¿Por qué no vemos borroso cuando movemos los ojos? Descubren cómo la visión humana se adapta a sus propios movimientos
¿Sabías que tu cerebro ignora los movimientos que se parecen a los de tus propios ojos? Un nuevo estudio revela que hay cosas que no vemos… precisamente porque nuestra mirada las reconoce como personales.
Por Enrique Coperías
Al igual que las ardillas listadas se mueven a gran velocidad, nuestros ojos van de un lugar a otro. Estos movimientos oculares crean un movimiento de alta velocidad que aumenta con la distancia que cubren. El nuevo estudio demuestra que la velocidad de los movimientos oculares predice el límite de velocidad de la percepción. Cortesía: Adapted by Martin Rolfs
Imagínate que estás grabando con una cámara de vídeo mientras la mueves bruscamente de un objeto a otro. El resultado será con toda probabilidad una imagen borrosa y mareante. Ahora piensa que tus ojos hacen exactamente eso unas tres veces por segundo. Y, sin embargo, no ves borroso. ¿Por qué?
Esta aparente paradoja de la percepción visual ha sido resuelta por un estudio que demuestra que nuestros ojos y nuestro cerebro están mucho más sincronizados de lo que se pensaba: la visión está calibrada para ignorar sus propios movimientos oculares.
La investigación, publicada en la revista Nature Communications por un equipo internacional liderado por la Universidad de Humboldt de Berlín y el Cluster de Excelencia Science of Intelligence (TU Berlin), demuestra que el sistema visual humano es insensible a ciertos movimientos rápidos porque coinciden con las características físicas de los movimientos sacádicos o las sacadas oculares. Estos son los movimientos rápidos y automáticos con los que redirigimos la mirada. En otras palabras: lo que no vemos no es porque no lo podamos ver, sino porque nos estamos moviendo como aquello que vemos.
Los límites perceptuales están definidos por los patrones de movimiento corporal, no solo por la biología sensorial
La pregunta inicial que impulsó a los científicos de Barlín para acometer esta investigación fue la siguiente: ¿cuándo un objeto en movimiento se vuelve demasiado rápido para ser visible? La respuesta, sorprendente por su sencillez, es que ese límite coincide con la velocidad, duración y distancia típicas de una sacada ocular.
Si un estímulo visual se mueve imitando esas condiciones cinemáticas —por ejemplo, un destello de luz, una pelota de tenis lanzada a toda velocidad o un animal que cruza corriendo—, entonces deja de ser perceptible para el ojo humano. Se vuelve invisible, aunque esté ahí.
Este hallazgo no solo redefine cómo entendemos los límites sensoriales del ser humano, sino que apunta a una integración profunda entre percepción y acción: nuestra capacidad para ver el mundo no está dictada únicamente por la biología del ojo, sino también por los patrones de movimiento que realizamos constantemente.
Sacadas oculares: el truco de la visión humana
Las citadas sacadas oculares son los movimientos más frecuentes del cuerpo humano. Ocurren unas 10.000 veces cada hora que estamos despiertos y tienen una función vital: redirigir la fóvea —el punto de máxima nitidez de la retina— hacia el nuevo objeto de interés.
Pero cada sacada implica que la imagen entera del mundo se desplaza abruptamente sobre la retina, lo cual debería crear una sensación de movimiento brusco o distorsionado. No obstante, nunca percibimos ese movimiento. Este fenómeno, conocido como omisión sacádica, había sido atribuido hasta ahora a mecanismos neuronales de supresión activa de la información visual.
La nueva investigación propone una explicación diferente. Usando sofisticadas proyecciones de vídeo de alta velocidad, los investigadores simularon en laboratorio los movimientos característicos de una sacada, esto es, su velocidad, su duración y su trayectoria, pero con los ojos de los participantes completamente fijos.
El resultado: los sujetos dejaban de ver el estímulo cuando este se movía con la misma cinemática que una sacada, como si su cerebro lo ignorara deliberadamente. El sistema visual parecía actuar como un filtro entrenado para eliminar aquello que se comporta como un movimiento ocular, incluso cuando el ojo no se mueve.
Esquema de la relación de secuencia principal de los movimientos oculares sacádicos y sus consecuencias sensoriales instantáneas. Cortesía: Rolfs, M. et al. / Nature Communications
Una frontera personalizada: ver depende de cómo te mueves
Una de las implicaciones más llamativas del estudio es que ese límite de percepción varía entre personas. Quienes hacen sacadas más rápidas también pueden ver objetos que se mueven más deprisa.
«Esto sugiere que los mejores bateadores de béisbol, los jugadores de videojuegos de acción o los fotógrafos de fauna salvaje podrían ser aquellos con movimientos oculares más veloces», señala la nota de prensa emitida por Science of Intelligence. En esencia, cada persona tiene una firma visual determinada por la cinemática de su mirada.
Este resultado pone de relieve un principio fascinante: nuestros movimientos moldean nuestra percepción. «Lo que podemos ver del mundo físico no solo depende de lo buenos que sean nuestros sensores, sino también de los movimientos que alteran ese sistema sensorial —explica Martin Rolfs, autor principal del estudio. Y añade—: Este trabajo ofrece la primera evidencia de que los límites de la percepción visual están definidos por las acciones del propio cuerpo».
Un sistema sensorial inteligente
«Las sacadas crean patrones de movimiento en la retina, igual que una cámara en movimiento crea borrosidad en una película —comenta Rolfs. Y continúa—: Pero nunca percibimos ese movimiento conscientemente. Hemos demostrado que un estímulo que se mueve siguiendo los mismos patrones que una sacada también se vuelve invisible, aunque los ojos estén quietos».
En palabras de Rolfs, «esto implica que los movimientos del cuerpo imponen límites funcionales al acceso del sistema sensorial al mundo físico».
Aunque pueda parecernos incoherente, este tipo de invisibilidad, lejos de ser un fallo, representa una optimización. «El sistema visual sigue siendo sensible al movimiento rápido, pero solo hasta velocidades específicas que corresponden a las sacadas. Y esas velocidades no se perciben conscientemente, aunque el cerebro sí las procese», añade este psicólogo.
La percepción visual, por tanto, está inteligentemente ajustada para distinguir entre lo que realmente cambia en el entorno y lo que cambia solo por el movimiento del ojo.
Un experimento pionero y un modelo revelador
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores presentaron a los participantes estímulos visuales —gráficos de alto contraste— que se desplazaban a diferentes velocidades y distancias mientras se aseguraban de que los ojos permanecieran completamente fijos. Los resultados fueron replicados en cinco experimentos diferentes, y complementados por un modelo computacional de la visión temprana.
Este modelo mostró que, a velocidades sacádicas, el sistema visual responde con mayor intensidad a los puntos de inicio y fin del movimiento que al trayecto intermedio. Así, el estímulo visual no se percibe como una trayectoria continua, sino como un salto entre dos puntos. Este comportamiento coincide con lo que ocurre durante una sacada real, en la que los extremos visuales enmascaran lo que sucede en medio.
Cómo el cerebro ignora el movimiento visual generado por el ojo humano
El estudio aporta así una nueva perspectiva a una vieja pregunta: ¿cómo logra el cerebro ignorar el caos visual generado por sus propios movimientos? Hasta ahora se pensaba que la respuesta estaba en complejos mecanismos cerebrales de control motor, como la llamada descarga corolaria.
Pero este nuevo trabajo sugiere que basta con que el sistema visual se haya acostumbrado —e incluso adaptado— a ignorar ciertos movimientos porque se producen de forma regular y predecible.
«Nuestro sistema visual y nuestro sistema motor están finamente sincronizados, pero durante mucho tiempo se han estudiado por separado —reflexiona Rolfs. Y añade— : Los expertos en control motor y los expertos en percepción visual suelen ir a congresos distintos, publicar en revistas distintas… ¡Pero deberían hablar entre sí!». Este estudio es un paso para establecer vasos comunicantes entre ambos mundos.
Movimientos sacádicos del ojo mientras contempla imágenes en una pantalla de ordenador.
Implicaciones para la IA, la neurotecnología y el entrenamiento humano
Las implicaciones de este hallazgo van más allá de los ojos humanos. Si los límites perceptivos están definidos por los movimientos que realizamos, entonces podríamos esperar que otras especies —con movimientos más rápidos o distintos— tengan sistemas sensoriales ajustados a sus propias dinámicas. Un colibrí, por ejemplo, debería percibir movimientos más rápidos que un gato doméstico. Y este principio también podría aplicarse a otros sentidos, como la audición o el tacto.
Por último, esta comprensión profunda de la relación entre acción y percepción podría tener aplicaciones prácticas. Estas son algunas de ellas:
✅ Neurociencia computacional: modelos de percepción más realistas.
✅ Inteligencia artificial: sistemas de visión artificial que integren movimiento corporal para filtrar información.
✅ Realidad virtual: mejora de entornos VR para minimizar disonancias visuales.✅
✅ Entrenamiento deportivo: evaluación de la velocidad ocular como factor en el rendimiento visual.
✅ Tecnología médica: diagnóstico de trastornos perceptivos ligados al control ocular.
¿Y si esto también ocurre en otros sentidos?
Los investigadores sugieren que este principio podría aplicarse a otras modalidades sensoriales. Por ejemplo:
En audición: los movimientos de la cabeza podrían definir qué sonidos son percibidos.
En tacto: los movimientos de exploración podrían modular la sensibilidad.
Además, en animales con movimientos oculares más rápidos —como aves rapaces o insectos—, este mecanismo podría estar ajustado a sus propias dinámicas, concluye Rolfs.
Esta investigación redefine la forma en que entendemos la percepción visual humana. No solo vemos con los ojos: vemos con el cuerpo, con sus patrones de movimiento, con su historia de sacadas, de exploraciones, de acciones.
La próxima vez que mires algo, recuerda: lo que ves —y lo que no ves— depende de cómo se mueve tu mirada.▪️
Información facilitada por la Science of Intelligence is a Cluster of Excellence of the Technische Universität Berlin
Fuente: Rolfs, M., Schweitzer, R., Castet, E. et al. Lawful kinematics link eye movements to the limits of high-speed perception. Nature Communications (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41467-025-58659-9