Once niños con sordera congénita recuperan la audición gracias a una terapia génica

Por primera vez, una terapia génica ha devuelto la audición natural a niños nacidos completamente sordos al reparar un único gen defectuoso en el oído interno. El hallazgo marca un antes y un después en la lucha contra la sordera congénita y abre la puerta a tratamientos curativos para otras pérdidas auditivas genéticas.

Por Enrique Coperías

pal Sandy, de Oxfordshire, es una niña participante en el ensayo clínico de terapia génica CHORD, junto a su madre Jo, tras la intervención.

Opal Sandy, de Oxfordshire, es una niña participante en el ensayo clínico de terapia génica CHORD, junto a su madre Jo, tras la intervención. Cortesía: Cambridge University Hospitals NHS Foundation Trust

Por primera vez, una terapia génica ha permitido que niños nacidos completamente sordos puedan oír sonidos naturales, reconocer voces e incluso empezar a hablar. El estudio, publicado en The New England Journal of Medicine (NEJM) y liderado por un consorcio internacional de investigadores coordinado por la farmacéutica Regeneron, demuestra que es posible revertir una sordera genética infantil al reemplazar un solo gen defectuoso en las células sensoriales del oído.

El ensayo, denominado CHORD, incluyó a doce niños de entre diez meses y dieciséis años afectados por mutaciones en el gen OTOF, responsable de producir una proteína esencial para la transmisión de señales nerviosas en la cóclea: la otoferlina. Sin ella, las células sensoriales del oído interno —los llamados pelos internos— pueden captar el sonido, pero no logran comunicarlo al nervio auditivo.

El resultado es una sordera profunda de nacimiento, incurable hasta ahora y que afecta a entre el 1% y el 3% de los casos de sordera congénita.

Qué es la sordera por deficiencia de otoferlina

La otoferlina actúa como un mensajero químico, ya que traduce las vibraciones sonoras que llegan a la cóclea en impulsos eléctricos que el cerebro interpreta como sonidos. En los niños con mutaciones en el gen OTOF, ese mecanismo está roto, aunque las estructuras del oído permanecen sorprendentemente intactas. Esto hacía pensar que si se lograba introducir la versión correcta del gen, las células podrían volver a funcionar. Esa hipótesis se ha confirmado ahora en humanos.

La nueva terapia génica, llamada DB-OTO, consiste en una doble cápsula vírica (AAV1) diseñada para transportar el gen humano OTOF hasta las células sensoriales. El gen es demasiado grande para caber en un único vector, por lo que los investigadores dividieron su secuencia en dos fragmentos que, una vez dentro de la célula, se recombinan para reconstruir el mensaje completo. Un promotor específico, conocido como Myo15, asegura que el gen solo se active en las células del oído responsables de la audición.

El procedimiento recuerda al de un implante coclear, pero en lugar de colocar un dispositivo electrónico, los cirujanos inyectan la terapia directamente en la cóclea mediante una microcánula. La operación se realiza bajo anestesia general y dura alrededor de dos horas. Una vez dentro, los virus actúan como vehículos: introducen el gen sano en las células, que comienzan a producir otoferlina funcional. En teoría, el efecto es duradero, ya que las células del oído no se dividen ni se reemplazan.

Resultados del ensayo clínico CHORD: del silencio a los susurros

Los resultados, presentados tras veinticuatro semanas de seguimiento, han superado las expectativas. De los doce niños tratados, nueve recuperaron una audición suficiente para no necesitar implantes cocleares —es decir, pudieron oír sonidos por debajo de los 70 decibelios, el umbral clínico que marca la capacidad de percibir conversaciones cotidianas—. Seis niños alcanzaron sensibilidad al habla suave (45 dB), y tres oyeron con normalidad (25 dB), un rango que permite incluso distinguir un susurro.

«Pasaron de no oír ni el ruido de un cortacésped a poder detectar un susurro», resume el artículo. En algunos casos, la mejoría fue evidente a las pocas semanas. Una niña de diez meses tratada en un oído y equipada con un implante coclear en el otro alcanzó audición normal en el oído intervenido en apenas seis meses. Con el implante desconectado, logró identificar palabras bisílabas con un 100% de precisión. A los dos años de edad, sus padres informaron que respondía espontáneamente a sonidos distantes y comenzaba a pronunciar palabras.

Otros niños mayores, de hasta dieciséis años, también mostraron mejoras notables, lo que contradice la idea de que la terapia solo funcionaría en edades muy tempranas. La plasticidad del cerebro auditivo parece conservarse más tiempo del esperado, una noticia que abre la puerta a tratar adolescentes e incluso adultos jóvenes con esta forma de sordera genética.

De la prueba a la evidencia

El estudio se planteó inicialmente como un ensayo de seguridad, pero los resultados del primer paciente fueron tan prometedores que se amplió y convirtió en un ensayo registracional, es decir, con objetivos clínicos formales. Los investigadores compararon sus resultados con los de una base de más de doscientos pacientes no tratados: ninguno había mostrado recuperación espontánea. Por eso, los efectos observados con la terapia génica DB-OTO, que cosechó una eficacia del 75%, son considerados por los propios investigadores estadísticamente abrumadores.

El equipo de trabajo evaluó la audición con dos métodos complementarios:

✅ La audiometría conductual, que mide los umbrales de audición en distintas frecuencia.

✅ La respuesta auditiva del tronco cerebral (ABR), una prueba objetiva que detecta la actividad eléctrica del nervio auditivo.

En ambos casos, las mejoras fueron consistentes y duraderas. En los ocho niños seguidos durante más de medio año, la audición permaneció estable e incluso mejoró con el tiempo.

Desarrollo del lenguaje y percepción del habla

Más allá de oír, los niños empezaron a desarrollar habilidades del lenguaje. Cuatro participantes superaron el primer año de seguimiento. Tres de ellos mostraron progresos claros en la percepción y producción del habla, evaluados con pruebas estandarizadas y la observación de padres y terapeutas.

👉 «Empiezan a reconocer voces familiares, a reaccionar ante sonidos a distancia y a reproducir sílabas», detalla el informe. Uno de los logros más celebrados fue el de una niña de dos años que, tras medio año de tratamiento, podía distinguir palabras sin apoyo visual, algo imposible con su implante coclear anterior.

La terapia no impidió el uso de implantes cocleares posteriores en los casos sin respuesta. Un niño que no mostró mejoría fue posteriormente implantado sin complicaciones, lo que sugiere que la intervención no compromete otras opciones terapéuticas.

Seguridad y efectos secundarios

En total se registraron 67 efectos adversos, la mayoría leves y relacionados con la cirugía, como mareos, molestias en el oído medio e inflamación pasajera. Solo dos fueron graves: una infección en un oído no tratado y un episodio de inestabilidad al caminar tras una vacuna, ambos resueltos sin secuelas.

Por otro lado, ningún niño abandonó el estudio ni sufrió pérdidas auditivas secundarias a la terapia. Tampoco se observaron alteraciones vestibulares, es decir, del equilibrio, un temor frecuente en este tipo de procedimientos.

Por su parte, el análisis inmunológico mostró que casi la mitad de los niños desarrolló anticuerpos frente a la otoferlina o al virus usado como vector, pero estos fueron transitorios y no afectaron a la eficacia del tratamiento. Incluso un participante con altos niveles de anticuerpos antes de la infusión experimentó una mejora notable, lo que sugiere que el sistema inmunitario no interfiere con la llegada del gen al oído interno.

Imagen del momento de la infusión de la terapia génica con el gen OTOF en el oído de uno de los pacientes. Cortesía: NEJM

Un antes y un después en la medicina auditiva

La restauración de una función sensorial perdida , como ver, oír y sentir, es uno de los mayores retos de la medicina moderna. Hasta ahora, los intentos de regenerar la audición habían fracasado o ofrecido resultados modestos. En esta ocasión, los investigadores logran no solo una mejoría parcial, sino una audición natural y funcional en varios pacientes.

🗣️ «Por primera vez, la terapia génica no solo mejora una función sensorial, sino que la normaliza», señalan los autores en el artículo en el NEJM.

El éxito se explica en parte porque las células del oído interno no están degeneradas en esta forma de sordera congénita: permanecen en silencio, esperando recibir la instrucción genética correcta. Eso contrasta con enfermedades neurodegenerativas o retinianas, donde las células ya están destruidas cuando llega el tratamiento.

Futuro y retos pendientes

Pese al entusiasmo, el estudio tiene sus acotaciones. Para empezar, e número de pacientes es pequeño y el seguimiento aún corto, pues la mayoría no supera los dieciocho meses. En este sentido, los investigadores planean controlar a los participantes durante cinco años para comprobar la duración del efecto y posibles efectos tardíos.

También desconocen por qué algunos niños recuperan la audición por completo y otros solo parcialmente. Podrían influir la edad, el tipo exacto de mutación, la precisión quirúrgica o la respuesta inmunitaria individual.

Regeneron ya prepara una segunda fase del ensayo con más pacientes y centros, y estudia aplicar la misma estrategia a otras formas de sordera genética. «El oído humano contiene más de un centenar de genes implicados en la audición; muchos de ellos podrían ser candidatos para terapias génicas similares», apuntan los investigadores. También se baraja la posibilidad de tratamientos bilaterales simultáneos, que mejorarían la localización del sonido y la comprensión en ambientes ruidosos.

España, protagonista del avance científico

España ha tenido un papel destacado en este hito de la medicina genética. Entre los autores figuran especialistas del Hospital Ramón y Cajal (Madrid) y de la Clínica Universidad de Navarra, responsables de la identificación genética de varios pacientes y de parte de las cirugías.

El genetista Ignacio del Castillo, pionero en el estudio del gen OTOF, ya había descrito hace más de una década la prevalencia de estas mutaciones en familias españolas y latinoamericanas. Su trabajo fue clave para que algunos de los niños del ensayo pudieran recibir el tratamiento.

De la ciencia ficción a la realidad clínica

Hace solo unos años, la idea de curar la sordera congénita parecía materia de ciencia ficción. Hoy, las imágenes de los pequeños pacientes escuchando por primera vez la voz de sus padres recorren los laboratorios donde se gestó la investigación.

«No se trata solo de restaurar un sentido, sino de abrir una puerta al lenguaje y a la comunicación», reflexiona uno de los cirujanos.

La terapia DB-OTO no llegará de inmediato a los hospitales, pero marca un antes y un después. Si los resultados se confirman, podría convertirse en el primer tratamiento curativo para una sordera genética, con el potencial de transformar la vida de miles de niños en todo el mundo. Como resume el equipo del estudio, «hemos demostrado que el silencio genético puede tener remedio». ▪️

  • Fuente: Vassili Valayannopoulos et al. DB-OTO Gene Therapy for Inherited Deafness. The New England Journal of Medicine (2025). DOI: 10.1056/NEJMoa2400521

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