AT 2024wpp: la explosión azul más brillante conocida delata a un agujero negro devorando una estrella

Durante semanas, una explosión azul deslumbró a los telescopios con una energía imposible para una supernova. Ahora los astrónomos saben qué la alimentaba: un agujero negro en pleno festín estelar.

Por Enrique Coperías

Ilustración artística del entorno de AT 2024wpp. La imagen recrea un LFBOT en el que un agujero negro devora una estrella masiva.

Ilustración artística del entorno de AT 2024wpp. La imagen recrea un LFBOT en el que un agujero negro devora una estrella masiva: el gas arrancado forma un disco de acreción incandescente y lanza chorros de materia a velocidades cercanas al 40% de la velocidad de la luz, responsables de la intensa emisión en luz azul, ultravioleta, rayos X y radio observada desde la Tierra. Crédito: IA-DALL-E-©RexMolon-Producciones

A finales de septiembre de 2024, los telescopios que rastrean el firmamento en busca de fenómenos fugaces detectaron un destello fuera de lo común. En apenas un día, un punto de luz lejano aumentó su brillo de forma abrupta y apareció con un color intensamente azulado, señal inequívoca de temperaturas extremas.

No era una supernova al uso. Tampoco encajaba del todo con ningún fenómeno conocido. Había nacido el objeto catalogado como AT 2024wpp, la explosión óptica azul rápida más luminosa jamás observada.

Durante años, este tipo de sucesos cósmicos, conocidos como eventos transitorios ópticos azules rápidos (LFBOT, por sus siglas en inglés) han sido uno de los mayores quebraderos de cabeza de la astrofísica moderna. Se encienden rápido, alcanzan brillos descomunales y se desvanecen en semanas, desafiando los modelos clásicos de explosiones estelares.

Ahora, dos artículos científicos publicados en el archivo en línea para las prepublicaciones de artículos científico arXiv aportan el estudio más completo hasta la fecha de uno de estos fenómenos y refuerzan una hipótesis tan inquietante como fascinante: no se trataría de una supernova extraña, sino de un agujero negro o una estrella de neutrones devorando una estrella en un banquete cósmico extremo.

Un destello sin precedentes

AT 2024wpp no es solo otro miembro de esta familia esquiva. Es el más brillante de todos. Según los investigadores, alcanzó una luminosidad máxima de entre dos y cuatro por diez elevado a cuarenta y cinco ergios por segundo, o sea, que era entre cinco y diez veces más luminoso que AT 2018cow, el primer LFBOT que proporcionó suficientes datos para su análisis (el primer fenómeno de este tipo fue detectado en 2014). Los investigadores se refirieron a él como the cow (la vaca), por lo que los LFBOT posteriores han sido llamados, en tono de broma, el koala (ZTF18abvkwla), el demonio de Tasmania (AT 2022tsd) y el pinzón (AT 2023fhn). Probablemente, AT 2024wpp será conocido como the wasp (la avispa).

En términos humanos, dicho volumen de energía resulta difícil de imaginar: durante semanas, AT 2024wpp liberó más energía que la que el Sol emitirá a lo largo de toda su vida.

🗣️«La enorme cantidad de energía irradiada por estas explosiones es tan grande que no se puede alimentar con una explosión estelar por colapso del núcleo, ni con ningún otro tipo de explosión estelar normal», dice Natalie LeBaron, estudiante de posgrado de la Universidad de California en Berkeley y primera autora de uno de los dos estudios.

Esa potencia permitió algo inédito. A pesar de encontrarse a más de 400 millones de años luz de la Tierra, los astrónomos lograron seguir su evolución con un nivel de detalle excepcional, desde el ultravioleta hasta el infrarrojo cercano, y más allá: rayos X y ondas de radio. Nunca antes se había observado un FBOT con tanta cobertura y durante tanto tiempo.

Desde el primer momento, el comportamiento del objeto resultó extraño. Su espectro —la huella química y física de la luz— carecía de las líneas características de las supernovas. En lugar de ello, mostraba un continuo azul intenso, señal de temperaturas superiores a los 30.000 grados. Lo más desconcertante es que, lejos de enfriarse rápidamente, como cabría esperar tras una explosión estelar, el objeto mantuvo temperaturas ¡por encima de los 20.000 grados durante semanas!

lustración de AT 2024wpp, el evento transitorio óptico azul rápido más brillante jamás observado. La infografía muestra el fenómeno y el mecanismo físico que explicaría su enorme potencia: un agujero negro devorando una estrella, liberando energía extrema en forma de luz azul, ultravioleta, rayos X y radio. Cortesía: NOIRLab/NSF/AURA/R. Margutti / P. Marenfeld.

Más allá de las supernovas

Las supernovas clásicas brillan gracias a la desintegración radiactiva de elementos pesados, como el níquel-56, forjados en la explosión. Pero los cálculos no cuadran en este caso. La energía total emitida por AT 2024wpp en sus primeros 45 días supera con creces lo que puede explicar ese mecanismo. Algo más potente estaba alimentando el resplandor.

🗣️ «El principal mensaje de AT 2024wpp es que el modelo con el que partimos es erróneo. Definitivamente, no se trata de la explosión de una estrella», dice LeBaron.

La clave, según los autores, está en un motor central: una fuente compacta capaz de inyectar energía de manera continua en el material expulsado. Las dos candidatas principales son:

1️⃣ Una estrella de neutrones extremadamente magnetizada, un magnetar.

2️⃣ Un agujero negro rodeado de un disco de acreción superalimentado.

En ambos casos, el escenario implica condiciones extremas y una física que roza los límites de lo conocido.

A partir más o menos del trigésimo quinto día, comenzaron a aparecer tímidas señales espectrales de hidrógeno y helio, con distintas velocidades. Esto sugiere que la explosión no fue esférica, sino que presentó chorros y flujos de materia a diferentes ritmos, como si el sistema estuviera lanzando vientos y colimando energía de forma desigual.

El rugido invisible: rayos X y radio

El segundo estudio se centra en la emisión de alta energía y en las ondas de radio, claves para desentrañar qué ocurre en el corazón del fenómeno. AT 2024wpp no solo brilló en luz visible: también fue una potente fuente de rayos X, con una luminosidad comparable a la de algunos núcleos galácticos activos, y mostró un comportamiento extremadamente variable.

Alrededor de los cincuenta días tras el inicio del evento, los rayos X experimentaron un endurecimiento brusco del espectro, una señal típica de procesos de acreción muy energéticos. Los investigadores interpretan este rugido invisible como la radiación procedente de una fuente compacta que intenta abrirse paso a través de los restos de la explosión.

Las observaciones en radio, por su parte, revelaron una onda de choque en expansión que interactuaba con un entorno muy denso. Esa interacción permitió medir la velocidad del material expulsado, que pasó de ser moderada a rozar el 40% de la velocidad de la luz en pocas semanas. Un comportamiento difícil de explicar sin recurrir a un motor central potente y persistente.

Un festín estelar

Con todas las piezas sobre la mesa, el retrato que emerge es el de un objeto compacto, probablemente un agujero negro o una estrella de neutrones, que ha capturado y desgarrado una estrella cercana.

En palabras de los investigadores, la masa estimada de la estrella compañera que fue destrozada era más de 10 veces la masa del Sol. Puede que se tratara de lo que se conoce como una estrella Wolf-Rayet, que son estrellas muy calientes y evolucionadas que ya han consumido gran parte de su hidrógeno.

Este proceso violento, conocido como evento de disrupción por marea, suele asociarse a agujeros negros supermasivos en el centro de las galaxias. Pero en este caso, todo apunta a una versión en miniatura, protagonizada por un objeto de masa estelar o intermedia.

El resultado es un disco de materia girando a velocidades vertiginosas, liberando enormes cantidades de energía y lanzando vientos y chorros relativistas. La luz que vemos sería, en gran medida, el resultado de esa energía reprocesada por el material circundante, que actúa como un velo incandescente.

Imagen compuesta de AT 2024wpp en múltiples longitudes de onda. El punto brillante en el borde superior derecho de su galaxia anfitriona, situada a 1.100 millones de años luz, corresponde al LFBOT más luminoso conocido

Imagen compuesta de AT 2024wpp en múltiples longitudes de onda. El punto brillante en el borde superior derecho de su galaxia anfitriona, situada a 1.100 millones de años luz, corresponde al LFBOT más luminoso conocido, observado en rayos X, ultravioleta, luz visible e infrarrojo cercano. Cortesía: International Gemini Observatory/CTIO/NOIRLab/DOE/NSF/AURA/NASA/ESA/Hubble/Swift/CXC/ALMA (ESO/NAOJ/NRAO).

Una nueva clase de explosiones

AT 2024wpp no es solo un récord de luminosidad. Es también una pista crucial para entender qué son realmente las explosiones azules rápidas. Los autores sugieren que, al menos en su versión más extrema, estos eventos no serían supernovas, sino fenómenos relacionados con la acreción violenta sobre objetos compactos.

Esto tendría implicaciones profundas en el mundo de la astronomía. Por un lado, ampliaría el catálogo de formas en que las estrellas pueden morir o transformarse. Por otro, ofrecería un laboratorio natural para estudiar la física de la acreción supercrítica, un régimen difícil de reproducir incluso en simulaciones.

Además, la aparente similitud entre AT 2024wpp y otros eventos luminosos apunta a que no se trata de rarezas aisladas, sino de una población coherente, aunque poco frecuente. Se estima que estos fenómenos representan menos del 1% de las explosiones estelares, pero su brillo los convierte en faros visibles a enormes distancias.

«El descubrimiento continuo de Eventos Transitorios Ópticos Azules Rápidos demuestra que Gemini Sur y otras instalaciones astronómicas terrestres están preparadas para caracterizar estos misteriosos objetos —afirma Martin Still, director de programa de la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos para el Observatorio Internacional Gemini. Y añade—: Esperamos que el Observatorio Vera C. Rubin del NSF–DOE detecte un gran número de estos objetos transitorios, y otorgue a Gemini y a otros telescopios oportunidades sin precedentes para observaciones de seguimiento detalladas».

Mirar al cielo con otros ojos

El estudio de AT 2024wpp marca un antes y un después en la investigación de los transitorios rápidos. Gracias a la combinación de telescopios ópticos, espaciales y radiotelescopios, los astrónomos han podido seguir casi en tiempo real el desarrollo de un fenómeno extremo, desde su nacimiento hasta su lenta desaparición.

En los próximos años, con la llegada de nuevas instalaciones capaces de escanear el cielo noche tras noche, es probable que se descubran más eventos de este tipo. Cada uno será una oportunidad para poner a prueba las ideas actuales y, quizá, para descubrir nuevos modos en que el universo libera su energía más salvaje.

Por ahora, AT 2024wpp queda como el ejemplo más brillante —en todos los sentidos— de que el cosmos aún guarda explosiones que no encajan en nuestras categorías tradicionales. Y de que, a veces, lo que parece una supernova es en realidad el resplandor de un agujero negro en pleno festín. 🗣️

  • Información facilitada por el NOIRLab

  • Fuentes:
    -Natalie LeBaron et al. The Most Luminous Known Fast Blue Optical Transient AT 2024wpp: Unprecedented Evolution and Properties in the Ultraviolet to the Near-Infrared. arXiv (2025). DOI: https://doi.org/10.48550/arXiv.2509.00951
    -Nayana A. J. et al. The Most Luminous Known Fast Blue Optical Transient AT 2024wpp: Unprecedented Evolution and Properties in the X-rays and Radio. arXiv (2025). DOI: https://doi.org/10.48550/arXiv.2509.00952

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