Cinco cosas que debes saber sobre el cannabis y la psicosis
El cannabis actual es hasta cinco veces más potente que hace dos décadas, y su consumo frecuente de alta concentración de THC puede multiplicar el riesgo de psicosis y esquizofrenia en determinadas personas. La ciencia advierte: no todos los cerebros reaccionan igual.
Por Enrique Coperías
El contenido medio de THC en el cannabis legal seco en Canadá ha pasado del 4 % en los años 2000 a más del 20 % en 2023. Un aumento en la concentración que se traduce en un aumento en el riesgo de padecer episodios psicóticos. Foto: Avery Meeker / Tratamiento digital: Grok
La percepción social del cannabis como una droga suave contrasta con la evidencia científica acumulada por la comunidad médica. Un reciente trabajo, firmado por los investigadores de la Universidad de Ottawa (Canadá) Sophie Li, Marco Solmi, Daniel T. Myran y Nicholas Fabiano y publicado en la revista Canadian Medical Association Journal (CMAJ), resume en cinco puntos clave lo que la ciencia sabe hoy sobre la relación entre el cannabis y la psicosis.
Los resultados dibujan un panorama que desafía tópicos y exige matices: el consumo frecuente de cannabis de alta potencia, aquellas variantes con una concentración igual o superior al 10 % de tetrahidrocannabinol (THC) no solo puede inducir episodios psicóticos, sino que, en algunos casos, se erige en la antesala de enfermedades mentales graves como la esquizofrenia.
Por otro lado, la legalización del cannabis en varios países ha impulsado un mercado que no deja de innovar en variedades, concentraciones y formatos. En paralelo, ha crecido la percepción pública de que sus riesgos son bajos. Para muchos jóvenes, fumar un porro se asocia más al ocio que al peligro. Sin embargo, la investigación médica subraya que el riesgo no está repartido de forma homogénea: depende del tipo de producto, la frecuencia de consumo, la edad de inicio y la predisposición individual.
En este sentido, la comparación con el alcohol es inevitable: ambas sustancias son psicoactivas, están socialmente aceptadas y pueden ser legales. Pero, al igual que ocurre con el consumo intensivo de alcohol en la adolescencia, el uso habitual de cannabis de alta potencia en jóvenes puede tener consecuencias duraderas sobre la salud mental.
1️⃣ La potencia del cannabis está aumentando.
En las últimas dos décadas, el cannabis ha experimentado una transformación silenciosa, pero profunda. Lo que antes era una planta asociada a unos niveles de THC moderado, hoy se comercializa en concentraciones que superan con creces las de principios de siglo.
En Canadá, por ejemplo, la potencia media del cannabis legal seco ha pasado de rondar el 4 % de THC en la primera década del 2000 a más del 20 % en 2023. En España y otros países europeos las muestras de marihuana han incrementado su concentración de THC hasta el 14 % de media, y las de hachís hasta el 30 %. Incluso es posible encontrar variantes de hachís con ¡un 50 % de etrahidrocannabinol!
Esta escalada no es un dato anecdótico: el THC es el principal responsable de los efectos psicoactivos del cannabis, esto es, el clásico colocón, ataques de risa y euforia, y sus niveles se han quintuplicado en apenas veinte años. Pero también es el responsable de la ansiedad y los síntomas psicóticos asociados al consumo de cannabis.
2️⃣ El consumo habitual y en grandes cantidades de cannabis está relacionado con un mayor riesgo de psicosis.
El estudio recuerda que la aparición de síntomas psicóticos inducidos por cannabis —alucinaciones, delirios o pérdida de contacto con la realidad— afecta a cerca del 0,47 % de quienes consumen esta droga alguna vez en su vida.
Puede parecer una cifra baja, pero el riesgo se dispara en ciertos grupos: quienes usan variedades con más del 10 % de THC, los consumidores habituales, los jóvenes y los hombres están especialmente expuestos. A estos factores se suma otro determinante: tener antecedentes de trastornos mentales, como depresión, ansiedad y trastorno bipolar, aumenta la probabilidad de desarrollar un episodio psicótico relacionado con el consumo de cannabis.
El cuadro clínico es variable. Más de la mitad de los pacientes que experimentan psicosis asociada al cannabis se recuperan en veinticuatro horas. Sin embargo, en casos donde los síntomas psicóticos se prolongan más de una semana o cuando existe un historial previo de psicosis la probabilidad de hospitalización se sitúa entre el 54 % y el 76 %.
3️⃣ La psicosis inducida por el cannabis y el trastorno por consumo de esta droga aumentan el riesgo de esquizofrenia.
Uno de los hallazgos más inquietantes de este trabajo viene de un estudio poblacional en Ontario (Canadá) en el que los autores analizaron los datos de 9,8 millones de personas. La investigación concluye que quienes acudieron a urgencias por consumo de cannabis tenían un riesgo 14,3 veces mayor de desarrollar un trastorno del espectro esquizofrénico en los tres años siguientes, en comparación con la población general.
El riesgo se dispara a un factor de 241,6 si el motivo de la visita era una psicosis inducida por cannabis.
Este dato no implica que todo consumo derive en esquizofrenia, pero sí pone sobre la mesa la existencia de un grupo de riesgo elevado para quienes los efectos del cannabis pueden ser algo más que pasajeros. La esquizofrenia es un trastorno mental crónico que altera de manera profunda la percepción, el pensamiento y el comportamiento, y su aparición temprana tiene un impacto devastador en la vida social y laboral del paciente.
Un estudio poblacional en Canadá revela que las personas que acudieron a urgencias por consumo de cannabis presentaban un riesgo 14,3 veces mayor de desarrollar un trastorno del espectro esquizofrénico en los tres años posteriores, en comparación con la población general. Imagen generada con DALL-E
4️⃣ El tratamiento requiere dejar de consumir cannabis y tomar medicación.
Ante un episodio de psicosis inducida por cannabis, la recomendación médica es clara: detener por completo el consumo de eta droga. Los estudios muestran que seguir consumiendo cannabis después de un primer episodio psicótico aumenta de forma sifnificativala probabilidad de recaídas.
En los casos más graves o persistentes, los especialistas recurren a fármacos antipsicóticos de segunda generación, cuyo objetivo es aliviar los síntomas agudos. Una vez superada la crisis, se puede plantear reducir o suspender la medicación de forma gradual, siempre bajo supervisión médica.
5️⃣ Las opciones conductuales pueden ayudar a dejar el cannabis.
El enfoque no se limita al tratamiento farmacológico. El cese del consumo, aunque fundamental, puede ser complicado de sostener sin apoyo psicológico. Aquí entran en juego intervenciones conductuales, como la entrevista motivacional, que ayuda a implicar al paciente en el tratamiento; y la terapia cognitivo-conductual, que proporciona herramientas para resistir el deseo de consumir cannabis.
Estas estrategias no solo reducen el consumo de cannabis, sino que también mejoran la carga de síntomas psiquiátricos y la funcionalidad social de la persona.
La importancia de la detección temprana
Ante este panorama, el reto para los sistemas sanitarios es doble: prevenir y tratar. La prevención pasa por campañas de información claras y basadas en datos, que expliquen que el cannabis de hoy no es el mismo que el de hace 20 años y que el aumento de su potencia implica riesgos adicionales.
La detección temprana, por su parte, implica que médicos de atención primaria, psiquiatras y psicólogos puedan reconocer rápidamente los signos de un posible episodio psicótico relacionado con el cannabis.
Intervenir en las primeras fases puede reducir el riesgo de que estos cuadros evolucionen hacia trastornos crónicos como la esquizofrenia.
Más allá de la prohibición o la permisividad
El debate sobre el cannabis suele polarizarse entre quienes defienden la prohibición total y quienes abogan por una legalización sin restricciones. El estudio de la Universidad de Ottawa muestra que la realidad es más compleja. La regulación del cannabis puede ser una oportunidad para establecer límites de potencia, etiquetados claros sobre el contenido de THC y advertencias sobre riesgos, similares a las que existen en el tabaco.
Al mismo tiempo, la despenalización y legalización no deberían suponer un retroceso en la vigilancia sanitaria. La historia del tabaco demuestra que la regulación efectiva —combinada con educación y políticas de salud pública— puede reducir el consumo y mitigar daños de manera considerable.
El auge del cannabis de alta potencia y su creciente normalización social plantean un desafío de salud pública comparable al que en su día supuso el alcohol y el tabaco. Foto de RDNE Stock project
El papel de la investigación
Aunque el vínculo entre cannabis y psicosis está respaldado por una creciente cantidad de estudios científicos, los investigadores insisten en que todavía hay preguntas abiertas.
No está del todo claro por qué algunas personas desarrollan síntomas psicóticos con dosis relativamente bajas, mientras que otras pueden consumir cannabis de alta potencia durante años sin consecuencias aparentes. La genética, la edad de inicio, el entorno y la historia clínica previa parecen jugar un papel crucial.
Las próximas investigaciones en este campo podría ayudar a perfilar mejor los factores de riesgo individuales y, con ello, permitir intervenciones preventivas más específicas. También queda por explorar en profundidad cómo interactúan el THC y el cannabidiol (CBD), otro compuesto del cannabis, pero relajante, con posibles propiedades antipsicóticas, en diferentes proporciones.
Un cambio cultural necesario
El auge del cannabis de alta potencia y su creciente normalización social plantean un desafío de salud pública comparable al que en su día supuso el alcohol y el tabaco. El mensaje básico no es demonizar la planta, sino entender que su potencia actual y su consumo en determinadas circunstancias pueden tener consecuencias graves.
Los autores del estudio recuerdan que, para la mayoría de los consumidores de cannabis, la droga no provocará psicosis. Pero para una minoría significativa, especialmente jóvenes varones que consumen a diario productos de alta concentración de THC, el riesgo es real y elevado. Y en esos casos, el primer episodio psicótico puede no ser el último.
Frente a un panorama donde la oferta de cannabis es cada vez más potente y accesible, la educación, la regulación y la detección temprana se perfilan como las mejores herramientas para evitar que un momento de desconexión se convierta en una desconexión permanente de la realidad.▪️
Fuente: Sophie Li, Marco Solmi, Daniel T. Myran and Nicholas Fabiano. Cannabis and psychosis. CMAJ (2025). DOI: https://doi.org/10.1503/cmaj.250659