciares) ya aportan más agua al océano global que cualquiera de las capas de hielo polares por separado.
En términos numéricos, el aporte terrestre a la subida del nivel del mar es de 0,89 milímetros por año, frente a los 0,73 de Groenlandia y los 0,37 de la Antártida. De esa contribución terrestre, el 68% proviene del bombeo insostenible de aguas subterráneas. Es decir, estamos vaciando nuestros acuíferos tan rápido que estamos trasladando agua de los continentes al océano a una escala planetaria.
El factor humano y el papel de la gestión
Aunque el calentamiento global es el telón de fondo ineludible de esta crisis, los autores subrayan que hay un factor humano directo que es posible revertir: el bombeo insostenible de aguas subterráneas. En regiones como California o el norte de China, el agua se extrae de los acuíferos a ritmos que sobrepasan su recarga natural.
Este agotamiento hídrico tiene consecuencias ecológicas (ecosistemas dependientes del agua subterránea), agrícolas (pérdida de tierras de cultivo), sociales (migraciones forzadas) y económicas (costes de adaptación). Además, el agotamiento de acuíferos profundos es, en muchos casos, irreversible en escalas de tiempo humanas.
«Estamos gestionando mal un recurso intergeneracional —advierten los autores—. El agua subterránea, al igual que el petróleo, se agota si se sobreexplota. Pero, a diferencia del petróleo, no tiene sustituto».
La nueva normalidad del agua
El análisis realizado por el equipo internacional combina observaciones satelitales, modelos hidrológicos globales y datos de precipitaciones, evaporación y uso humano. Así han podido confirmar que la tendencia al descenso del agua terrestre es estadísticamente robusta y persistente en el tiempo.
En más del 60% de los casos analizados, las señales de pérdida de agua no pueden atribuirse simplemente a variabilidad climática interanual. Se trata de cambios estructurales y sostenidos, que muestran una clara transición hacia un régimen más seco, afirma Famigliett.
Algunos algunos modelos climáticos anteriores anticipaban que las zonas húmedas se volverían más húmedas y las secas más secas. Este estudio, sin embargo, matiza esa hipótesis: las zonas secas no solo se están secando más rápidamente, sino que también están ocupando mayor superficie. Es decir, el planeta está desplazándose hacia un estado general de mayor aridez.
Tal y como afirma Manoochehr Shirzaei, del Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia, «no estamos produciendo agua ni destruyéndola. Simplemente la estamos redistribuyendo. Pero la redistribución no va en la dirección correcta».
Implicaciones y llamada a la acción
Los investigadores concluyen su trabajo con una llamada urgente a los Gobiernos, a las instituciones internacionales ya la ciudadanía: la crisis del agua ya no es una amenaza futura, sino una realidad presente. Y afecta no solo a las regiones áridas, sino al equilibrio global del sistema terrestre.
Reducir la extracción de aguas subterráneas, fomentar su recarga artificial, invertir en eficiencia hídrica y adoptar políticas de gestión sostenible del agua son medidas imperativas. No solo para garantizar el acceso al agua potable, sino también para frenar la subida del nivel del mar y sus impactos costeros.
En paralelo, los autores proponen que la desecación continental se aborde como un reto tan prioritario como las emisiones de carbono. «El agua es el nexo entre la seguridad alimentaria, energética y climática», nos recuerdan Chandanpurkar y Famiglietti. Ignorar su agotamiento sería hipotecar no solo el futuro, sino también el presente.▪️
Fuente: Hrishikesh A. Chandanpurkar et al. Unprecedented continental drying, shrinking freshwater availability, and increasing land contributions to sea level rise. Science Advances (2025). DOI:10.1126/sciadv.adx0298