La luna helada de Saturno podría albergar un océano estable apto para la vida
A más de mil millones de kilómetros del Sol, una pequeña luna de Saturno esconde bajo su hielo un océano que desafía el frío cósmico. La NASA confirma que Encélado mantiene el equilibrio térmico necesario para conservar agua líquida, y quizá, un ambiente favorable para la vida.
Por Enrique Coperías
A más de mil millones de kilómetros del Sol, la pequeña luna saturnal Encélado esconde bajo su hielo un océano que desafía el frío cósmico. La NASA confirma que mantiene el equilibrio térmico necesario para conservar agua líquida, y quizá, vida. Cortesía: ESA
Durante los casi quince años que duró la misión, la sonda Cassini sobrevoló Saturno y sus lunas, y nos envió imágenes y datos que aún hoy siguen desvelando secretos. Uno de los más intrigantes es el de Encélado, un pequeño satélite de apenas 500 kilómetros de diámetro que, pese a su gélida superficie, alberga bajo el hielo un océano global.
Hasta ahora, la actividad geotérmica parecía concentrarse en el hemisferio sur, donde las famosas rayas de tigre —largas fisuras desde las que brotan chorros de vapor y partículas— delataban la existencia de calor interno. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista Science Advances muestra que el polo norte de Encélado también emite más calor del esperado, lo que sugiere que el océano subterráneo podría ser más estable y duradero de lo que se pensaba.
El hallazgo, liderado por la investigadora Georgina Miles, de la Universidad de Oxford, y un equipo internacional, reabre una cuestión clave para la astrobiología: ¿podría ese océano oculto mantener las condiciones necesarias para la vida durante miles de millones de años?
La Cassini confirma calor interno en el polo norte
Hasta ahora, las mediciones directas del calor en Encélado provenían casi exclusivamente del polo sur. Allí, la Cassini-Huygens de la ESA y la NASA detectó una emisión energética de entre 4 y 19 gigavatios (GW), un valor enorme para un cuerpo tan pequeño, y suficiente para mantener el agua líquida bajo una capa de hielo de unos 20 kilómetros. Pero la otra mitad de la luna saturnal, aparentemente más fría y geológicamente muerta, permanecía sin datos comparables.
Miles y sus colegas revisaron los registros del espectrómetro infrarrojo compuesto (CIRS) de la sonda espacial, que captó radiación térmica del polo norte en dos momentos muy distintos: el invierno polar de 2005, cuando esa región llevaba una década sumida en la oscuridad, y el verano de 2015, cuando la luz solar volvía a iluminarla. El contraste entre ambas estaciones permitió detectar un exceso de calor inexplicable por los modelos pasivos, aquellos que solo consideran la energía solar y la radiación reflejada desde Saturno.
En concreto, el equipo observó que el polo norte era unos siete grados más cálido de lo previsto incluso tras ajustar variables como la emisividad del hielo —su capacidad para irradiar calor— y su inercia térmica. Para igualar los datos reales, el modelo necesitó incorporar una fuente interna adicional de 46 ± 4 milivatios por metro cuadrado. Es decir, algo dentro de Encélado, tal vez la fricción causada por las mareas que Saturno ejerce sobre su interior, está generando calor también en el norte.
🗣️ «Encélado es un objetivo clave en la búsqueda de vida fuera de la Tierra, y comprender la disponibilidad a largo plazo de su energía es fundamental para determinar si puede albergar vida», explica Miles.
Desde las grietas gigantes del polo sur de Encelado, las llamadas rayas de tigre brotan impresionantes penachos de vapor y hielo que delatan la existencia de un océano oculto bajo la superficie helada. Cortesía: NASA/JPL-Caltech/Space Science Institute
Un océano global bajo el hielo
Encélado brilla intensamente bajo la luz de Saturno: su superficie, compuesta casi por completo de hielo de agua, refleja hasta el 96% de la radiación que recibe. En condiciones normales, eso la mantiene a unos -200 °C. Pero las observaciones de la Cassini mostraron zonas más calientes, y en el polo sur los géiseres de vapor y cristales de hielo confirmaron una conexión directa con un océano subterráneo salado.
El nuevo estudio demuestra que el polo norte tampoco está inerte. Aunque no se observan fracturas activas como las del sur, el calor detectado sugiere que la capa de hielo en esa región es más delgada de lo esperado, de 20 a 23 kilómetros, y que por debajo sigue habiendo agua líquida en contacto con el núcleo rocoso.
Esto resulta crucial: para que un océano subsista durante miles de millones de años, el calor interno debe compensar la pérdida constante hacia el espacio. Si ambas cifras se equilibran, como indican ahora los autores, el océano de Encélado podría mantenerse estable durante eones, aumentando así las posibilidades de que haya sido habitable.
El origen del calor: el baile gravitacional con Saturno
El misterio del calor de Encélado radica en su danza orbital con Saturno. La luna no gira de forma perfectamente circular: su órbita ligeramente elíptica, mantenida por la resonancia con Dione, otra luna mayor, hace que el enorme campo gravitatorio del planeta la estire y comprima constantemente. Este amasamiento genera calor por fricción en su interior, un proceso conocido como calentamiento de marea.
Los modelos informáticos previos situaban la mayor parte de esa energía en el hemisferio sur, donde la corteza es más fina y el hielo se fractura con facilidad. Pero los nuevos datos indican que el calor de marea podría distribuirse de forma más uniforme, o al menos alcanzar también el norte con intensidad suficiente como para fundir parte del hielo.
El equipo estima que el flujo térmico total del norte equivale a unos 1,7 gigavatios, alrededor del 10% de lo que irradia el sur. Puede parecer poco, pero basta para mantener una capa de agua líquida bajo el casquete helado. Y, lo más relevante, esa cantidad de energía se ajusta a las cifras globales de calentamiento de marea que predicen los modelos teóricos, en torno a 50 gigavatios para toda la luna. En otras palabras, el balance entre el calor generado y el que se pierde al espacio parece estar en equilibrio.
Esto tiene implicaciones profundas: si el sistema térmico de Encélado está estabilizado, su océano podría existir desde hace miles de millones de años, un intervalo comparable al que la vida necesitó para surgir en la Tierra.
🗣️ «Comprender cuánta energía está perdiendo Encelado a nivel global es crucial para saber si puede sostener vida —destaca la doctora Carly Howett, coautora del estudio, del Departamento de Física de la Universidad de Oxford y del Planetary Science Institute en Tucson (Estados Unidos). Y añade—: Es realmente emocionante que este nuevo resultado respalde la sostenibilidad a largo plazo de Encélado, un componente esencial para que la vida pueda desarrollarse».
Ilustración del posible funcionamiento de la actividad hidrotermal en Enceélado, según los datos obtenidos por la misión Cassini-Huygens de la NASA y la ESA. Este proceso podría mantener el océano subterráneo líquido y rico en compuestos químicos. Cortesía: ESA
Misterios del hielo: una superficie más compleja de lo esperado
Uno de los hallazgos más sorprendentes del estudio es que el hielo del norte emite menos radiación térmica de lo esperado: su emisividad efectiva es solo de 0,58, un valor anormalmente bajo para el agua helada. Esto implica que el hielo podría tener propiedades físicas distintas a las del sur.
Los autores proponen varias hipótesis:
✅ Presencia de hielo amorfo o CO₂ helado.
✅ Existencia de hidratos de gas atrapados en la superficie.
✅ Efectos ópticos ligados al tamaño de los granos de hielo, que afectarían a cómo se irradia el calor.
✅ Una capa porosa o fracturada actúe como aislante, modificando la conducción térmica.
Sea cual sea la causa, este hallazgo muestra que la superficie de Encéelado es mucho más compleja de lo que se creía, con variaciones microfísicas que aún no comprendemos del todo y que podrían influir en la estabilidad térmica de la corteza.
Un océano en equilibrio
El calor medido en el polo norte permite estimar el espesor del hielo que cubre el océano. Según los cálculos, una conducción de 46 milivatios por metro cuadrado corresponde a una corteza de 20 a 23 kilómetros de espesor, ligeramente mayor que la del sur pero coherente con los modelos basados en datos de gravedad y rotación. Si se promedian los valores, el grosor global del hielo rondaría los 25 a 28 kilómetros, suficiente para aislar el océano subterráneo y evitar su congelación total.
Cuando se tiene en cuenta la posible porosidad del hielo —es decir, la existencia de cavidades y grietas que reducen la conductividad térmica—, la capa podría ser aún más delgada: entre 16 y 18 kilómetros en el norte y unos 22 de media global. Esa cifra coincide con las estimaciones de otros estudios independientes.
El análisis sugiere además que el equilibrio térmico de Encelado es coherente con las tasas de calor de marea calculadas a partir de observaciones astrométricas. En resumen: la energía interna de la luna y la que pierde parecen compensarse, un signo inequívoco de estabilidad a largo plazo.
Implicaciones astrobiológicas
La estabilidad del océano de Encélado es mucho más que una curiosidad geofísica. Significa que su entorno líquido podría haber persistido durante el tiempo suficiente como para permitir procesos prebióticos o incluso la aparición de formas de vida microbiana.
Ya en 2015, Cassini detectó en los penachos del polo sur moléculas orgánicas complejas, sales, amoníaco y, más recientemente, fósforo, un elemento esencial para el ADN y las membranas celulares. Si el océano mantiene una conexión duradera con el fondo rocoso, las reacciones químicas entre el agua y los minerales podrían liberar energía y nutrientes parecidos a los que sostienen ecosistemas hidrotermales en las profundidades oceánicas de la Tierra.
Este nuevo estudio refuerza esa posibilidad al demostrar que el océano no se está congelando ni agotando, sino que puede mantenerse estable durante eones. «El equilibrio entre la energía que Encélado genera internamente y la que irradia al espacio indica que su océano podría ser tan longevo como el propio sistema solar», concluye Miles.
Encélado, vista por la Cassini. Cortesía: ESA
Hacia las futuras misiones a mundos oceánicos
Los resultados también ofrecen lecciones para otras lunas heladas, como Europa, de Júpiter, que será explorada en los próximos años por las misiones Europa Clipper (NASA) y Juice (ESA). Los autores destacan la importancia de medir la radiación térmica en distintos momentos del año y del día para comprender cómo evoluciona el calor interno.
🗣️ «Extraer las sutiles variaciones de temperatura superficial causadas por el flujo de calor interno de Encélado, en medio de los cambios diarios y estacionales, fue un desafío, y solo fue posible gracias a las misiones prolongadas de Cassini. Nuestro estudio subraya la importancia de las misiones de larga duración a los mundos oceánicos que podrían albergar vida, y el hecho de que los datos pueden no revelar todos sus secretos hasta décadas después de haber sido obtenidos», añade Miles.
Si Encélado mantiene un océano global gracias a un delicado balance energético, otras lunas con estructuras similares podrían hacerlo también. De hecho, el estudio sugiere que los mundos oceánicos bajo el hielo son más comunes y duraderos de lo que se creía, ampliando el rango de lugares potencialmente habitables en el Sistema Solar.
Un pequeño mundo con grandes interrogantes
Encélado, un cuerpo helado y diminuto perdido entre los anillos de Saturno, se ha convertido en uno de los lugares más prometedores para buscar vida fuera de la Tierra. Lo que parecía una luna congelada es, en realidad, un mundo activo, con géiseres, calor interno y un océano en equilibrio.
El nuevo hallazgo de calor endógeno en su polo norte sugiere que no es solo una chispa pasajera de actividad, sino un sistema sostenido y global.
Si la energía interna de esta luna ha mantenido su océano estable durante miles de millones de años, entonces bajo su hielo podría persistir, silenciosa y oculta, una historia de vida que aún no hemos aprendido a leer.▪️
Información facilitada por la Universidad de Oxford
Fuente: Georgina Miles et al. Endogenic heat at Enceladus’ north pole. Science Advances (2025). DOI: 10.1126/sciadv.adx4338

