Nace un planeta: el descubrimiento de WISPIT 2b, un mundo en formación
A 133 años luz de la Tierra, los astrónomos han sorprendido al cosmos con una imagen única: el nacimiento de WISPIT 2b, un mundo gigante gaseoso que aún se alimenta de gas y polvo. El hallazgo ofrece la rara oportunidad de observar en directo cómo se forman los planetas.
Por Enrique Coperías
Imagen de un disco polvoriento alrededor de una estrella joven. Entre los múltiples anillos concéntricos aparece un pequeño punto de luz (marcado con un círculo blanco): es el planeta WISPIT 2b recién nacido, probablemente un gigante gaseoso similar a Júpiter pero unas cinco veces más masivo. Las observaciones fueron realizadas en luz infrarroja cercana con el Very Large Telescope de ESO. Cortesía: Ginski/R. van Capelleveen et al.
En el vasto desierto de Atacama, en Chile, bajo uno de los cielos más transparentes del planeta, los telescopios del Observatorio Europeo Austral (ESO) han vuelto a darnos una butaca en la primera fila para asistir en directo al nacimiento de mundos exóticos.
Un equipo internacional de astrónomos, con participación de investigadores de la Universidad de Leiden (Países Bajos), la Universidad de Galway (Irlanda) y la Universidad de Arizona (Estados Unidos), ha anunciado el descubrimiento de WISPIT 2b, un planeta en formación que orbita a una estrella joven muy parecida al Sol.
El hallazgo, descrito en dos artículos complementarios en The Astrophysical Journal Letters, marca un antes y un después en el estudio de los orígenes planetarios. Es la segunda vez en la historia que se detecta de manera inequívoca un planeta en pleno proceso de gestación alrededor de una estrella semejante a la nuestra. El primero fue PDS 70 b, en 2018.
Lo que hace aún más extraordinario este caso es que WISPIT 2b no está en una cavidad central, como ocurría con PDS 70, sino encajado en un anillo intermedio del disco de polvo y gas de su estrella. Esto convierte al sistema en un laboratorio único para estudiar la interacción entre planetas y discos, uno de los grandes misterios de la astrofísica moderna.
El descubrimiento de WISPIT 2b: cómo se detectó el planeta
La estrella anfitriona se llama TYC 5709-354-1, pero en el marco del programa de observación WIde Separation Planets In Time (WISPIT) ha sido rebautizada como WISPIT 2. Es una estrella muy joven, pues apenas tiene 5 millones de años de edad, frente a los 4.600 millones del Sol, y se encuentra a 133 años luz de distancia. Su masa es similar a la de nuestra estrella y está rodeada por un espectacular disco de polvo y gas de 380 unidades astronómicas de radio, es decir, unas nueve veces la órbita de Plutón.
Las primeras observaciones, obtenidas con el instrumento SPHERE del Very Large Telescope (VLT), en Chile, sorprendieron incluso a los propios astrónomos. Lejos de ser un disco uniforme, mostraba un intrincado sistema de anillos concéntricos separados por huecos oscuros, como si fueran los surcos de un vinilo cósmico.
El astrónomo Christian Ginski, de la Universidad de Galway, recuerda aquel momento con entusiasmo:
«Usamos observaciones muy cortas, de apenas unos minutos por estrella, para intentar detectar pequeños puntos de luz que pudieran delatar la presencia de planetas. Pero en este caso lo que apareció fue un disco multianillado bellísimo y completamente inesperado. Cuando lo vimos por primera vez supimos que debíamos buscar con más detalle si había un planeta escondido dentro de él».
Ese instinto resultó certero: en el mayor de los huecos del disco, los investigadores detectaron un punto brillante que, al ser observado en distintas épocas, mostró movimiento coherente con una órbita alrededor de la estrella. Acababan de encontrar a WISPIT 2b.
Un gigante gaseoso en construcción
Los datos infrarrojos obtenidos por SPHERE y otros instrumentos confirman que el planeta es un gigante gaseoso de unas cinco veces la masa de Júpiter. Aún brilla intensamente por el calor de su formación planetaria, de modo que se distingue mejor en el infrarrojo, como si se observara «con gafas de visión nocturna».
Pero la confirmación definitiva llegó gracias al trabajo del grupo de la Universidad de Arizona, liderado por Laird Close, que empleó el instrumento MagAO-X de los telescopios Magallanes de Chile. Este sistema de óptica adaptativa extrema, capaz de corregir la turbulencia atmosférica con una precisión nunca vista, permitió detectar al planeta en el espectro visible, en una longitud de onda muy particular: la línea de hidrógeno Hα.
Esa señal es inequívoca: indica que el planeta está acumulando gas activamente de su entorno, es decir, que sigue formándose en tiempo real. Close lo explica con claridad: «No basta con ver un punto de luz para afirmar que estamos observando un planeta en gestación. La prueba definitiva es detectar trazadores de acreción, y el más potente de todos es la emisión Hα. En WISPIT 2b la hemos captado con una intensidad y una claridad sorprendentes».
El análisis sugiere que el planeta engulle gas a un ritmo de 3 billonésimas de masas solares por año, lo suficiente para consolidarse como un gigante gaseoso en unos pocos millones de años.
Imagen espectacular obtenida con el instrumento SPHERE del Very Large Telescope (ESO): se trata de la primera captura nítida de un planeta en pleno proceso de formación alrededor de la estrella enana PDS 70. El planeta PDS 70 b destaca como un punto brillante a la derecha del centro, oscurecido mediante una máscara coronográfica que bloquea la intensa luz de la estrella. Cortesía: ESO / A. Müller et al.
La mano de la serendipia
Lo curioso del asunto es que el descubrimiento fue, en buena medida, fortuito. El equipo de WISPIT no estaba buscando un planeta en particular, sino estudiando estadísticamente a un centenar de estrellas jóvenes para determinar con qué frecuencia aparecen gigantes gaseosos en órbitas amplias.
La investigadora principal, Richelle van Capelleveen, doctoranda en la Universidad de Leiden, admite que el hallazgo les sorprendió por completo, en un comunicado de la Universidad de Galway:
«Fue una experiencia increíble, tuvimos muchísima suerte. WISPIT 2 se encuentra en un grupo de estrellas poco estudiado, y no esperábamos encontrar un sistema tan espectacular. Este planeta y su disco protoplanetario serán, sin duda, un punto de referencia para la comunidad durante muchos años».
La serendipia, sin embargo, no resta mérito al rigor científico. Tras la primera detección, el equipo organizó una batería de observaciones de seguimiento que confirmaron la naturaleza planetaria del objeto y su movimiento orbital. En paralelo, compartieron la información con el grupo de Close en Arizona, que pudo desencadenar sus observaciones con el MagAO-X.
El resultado son dos estudios complementarios: uno que muestra al planeta brillando en el infrarrojo dentro del hueco del disco protoplanetario, y otro que lo capta alimentándose activamente en la luz visible.
Jóvenes astrónomos al frente del hallazgo
Otra faceta notable del descubrimiento es la participación decisiva de estudiantes de posgrado. La primera autora, Van Capelleveen, es doctoranda; y en la Universidad de Galway el equipo estuvo integrado por varios jóvenes en formación que vivieron esta experiencia como un espaldarazo a sus carreras incipientes.
✅ La estudiante de doctorado Chloe Lawlor lo resume así: «Me siento increíblemente afortunada de haber estado involucrada en un descubrimiento tan emocionante y posiblemente definitorio para mi carrera. WISPIT 2b, con su posición dentro del disco protoplanetario, es un ejemplo precioso que nos permitirá poner a prueba los modelos actuales de formación planetaria. Estoy convencida de que este trabajo se convertirá en un artículo de referencia».
✅ Su compañero de máster Jake Byrne recuerda la incredulidad inicial: «Cuando el doctor Ginski me mostró la primera imagen casi no podía creer que fuese real. Es un hallazgo enorme, que sin duda generará mucho debate en la comunidad astronómica y nos ayudará a entender mejor cómo se forman los planetas. Para jóvenes investigadores como nosotros, contribuir a algo tan impactante y hacerlo en colaboración internacional es el tipo de oportunidad con la que soñamos».
✅ También Dan McLachlan, otro estudiante de máster, describe el efecto que le produjo el proyecto: «En astronomía a veces uno se centra tanto en tareas pequeñas que pierde de vista la magnitud de lo que está haciendo. Participar en una detección directa de un exoplaneta fue alucinante. Estoy muy agradecido de haber tenido esta oportunidad».
Observación del planeta WISPIT 2b y su estrella anfitriona realizadas con el Very Large Telescope de la ESO en luz infrarroja cercana. Crédito: C. Ginski/R. van Capelleveen et al.
Un sistema para estudiar durante décadas
El hallazgo de WISPIT 2b plantea preguntas de gran calado. ¿Cómo pudo formarse un planeta tan masivo a 54 unidades astronómicas de su estrella, el doble de la distancia de Neptuno al Sol? ¿Lo hizo allí mismo, por colapso gravitatorio del disco, o se formó más cerca y luego migró hacia fuera?
Además, el hecho de que esté encajado en un anillo intermedio permite investigar cómo un planeta interactúa con estructuras complejas del disco, esculpiendo huecos y modificando la distribución de gas y polvo.
El propio Ginski subraya el valor a largo plazo del descubrimiento:
«Obtener una imagen de planetas en formación ha sido siempre un reto enorme. Este sistema nos da la oportunidad real de entender por qué los miles de sistemas exoplanetarios que conocemos son tan diversos y diferentes al nuestro. Estoy seguro de que muchos colegas estudiarán WISPIT 2 con gran detalle en los próximos años».
Los astrónomos ya planean futuras observaciones con telescopios de nueva generación, como el James Webb Space Telescope y el futuro Extremely Large Telescope (ELT) del ESO, que permitirán desentrañar la composición química de la atmósfera en formación del planeta y el impacto de su presencia en el disco circundante.
Un recordatorio de nuestros orígenes
Al final, la historia de WISPIT 2b no es solo la de un planeta lejano, sino también la nuestra. Estos descubrimientos son espejos cósmicos donde podemos intuir cómo nacieron Júpiter y Saturno hace miles de millones de años.
Que podamos ver a un mundo formarse, trazar su órbita y abrir un hueco en el disco de su estrella es un logro que combina lo mejor de la tecnología astronómica y el azar científico. Y es, sobre todo, una invitación a seguir mirando el cielo con la certeza de que aún quedan capítulos enteros de la creación planetaria por descubrir.
Como resume con entusiasmo Van Capelleveen, «este sistema será un referente durante años. Es raro, es bello y, sobre todo, nos está enseñando en directo cómo nacen los planetas». ▪️
Información facilitada por la Universidad de Galway
Fuentes:
1. Richelle F. van Capelleveen et al. WIde Separation Planets In Time (WISPIT): A Gap-clearing Planet in a Multi-ringed Disk around the Young Solar-type Star WISPIT 2. The Astrophysical Journal Letters (2025). DOI: 10.3847/2041-8213/adf721
2. Laird M. Close et al. Wide Separation Planets in Time (WISPIT): Discovery of a Gap Hα Protoplanet WISPIT 2b with MagAO-X. The Astrophysical Journal Letters (2025). DOI: 10.3847/2041-8213/adf7a5