La proteína FTL1: un freno del envejecimiento cerebral y una posible vía para rejuvenecer la memoria
Un equipo de la Universidad de California ha descubierto que la proteína FTL1 acelera el deterioro del hipocampo, pero también cómo contrarrestar sus efectos. Este hallazgo abre la puerta a terapias capaces de restaurar la memoria y revertir el envejecimiento cerebral.
Por Enrique Coperías
El envejecimiento del cerebro es una de las principales preocupaciones de la medicina moderna. Aunque vivimos más años, la pérdida de memoria, la demencia y el deterioro cognitivo asociado a la edad limitan la calidad de vida de millones de personas. El hallazgo de la UCSF identifica a la proteína FTL1 como un freno clave del envejecimiento cerebral: al reducirla en el hipocampo, las neuronas recuperan memoria y vitalidad. Foto: A Chosen Soul
El envejecimiento del cerebro sigue siendo uno de los grandes enigmas de la biomedicina contemporánea. Aunque la expectativa de vida ha aumentado en todo el mundo —la media mundial se sitúa en torno a los 71,4 años—, prolongar también la lucidez mental sigue siendo un reto colosal.
Un equipo de investigadores de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), en Estados Unidos, junto con colaboradores de otras instituciones, acaba de dar un paso prometedor: ha identificado una proteína, la ferritina de cadena ligera 1 (FTL1), que parece estar en el centro mismo del deterioro cognitivo asociado a la edad.
Los resultados de esta investigación, publicados en la revista Nature Aging, sugieren que manipular esta proteína podría abrir la puerta a terapias capaces de restaurar la memoria en encéfalos envejecidos.
Qué es FTL1 y cómo afecta al cerebro
El hallazgo parte de una observación sencilla pero poderosa: al comparar el hipocampo de ratones jóvenes y viejos, solo un factor neurológico destacó de manera consistente. El hipocampo —la región cerebral encargada de consolidar recuerdos y orientar el aprendizaje— aparecía alterado con la edad, y junto a esa pérdida funcional se encontraba un aumento de FTL1, que forma parte de la ferritina, proteína encargada de almacenar hierro en las células..
Dicho incremento se correlacionaba con menos conexiones sinápticas y peores resultados en pruebas cognitivas. «El envejecimiento cerebral es particularmente duro con el hipocampo», resumen los autores del estudio, y la FTL1 parece estar justo en el centro de este declive.
Para comprobar si se trataba de una simple coincidencia o de una causa directa, los investigadores se lanzaron a una serie de experimentos. Primero, forzaron a ratones jóvenes a producir más FTL1 en sus neuronas. El resultado fue tan llamativo como inquietante: los animales, pese a su corta edad, comenzaron a comportarse como ancianos.
En efecto, los roedores perdieron memoria, su capacidad de orientación disminuyó y, en el laboratorio, las neuronas envejecidas mostraban un patrón claro de declive funcional. En lugar de desarrollar un entramado complejo de ramificaciones, esas neuronas producían prolongaciones simples, incapaces de sostener redes sinápticas eficientes.
Roedores viejos que recuperan la memoria
El paso inverso resultó ser aún más revelador. Los científicos redujeron la presencia de FTL1 en el hipocampo de ratones viejos utilizando técnicas de silenciamiento génico. Y entonces ocurrió lo inesperado: las sinapsis recuperaron densidad, las neuronas volvieron a mostrar ramificaciones complejas y los animales, al enfrentarse a pruebas de memoria, mejoraron de manera notable.
Ratones que antes no reconocían un objeto nuevo frente a uno familiar volvieron a mostrar curiosidad y memoria intacta.
«Estamos verdaderamente ante una reversión de los deterioros cognitivos —explica Saul Villeda, director asociado del Bakar Aging Research Institute de la UCSF y autor principal del estudio. Y añade—: Es mucho más que simplemente retrasar o prevenir síntomas».
FTL1 interfiere en la producción de energía celular
La contundencia de los resultados fue lo que más sorprendió a Villeda y su colegas. No se trataba solo de frenar el declive, sino de revertir el deterioro cognitivo. En los cerebros viejos, reducir FTL1 fue como reactivar un interruptor que devolvía vitalidad a las conexiones neuronales. La conclusión era bien clara: FTL1 es un factor proenvejecimiento neuronal y un candidato sólido a convertirse en diana terapéutica contra el envejecimiento cerebral.
El equipo también quiso entender qué mecanismos moleculares estaban detrás de este fenómeno. El análisis del transcriptoma neuronal reveló que FTL1 afectaba sobre todo a procesos metabólicos. En concreto, interfería con la producción de ATP, la molécula que actúa como moneda energética de las células.
Los investigadores vieron que en los ratones viejos con exceso de FTL1, la maquinaria de generación de energía estaba ralentizada, lo que limitaba la capacidad de las neuronas para mantener sus sinapsis activas.
Las neuronas artificiales cultivadas en laboratorio suelen desarrollar ramificaciones complejas; sin embargo, al producir grandes cantidades de la proteína FTL1, sus prolongaciones se simplifican y apenas generan axones y dendritas. Cortesía: Remesal et al., Nature Aging.
El efecto positivo de los suplementos de NADH
No hay que olvidar que el metabolismo es algo más que un motor de energía: es el sustrato que permite la plasticidad cerebral, la base de la memoria y el aprendizaje. Por eso, la conexión entre la proteína FTL1 y el metabolismo mitocondrial es tan relevante. En los experimentos, cuando se reforzó este metabolismo con un compuesto estimulante, en concreto, la coenzima NADH, los efectos negativos de FTL1 se mitigaron.
Ratones jóvenes a los que se les había inducido un exceso de FTL1 recuperaron en parte su capacidad memorística tras recibir suplementos de NADH. En palabras sencillas: al devolver energía a las neuronas, se anulaba el efecto envejecedor de la proteína.
Para Villeda, estas observaciones no solo confirman la importancia de la FTL1, sino que además ofrecen un camino realista hacia posibles tratamientos contra el deterioro cognitivo.
«Estamos viendo cada vez más oportunidades de aliviar las peores consecuencias de la vejez —señala Villeda en un comunicado de la UCSF—. Es un momento esperanzador para dedicarse a la biología del envejecimiento».
El deterioro cognitivo no es irreversible
La esperanza de este neuroavance se fundamenta en varios aspectos. Por un lado, la manipulación de FTL1 en ratones demuestra que el envejecimiento cognitivo no es irreversible. Por otro, intervenciones metabólicas como la NADH y los precursores de NAD+, ya en estudio en otros contextos, podrían ser una vía de acción en humanos sin necesidad de terapias genéticas complejas.
Además, el estudio no se limita a la vejez normal. Las implicaciones para enfermedades neurodegenerativas son evidentes. Mutaciones en el gen FTL1 causan neuroferritinopatía, una rara enfermedad hereditaria que provoca movimientos anormales y deterioro cognitivo progresivo. Asimismo, investigaciones en pacientes con alzhéimer han mostrado que altos niveles de ferritina en el líquido cefalorraquídeo predicen un declive más rápido y severo.
Que FTL1 aparezca también en el envejecimiento normal refuerza la idea de que existe un hilo común entre el deterioro asociado a la edad y las patologías neurodegenerativas.
Por qué este hallazgo es un cambio de paradigma
El papel del hierro cerebral resulta crucial en esta historia. Nuestro encéfalo necesita hierro para completar múltiples funciones, pero su exceso puede resultar tóxico, y favorecer el estrés oxidativo y la disfunción mitocondrial. La ferritina, de la cual FTL1 es una de las cadenas que la conforman, actúa como almacén de hierro en el cerebro. Que su aumento en el hipocampo se asocie con pérdida de memoria sugiere un desbalance profundo en el metabolismo del hierro a medida que envejecemos.
Los hallazgos de la UCSF se suman a un cambio de paradigma en el estudio de la vejez. Durante décadas se asumió que envejecer era un proceso de desgaste definitivo. Ahora, experimentos como este demuestran que el envejecimiento es modulable. Las neuronas viejas no están condenadas a perder memoria, sino que pueden recuperar funciones si se tocan las teclas moleculares adecuadas.
Este avance cambia la manera en que entendemos la vejez: no solo como un destino biológico, sino como un estado potencialmente reversible.
Experimentos como el llevado a cabo en la UCSF demuestran que el envejecimiento es modulable. Las neuronas viejas no están condenadas a perder memoria, sino que pueden recuperar funciones si se tocan las teclas moleculares adecuadas. Foto: David Matos
Una mente joven en un cuerpo viejo
Desde el punto de vista social y cultural, la perspectiva es apasionante. Si en el futuro logramos terapias que reviertan el deterioro cognitivo normal de la edad, no solo prolongaremos la vida útil, sino también la vida plena. En sociedades que envejecen rápidamente, donde la demencia se ha convertido en uno de los principales retos sanitarios, esta posibilidad tiene un valor incalculable.
¡Claro que todavía quedan obstáculos importantes! Las técnicas usadas en ratones, como la edición genética mediada por virus, no son trasladables de inmediato a los seres humanos. Además, nuestro metabolismo del hierro es más complejo y está sujeto a múltiples factores que el de un roedor. No obstante, la demostración de que reforzar el metabolismo energético mitocondrial puede contrarrestar los efectos de FTL1 abre un terreno fértil para ensayos con compuestos seguros ya disponibles.
El propio Villeda insiste en el carácter optimista de la investigación. Para él, lo más relevante no es solo el descubrimiento de un nuevo culpable molecular del envejecimiento cerebral, sino la constatación de que el deterioro puede revertirse.
En definitiva, el estudio de FTL1 representa un avance doble. Aporta una explicación molecular concreta a por qué la memoria se deteriora con la edad y, al mismo tiempo, demuestra que este proceso puede revertirse.
En un mundo donde la población mayor de 65 años crecerá exponencialmente en las próximas décadas, avances así no son solo logros científicos: son, potencialmente, transformaciones sociales. Mantener la mente joven en un cuerpo viejo ya no parece un sueño imposible, sino una posibilidad real que la ciencia empieza a vislumbrar en los laboratorios.▪️
Información facilitada por la UCSF
Fuente: Remesal, L., Sucharov-Costa, J., Wu, Y. et al. Targeting iron-associated protein Ftl1 in the brain of old mice improves age-related cognitive impairment. Nature Aging (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s43587-025-00940-z