Neandertales en Portugal: las primeras huellas humanas fósiles en las costas atlánticas
Hace 80.000 años, un grupo de neandertales dejó sus huellas en la arena húmeda de una duna del Algarve. Hoy, esas pisadas fosilizadas revelan cómo vivían, se movían y compartían el paisaje costero del suroeste de Europa.
Por Enrique Coperías
Recreación artística de un grupo de neandertales caminando por la costa del suroeste de Portugal, hace unos 80.000 años. Las huellas fósiles halladas en Monte Clérigo y Praia do Telheiro revelan la presencia de adultos y niños en un entorno dunar cercano al mar, mostrando cómo estos homínidos utilizaban los ecosistemas costeros para desplazarse, cazar y recolectar. Imagen generada con DALL-E
Un equipo de paleontólogos ha documentado las primeras huellas fósiles de neandertales (Homo neanderthalensis) en Portugal. El hallazgo no solo constituye un hito paleoantropológico para el país lusitano, sino que añade una pieza singular al puzle sobre el modo de vida de los neandertales en Europa.
El estudio, publicado en la revista Scientific Reports, detalla el análisis de dos yacimientos arqueológicos situados en el extremo suroeste del continente europeo, en Monte Clérigo y Praia do Telheiro, en la región del Algarve. Allí, impresas en antiguas dunas eólicas ahora convertidas en roca, aparecen huellas de pies descalzos, preservadas por la geología y el azar durante casi 80.000 años.
Los autores del artículo no dudan de la importancia del hallazgo: estas marcas pertenecieron a neandertales. No hay restos óseos asociados, pero la cronología obtenida mediante luminiscencia ópticamente estimulada (OSL), junto con la ausencia de otras especies humanas en la región en ese periodo, apuntan claramente a estos homininos del Pleistoceno.
Qué se ha descubierto en los yacimientos de Monte Clérigo y Telheiro
En Monte Clérigo, se han documentado al menos cinco trayectorias de pisadas humanas que recorren la pendiente de una duna en distintos sentidos. Algunas fueron hechas por adultos; otras, por niños, y una, incluso, por un infante de apenas dos años.
En Praia do Telheiro, a pocos kilómetros de Monte Clérigo, los paleoantropólogos han identificado una única huella completa, bien definida, posiblemente perteneciente a una mujer joven.
La escena que emerge es la de un grupo familiar —quizá una unidad social pequeña, como se ha propuesto para otros asentamientos neandertales— desplazándose por un entorno costero, tal vez en busca de alimento, recursos o simplemente transitando un terreno familiar.
Hay que tener presente que las dunas, desprovistas de vegetación densa, ofrecían buena visibilidad, lo que las convertían en lugares propicios para la caza al acecho. Además, estás acumulaciones de arena formadas por la acción del viento se hallan muy próximas a ecosistemas ricos en biodiversidad: lagunas, playas, zonas intermareales...
Huellas fósiles que hablan de comportamientos
Las huellas humanas fósiles son un testimonio excepcionalmente raro y valioso. A diferencia de los restos líticos o de los esqueletos, que suelen acumularse en estratos durante siglos, las pisadas preservadas registran momentos puntuales, casi instantáneos.
Se trata de lo que los paleontólogos denominan icnitas, impresiones que conservan no solo la morfología del pie, sino también información sobre el movimiento, la dirección, la velocidad e incluso el comportamiento humano prehistórico.
En el caso de Monte Clérigo, las pisadas aparecen impresas en un antiguo frente de duna fósil con una pendiente de hasta 35 grados. Las trayectorias identificadas muestran patrones de marcha lenta, adaptados a un terreno blando e inestable. En varios puntos, las pisadas revelan resbalones, torsiones del tobillo, ajustes de equilibrio. Todo ello sugiere un desplazamiento en condiciones físicas exigentes.
Pisadas de diferentes formas y tamaños
Lo más significativo de este descubrimiento en el Algarve, sin embargo, es la diversidad de tamaños y formas. El equipo, coordinado por Carlos Neto De Carvalho, geólogo de la Universidad de Lisboa, ha estimado la estatura y edad de los individuos a partir de la longitud del pie, aplicando modelos derivados de datos osteológicos de neandertales.
Así, las huellas mayores —de unos 26 cm a 29 cm— corresponderían a adultos de entre 1,70 y 1,85 metros de altura. Una huella más pequeña, de apenas 11 cm, apunta a un niño de menos de dos años. Otro rastro, más estrecho y fino, podría haber sido dejado por una mujer joven.
Estas inferencias apuntan a la presencia de un grupo mixto formado por individuos de diferentes edades y sexo, lo que sugiere un tipo de movilidad social compleja. La vida en estos entornos implicaba una implicación colectiva de todos los miembros del grupo. Y es en esa normalidad —una caminata familiar por una duna húmeda— donde resuena con más fuerza la humanidad de los neandertales.
Serie de huellas fósiles humanas en depósitos costeros del Pleistoceno. Incluye la pisada más antigua (A) atribuida a humanos modernos (153.000 años, Sudáfrica), trayectorias junto a megafauna extinta en Argentina y huellas de neandertales en España, como en Matalascañas (D) y Cabo Trafalgar (E), donde se observan rastros cruzados y detalles anatómicos conservados.
Adaptación de los neandertales al litoral
La hipótesis del coasteering neandertal, como la llaman los autores, cobra fuerza con cada nuevo hallazgo. Se ha documentado la presencia de neandertales en la costa atlántica y mediterránea, desde Francia hasta Grecia. En la península ibérica, los yacimientos de Matalascañas, Catalan Bay o Le Rozel ya habían apuntado a esta dirección. Sin embargo, Portugal permanecía ausente del mapa.
Las huellas de Monte Clérigo y Telheiro cambian el panorama. Confirman la presencia de neandertales en la costa suroeste de Europa durante el último interglacial, hace entre 82.000 y 73.000 años, y reafirman su capacidad para explotar entornos marino-costeros. Ahora bien, ¿se trataba de rutas de caza? ¿De áreas de recolección de moluscos? ¿O simplemente de espacios de tránsito y socialización?
Un análisis de redes ecológicas realizado por el equipo luso, basado en restos faunísticos y herramientas líticas, sugiere una dieta diversa: mamíferos terrestres (ciervos, caballos, liebres) y animales marinos o litorales. Este patrón indica una estrategia de subsistencia adaptativa, acorde con un entorno cambiante como el litoral atlántico del Pleistoceno.
¿Cómo se analizaron las huellas?
Para estudiar estas pisadas fósiles, los investigadores combinaron técnicas de geología de campo, fotogrametría 3D y modelado digital. Las mediciones milimétricas, unidas a los modelos tridimensionales, permitieron analizar la forma de cada huella, su profundidad y el ángulo de impresión.
Además, la técnica OSL permitió fechar los sedimentos que las contenían: 78.000 años en Monte Clérigo y 82.000 en Telheiro.
Ambos yacimientos se formaron durante un periodo templado y húmedo del Pleistoceno. Las dunas, conocidas como eolianitas, se endurecieron por procesos diagenéticos que permitieron conservar las impresiones. Hoy emergen como afloramientos rocosos en los acantilados del Algarve, expuestas por la erosión marina.
Un avance clave en la investigación de la prehistoria ibérica
Este hallazgo aporta un nuevo enfoque a la investigación paleoantropológica en la península ibérica, donde predominan los yacimientos de cuevas. Al tratarse de entornos abiertos costeros, las huellas de Monte Clérigo y Telheiro:
✅ Amplían el conocimiento sobre la ecología y dispersión geográfica de los neandertales.
✅ Ofrecen datos únicos sobre su interacción con ecosistemas marino-terrestres.
✅ Permiten reconstruir trayectorias de movimiento, dieta, y organización social con un nivel de detalle sin precedentes.
Más allá de la ciencia, estas huellas nos enfrentan a lo esencial. No son herramientas ni fósiles: son rastros directos del cuerpo en movimiento. Un paso. Un tropiezo. Un giro del pie. En ellas vemos no solo cómo caminaban los neandertales, sino también cómo vivían. Caminaban juntos. Criaban a sus hijos. Transitaban paisajes similares a los nuestros, impulsados por las mismas necesidades: explorar, buscar alimento, cuidar a los suyos.
Gracias a este descubrimiento, Portugal entra por la puerta grande en la lista de países que conservan huellas fósiles de homininos. Y nosotros, los que las estudiamos miles de años después, no solo aprendemos sobre su mundo. También recordamos que hubo un tiempo en que nuestros antepasados pisaban la arena como lo hacemos hoy. Solo que sus huellas, por azar y sedimento, llegaron hasta nosotros para contarlo. ▪️
Fuente: De Carvalho, C. N., Cunha, P. P., Belo, J. et al. Neanderthal coasteering and the first Portuguese hominin tracksites. Scientific Reports (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41598-025-06089-4