Un estudio relaciona la esquizofrenia con déficits de hierro y mielina en el cerebro
Por primera vez, las técnicas de neuroimagen demuestran que la esquizofrenia está vinculada a déficits de hierro y mielina. Los científicos creen que esta alteración podría alterar la comunicación neuronal y abrir nuevas vías terapéuticas.
Por Enrique Coperías
Un equipo británico ha identificado déficits de hierro y mielina en regiones cerebrales clave de personas con esquizofrenia. Foto: Davi Moreira
Un equipo de investigadores británicos ha hallado nuevas pruebas de que la esquizofrenia, una de las enfermedades mentales más enigmáticas y debilitantes, podría estar vinculada a una carencia de hierro y a una alteración en las células responsables de fabricar la mielina, la capa aislante que recubre las fibras nerviosas.
El hallazgo, publicado en la revista Molecular Psychiatry, arroja luz sobre un posible origen biológico de la esquizofrenia y abre una vía para entender por qué fallan los circuitos cerebrales implicados en la percepción, el pensamiento y la emoción.
El estudio, liderado por Luke Vano y Oliver Howes, de los Institutos de Psiquiatría de Londres y Oxford, en el Reino Unido, combina dos técnicas de neuroimagen avanzadas:
✅ La cartografía cuantitativa de susceptibilidad magnética (QSM), capaz de medir los niveles de hierro en el cerebro.
✅ La imagen por tensor de difusión (DTI), que permite estimar la integridad de la mielina en la sustancia blanca.
Menos mielina en la sustancia blanca
Con estos métodos, los científicos escanearon el cerebro de 171 personas —85 pacientes con esquizofrenia y 86 controles sanos— para buscar diferencias microscópicas invisibles a la resonancia magnética convencional.
Los resultados son muy interesantes, ya que los pacientes mostraron menores niveles de hierro en varias estructuras subcorticales —el caudado, el putamen, el globo pálido y la sustancia negra— y una reducción de la mielina en la sustancia blanca.
Estas alteraciones se asociaron, además, con una menor actividad de los genes relacionados con los oligodendrocitos, las células que fabrican y mantienen la mielina.
«Nuestros hallazgos sugieren que la esquizofrenia está ligada a una disfunción de los oligodendrocitos, que son también las células más ricas en hierro del cerebro —explica Vano. Y añade—: Esto podría alterar tanto la formación de mielina como el equilibrio del hierro necesario para las neuronas dopaminérgicas».
Por qué el hierro es clave en la esquizofrenia
El hierro no es solo un mineral esencial para la sangre. En el cerebro, cumple un papel crucial en la síntesis de dopamina, el neurotransmisor implicado en el placer, la motivación y la percepción de la realidad. Su déficit durante el desarrollo puede perturbar la maduración del sistema dopaminérgico, que se sabe alterado en la esquizofrenia, un trastorno mental que afecta a cerca de medio millón de personas solo en España.
Estudios realizados anteriormente ya habían mostrado que las personas con esquizofrenia tienden a tener niveles más bajos de hierro en sangre, y que los hijos de mujeres con deficiencia de hierro durante el embarazo presentan un mayor riesgo de desarrollar el trastorno. Sin embargo, la evidencia directa de un déficit de hierro cerebral era contradictoria: algunos trabajos encontraban exceso, otros carencia, y otros ningún cambio.
La clave, según los autores, está en la compleja interacción entre el hierro y la mielina. El hierro aumenta la señal magnética detectada por la cartografía cuantitativa de susceptibilidad magnética, mientras que la mielina la reduce. «Hasta ahora, era difícil saber si las diferencias observadas se debían a un exceso o a una falta de hierro, o a cambios en la mielina —señala Howes. Y continúa—: Al combinar ambas técnicas, pudimos desenredar esas dos variables».
El resultado apunta a una combinación de bajo hierro y baja mielina, un escenario que refuerza la hipótesis de una alteración metabólica cerebral más profunda. Los oligodendrocitos, responsables de fabricar mielina, necesitan hierro para funcionar correctamente. Si estas células fallan, el déficit de mielina se agrava y la comunicación neuronal se vuelve menos eficiente.
Corteza cerebral de embrión de rata cultivada en monocapa y teñida para identificar astrocitos y oligodendrocitos. Estos últimos podrían estar funcionando de forma anormal en los cerebros esquizofrénicos. Cortesía de Neil Sparshott / University of East Anglia / School of Biological Science / https://www.nikonsmallworld.com/
La mielina, el aislante que se pierde
En cuanto a la mielina, esta actúa como un aislante eléctrico: envuelve los axones —las prolongaciones de las neuronas— y permite que las señales eléctricas viajen a gran velocidad y sin interferencias. Su pérdida o mala calidad, como ocurre en la esclerosis múltiple, enlentece la transmisión de información y puede provocar síntomas cognitivos y motores.
En la esquizofrenia, la evidencia científica de una disfunción mielínica lleva años acumulándose estudio tras estudio. Análisis genéticos, por ejemplo, han detectado alteraciones en genes asociados a la formación de mielina, y las autopsias han revelado una menor densidad de oligodendrocitos en varias regiones cerebrales.
El nuevo estudio de Vano y Howes aporta la primera prueba directa en humanos vivos de que la mielina está reducida en el cerebro esquizofrénico, medida con un marcador específico (δχ) independiente del hierro.
Las imágenes por tensor de difusión mostraron una difusión del agua más libre en la sustancia blanca, lo que indica una menor densidad y organización de las fibras mielinizadas. Los pacientes presentaban además una susceptibilidad magnética más baja, señal inequívoca de un contenido férrico inferior en los núcleos profundos del cerebro.
«Todo apunta a que los oligodendrocitos están funcionando mal: tienen menos hierro, producen menos mielina y, en consecuencia, la conectividad cerebral se ve afectada —resume Howes. Y precisa—: Es un hallazgo coherente con la idea de que la esquizofrenia es un trastorno del desarrollo neural que altera las conexiones entre las regiones del cerebro».
Genes, hierro y mielina: una conexión celular
Para ir más allá de las imágenes, los investigadores compararon sus mapas cerebrales con el Atlas del Cerebro Humano Allen, una base de datos que recoge la expresión genética de miles de genes en distintas regiones del encéfalo humano. El análisis desveló que las áreas donde los pacientes mostraban menor señal magnética —indicando menos hierro— estaban enriquecidas en genes propios de los oligodendrocitos.
Estas células no solo fabrican mielina, sino que también regulan el metabolismo del hierro y contribuyen a mantener la salud de las neuronas. Su deterioro podría tener consecuencias en cascada sobre los sistemas de dopamina y glutamato, ambos implicados en los síntomas psicóticos.
De hecho, el estudio halló una relación entre las zonas con menos hierro y la activación de genes vinculados al sistema glutamatérgico, el principal circuito excitador del cerebro, cuya disfunción también se asocia a la esquizofrenia. Los autores proponen que una alteración del metabolismo del hierro en los oligodendrocitos podría afectar a la transmisión glutamatérgica y a la plasticidad neuronal, contribuyendo así a los síntomas del trastorno.
Más allá de la dopamina: una nueva hipótesis integrada
Desde hace décadas, la hipótesis dopaminérgica domina la explicación biológica de la esquizofrenia: un exceso de dopamina en ciertas regiones del encéfalo provocaría las alucinaciones y delirios típicos de la enfermedad. Sin embargo, los resultados de este trabajo sugieren que las raíces del problema podrían ser más amplias, e implicar a un fallo metabólico celular que afecta tanto a la dopamina como a la mielina y al hierro.
«Esto no contradice la hipótesis dopaminérgica, sino que la complementa —apuntualiza Vano—. El hierro es necesario para la síntesis de dopamina, así que su déficit podría originar un desequilibrio en este sistema desde el principio del desarrollo cerebral».
La esquizofrenia suele aparecer a finales de la adolescencia o al inicio de la adultez, una etapa en la que el cerebro completa su maduración estructural y metabólica. En ese proceso, los niveles de hierro cerebral aumentan y la mielina se consolida. Si ese incremento se interrumpe, la comunicación neuronal podría quedar alterada de forma permanente.
Cambios precoces y localizados
El estudio se centró en pacientes jóvenes, con una media de 32 años y pocos años de evolución de la enfermedad, lo que permite observar cambios tempranos sin la interferencia de factores como los tratamientos prolongados o el deterioro crónico. Ninguna de las diferencias halladas se relacionó con la duración de la enfermedad ni con el tipo o dosis de medicación, lo que refuerza su interpretación como rasgos intrínsecos de la esquizofrenia.
Las regiones más afectadas fueron los ganglios basales —caudado, putamen y globo pálido—, núcleos profundamente implicados en el control del movimiento, la motivación y la recompensa, y donde se concentran los receptores de dopamina. También se detectaron alteraciones en la sustancia negra y el área tegmental ventral, centros neurales que sintetizan dopamina y la distribuyen al resto del cerebro.
Curiosamente, el patrón opuesto —una señal magnética más alta, indicativa de posible pérdida de mielina— apareció en el tálamo y el núcleo accumbens, regiones conectadas con la corteza prefrontal y el sistema límbico. Esto sugiere que las alteraciones podrían no ser uniformes, sino reflejar distintos procesos según la región cerebral.
Diagrama que resume las hipótesis del equipo: la menor susceptibilidad magnética observada en la esquizofrenia podría deberse a una pérdida de hierro o a un exceso de mielina. Cortesía: Dr. Luke Vano y Prof. Oliver Howes.
Implicaciones clínicas y terapéuticas
Aunque el estudio no demuestra causalidad, sus resultados apuntan a que los déficits de hierro y mielina podrían ser factores biológicos clave en la esquizofrenia, y no meras consecuencias del trastorno. Si se confirmara, abriría una vía para nuevas estrategias preventivas o terapéuticas, centradas en el metabolismo del hierro y la función de los oligodendrocitos.
Algunos ensayos clínicos en curso ya están explorando si los suplementos de hierro o los fármacos que estimulan la remielinización pueden mejorar los síntomas cognitivos o negativos, tradicionalmente resistentes a los antipsicóticos.
Los autores, sin embargo, advierten que aún falta mucho para trasladar estos hallazgos a la práctica clínica. «El hierro cerebral es un elemento delicado: tanto su exceso como su déficit son perjudiciales —subraya Howes. Y añade—: Nuestro siguiente paso es estudiar si estas alteraciones están presentes antes del primer episodio psicótico y si podrían servir como biomarcadores de riesgo».
Un nuevo modelo de esquizofrenia
La esquizofrenia afecta a unos 24 millones de personas en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y sigue siendo una de las grandes incógnitas de la psiquiatría. «Las personas que padecen esquizofrenia tienen una probabilidad de 2 a 3 veces mayor de morir prematuramente que la población general […], ya menudo ven violados sus derechos humanos, tanto dentro de las instituciones de salud mental como en entornos comunitarios. El estigma contra las personas con esta afección es intenso y generalizado, es causa de exclusión social y afecta a sus relaciones con los demás, en particular sus familiares y amigos. Ello contribuye a la discriminación, que a su vez puede limitar el acceso a la atención médica general, la educación, la vivienda y el empleo», dice la OMS.
Este trabajo aporta una pieza más al rompecabezas, mostrando que los mecanismos bioquímicos del hierro y la mielina podrían ser un hilo conductor entre las alteraciones neuroquímicas, las desconexiones neuronales y los síntomas clínicos.
En palabras de Vano, «entender cómo el hierro y los oligodendrocitos contribuyen a la enfermedad nos acerca a una visión más unificada del cerebro esquizofrénico, donde los fallos metabólicos y estructurales se combinan para distorsionar la realidad del paciente».▪️
Fuente: Vano, L. J., McCutcheon, R. A., Sedlacik, J. et al. The role of low subcortical iron, white matter myelin, and oligodendrocytes in schizophrenia: a quantitative susceptibility mapping and diffusion tensor imaging study. Molecular Psychiatry (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41380-025-03195-7