Por qué decir palabrotas puede mejorar el rendimiento físico, según la ciencia

Romper una norma social tan básica como decir un taco puede tener un efecto inesperado sobre el cuerpo. La psicología demuestra que las palabrotas no solo alivian la frustración: también ayudan a concentrarse, perder el miedo y rendir más cuando el esfuerzo aprieta.

Por Enrique Coperías

El esfuerzo físico no depende solo de los músculos: la psicología también influye en cuánto somos capaces de aguantar. Soltar un taco en momentos de gran esfuerzo puede ayudar a superarlos.

El esfuerzo físico no depende solo de los músculos: la psicología también influye en cuánto somos capaces de aguantar. Soltar un taco en momentos de gran esfuerzo puede ayudar a superarlos. Crédito: IA-Dall-E-©RexMolón Producciones

Decir palabrotas ha sido durante siglos un signo de mala educación, una grieta en el lenguaje civilizado por la que se cuelan la ira, la frustración o el descontrol. Sin embargo, la ciencia empieza a contar otra historia, mucho menos moral y bastante más interesante: decir tacos puede hacernos más fuertes. Literalmente.

Un conjunto de experimentos científicos publicados recientemente en la revista American Psychologist sugiere que repetir una palabrota durante un esfuerzo físico breve e intenso mejora el rendimiento físico.

No se trata de magia ni de superstición, sino de psicología: al insultar, al romper una norma social, las personas se sienten más concentradas, más confiadas y menos contenidas. Dicho de otro modo, se permiten no contenerse. Y eso, cuando el cuerpo está al límite, marca la diferencia.

El arte de contenerse (y sus costes)

«En muchas situaciones, las personas se contienen —de forma consciente o inconsciente— y no utilizan toda su fuerza», explica Richard Stephens, psicólogo de la Universidad de Keele (Reino Unido) y autor principal del estudio.

El hecho de contenerse es una conducta más común de lo que parece. Nos reprimimos al hablar en público, al negociar un salario, al expresar dolor o al exigir lo que creemos merecer. En el deporte y la actividad física sucede algo similar: muchas personas no llegan a exprimir del todo su capacidad porque una voz interior —educada, prudente, socialmente aceptable— les pide moderación. Ese freno psicológico, según los autores del estudio, tiene un nombre técnico: inhibición.

La inhibición cumple una función social evidente. Nos evita comportamientos impulsivos, agresivos o inapropiados. Pero también tiene un coste. En situaciones que requieren un esfuerzo máximo, como levantar peso, aguantar una plancha o sostener el propio cuerpo con los brazos, esa misma inhibición puede impedir que usemos todos nuestros recursos físicos.

Aquí entra en escena el lenguaje malsonante.

El experimento del taco

Los investigadores pidieron a varios centenares de voluntarios que realizaran un ejercicio sencillo pero exigente: las flexiones en silla. Sentados en una silla, con las manos apoyadas, los participantes en el ensayo debían elevar el cuerpo y aguantar el mayor tiempo posible sosteniendo su propio peso con los brazos. Mientras lo hacían, repetían en voz alta una palabra cada dos segundos. En una condición, la palabra era neutra (por ejemplo, mesa). En la otra, una palabrota elegida por cada participante, del tipo que cualquiera diría tras darse un golpe en el dedo pequeño del pie.

El resultado fue consistente: cuando los participantes repetían un taco, aguantaban más tiempo. La mejora no era espectacular, pero sí robusta y replicable. En promedio, el rendimiento aumentaba alrededor de un 10%. En ciencia del ejercicio, donde pequeños cambios psicológicos pueden tener grandes efectos acumulativos, eso no es trivial.

«Ahora se trata de un hallazgo bien replicado y fiable —subraya Stephens—. Pero la pregunta es: ¿cómo nos ayuda a decir palabrotas? ¿Cuál es el mecanismo psicológico?».

No es solo cuestión de adrenalina

Durante años se pensó que el efecto de decir palabrotas tenía que ver con la activación fisiológica: más adrenalina, más pulso, más modo lucha. De hecho, estudios previos habían mostrado que insultar aumenta la frecuencia cardíaca y la tolerancia al dolor. Pero este nuevo trabajo desmonta esa explicación como única causa.

En los experimentos, los beneficios aparecían incluso cuando no se detectaban cambios claros en la activación fisiológica. Eso llevó a los autores a buscar la clave en otro lugar: el estado mental.

La hipótesis central es la de la desinhibición de estado. No se trata de un rasgo permanente de la personalidad, sino de una condición momentánea. Al decir una palabrota —una palabra cargada de tabú, emoción y transgresión— se silencian, aunque sea brevemente, los frenos internos. Se reduce la autovigilancia, la preocupación por el qué dirán, el cálculo social. El foco se estrecha y se orienta a la tarea inmediata: aguantar un segundo más.

🗣️ «Al decir palabrotas, nos deshacemos de las restricciones sociales y nos permitimos apretar más en distintas situaciones», resume Stephens.

¡Vete a la mi…! Decir palabrotas activa circuitos emocionales distintos al lenguaje cotidiano y puede reducir momentáneamente el autocontrol, facilitando un mayor esfuerzo físico, según la psicología.

¡Vete a la mi…! Decir palabrotas activa circuitos emocionales distintos al lenguaje cotidiano y puede reducir momentáneamente el autocontrol, facilitando un mayor esfuerzo físico, según la psicología. Cortesía: Hannes Wolf

Concentración, confianza y distracción útil

Para comprobar esta idea, los investigadores no solo midieron el tiempo de aguante, sino también varios estados psicológicos asociados al rendimiento. Tras cada prueba, los participantes respondían cuestionarios sobre cómo se habían sentido: si estaban más concentrados, si se habían distraído de pensamientos irrelevantes, si se sentían más seguros de sí mismos o si la experiencia les había resultado divertida.

Los análisis combinados de tres experimentos, con un total de trescientas personas, mostraron un patrón claro. Cuando se decían tacos, aumentaban tres factores clave:

1️⃣ La sensación de flow, ese estado de concentración plena en el que uno se pierde en la tarea.

2️⃣ La autoconfianza.

3️⃣ Un tipo particular de distracción. No una distracción que resta, sino una que aparta de la mente las dudas, el cansancio anticipado o el diálogo interno negativo.

🗣️ «Decir palabrotas es una forma fácilmente accesible de ayudarte a sentirte más concentrado, más seguro de ti mismo y menos distraído, y de lanzarte un poco más», explica Stephens.

Curiosamente, el humor —reírse de la palabrota o encontrarla graciosa— no resultó ser el factor decisivo. Puede acompañar al proceso, pero no explica por sí solo la mejora del rendimiento. Lo importante no es tanto que el taco haga gracia, sino que rompa el corsé mental.

Romper la norma para rendir mejor

Desde el punto de vista psicológico, decir palabrotas es un acto pequeño pero simbólicamente potente. Son palabras marcadas como prohibidas, aprendidas en contextos emocionales intensos y asociadas a una fuerte carga expresiva.

Usarlas activa circuitos distintos a los del lenguaje cotidiano y, según esta investigación, ayuda a desactivar momentáneamente el sistema que nos pide autocontrol constante.

Ese permiso para soltarse puede ser especialmente útil en situaciones donde el principal obstáculo no es físico, sino mental. No hace falta pensar en atletas de élite. Basta con cualquiera que, en el gimnasio o en una sesión de rehabilitación, siente que siempre podría dar un poco más, pero no se atreve.

¿Una herramienta universal?

Los autores son prudentes con los resultados. El efecto es real, pero modesto. Decir tacos no sustituye al entrenamiento ni convierte a nadie en superhéroe. Además, no todas las tareas ni todos los contextos son iguales.

El beneficio parece limitarse a esfuerzos breves y máximos, no a actividades de resistencia prolongada o de alta complejidad técnica.

También hay que tener en cuenta el contexto social. Insultar en voz alta puede ser liberador en la intimidad o en un entorno controlado, pero inapropiado —o directamente contraproducente— en otros. La desinhibición, recuerdan los psicólogos, es una herramienta de doble filo: lo mismo que puede aumentar el rendimiento puede favorecer conductas antisociales si se aplica sin cuidado.

El lenguaje como interruptor psicológico

Más allá de las palabrotas, el estudio apunta a algo más amplio: el lenguaje no solo describe la realidad, también la modula. Ciertas palabras actúan como interruptores emocionales y cognitivos. Pueden cambiar cómo percibimos el esfuerzo, el dolor o nuestras propias capacidades.

Desde este punto de vista, repetir un taco antes o durante un esfuerzo no es muy distinto de otros rituales humanos ampliamente aceptados: gritar al levantar peso, golpearse el pecho antes de una prueba o escuchar música estimulante.

Todos cumplen una función similar: desplazar la atención, reducir la autocensura y facilitar una entrega mayor.

Una conclusión incómoda

La idea de que decir palabrotas pueda tener efectos positivos incomoda porque choca con normas culturales muy arraigadas. Preferimos pensar que el autocontrol siempre es virtuoso y que perderlo es un fallo. La ciencia, una vez más, introduce matices.

🗣️ «Estos resultados ayudan a explicar por qué decir palabrotas es tan común —dice Stephens. Y concluye—: Decir tacos es, literalmente, una herramienta sin coste calórico, sin fármacos, barata y fácilmente disponible cuando necesitamos un impulso en el rendimiento».

Contenerse es útil, necesario y civilizador. Pero no siempre. En determinados momentos, soltar un taco —en voz alta, con intención y sin culpa— puede ser justo lo que necesitamos para dejar de ponernos trabas a nosotros mismos. No porque el insulto tenga poderes ocultos, sino porque nos recuerda, por un instante, que también podemos permitirnos ir un poco más allá de lo correcto. Y aguantar, simplemente, un segundo más.

De hecho, los investigadores ya están explorando si este efecto se extiende a otros ámbitos donde la duda y la autocensura juegan un papel clave. «Nuestros laboratorios están estudiando ahora cómo influye decir palabrotas en hablar en público y en las conductas de aproximación romántica, dos situaciones en las que la gente tiende a dudar o a cuestionarse a sí misma», explica Nicholas Washmuth, coautor del estudio. ▪️

PREGUNTAS & RESPUESTAS: Palabrotas en el ejercicio

🤬 ¿Decir palabrotas realmente mejora el rendimiento físico?
Sí. Estudios científicos muestran que repetir palabrotas durante esfuerzos intensos puede aumentar la fuerza y la resistencia a corto plazo.

🤬 ¿Por qué decir tacos ayuda a rendir más?
Porque reduce la inhibición psicológica, aumenta la concentración, la autoconfianza y ayuda a ignorar distracciones internas.

🤬 ¿Funciona en cualquier situación?
No. El efecto se observa sobre todo en esfuerzos breves y máximos, y depende del contexto social.

🤬 ¿Tiene riesgos decir palabrotas?
Sí. La desinhibición puede ser útil para rendir mejor, pero inapropiada en ciertos entornos sociales.

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