Los neandertales no se extinguieron: el modelo matemático que explica su desaparición por dilución genética

Un nuevo estudio propone que los neandertales no se extinguieron por guerras ni catástrofes, sino que se fusionaron genéticamente con el Homo sapiens. Un modelo matemático demuestra cómo pequeñas olas migratorias y mestizaje bastaron para diluir su ADN en apenas 30.000 años.

Por Enrique Coperías

Un Homo sapiens y un neandertal caminan juntos en el Pleistoceno, bajo un cielo donde el ADN entrelazado simboliza su fusión genética. Según el modelo matemático desarrollado por Amadei, Lin y Fattorini, la desaparición de los neandertales no fue una extinción violenta, sino una lenta dilución de su herencia en los humanos modernos. Imagen generada con DALL-E

La extinción de los neandertales es una de las cuestiones más debatidas de la evolución humana. ¿Fueron aniquilados por la llegada del Homo sapiens? ¿Sucumbieron al cambio climático o a epidemias devastadoras? ¿O se extinguieron simplemente porque sus poblaciones eran demasiado pequeñas y frágiles?

Un nuevo estudio propone una explicación más serena y, quizá, más inquietante: los neandertales no se extinguieron realmente, sino que se disolvieron genéticamente entre nosotros.

El trabajo, firmado por Andrea Amadei, de la Universidad de Roma Tor Vergata (Italia); Giulia Lin, del Instituto Federal Suizo de Ciencia y Tecnología Acuáticas; y Simone Fattorini, de la Universidad de L'Aquila (Italia), desarrolla un modelo matemático que demuestra cómo un flujo constante, aunque pequeño, de individuos modernos que se cruzaran con los Homo neanderthalensis durante miles de años podría haber bastado para borrar casi por completo su identidad genética. Sin guerras, sin catástrofes: solo el tiempo y el mestizaje.

Una hipótesis olvidada vuelve con fuerza

La idea de que los neandertales desaparecieron por absorción genética no es nueva. Desde que se secuenció su genoma en 2010, los genetistas han comprobado que todos los humanos actuales de origen no africano conservan entre un 1% y un 2% de ADN neandertal.

Sin embargo, hasta ahora no existía una demostración teórica que probara que ese mestizaje, por sí solo, podía explicar la extinción de los neandertales. Los modelos anteriores solían centrarse en la competencia, los desastres climáticos o el simple azar demográfico.

Amadei, Lin y Fattorini han querido precisamente llenar ese vacío. Su modelo parte de un escenario simple y, en cierto modo, elegante: imaginemos una red de pequeñas comunidades neandertales distribuidas por Eurasia, bandas de cazadores recolectores de unas pocas decenas de individuos, agrupadas en tribus de unos centenares, que de forma periódica reciben la visita o la incorporación de pequeños grupos de Homo sapiens migrantes procedentes del sur, del gran reservorio demográfico africano.

No se trata de invasiones ni oleadas masivas, sino de contactos recurrentes, espaciados quizá por décadas o siglos.

Qué demuestra el nuevo modelo: una fusión, no una extinción

El modelo, inspirado en los clásicos de la genética de poblaciones, calcula cómo la composición genética de esas tribus va cambiando a medida que llegan los nuevos individuos y se mezclan con los locales. Si cada ciclo de inmigración aporta solo un 1% o 2% de nuevos Homo sapiens, pero se repite durante miles de años, el resultado es implacable: los genes neandertales se van diluyendo hasta quedar reducidos a una fracción mínima.

👉 Según los cálculos, bastarían entre 10.000 y 30.000 años para que el acervo genético de las poblaciones neandertales quedara completamente sustituido por el de los humanos modernos, un intervalo que coincide de manera asombrosa con las estimaciones arqueológicas de la coexistencia entre Homo sapiens y Homo neanderthalensis en Eurasia.

«Lo sorprendente —explican los autores— es que no hacen falta ventajas adaptativas, ni guerras, ni desastres. La simple dinámica demográfica, con una especie mucho más numerosa que otra y un contacto prolongado en el tiempo, conduce inevitablemente a la sustitución genética».

Una metapoblación frágil frente a una especie expansiva

El modelo del nuevo estudio, que aparece publicado en la revista Scientific Reports, se basa en la noción de que los neandertales formaban una metapoblación, esto es, un mosaico de pequeños grupos relativamente aislados, pero con cierto intercambio entre ellos.

Las evidencias arqueológicas y genéticas apuntan a que sus densidades poblacionales eran muy bajas, tal vez de unos pocos miles de individuos en toda Eurasia. En contraste, los Homo sapiens que fueron expandiéndose desde África contaban con poblaciones mucho mayores, que funcionaban como una fuente inagotable de nuevos genes.

El modelo imagina, pues, a esas tribus neandertales como islas genéticas inmersas en un mar de Homo sapiens en expansión. Cada vez que llegaban algunos forasteros, se producían cruces y descendencia híbrida. Con el tiempo, esas sucesivas perturbaciones bastaban para que el conjunto de las poblaciones —el promedio estadístico del sistema— terminara genéticamente transformado, aunque algunas comunidades aisladas conservaran temporalmente su identidad.

Del laboratorio a la historia: una extinción sin violencia

A diferencia de otros modelos estocásticos, que dependen de simulaciones por ordenador, el de Amadei y sus colegas es analítico: ofrece ecuaciones exactas que describen cómo cambia la proporción de genes neandertales con el número de ciclos migratorios. El proceso se comporta de forma exponencial: con cada nueva entrada de Homo sapiens, la fracción de ADN neandertal disminuye en la misma proporción.

👉 El equipo calcula que con un flujo de apenas el 1% de individuos nuevos cada cien años, el genoma neandertal quedaría diluido al 99% en menos de 25.000 años.

Los autores aplican después su modelo a distintos escenarios de tamaño de población y frecuencia de contacto. Incluso considerando tribus muy pequeñas, de un centenar de individuos, y un número reducido de tribus en el conjunto de Eurasia, el resultado apenas cambia: la desaparición genética se mantiene.

Solo en el caso de poblaciones aisladas , sin contacto alguno durante miles de años, podrían haberse preservado linajes neandertales puros, algo que encaja con la evidencia de individuos como el de Vindija (Croacia), que conservaba un bajo porcentaje de ADN sapiens pese a su antigüedad relativamente tardía.

La desaparición de los neandertales, según este trabajo, fue menos una tragedia y más una transformación. No se extinguieron, se integraron. Y, de algún modo, siguen aquí, en cada uno de nosotros.

La desaparición de los neandertales, según este trabajo, fue menos una tragedia y más una transformación. No se extinguieron, se integraron. Y, de algún modo, siguen aquí, en cada uno de nosotros. Cortesía: Flickr / Paul Hudson.

Cómo se calcula una extinción genética

El hallazgo más provocador de los investigadores italianos y suizos es su implicación conceptual: si el modelo es correcto, los neandertales no se extinguieron en sentido estricto. No hubo una desaparición súbita ni una sustitución violenta. Simplemente, su herencia genética fue absorbida por una especie más numerosa y móvil.

«Podemos pensar en la desaparición de los neandertales no como un final, sino como una fusión», resume el artículo. De hecho, todos los europeos y asiáticos actuales llevamos una pequeña parte de su legado: un testimonio silencioso de esa larga convivencia.

Los investigadores subrayan que su modelo es neutral, es decir, que no presupone ventajas adaptativas para ninguna de las dos especies. Si los Homo sapiens hubiesen tenido, además, una ventaja cultural o tecnológica, como la mayoría de los expertos cree, el proceso de reemplazo habría sido aún más rápido. Por eso, sostienen, su modelo debe entenderse como un escenario mínimo: demuestra que la dilución genética puede bastar por sí sola para explicar la desaparición de los neandertales, sin excluir que otros factores contribuyeran en paralelo.

Una desaparición gradual y desigual

El modelo también ayuda a reconciliar algunas observaciones aparentemente contradictorias. Los análisis genómicos muestran que el grado de mezcla varió mucho entre regiones y épocas: algunos neandertales orientales ya tenían ADN sapiens hace más de 100.000 años, mientras que los últimos de Europa Occidental parecen haber permanecido genéticamente más puros.

Amadei y sus colegas explican esta variabilidad como una consecuencia natural de su marco teórico: las islas no recibían el flujo genético de manera uniforme. Algunas pudieron quedar aisladas por barreras geográficas o climáticas, resistiendo un poco más antes de ser absorbidas o desaparecer.

Esta visión encaja con el panorama que dibujan los yacimientos: un proceso largo y regionalmente escalonado, con desapariciones locales a lo largo de decenas de milenios. En ese sentido, el nuevo estudio refuerza la idea de que la extinción de los neandertales fue un proceso gradual, no una catástrofe.

El ADN neandertal que llevamos dentro

Aunque el modelo concluye con la dilución casi total del acervo neandertal, no implica que sus genes se perdieran del todo. Como muestran los análisis genéticos actuales, fragmentos de su ADN perviven en nosotros, sobre todo en genes relacionados con la inmunidad, el metabolismo o la piel.

El propio modelo de Amadei, Lin y Fattorini prevé que, tras cesar el flujo de inmigración, las proporciones alcanzan un equilibrio estable: el sistema se congela en una composición mixta que podría corresponder a la situación genética de la humanidad actual.

En otras palabras, los neandertales no desaparecieron sin dejar rastro: forman parte de lo que somos. Su desaparición, vista así, fue el paso final de una historia de fusión genética que transformó a ambas especies en una sola.

Una historia con eco más allá de los humanos

Los autores señalan que su modelo podría aplicarse también a otros casos biológicos.

Procesos de dilución genética similares se observan en especies animales amenazadas que se cruzan con parientes más abundantes, desde lobos híbridos hasta peces o anfibios.

En ese sentido, el estudio no solo ilumina un capítulo crucial de la evolución humana, sino que ofrece una herramienta general para comprender cómo el mestizaje entre especies puede borrar fronteras biológicas.

Una mirada semántica a nuestra historia evolutiva

La fuerza del estudio reside en su sobriedad. Frente a la imagen épica de la lucha entre dos humanidades, los autores proponen una escena más modesta, pero quizá más real: grupos pequeños, encuentros esporádicos, un goteo de genes que, con el paso del tiempo, transforma el mapa genético del continente. En vez de una guerra, una lenta fusión.

«Si la sustitución genética puede ocurrir sin selección natural —concluyen los tres autores—, cualquier ventaja adaptativa solo aceleraría el proceso». El suyo es, por tanto, un modelo de mínima intervención: demuestra que la simple aritmética de las poblaciones humanas basta para explicar uno de los grandes misterios de nuestra historia evolutiva.

La desaparición de los neandertales, según este trabajo, fue menos una tragedia y más una transformación. No se extinguieron, se integraron. Y, de algún modo, siguen aquí, en cada uno de nosotros.▪️

  • Fuente: Amadei, A., Lin, G. & Fattorini, S. A simple analytical model for Neanderthal disappearance due to genetic dilution by recurrent small-scale immigrations of modern humans. Scientific Reports (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41598-025-22376-6

Anterior
Anterior

Cometa 3I/ATLAS: el visitante interestelar que confirma su origen natural y descarta teorías alienígenas

Siguiente
Siguiente

Cuando el fútbol se mete en la cabeza: así reacciona el cerebro de los hinchas ante la victoria y la derrota de su equipo