El cometa interestelar 3I/ATLAS podría ser el más antiguo jamás observado: ¡tiene más de 7.000 millones de años!

Astrónomos detectan el cometa 3I/ATLAS, un objeto interestelar con más de 7.000 millones de años. Su origen galáctico y composición rica en hielo lo convierten en una ventana al pasado antes del nacimiento del Sol.

Por Enrique Coperías

Vista superior de la Vía Láctea mostrando las órbitas estimadas de nuestro Sol y del cometa 3I/ATLAS. El 3I/ATLAS aparece con líneas discontinuas rojas y el Sol, con líneas discontinuas amarillas.

Vista superior de la Vía Láctea mostrando las órbitas estimadas de nuestro Sol y del cometa 3I/ATLAS. El 3I/ATLAS aparece con líneas discontinuas rojas y el Sol, con líneas discontinuas amarillas. Queda clara la gran extensión de la órbita del 3I en el grueso disco exterior, mientras que el Sol permanece más cerca del núcleo de la galaxia. Cortesía: M. Hopkins/Ōtautahi-Oxford team. Base map: ESA/Gaia/DPAC, Stefan Payne-Wardenaar, CC-BY-SA 4.0

Una visita inesperada procedente del otro extremo de la galaxia ha encendido la imaginación de la comunidad astronómica. Se trata de 3I/ATLAS, un cometa que no solo se ha colado en el Sistema Solar desde el espacio interestelar, sino que podría ser el más antiguo jamás observado, pues ya existía antes de que naciera el Sol.

Su hallazgo, realizado el pasado 1 de julio por el ATLAS, un observatorio de reconocimiento astronómico robótico y un sistema de alerta temprana optimizado para la detección de objetos próximos a la Tierra más pequeños, ubicado en Chile, acaba de ser anunciado durante la reunión anual de la Royal Astronomical Society, en Durham (Reino Unido).

Según el astrónomo Matthew Hopkins, de la Universidad de Oxford, 3I/ATLAS habría nacido en una región muy distinta a la de nuestro sistema solar, en la llamada disco grueso de la Vía Láctea, una zona donde habitan algunas de las estrellas más antiguas de la galaxia.

«A diferencia de cometas como el de Halley, que se formaron junto con el Sistema Solar hace unos 4.500 millones de años, los objetos interestelares como 3I podrían tener orígenes mucho más antiguos», señala Hopkins.

Su análisis sugiere que este cuerpo helado podría superar los 7.000 millones de años de antigüedad.

Un hallazgo sin precedentes: el tercer objeto interestelar detectado

Este es apenas el tercer objeto interestelar identificado en nuestro vecindario, tras el enigmático 1I/ʻOumuamua, descubierto por por Robert Weryk el 19 de octubre de 2017; y el más convencional 2I/Borisov, detectado en el observatorio de MARGO, en Crimea, por el astrónomo aficionado Guennadi Borisov, en 2019.

Pero 3I/ATLAS es distinto: su órbita inclinada y su velocidad sugieren que no proviene del entorno habitual de estrellas cercanas al plano galáctico, sino de regiones más remotas y antiguas, lo que lo convierte en una cápsula del tiempo única.

«Es la primera vez que podemos observar de cerca un objeto proveniente de esa parte de la galaxia —explica Chris Lintott, coautor del estudio y conocido divulgador de The Sky at Night en la BBC—. Creemos que hay una probabilidad de dos tercios de que este cometa sea más viejo que el sistema solar, y que haya estado vagando por el espacio interestelar desde entonces».

Lo que sabemos sobre su composición

El cometa, rico en hielo de agua y ya activo pese a estar aún a cientos de millones de kilómetros del Sol, presenta señales prometedoras: emisiones de gas y polvo que podrían aumentar a medida que se acerque al astro rey y que revelarían su composición interna.

«Ya vemos signos de actividad. Los gases que se liberen conforme se caliente nos permitirán poner a prueba nuestro modelo», afirma la astrónoma Michele Bannister, de la Universidad de Canterbury, en Nueva Zelanda.

El modelo al que se refiere Bannister, conocido como Ōtautahi–Oxford, fue desarrollado por Hopkins durante su tesis doctoral, defendida apenas una semana antes del hallazgo. El cometa llegó en el momento perfecto para validar en tiempo real sus predicciones sobre cómo se comportan estos viajeros galácticos y de qué tipo de estrellas podrían provenir.

Vista lateral de la Vía Láctea que muestra las órbitas estimadas del Sol (líneas amarillas) y del cometa 3I/ATLA (líneas rojas).

Vista lateral de la Vía Láctea que muestra las órbitas estimadas del Sol (líneas amarillas) y del cometa 3I/ATLA (líneas rojas). Cortesía: M. Hopkins/Ōtautahi-Equipo de Oxford. Mapa base: ESA/Gaia/DPAC, Stefan Payne-Wardenaar, CC-BY-SA 4.0

Por qué habrá más como 3I/ATLAS

El descubrimiento también coincide con un momento clave: justo antes del inicio de las operaciones científicas del esperado Observatorio Vera C. Rubin, que a buen seguro revolucionará la búsqueda de objetos transitorios en el cielo y que actualmente se halla en construcción en Cerro Pachón (Chile).

Los investigadores calculan ahora que Rubin podría detectar hasta medio centenar de cometas interestelares en la próxima década, algunos del tamaño de 3I/ATLAS o incluso mayores.

«La comunidad científica ya estaba entusiasmada con Rubin, pero este hallazgo eleva todavía más las expectativas —comenta Rosemary Dorsey, de la Universidad de Helsinki—. Es un aperitivo extraordinario para lo que nos espera».

¿Se podrá ver desde la Tierra?

Para los astrónomos aficionados, 3I/ATLAS podría ser visible con telescopios de tamaño medio entre finales de 2025 y comienzos de 2026. No será solo un espectáculo visual, sino una ventana a los orígenes más remotos del material que conforma planetas, estrellas y quizá, en última instancia, vida.

Mientras tanto, los telescopios más potentes del mundo ya están apuntando hacia este visitante interestelar, en busca de pistas sobre la historia más antigua de la galaxia. Hopkins, que pensaba tomarse unas vacaciones tras defender su tesis, las ha postergado.

En su lugar, ha preferido seguir los datos minuto a minuto: «En vez del miércoles tranquilo que tenía planeado, me desperté con mensajes que decían “¡3I!!!!!!!!!!”». Ha sido una oportunidad única para comprobar nuestro modelo con algo nuevo y, quizás, milenario».▪️

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