La trampa del vídeo corto: cómo TikTok y similares alteran el cerebro y nuestra toma de decisiones

Los vídeos cortos como los de TikTok, Instagram y otras redes sociales están reconfigurando silenciosamente nuestro cerebro. Una nueva investigación revela cómo este formato altera la toma de decisiones y debilita nuestra aversión al riesgo.

Por Enrique Coperías

La adicción a vídeos cortos como los que ofrece TikTok o YouTube afecta el cerebro, la impulsividad y la toma de decisiones, según un estudio con neuroimagen.

La adicción a vídeos cortos como los que ofrece TikTok o YouTube afecta el cerebro, la impulsividad y la toma de decisiones, según un estudio con neuroimagen. Foto: Laura Chouette

El consumo masivo de vídeos cortos, ese torrente incesante de estímulos en plataformas como TikTok, Instagram Reels o YouTube Shorts, no solo ha transformado nuestros hábitos de entretenimiento. También podría estar alterando la forma en que funciona nuestro cerebro, y afectar a procesos tan fundamentales como la toma de decisiones, el control de los impulsos y la valoración de riesgos y recompensas.

Así lo demuestra una reciente investigación dirigida por Xuyi Chen y Qiang Wang, de la Universidad Normal de Tianjin, en China, y publicada en la revista científica NeuroImage.

El estudio analiza el fenómeno emergente de la adicción a los vídeos cortos y su relación con un concepto clave en la economía del comportamiento: la aversión a la pérdida. Esta última es una tendencia profundamente humana que nos lleva a evitar las pérdidas más de lo que nos motiva la obtención de ganancias equivalentes. Es una suerte de freno emocional que nos protege de decisiones arriesgadas, y que puede debilitarse en contextos de comportamientos adictivos.

Su éxito: un chute de dopamina cada pocos segundos

Con más de mil millones de usuarios solo en China y un tiempo medio de visualización de 151 minutos diarios —muy por encima del que se dedica a los videojuegos o a las redes sociales tradicionales—, las plataformas de vídeo corto se han consolidado como una de las formas de entretenimiento más dominantes del presente.

El triunfo de los vídeos cortos se basa en una fórmula aparentemente simple pero potentísima: contenidos breves, llamativos, adaptados algorítmicamente a los gustos del usuario y diseñados para captar la atención en cuestión de segundos.

Este modelo de consumo hiperrápido tiene implicaciones profundas en nuestro encéfalo. Estudios previos ya habían señalado que el visionado continuado de este tipo de contenidos activa el sistema de recompensa del cerebro, lo que provoca liberaciones constantes de dopamina, el neurotransmisor asociado al placer inmediato. Este circuito se activa de forma parecida al de otras adicciones conductuales, como la ludopatía y la adicción al juego en línea, y puede generar patrones de consumo compulsivo difíciles de controlar.

Cómo se mide la aversión a la pérdida

Lo que el nuevo estudio aporta es un enfoque que combina el análisis conductual, la modelización computacional, a través del modelo de acumulación de evidencia (DDM, por sus siglas en inglés) y la neuroimagen funcional. Así, los investigadores no solo observaron cómo se comportaban las personas con mayor uso problemático de vídeos cortos, sino que también analizaron qué ocurría en sus cerebros mientras tomaban decisiones bajo condiciones de riesgo.

Para ello, trabajaron con una muestra de estudiantes universitarios a los que se les pidió que completaran una tarea de apuestas mixtas. En cada ensayo, los participantes debían aceptar o rechazar una apuesta con un 50% de posibilidades de ganar o perder dinero. Las cantidades variaban, y el análisis posterior permitió calcular un coeficiente de aversión a la pérdida, es decir, cuánto valoraban subjetivamente una pérdida en comparación con una ganancia.

El resultado fue claro: las personas con mayores niveles de adicción a los vídeos cortos mostraban un coeficiente de aversión a la pérdida significativamente más bajo. En otras palabras, eran menos sensibles a las pérdidas. Esta menor aversión se traduce en un mayor riesgo de tomar decisiones impulsivas o poco meditadas, incluso cuando hay consecuencias negativas evidentes.

Drift rate: la velocidad del pensamiento (y cómo se acelera con la adicción)

Una de las herramientas más innovadoras del estudio fue el uso del modelo de difusión para analizar cómo los participantes procesaban mentalmente la información antes de tomar una decisión. Este modelo asume que tomamos decisiones cuando acumulamos suficiente evidencia a favor de una de las opciones, y permite calcular variables como la velocidad con la que se acumula esa evidencia (drift rate) o el umbral que determina cuándo decidimos.

Los resultados mostraron que quienes presentaban mayor adicción a los vídeos cortos tenían tasas de acumulación de evidencia más altas: decidían más rápido, pero con menor profundidad. Esta mayor impulsividad cognitiva, combinada con una menor aversión a la pérdida, puede generar un patrón de decisiones precipitadas y arriesgadas.

El análisis estadístico confirmó además que la velocidad de acumulación de evidencia mediaba la relación entre adicción y aversión a la pérdida, reforzando así la hipótesis de que los cerebros de estos usuarios están literalmente programados para decidir rápido, sin pensar demasiado en lo que pueden perder.

Cambios detectados en el cerebro a causa de los vídeos cortos

Pero ¿qué ocurre en el cerebro mientras todo esto sucede? Gracias al uso de resonancia magnética funcional, los investigadores pudieron observar qué áreas cerebrales se activaban durante el proceso de toma de decisiones. Y los hallazgos fueron igualmente reveladores:

✅ Por un lado, detectaron una menor activación en el precuneus derecho —una región clave en la valoración de recompensas y la reflexión sobre uno mismo— ante posibles ganancias. Esto sugiere una disminución en la capacidad de ponderar beneficios futuros o de realizar juicios de valor complejos.

✅ Por otro lado, encontraron una mayor activación en el cerebelo y en la corteza postcentral (área somatosensorial) ante posibles pérdidas, lo que indica una respuesta emocional y fisiológica más intensa frente al riesgo.

En palabras de Chen, estas alteraciones apuntan a una reorganización funcional del cerebro, en la que regiones relacionadas con el control cognitivo, la valoración emocional y la anticipación sensorial desempeñan un papel central. No se trata solo de una adicción en el sentido clásico, sino de un cambio en cómo el cerebro procesa estímulos y consecuencias, según Wang.

Los usuarios con adicción a vídeos cortos muestran una mayor drift rate, lo que implica tomar decisiones más rápidas y automáticas.

Los usuarios con adicción a vídeos cortos muestran una mayor drift rate, lo que implica tomar decisiones más rápidas y automáticas. Además reflexionan menos sobre los riesgos y se orientan hacia recompensas inmediatas. Un patrón que encaja con la lógica de TikTok: gratificación instantánea sin pausa. Foto: Rachit Tank

Redes neuronales implicadas: una reorganización silenciosa

El estudio fue más allá del análisis de regiones cerebrales aisladas. Utilizando una técnica llamada análisis de similitud representacional entre sujetos (IS-RSA), los investigadores exploraron cómo las redes cerebrales funcionaban como sistemas integrados. Identificaron patrones específicos en redes relacionadas con:

✅ El control motor (precentral y postcentral).

✅ La cognición ejecutiva (giro frontal inferior, giro supramarginal, lóbulo frontal)

✅ La autorregulación emocional (pre-SMA).

Las personas con mayores niveles de adicción a vídeos cortos mostraban patrones de activación alterados en todas estas redes, especialmente al procesar situaciones con posibles recompensas o pérdidas. Además, se observó que estas alteraciones no eran simplemente una consecuencia del uso excesivo, sino que también mediaban el efecto de la adicción sobre la toma de decisiones, reforzando su papel como posible causa y consecuencia a la vez.

Riesgos cognitivos y emocionales: más allá del entretenimiento

Aunque aún no está oficialmente reconocida en los manuales diagnósticos como una categoría clínica propia, la adicción a los vídeos cortos comparte muchos rasgos con otras adicciones conductuales:

Aumento de la impulsividad.

Reducción de la empatía y el pensamiento reflexivo.

Dificultad para planificar o postergar gratificaciones.

Alteración de la memoria de trabajo y la atención sostenida.

Además, est adicción se ha asociado con la ansiedad, el insomnio, los problemas académicos, el aislamiento social y la baja autoestima.

Lo que este trabajo aporta es un marco teórico y empírico para entender por qué quienes más consumen este tipo de contenidos tienden a minimizar riesgos y a tomar decisiones impulsivas. Y, más importante aún, cómo este patrón puede estar inscrito en la propia arquitectura de su cerebro.

¿A quién afecta más esta adicción digital?

Dado que el estudio se realizó con estudiantes universitarios, sus conclusiones son especialmente relevantes para la población joven, que es además la más expuesta a este tipo de contenidos.

La combinación de hiperestimulación sensorial, refuerzo social inmediato (likes, comentarios, viralidad) y acceso constante a los contenidos genera un cóctel difícil de resistir. Y puede estar afectando su desarrollo cognitivo en un momento clave de maduración.

Recomendaciones y líneas de intervención

Los autores del estudio reconocen algunas limitaciones. El diseño experimental, basado en tareas artificiales, no reproduce completamente las dinámicas reales de una plataforma como TikTok, donde los estímulos no son monetarios, sino audiovisuales, emocionales y sociales.

Además, la muestra es relativamente pequeña y homogénea, por lo que sería necesario replicar los resultados en otros contextos culturales y demográficos.

Sin embargo, los resultados son suficientemente sólidos como para abrir nuevas líneas de investigación —y también de intervención—. Algunas propuestas incluyen el desarrollo de interfaces más responsables, el uso de herramientas de autocontrol digital e o incluso la aplicación de neurotecnologías y estímulos cognitivos para restaurar el equilibrio entre impulsividad y reflexión.

Conclusión: lo que ves afecta a cómo decides

Los vídeos cortos, lejos de ser solo entretenimiento inocente, pueden alterar mecanismos cerebrales esenciales como el control de impulsos, la evaluación del riesgo o la toma de decisiones reflexiva.

Su formato ultrabreve, adictivo y personalizado favorece la gratificación inmediata, desactiva las alarmas ante la pérdida y acelera decisiones sin reflexión.

Si no comprendemos su impacto, corremos el riesgo de moldear una generación de usuarios más vulnerables a la impulsividad, menos capaces de posponer recompensas y con menos herramientas para tomar decisiones complejas en su vida diaria. ▪️

Fuente: Chang Liu, Jinlian Wang, Hanbing Li, Qianyi Shangguan, Weipeng Jin, Wenwei Zhu, Pinchun Wang, Xuyi Chen, Qiang Wang. Loss aversion and evidence accumulation in short-video addiction: A behavioral and neuroimaging investigation. NeuroImage (2025). DOI: https://doi.org/10.1016/j.neuroimage.2025.121250

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