Un hombre logra una remisión excepcional del VIH tras un trasplante de células madre: qué significa este hito científico
Un paciente de Berlín lleva más de seis años sin tratamiento y sin rastro del virus tras un trasplante inesperadamente eficaz. Su caso cuestiona el modelo dominante de cura del VIH y abre una vía antes considerada imposible.
Por Enrique Coperías
Imagen coloreada al microscopio electrónico que muestra numerosas partículas del VIH-1 (en azul) brotando de una célula T H9 crónicamente infectada (en rojo). Cortesía: NIAID Integrated Research Facility (IRF) in Fort Detrick, Maryland. NIAID/Flickr (CC BY 2.0)
Durante más de cuatro décadas, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ha sido uno de los mayores desafíos biomédicos del planeta. A pesar de que los tratamientos antirretrovirales permiten hoy llevar una vida larga y saludable, el virus permanece escondido en reservorios celulares imposibles de eliminar, lo que obliga a mantener la medicación de por vida.
Las remisiones sin tratamiento son tan excepcionales que apenas se han documentado seis casos en todo el mundo. Y ahora, un séptimo, descrito por investigadores de la Charité de Berlín, vuelve a sacudir las bases de lo que creíamos saber sobre cómo es posible curar la infección por VIH.
El protagonista de este nuevo caso, al que el equipo denomina segundo paciente de Berlín o B2 —en referencia al célebre Timothy Brown, el primer ser humano curado de VIH—, lleva más de seis años sin rastro de virus en sangre ni tejidos, pese a haber abandonado por decisión propia la terapia antirretroviral.
Su caso, publicado en la revista Nature, rompe un dogma: demuestra que una cura funcional puede alcanzarse incluso cuando las células del donante no son completamente resistentes al VIH, algo que hasta ahora se consideraba un requisito casi imprescindible.
Quién es el «segundo paciente de Berlín» y cómo se produjo la remisión del VIH
La historia arranca en 2009, cuando este hombre, entonces de 44 años, recibe el diagnóstico de infección por VIH. Su evolución inicial es estable: mantiene niveles moderados de virus en sangre y un recuento de defensas dentro de parámetros aceptables. De hecho, como participante en el ensayo START, no comienza el tratamiento de inmediato y pasa cinco años sin grandes complicaciones.
Todo cambia en 2015. El hombre desarrolla una leucemia mieloide aguda, un cáncer agresivo de la sangre que requiere un trasplante de células madre alogénico, o sea, procedente de un donante compatible, para intentar salvar su vida. Esta intervención es extremadamente dura, pero en algunos pacientes con VIH ha tenido un efecto secundario inesperado: la eliminación del virus. Es lo que ocurrió con Timothy Brown y, años más tarde, con el paciente de Londres.
En aquellos casos, sin embargo, había un elemento clave: el donante poseía la mutación CCR5Δ32 en estado homocigoto, es decir, que estaba en las dos copias del gen. Los científicos saben que esa alteración impide que el virus entre en las células y convierte al receptor en resistente. Por desgracia, la mutación es muy rara, ya que la porta apenas un 1 % de los europeos, y resulta casi inexistente en otras poblaciones. Encontrar donantes compatibles con este perfil es poco menos que una lotería genética.
En el caso del paciente B2, los médicos buscaron sin éxito un donante con esa doble mutación. Pero localizaron a una donante compatible que presentaba algo distinto: era heterocigota, es decir, poseía solo una copia de CCR5Δ32. Y el propio paciente también tenía esa característica. En teoría, esto no confiere resistencia al virus, únicamente una ligera ventaja inmunológica. Con esa información, el equipo decidió seguir adelante con la intervención.
El trasplante se realizó en octubre de 2015. El proceso, extremadamente complejo, se saldó con un éxito clínico: el cáncer remitió, la médula del donante se estableció por completo y el sistema inmunitario del paciente quedó completamente reemplazado. Más allá de una leve reacción de injerto contra huésped, la recuperación fue buena.
El paciente interrumpe el tratamiento antirretroviral
Durante los tres años siguientes, el paciente siguió tomando antirretrovirales, como es habitual en casos similares. Pero en 2018 tomó una decisión que descolocó a sus médicos: dejar la medicación por voluntad propia. A partir de entonces, se inició un seguimiento milimétrico para detectar cualquier señal de reactivación del virus.
Esa señal nunca llegó.
Durante más de seis años, las pruebas más sensibles han mostrado niveles indetectables de VIH en plasma, sangre, tejidos intestinales y células inmunitarias aisladas. Las técnicas empleadas, como la PCR digital, ensayos de virus inducible y análisis de reservorios mediante biopsias, están entre las más precisas que existen para encontrar restos de virus competente. En el caso de B2, el resultado ha sido siempre el mismo: ni rastro de VIH capaz de replicarse.
El hallazgo más llamativo es que, antes del trasplante, el B2 sí tenía un reservorio significativo, con una proporción notable de provirus intactos capaces de reactivarse. Tras el trasplante, ese reservorio parece haber sido eliminado o reducido a un nivel tan bajo que no puede reactivarse.
«Las probabilidades de mantener la supresión viral durante seis años sin tratamiento son prácticamente nulas», explican los autores, que han usado modelos matemáticos basados en cientos de interrupciones terapéuticas. Según esos cálculos, la probabilidad de no haber sufrido un rebrote en tanto tiempo es inferior al 0,1 %.
En palabras de Christian Gaebler, autor principal del estudio de la Universidad Libre de Berlín, «ver que es posible una cura sin las células resistentes al VIH nos brinda más opciones para curar el VIH».
El propio Timothy Brown —arriba—, el primer paciente curado de VIH y que fallecido en 2020 tras una batalla de cinco meses contra la leucemia, solía decir que su caso era «la prueba de que la cura es posible». El caso del paciente B2 añade algo más: la prueba de que la cura podría ser más accesible de lo que pensábamos.
Cómo se explica científicamente la remisión del VIH sin resistencia CCR5 completa
Si la donante no era resistente al VIH, ¿cómo es posible que el virus haya desaparecido? Los investigadores barajan varias piezas que, combinadas, podrían explicar esta remisión extraordinaria:
1️⃣ El efecto «injerto contra reservorio». Cuando se realiza un trasplante alogénico, las células inmunitarias del donante pueden atacar a las células residuales del receptor. Ese fenómeno, llamado injerto contra huésped, es peligroso cuando se descontrola, pero también tiene una cara beneficiosa: el efecto injerto contra leucemia, que contribuye a eliminar células cancerosas. En este caso, el mismo mecanismo podría haber destruido células infectadas por VIH.
En el paciente B2, había indicios inmunogenéticos de que este efecto podía ser especialmente intenso, debido a diferencias específicas entre donante y receptor en ciertos antígenos menores.
2️⃣ Un sistema inmunitario renovado y poco permisivo. Tanto el paciente como la donante eran heterocigotos para la mutación CCR5Δ32, una situación que no confiere resistencia, pero reduce la expresión del receptor CCR5, la puerta de entrada principal del VIH. Esto hace que las nuevas células del paciente sean ligeramente menos susceptibles a la infección y podría haber dificultado la supervivencia de las últimas partículas virales.
3️⃣ Una respuesta inmunitaria natural inusualmente potente. El estudio describe que, antes y justo después del trasplante, el paciente tenía niveles extraordinariamente altos de anticuerpos capaces de activar a las células NK (asesinas naturales) para destruir células infectadas mediante un mecanismo llamado citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos (ADCC). Estos niveles superaban incluso a los de personas conocidas como élite controladores.
Esa actividad fue disminuyendo con los años, como es lógico si ya no había virus, lo que refuerza la idea de que pudo contribuir decisivamente a limpiar el reservorio.
4️⃣ La ausencia total de actividad viral desde 2018. Las pruebas serológicas muestran que los anticuerpos frente al virus, muy elevados al inicio, han ido disminuyendo hasta ser casi indetectables. Lo mismo ocurre con las respuestas de células T específicas para VIH. Esta desmemoria inmunitaria indica que el organismo lleva años sin estar expuesto a antígenos virales, otro indicio sólido de que la infección ha cesado.
Qué significa este caso para la investigación de la cura del VIH
El caso B2 podría marcar un punto de inflexión en la investigación de la cura del VIH. Hasta ahora, la comunidad científica había asumido que solo un trasplante con células completamente resistentes al VIH , esto es, con CCR5Δ32 homocigoto, podía proporcionar una remisión duradera. Este caso demuestra que no es imprescindible.
Si estos resultados se confirman en otros pacientes, el número potencial de donantes útiles para personas con VIH que necesitan un trasplante podría multiplicarse. Hoy, encontrar un donante con doble mutación es extremadamente difícil; pero las personas heterocigotas son diez veces más frecuentes.
Aun así, los expertos advierten de que los trasplantes de médula ósea no son una estrategia aplicable a la población general, ya que implican un riesgo elevado y solo se justifican para tratar cánceres graves. Pero estudiar los mecanismos que han permitido esta cura podría inspirar estrategias más seguras: terapias celulares, edición genética de CCR5, o tratamientos que potencien la eliminación del reservorio viral.
La séptima pieza de un rompecabezas mundial
Con este caso, ya son siete las personas que han alcanzado una remisión prolongada o potencialmente definitiva del VIH gracias a un trasplante. Pero B2 es distinto: demuestra que el virus puede erradicarse incluso sin bloquear completamente su vía de entrada en las células.
El propio Timothy Brown, el primer paciente curado, fallecido en 2020 tras una batalla de cinco meses contra la leucemia, solía decir que su caso era «la prueba de que la cura es posible». El de B2 añade algo más: la prueba de que la cura podría ser más accesible de lo que pensábamos.
Los investigadores siguen monitorizando al paciente, pero, por ahora, su vida transcurre sin medicación, sin carga viral detectable y sin signos de recaída. El virus que lo acompañó durante años parece haberse desvanecido. Y con él, un nuevo horizonte comienza a abrirse para millones de personas.▪️
Fuente: Gaebler, C., Kor, S., Allers, K. et al. Sustained HIV-1 remission after heterozygous CCR5Δ32 stem cell transplantation. Nature (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41586-025-09893-0

