¿El sexo del bebé es realmente aleatorio? Un estudio afirma que podría depender de la madre
Solemos pensar que el espermatozoide determina el sexo del embrión, dependiendo de si lleva un cromosoma X o Y, pero un estudio sugiere ahora que la edad de la futura mamá también es un factor a tener en cuenta.
Por Enrique Coperías
Durante años se creyó que el sexo del bebé era una cuestión de azar, determinado por el espermatozoide. Un estudio en Science Advances revela ahora que factores genéticos y biológicos maternos también pueden influir en el resultado. Foto: Pixabay
Durante generaciones, la humanidad ha asumido que el sexo del bebé al nacer es un asunto puramente aleatorio, una especie de cara o cruz genética: cada espermatozoide lleva una carga al 50% de probabilidad entre un cromosoma X o Y, y, por tanto, cada embarazo debería tener las mismas posibilidades de dar lugar a un niño o a una niña. Pero, ¿y si este paradigma tan asentado no fuera del todo cierto?
Un nuevo estudio científico liderado por investigadores de la Facultad de Salud Pública de Harvard, con la nutricionista Siwen Wang al frente, ha sacudido los cimientos de esta idea, tras demostrar que el sexo de los hijos dentro de una misma familia podría seguir patrones que desafían la estadística convencional.
A través del análisis de más de 58.000 mujeres estadounidenses y más de 146.000 nacimientos, Wang y sus colegas han descubierto que algunas madres parecen tener una predisposición biológica —y potencialmente genética— a tener solo hijos de un sexo determinado
Por qué algunas familias solo tienen hijos niños o niñas
Una escena común en cualquier sobremesa familiar suele incluir frases como «En mi familia solo nacen niñas» o «Mis abuelos solo tuvieron hijos varones». Lo que en principio podría parecer anecdótico —o fruto de una percepción sesgada— ha llamado la atención de la comunidad científica desde hace tiempo. ¿Es posible que algunas familias estén programadas para tener más niños o más niñas?
El equipo de Wang examinó esa posibilidad y encontró que, contrariamente a lo que dicta la estadística básica, los nacimientos no se distribuyen de forma completamente aleatoria en todas las familias. Mientras que los libros de texto predicen que los sexos se reparten según una distribución binomial, los datos del estudio encajan mejor con una distribución beta-binomial, que sugiere que cada familia tiene una probabilidad particular —ligeramente distinta— de concebir varones o mujeres, afirman los autores del estudio en un artículo publicado en la revista Science Advances.
En términos prácticos, es como si cada pareja lanzara su propia moneda, personalizada, que no necesariamente tiene un 50% de posibilidades para cada cara.
Un patrón más evidente en familias numerosas
Los hallazgos se hicieron aún más claros al analizar familias con tres o más hijos. Mientras que los hogares con dos vástagos tendían a tener una mezcla equilibrada —niño y niña—, a partir del tercer hijo se detectaba una mayor frecuencia de familias con hijos del mismo sexo: tres niñas o tres niños, o incluso cinco o seis descendientes del mismo sexo.
Estos resultados no eran atribuibles únicamente al azar. Las pruebas estadísticas mostraron desviaciones significativas del modelo binomial, y ese patrón se mantuvo incluso después de excluir posibles factores sociales como la llamada colección de cupones, o sea, la tendencia de algunas parejas a seguir teniendo hijos hasta lograr ambos sexos.
Factores que influyen en el sexo de los hijos
1️⃣ La edad de la madre en el primer parto
Uno de los factores más sorprendentes asociados con esta tendencia fue la edad de la madre en el momento de su primer parto. Las mujeres que tuvieron su primer hijo a los veintiocho años o más mostraron una probabilidad ligeramente superior de tener descendencia de un solo sexo.
Aunque los mecanismos detrás de esta relación no están claros, los autores plantean varias hipótesis. Entre ellas, cabe citar estas tres:
✅ El pH vaginal, que podría favorecer espermatozoides con X o Y.
✅ La duración del ciclo ovárico, que influye en la ovulación y fertilidad.
✅ Cambios hormonales, que podrían afectar la viabilidad de ciertos espermatozoides.
Hay que se señalar que otras características que se evaluaron, como el color de cabello, la altura, el índice de masa corporal o el grupo sanguíneo, no mostraron asociaciones significativas con el sexo de los hijos.
2️⃣ Genes maternos asociados al sexo de la descendencia
Quizá el hallazgo más impactante del estudio provino del análisis genético. A través de un extenso estudio de asociación del genoma (GWAS), los investigadores identificaron variaciones genéticas en las madres que podrían estar relacionadas con la probabilidad de tener solo niñas o solo niños. En concreto, se encontraron asociaciones entre ciertas variantes do dos genes:
✅ El gen NSUN6 se relacionó con familias que solo tuvieron hijas.
✅ El gen TSHZ1 se vinculó con familias con solo hijos varones.
Aunque estos resultados todavía deben ser replicados en otros estudios, abren una puerta fascinante a la idea de que la madre aporta, a través de su genoma, factores que influyen en la decisión biológica de qué sexo tendrá su bebé.
Cabe subrayar que no se hallaron asociaciones significativas cuando se incluyeron todos los nacimientos, lo que sugiere que las decisiones reproductivas, como cuándo dejar de tener hijos, pueden enmascarar estos patrones genéticos si no se controlan cuidadosamente.
Los investigadores identificaron genes maternos asociados a tener hijos de un solo sexo: NSUN6, con hija; y TSHZ1, con hijos. El hallazgo sugiere que el ADN materno también influye en el sexo del bebé, más allá del esperma del padre. Foto: Cameorn Steele
¿Qué probabilidad hay de tener un hijo del sexo opuesto al de los anteriores?
A modo de curiosidad, los autores calcularon las probabilidades condicionales de que el próximo hijo de una familia fuera del mismo sexo que los anteriores:
✅ Si una pareja tenía tres niños, la probabilidad de que el cuarto también lo fuera aumentaba al 61%.
✅ Silos padres habían tenido tres niñas, la probabilidad de una cuarta hija era del 58%.
Lejos de ser una predicción determinista, este dato refleja que el patrón de sexo se mantiene con cierta coherencia dentro de cada familia.
¿Son las decisiones sociales responsables de estas diferencias?
Wang y su equipo son cautos a la hora de afirmar que los genes o los factores biológicos sean la única explicación. Reconocen que las decisiones sociales, como detener la reproducción cuando se ha alcanzado la combinación deseada de sexos, influyen en los resultados.
Pero sus análisis, diseñados para eliminar este ruido, muestran que incluso sin esos factores sociales, persisten patrones significativos.
De hecho, estudios históricos previos han observado fenómenos similares. En registros del Reino Unido entre los años 1940 y 1970, por ejemplo, predominaban las familias con hijos de ambos sexos, como reflejo del deseo cultural por tener al menos un niño y una niña. En cambio, en registros más antiguos de los Países Bajos (1600–1939), antes de que existieran métodos anticonceptivos efectivos, se detectaba una sobreabundancia de familias con hijos del mismo sexo, lo que apunta a causas posiblemente biológicas más que sociales.
¿Puedo hacer algo para aumentar las probabilidades de tener niño o niña?
Desde el punto de vista científico, este estudio resucita una vieja pregunta con nuevas herramientas. Si bien a nivel de población el sexo de los nacimientos sigue una proporción bastante estable, dentro de cada familia las probabilidades podrían estar sesgadas por factores biológicos que aún no comprendemos del todo.
Y este sesgo, aunque sutil, podría explicar por qué algunas familias parecen tener solo niñas o solo niños, más allá de la simple casualidad.
Para las parejas que sueñan con una niña tras tener varios varones, o viceversa, estos resultados no implican que deban rendirse. Pero sí invitan a moderar expectativas: cuando hay un patrón de tres hijos del mismo sexo, las probabilidades de que el siguiente repita ese patrón no son del 50%, sino algo superiores.
Conclusión: ¿azar o biología?
Como todo estudio, este trabajo tiene limitaciones. La mayoría de las participantes eran mujeres blancas y con formación en enfermería, lo que podría limitar la generalización de los resultados a otras poblaciones. Tampoco se contó con datos de los padres biológicos, lo que impide evaluar la contribución paterna a esta tendencia.
Pese a ello, el estudio destaca por su tamaño, su rigor metodológico y la riqueza de sus datos. Sugiere que la biología de la reproducción humana todavía guarda sorpresas. Y deja abierta la posibilidad de que algún día podamos entender —y quizás influir, al margen de supersticiones— en ese pequeño misterio que tantas veces se repite en los futuros padres: ¿será niño o niña? ▪️
Fuente: Siwen Wang et al. Is sex at birth a biological coin toss? Insights from a longitudinal and GWAS analysis. Science Advances (2025). DOI: 10.1126/sciadv.adu7402