Itiner-e: el mapa digital que resucita las carreteras del Imperio romano y añade 100.000 kilómetros a su red
Un equipo internacional ha reconstruido, con precisión de satélite, la red de caminos que unió Europa, África y Asia hace dos mil años. El nuevo mapa digital Itiner-e «desentierra» 100.000 kilómetros de rutas romanas desconocidas hasta ahora.
Por Enrique Coperías
En la imagen, tramo del trazado de la antigua vía a Gerasa (Jerash), en la actual Jordania, una de las rutas mejor conservadas del Levante romano. Image by Dimitris Vetsikas from Pixabay
Arqueólogos y eruditos han tratado durante siglos de reconstruir la red de caminos del Imperio romano. Fue el sistema circulatorio de una civilización antigua que se extendió desde Escocia hasta Egipto, desde Hispania hasta Siria. Sin esas calzadas romanas, los legionarios no habrían marchado, el comercio romano no habría fluido y las ideas no habrían viajado tan lejos. Pero, a pesar de su fama, el mapa completo de las vías romanas seguía incompleto, plagado de huecos e incertidumbres.
Ahora, un proyecto internacional ha dado un salto histórico. Un nuevo mapa digital de alta resolución, bautizado Itiner-e, ha casi duplicado la extensión conocida de la red viaria romana, que pasa de 188.000 a casi 300.000 kilómetros.
Detrás de este esfuerzo hay más de veinte instituciones y treinta investigadores de toda Europa, coordinados desde las universidades de Aarhus (Dinamarca) y la Autónoma de Barcelona (España). Publicado en la revista Scientific Data, el trabajo no solo amplía el número de rutas, sino que ofrece la reconstrucción más precisa y documentada del sistema de carreteras del Imperio romano.
Qué es Itiner-e y cómo se ha construido este mapa digital del Imperio romano
Itiner-e es, en cierto modo, el Google Maps del Imperio romano, explica Pau de Soto, arqueólogo de la Universidad Autónoma de Barcelona y uno de los autores principales del proyecto. Este ha recopilado miles de fragmentos de información dispersa, desde inscripciones romanas y mapas históricos hasta restos arqueológicos e itinerarios antiguos, como el Itinerarium Antonini y la Tabula Peutingeriana, y los ha integrado en un solo modelo digital georreferenciado.
El resultado es un mapa interactivo de acceso abierto, disponible en itiner-e.org, que abarca los casi cuatro millones de kilómetros cuadrados del Imperio romano hacia el año 150 d. C., su momento de máxima expansión. Cada tramo de carretera incluye metadatos, tipo (principal o secundario), grado de certeza, pendiente media y las fuentes que lo documentan. Todo está enlazado con otros catálogos digitales de arqueología, como Pleiades, el gran atlas en línea de lugares antiguos, o la base epigráfica LIRE, que recopila más de 8.000 miliarios romanos con inscripciones latinas.
«Itiner-e no solo traza líneas en un mapa», resume Tom Brughmans, de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca. Y añade—: Cada segmento es una pieza de evidencia, con su propia historia, sus incertidumbres y su contexto arqueológico. Es una herramienta para repensar cómo funcionaba la movilidad en la Antigüedad».
El nuevo mapa digital Itiner-e (a) muestra la red completa de carreteras del Imperio romano y la compara con el mapa anterior del proyecto DARMC. Las imágenes (b) y (c) evidencian las mejoras: mayor cobertura —especialmente en la península ibérica, el Egeo y Egipto— y más detalle en los trazados, que ahora siguen con precisión la geografía real del terreno. Cortesía: De Soto, P., Pažout, A., Brughmans, T. et al.
Una metodología que combina arqueología, datos y tecnología
Hasta ahora, los mapas arqueológicos más utilizados, como el Barrington Atlas of the Greek and Roman World o su versión digital del Ancient World Mapping Center, ofrecían una visión general, pero de baja resolución. Esas representaciones, basadas en escalas de 1:500.000 o 1:1.000.000, omitían detalles cruciales: pasos de montaña, ríos, desvíos naturales o los trazados sinuosos que exigía el terreno. Además, carecían de referencias precisas sobre las fuentes históricas utilizadas para cada vía.
Itiner-e corrige esa carencia con una metodología digital minuciosa en tres pasos:
1️⃣ Identificación de las vías documentadas en la literatura arqueológica y los atlas históricos de cada región.
2️⃣ Localización espacial: uso de mapas topográficos antiguos y modernos, fotografía aérea militar de los años 50, fotografías aéreas, imágenes satelitales, incluidas las de las misiones Corona de los años sesenta, y datos de elevación del terreno.
3️⃣ Digitalización GIS (Geographic Information System): cada tramo fue trazado a mano siguiendo la topografía real, ajustando curvas, pasos de montaña y valles.
Esa precisión tiene un efecto curioso: las carreteras romanas crecen de manera asombrosa. A diferencia de los mapas anteriores, que unían los puntos con líneas rectas, Itiner-e sigue los meandros naturales del terreno, como una curva en torno a una colina y un desvío para cruzar un río. Esa atención al detalle explica parte de la ampliación total: casi 100.000 kilómetros adicionales, muchos de ellos en regiones hasta ahora mal representadas como la península ibérica, Grecia, el norte de África y el Levante mediterráneo.
Una red monumental, pero aún incierta
El nuevo estudio ha identificado 14.769 segmentos de carretera distribuidos en catorce regiones conectadas (Europa continental, Britania, Asia–África del Norte y las islas mediterráneas). De ellos, unos 103.000 kilómetros corresponden a las grandes viae publicae —las arterias principales que enlazaban capitales y centros militares—, mientras que los 195.000 kilómetros restantes son rutas secundarias que tejían el tejido local.
Pero el mapa también revela una paradoja: solo el 2,7% de las vías romanas se conocen con certeza arqueológica, mientras que casi el 90% constituyen reconstrucciones verosímiles basadas en correlaciones topográficas o fuentes indirectas. El resto, un 7,4%, son hipotéticas, es decir, deducciones razonables de caminos que debieron existir para conectar ciudades romanas o puertos antiguos, pero cuya traza exacta se desconoce.
Este reconocimiento explícito de la incertidumbre científica es una de las grandes aportaciones del proyecto. Cada tramo está clasificado según su nivel de fiabilidad, lo que permite a los historiadores y modelizadores del pasado ponderar los márgenes de error.
🗣️ «Por primera vez sabemos no solo dónde estaban las carreteras, sino también dónde no estamos seguros de ellas —apunta Brughmans—. Eso nos ayuda a entender la calidad y los límites de nuestro propio conocimiento».
Aplicaciones científicas: del transporte romano a la inteligencia artificial
El mapa no pretende ser una instantánea definitiva del sistema romano, sino una plataforma abierta de investigación que otros científicos podrán ampliar y corregir. Uno de los retos pendientes es el cronológico: el conjunto no permite todavía seguir la evolución temporal de la red —cuándo se construyeron, remodelaron o abandonaron las rutas—, ya que los datos datables son escasos y fragmentarios.
Aun así, las aplicaciones del nuevo mapa son enormes. Los investigadores ya lo utilizan para modelar el transporte de mercancías, el movimiento de tropas romanas, calcular tiempos de viaje antiguos o estudiar la propagación de epidemias en la Antigüedad. En combinación con datos de relieve y clima, Itiner-e permite incluso simular el coste energético del desplazamiento a pie o en carro por cada tramo del Imperio.
La herramienta también abre perspectivas para comprender la expansión romana desde un punto de vista infraestructural. Los romanos no solo conquistaron territorios: los cosieron con carreteras. Cada calzada fue una afirmación de poder, una vía de comunicación, un eje económico y cultural. Y, a la larga, un legado perdurable. Muchas de las autopistas europeas actuales siguen, casi al milímetro, los trazados romanos.
Captura de pantalla de Itiner-e.org, la plataforma digital que permite consultar, editar y ampliar datos sobre las carreteras del mundo antiguo. El sitio ofrece un buscador interactivo, una herramienta para recrear viajes históricos por las rutas romanas y una visualización en 3D de los paisajes por los que discurrían. Cortesía: De Soto, P., Pažout, A., Brughmans, T. et al.
Una colaboración imperial para reconstruir el Imperio
El proyecto ha sido un esfuerzo verdaderamente imperial, en el mejor sentido de la palabra. Entre 2020 y 2024, equipos de dieciséis países colaboraron bajo dos programas complementarios: MINERVA, centrado en África, Oriente Próximo y Asia Menor; y Viator-e, que cubrió la mitad occidental del Imperio, incluida Hispania. Se integraron datos de proyectos previos como Mercator-e (Iberia), Desert Networks (Egipto) y estudios locales en Grecia, Turquía o el norte de África.
Los investigadores combinaron fuentes militares, mapas coloniales y hasta vuelos fotogramétricos de los años cincuenta para rastrear caminos borrados por presas, cultivos o urbanización. En regiones desérticas como Egipto, los científicos incluso modelaron rutas de caravanas romanas usando algoritmos de menor coste —simulaciones de los trayectos más probables según la topografía y las necesidades de los camellos—.
El resultado no es solo un inventario arqueológico digital: es una auténtica obra de ingeniería digital. Cada vía tiene su identificador único y está disponible en formatos abiertos (GeoJSON, shapefile, geopackage) en el repositorio Zenodo, junto con la bibliografía completa en Zotero. Todo el conjunto suma más de 140 megabytes de datos, listos para ser usados en cualquier sistema de información geográfica.
🗣️ «El amplio conjunto de datos que ha generado el proyecto Itiner-e es altamente transformador para entender cómo el sistema viario romano estructuraba el movimiento de personas, bienes, ideas e incluso enfermedades en la antigüedad», explican los directores del proyecto.
«Su alta resolución permitirá nuevos estudios computacionales sobre la conectividad, los costes de transporte y el control administrativo de este amplio territorio, así como investigaciones sobre el desarrollo milenario de la movilidad terrestre en Europa, el norte de África y Oriente Próximo», destacan los investigadores.
Un legado vivo de piedra y píxeles
Itiner-e marca un antes y un después en la forma de estudiar la infraestructura del pasado. «El mapa no es el final del camino, sino el principio de muchos otros», afirman sus autores. Gracias a su estructura abierta, cualquier investigador —o ciudadano curioso— puede explorar las calzadas romanas que unieron Roma con los confines del mundo conocido.
La vieja expresión todos los caminos llevan a Roma cobra ahora un nuevo sentido. Por primera vez, podemos verlos casi todos, reconstruidos con la precisión de un GPS y la paciencia de generaciones de arqueólogos digitales. En sus líneas sinuosas se dibuja no solo la geografía del poder, sino también la del conocimiento: la que une los restos de piedra del pasado con las herramientas digitales del presente.
El Imperio romano vuelve a estar conectado. Esta vez, por fibra óptica.▪️
Información facilitada por la Universidad Autónoma de Barcelona
Fuente: De Soto, P., Pažout, A., Brughmans, T. et al. Itiner-e: A high-resolution dataset of roads of the Roman Empire. Science Data (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41597-025-06140-z

