Huevos de dinosaurio de 85 millones de años revelan secretos del clima del Cretácico

Enterrados durante millones de años en el corazón de China, los fósiles de miles de huevos de dinosaurio han permitido fijar su edad exacta por primera vez. El hallazgo no solo ilumina cómo se reproducían estos animales, sino también cómo el planeta se enfrió en plena era del Cretácico.

Por Enrique Coperías

Nidada de huevos de dinosaurio encontrada en el yacimiento de Qinglongshan y que ha sido utilizada para la datación cronológica.

Nidada de huevos de dinosaurio encontrada en el yacimiento de Qinglongshan y que ha sido utilizada para la datación cronológica. Cortesía: Dr. Bi Zhao

En lo profundo de las colinas rojizas de Qinglongshan, en la provincia china de Hubei, un grupo de investigadores ha conseguido poner fecha precisa a un hallazgo extraordinario: miles de huevos de dinosaurio, intactos y en posición original, que han permanecido enterrados durante más de 85 millones de años.

No se trata solo de un tesoro paleontológico excepcional por su abundancia y su grado de conservación, sino también de una ventana abierta al clima del Cretácico y los ecosistemas de este periodo, especialmente en sus postrimerías, cuando la Tierra comenzó a dejar atrás el calor sofocante de un invernadero global para iniciar un enfriamiento que alteraría para siempre la historia de la vida.

El estudio, publicado en la revista Frontiers in Earth Science, representa un salto metodológico y conceptual. Por primera vez en China, los científicos han logrado datar huevos de dinosaurio de forma directa mediante técnicas radiométricas de última generación, en lugar de recurrir a los métodos indirectos habituales, como analizar capas volcánicas cercanas o correlacionar con fósiles de otros organismos.

El resultado es una edad de 85,9 millones de años, con un margen de error de apenas 1,7 millones. Dicho de otro modo: estos huevos fueron depositados por hembras de dinosaurio cuando el planeta experimentaba una brusca bajada de temperaturas, justo en el tránsito entre los pisos Coniaciense y Santoniense del Cretácico.

El valor de la calcita biogénica de las cáscaras

«Mostramos que estos huevos de dinosaurio fueron depositados hace aproximadamente 85 millones de años, en el Cretácico tardío —señala Bi Zhao, investigador del Instituto de Geociencias de Hubei y coautor del estudio. Y añade—: Ofrecemos las primeras restricciones cronológicas sólidas para estos fósiles, y resolvemos incertidumbres hasta ahora esrtancadas sobre su edad».

En palabras de Zhao, «hasta ahora, los huevos de dinosaurio se fechaban de forma indirecta, lo que generaba grandes incertidumbres. Nuestro trabajo demuestra que es posible usar la calcita biogénica de las cáscaras como un reloj fiable».

Esta precisión permite afinar la cronología de los ecosistemas continentales del interior de China, un área hasta ahora menos estudiada que las formaciones costeras o marinas.

¿Por qué son importantes estos huevos fósiles?

El yacimiento de Qinglongshan, en el distrito de Yunyang (Shiyan), fue descubierto en los años noventa y desde entonces ha fascinado a paleontólogos y visitantes. Miles de huevos fosilizados semienterrados afloran en laderas y estratos como si el tiempo se hubiera detenido en medio de una gran colonia de nidificación.

A diferencia de otros lugares donde los fósiles aparecen aplastados o fragmentados, aquí muchos huevos conservan su forma tridimensional, dispuestos en nidadas completas que permiten estudiar el comportamiento reproductivo de los dinosaurios.

La mayoría de ellos pertenecen a un grupo conocido como Placoolithus tumiaolingensis, dentro de la familia Dendroolithidae, cuyos huevos fósiles se caracterizan por presentar cáscaras muy porosas con ramificaciones internas. Aunque no se sabe con certeza qué dinosaurios pusieron estos huevos, se sospecha que correspondían a dinosaurios herbívoros de tamaño medio.

Un paleontóologo limpia uno de los huevos del Cretácico hallados en China.

Un paleontóologo limpia uno de los huevos del Cretácico hallados en China. Cortesía: Dr. Bi Zhao

La técnica: cómo se datan huevos de dinosaurio con uranio y plomo

En una de las nidadas analizadas en el estudio, con veintiocho piezas, algunos huevos se rellenaron durante la fosilización con cristales de calcita, un proceso que resultó clave: esos cristales conservaron uranio, cuya desintegración radiactiva funciona como un cronómetro natural.

La técnica utilizada, denominada datación U-Pb in situ con espectrometría de masas (LA-MC-ICP-MS), consiste en disparar un láser microscópico sobre el mineral y medir las proporciones de uranio y plomo en cada punto. Como el uranio se transforma lentamente en plomo a un ritmo conocido, es posible calcular la antigüedad de los fósiles.

El reto es enorme, porque los fósiles suelen alterarse por procesos posteriores, pero en este caso la calcita biogénica del cascarón se mantuvo sorprendentemente estable, lo que otorgó un resultado robusto y reproducible. No hay que olvidar que la calcita biogénica es un mineral de carbonato de calcio (CaCO₃) formado por los propios organismos vivos y que surge como parte de estructuras biológicas, como cáscaras de huevos de dinosaurio y aves, conchas de molusco y corales.

«Disparamos un microláser a muestras de cáscara de huevo, para vaporizar los minerales carbonatados en aerosol. Esto se analiza en un espectrómetro de masas para contar átomos de uranio y plomo. Como el uranio se descompone en plomo a un ritmo fijo, pudimos calcular la edad midiendo el plomo acumulado: es como un reloj atómico para fósiles», explica Zhao.

Un reloj que sincroniza historias dispersas

Poner fecha precisa a los huevos de dinosaurio de Yunyang no es un mero capricho cronológico. Supone anclar con firmeza un conjunto fósil que hasta ahora flotaba en la incertidumbre. Y, sobre todo, ofrece un punto de comparación con otros yacimientos del Cretácico en China Oriental, como los de Xixia, Xichuan o Jiaolai, donde también abundan los huevos de dinosaurio pero cuya cronología depende de correlaciones indirectas. La edad obtenida en Hubei confirma que las poblaciones de dinosaurios dendroolítidos se extendieron por la región durante el Coniaciense y el Santoniense, en plena transición climática del Cretácico.

Este tipo de dataciones permitirá refinar un mapa temporal de gran valor. «Los huevos de dinosaurio son extraordinariamente abundantes en las cuencas continentales del Cretácico chino. Si logramos fecharlos de manera absoluta en diferentes lugares, podremos construir una secuencia evolutiva mucho más precisa y entender cómo respondieron los ecosistemas terrestres a los cambios climáticos globales», explica Zhao.

En palabras de este paleontólogo, «revoluciona nuestra capacidad para establecer cronologías globales de huevos de dinosaurio».

Hasta ahora, la mayor parte del conocimiento sobre el Cretácico tardío procedía de registros marinos: sedimentos oceánicos, microfósiles de plancton, isótopos de oxígeno. Pero la vida terrestre, donde reinaban los dinosaurios, seguía siendo más difícil de encajar en esa cronología.

Los huevos de Yunyang son una pieza crucial para tender puentes entre ambos mundos.

Contexto histórico: el Cretácico tardío y su clima cambiante

Hace unos 100 millones de años, la Tierra era un planeta abrasador. Los polos carecían de hielo y las temperaturas medias globales podían superar en más de 10 grados centígrados las actuales. Era la era de los superinvernaderos del Cretácico, marcada por intensas emisiones volcánicas de CO₂ y un océano a menudo privado de oxígeno.

Sin embargo, a partir de hace unos 90 millones de años comenzó una lenta transición hacia condiciones más templadas. Los estudios isotópicos marinos revelan un descenso de hasta siete grados en apenas unos pocos millones de años, acompañado incluso de episodios de glaciación incipiente.

Los huevos de Yunyang, fechados en 85,9 millones de años, coinciden exactamente con ese periodo de enfriamiento climático del Cretácico. La bajada de temperaturas alteró la distribución de los ecosistemas y probablemente influyó en la diversidad de dinosaurios. De hecho, en el registro fósil chino se observa una disminución en la variedad de tipos de huevos a medida que avanza el Santoniense y se adentra en el Campaniense.

«El enfriamiento global del Cretácico tardío debió de tener un fuerte impacto en la reproducción de los dinosaurios, que dependían de condiciones ambientales estables para la incubación. El hecho de que en Yunyang se concentre una abundancia tan grande de huevos pero con baja diversidad podría estar relacionado con un ecosistema muy específico, favorecido solo para ciertos grupos», apunta el estudio.

En palabras de Zhao, «las estructuras porosas especializadas de los dendroólitidos pueden representar adaptaciones evolutivas a este cambio climático, ya que aparecieron nuevos tipos de huevos en todo el mundo durante el enfriamiento». Y añade: «Placoolithus tumiaolingensis puede representar un callejón sin salida evolutivo en el que la población de dinosaurios ponedora de huevos no logró adaptarse con éxito a los climas más fríos».

Un nuevo horizonte para la paleontología

Más allá de la fascinación que despierta contemplar nidadas de dinosaurios fosilizadas, el trabajo de Chen y sus colegas abre un camino metodológico revolucionario: la posibilidad de datar huevos fósiles de forma absoluta en distintas cuencas.

Esto podría, por ejemplo, resolver debates tan espinosos como la posición exacta de la frontera Cretácico-Paleógeno en el famoso yacimiento de Nanxiong, donde se discute si algunos dinosaurios sobrevivieron más allá de la extinción masiva de hace 66 millones de años.

Si los huevos de dinosaurio pueden funcionar como relojes geológicos, cada nido sería una cápsula del tiempo que permitiría ordenar con rigor los últimos capítulos de la historia de los dinosaurios. Y, al mismo tiempo, aportar pistas sobre cómo respondieron los ecosistemas terrestres del Cretácico a los cambios climáticos bruscos, una lección con resonancias inquietantemente actuales.

Interior del Museo de Huevos de Dinosaurio de Qinglongshan.

Interior del Museo de Huevos de Dinosaurio de Qinglongshan. Cortesía: Dr. Bi Zhao

Limitaciones y próximos pasos

El propio equipo reconoce que aún queda camino por recorrer. Los resultados proceden de un número limitado de muestras, extraídas con sumo cuidado para no dañar el yacimiento fósil de Qinglongshan, que hoy funciona además como museo al aire libre. Aumentar el número de puntos de análisis ayudaría a reducir el margen de error y confirmar la consistencia de las edades.

Asimismo, es fundamental avanzar en la distinción entre calcita biogénica —la que forma parte original de la cáscara— y calcita secundaria o abiogénica, que se infiltra después y puede alterar los resultados.

También se abren nuevas posibilidades de combinar la datación radiométrica con análisis isotópicos de carbono y oxígeno en las cáscaras, lo que permitiría inferir directamente condiciones de temperatura y humedad del entorno donde se incubaron los huevos. Este tipo de estudios, realizados con tecnologías láser de alta resolución, podrían ofrecer retratos climáticos del Cretácico locales de una precisión inédita.

Una historia que conecta pasado y presente

La imagen es poderosa: un grupo de dinosaurios se congrega en una llanura roja del interior de China, excava rudimentarios nidos y deposita docenas de huevos de cáscara porosa. Quizá eran dinosaurios herbívoros que se alimentaban de la vegetación ribereña, quizá vivían en grupos sociales complejos. Un día, una riada o un desprendimiento cubrió la colonia de sedimentos, sellando los nidos bajo capas de arena y grava.

Millones de años después, esos mismos huevos emergen ante los ojos de los científicos, no como simples restos de un mundo perdido, sino como testimonios directos de cómo el planeta cambiaba y los dinosaurios intentaban adaptarse.

En tiempos en que la humanidad afronta también un cambio climático acelerado, el relato que guardan estos fósiles adquiere una dimensión simbólica. Nos recuerdan que el clima global es capaz de transformar la vida en la Tierra de manera profunda y que los grandes dominadores de un tiempo, como los dinosaurios, no están exentos de sucumbir ante esos cambios.

El hallazgo y datación de los huevos de Yunyang no es solo un avance técnico en paleontología. Es un recordatorio de que los fósiles de dinosaurio pueden ser más que reliquias: son documentos geológicos que, leídos con las herramientas adecuadas, revelan la trama de interacciones entre la vida y el clima del Cretácico tardío. En este caso, los investigadores han logrado sincronizar la historia de una colonia de dinosaurios con una de las grandes transiciones climáticas del Mesozoico. Y lo han hecho gracias a un puñado de cristales de calcita escondidos en las cáscaras de unos huevos fosilizados olvidados durante 85 millones de años.

«Nuestro logro tiene implicaciones significativas para la investigación sobre la evolución y extinción de los dinosaurios, así como sobre los cambios ambientales en la Tierra durante el Cretácico tardío —señala Zhao. Y concluye—: Hallazgos como este pueden transformar los fósiles en narrativas convincentes sobre la historia de la Tierra». ▪️

Preguntas & Respuestas: Huevos dinosaurios chinos

🦖 Qué antigüedad tienen los huevos de dinosaurio de Yunyang?
Se han datado en 85,9 millones de años, en el tránsito Coniaciense–Santoniense del Cretácico tardío.

🦖 ¿Qué dinosaurios pusieron estos huevos?
Probablemente herbívoros de tamaño medio de la familia Dendroolithidae, aunque no se conoce la especie exacta.

🦖 ¿Por qué es importante la datación U-Pb en huevos fósiles?
Porque permite obtener edades absolutas sin depender de capas volcánicas cercanas ni correlaciones indirectas, reduciendo la incertidumbre.

🦖 ¿Qué relación tienen estos huevos con el cambio climático?
Coinciden con un episodio de enfriamiento global que pudo afectar la reproducción y diversidad de dinosaurios.

  • Información facilitada por Frontiers

  • Fuente: Qingmin Chen et al. Geological age of the Yunyang dinosaur eggs revealed by in-situ carbonate U-Pb dating and its scientific implications. Frontiers in Earth Science (2025). DOI: https://doi.org/10.3389/feart.2025.1638838

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