¿Hacer ejercicio o perder la cabeza? Las apps de fitness bajo la lupa de la ciencia

Las aplicaciones que prometen salud y autocontrol podrían estar minando nuestra motivación y bienestar. Un estudio británico nos muestra el lado oscuro de contar pasos, calorías… y emociones.

Por Enrique Coperías

Millones de perdonas usan apps de fitness para cuidarse, pero la ciencia advierte: también generan ansiedad, culpa y desmotivación.

Millones de perdonas usan apps de fitness para cuidarse, pero la ciencia advierte: también generan ansiedad, culpa y desmotivación. ¿Nos están enfermando las herramientas del bienestar? Foto: ThisisEngineering

En la era del «cuantifícate o muere», millones de personas recurren cada día a aplicaciones de salud y ejercicio, como MyFitnessPal, Strava y Weight Watchers, con la esperanza de mejorar su salud física y mental. Prometen control, disciplina y autoconocimiento: cada paso cuenta, cada bocado se mide, cada minuto de sueño se transforma en datos. Pero ¿qué ocurre cuando el bienestar se reduce a cifras en una pantalla?

Un equipo de psicólogos brutánicos ha querido dar respuesta a esa pregunta mediante el análisis de un torrente de voces anónimas en la red X (antes Twitter). El resultado, publicado en el British Journal of Health Psychology, no deja lugar a dudas: las apps de fitness no siempre nos hacen más sanos ni más felices.

De hecho, en muchos casos generan estrés, frustración, pérdida de motivación e incluso sentimientos de culpa y vergüenza. Su conclusión es tajante: los algoritmos de bienestar digital que dominan el mercado podrían estar minando precisamente la motivación y el placer que sustentan los hábitos saludables.

Investigación pionera con inteligencia artificial y redes sociales

El estudio, financiado por el Wellcome Trust y liderado por investigadoras de la Universidad de Loughborough y la University College de Londres, empleó una técnica novedosa: el Machine-Assisted Topic Analysis (MATA), una combinación de análisis automatizado y revisión humana.

Los investigadores recopilaron casi 59.000 publicaciones en redes sociales que mencionaban a las cinco aplicaciones comerciales de fitness más rentables del mundoMyFitnessPal, Strava, Weight Watchers (WW), FitCoach y Muscle Booster—, y filtraron los mensajes con tono negativo. Quedaron 13.799 publicaciones, suficientes para construir un retrato colectivo de las frustraciones, errores y contradicciones que surgen al vivir monitorizados.

🗣️ «Cuando la salud se reduce al recuento de calorías y a los objetivos de pasos, las personas pueden sentirse desmotivadas, avergonzadas y desconectadas de lo que realmente impulsa el bienestar duradero. Utilizando la inteligencia artificial junto con el análisis humano, hemos podido arrojar luz sobre estos impactos que a menudo se pasan por alto, centrándonos en las opiniones de los usuarios reales», dice la psicóloga Paulina Bondaronek, autor principal del estudio.

A través de la inteligencia artificial aplicada a la salud digital, Bondaronek y sus colegas Florence Sheen, Lucy Porter, Trisevgeni Papakonstantinou y Maria Ceka textos se agruparon en temas recurrentes, y los psicólogos interpretaron después los significados y emociones tras esas palabras. El resultado del análisis se ha traducido en cinco grandes temas que revelan los puntos ciegos del mercado del bienestar digital.

1️⃣ La tiranía de los números

La primera gran constatación del estudio es que estas apps fomentan una obsesión por cuantificarlo todo: calorías ingeridas, calorías quemadas, gramos de grasa o proteína. «Los usuarios describen su día en cifras, como si la comida o el ejercicio solo tuviesen valor en tanto se puedan medir», podemos leer en el artículo.

Muchos mensajes expresan ansiedad o autoironía por no alcanzar los objetivos: «¿Cómo le explico a MyFitnessPal que me estoy haciendo tortillas de pan porque necesito hidratos?», bromeaba un usuario. Otros mostraban la trampa del autoengaño: «Digo que comí unas pocas patatas fritas, pero en realidad fueron dos salchichas y un plato lleno».

El problema no es el registro en sí, sino la reducción del bienestar a una contabilidad mecánica. Comer o moverse deja de ser una experiencia placentera y pasa a ser una tarea de auditoría. «El número sustituye a la sensación», dice Bondaronek.

«Las aplicaciones de fitness siguen siendo algunas de las herramientas de salud más rentables y descargadas a nivel mundial. Aunque pueden ser beneficiosas para la salud, se ha prestado mucha menos atención a sus posibles inconvenientes», añade Bondaronek.

2️⃣ Algoritmos simplistas para vidas complejas

La segunda fuente de frustración tiene que ver con la falta de precisión y flexibilidad de los algoritmos de las apps. Los usuarios denunciaban cálculos erróneos, recomendaciones imposibles o lagunas absurdas, como no poder registrar la lactancia como gasto energético.

Uno de los mensajes más compartidos decía: «MyFitnessPal me recomienda comer -700 calorías al día. ¿Se supone que me convierta en energía pura?».

Los investigadores señalan que este tipo de aplicaciones suelen calcular las metas calóricas a partir de objetivos de peso autoimpuestos, sin contrastar si son realistas o seguros. En muchos casos, las recomendaciones quedan muy por debajo de los niveles nutricionales saludables.

La lógica algorítmica, diseñada para maximizar el compromiso del usuario, no entiende de matices fisiológicos, estados de ánimo o contextos sociales. Y lo que empieza como un incentivo puede transformarse en un callejón de culpa y restricción alimentaria.

Según los investigadores, muchas apps de fitness recomiendan déficits calóricos que no respetan los límites nutricionales saludables ni las necesidades individuales.

Según los investigadores, muchas apps de fitness recomiendan déficits calóricos que no respetan los límites nutricionales saludables ni las necesidades individuales.

3️⃣ Cuando el fallo técnico se vuelve personal

Un tercer motivo de angustia surge cuando los datos fallan. Teléfonos que se apagan, errores de sincronización, apps que no registran un entrenamiento. En apariencia, simples fallos técnicos; en la práctica, pequeñas crisis existenciales.

«Conseguí mi mejor marca en medio maratón y el móvil murió justo al cruzar la meta. Nada se grabó. No debería importarme, pero me importa»”, decía uno de los mensajes analizados.

Los investigadores destacan cómo la pérdida de datos o de estar en racha (streaks) genera rabia, tristeza y pérdida de motivación. En lugar de disfrutar del logro físico, el usuario lamenta no haberlo podido demostrar al algoritmo. «El registro se convierte en la realidad, y sin registro no hay logro», resume la investigación.

4️⃣ De la motivación al agotamiento emocional

El estudio también documenta un amplio abanico de emociones negativas asociadas al uso continuado de las apps de fitness: vergüenza, irritación, culpa, cansancio mental.

Los recordatorios automáticos para anotar comidas o ejercicios provocaban reacciones de hastío: «No he registrado mi cena porque me he comido una pizza y un helado, ¡déjame en paz!», escribía una usuaria.

Otros mensajes mezclaban humor y tristeza: «MyFitnessPal: ¿Qué tal el desayuno? Yo: tres cafés. MyFitnessPal: ¿Y algo sólido? Yo: más café».

Bajo la ironía se esconde una sensación de vigilancia constante, como si cada decisión cotidiana requiriera justificarse ante una aplicación. Algunos usuarios confesaban incluso sentirse literalmente avergonzados al registrar alimentos considerados malos o mortificados al descubrir cuántas calorías tenía su dulce favorito.

Esa presión continua, apuntan las autoras, erosiona la motivación intrínseca —la que nace del disfrute o del deseo de sentirse bien— y la sustituye por una motivación extrínseca basada en el miedo al fallo o en la búsqueda de aprobación digital. «El ejercicio deja de ser placer y se convierte en penitencia», advierte Bondaronek.

5️⃣ El espejismo de la responsabilidad individual

Más allá de las experiencias personales, el debate público sobre estas apps está teñido de un discurso moralizante. Muchos usuarios defendían la utilidad de las herramientas apelando a la responsabilidad individual: «Si tu hijo tiene sobrepeso, la culpa es de los padres, no de la app», escribía alguien en X.

Esa narrativa, advierte el estudio, refuerza una visión neoliberal de la salud en la que el bienestar depende exclusivamente del esfuerzo personal y no de las condiciones sociales o económicas. En ese marco, el fracaso se interpreta como falta de voluntad, y la vergüenza se normaliza como herramienta de control.

Las autoras recuerdan que la obesidad y los hábitos alimentarios están profundamente determinados por factores estructurales: acceso a alimentos saludables, tiempo disponible, entorno urbano, nivel de ingresos. «Las apps trasladan toda la carga del cambio al individuo y desatienden las desigualdades reale», señalan.

El lado oscuro del bienestar digital: negocio antes que salud

El estudio no pretende demonizar la tecnología. Las investigadoras reconocen que las apps pueden ser útiles para muchas personas y que algunas integran estrategias de cambio de conducta basadas en evidencia. Pero advierten de un patrón común: las más populares priorizan la retención y la rentabilidad antes que el bienestar.

«El objetivo no siempre es que el usuario esté más sano, sino que siga volviendo cada día», apunta el artículo citando trabajos recientes sobre el modelo de negocio de las aplicaciones de fitness. Los mecanismos de gamificación —puntos, rachas, insignias—, diseñados para fidelizar, pueden acabar generando dependencia y frustración.

Lejos de fomentar hábitos sostenibles, este enfoque puede socavar la autonomía y el disfrute, claves para mantener una vida activa y equilibrada.

Apps como Muscle Booster ofrecen rutinas adaptadas al perfil y metas del usuario, pero los expertos advierten de que no siempre son tan personalizadas como parecen. Cortesía: Muscle Booster

Replantear el diseño y regular las apps de bienestar

Las autoras proponen un cambio de paradigma: apps centradas en el bienestar psicológico y la motivación intrínseca, no en la mera contabilidad. Sugieren aplicar modelos como el dark logic model, una herramienta que ayuda a anticipar los posibles efectos adversos de las intervenciones de salud pública.

También reclaman mayor regulación y evaluación independiente. Mientras las aplicaciones médicas deben cumplir estándares rigurosos —como los fijados por el NICE británico—, las llamadas apps de bienestar operan en un limbo legal. «No están sujetas a control sanitario, pese a que influyen directamente en la conducta y la autoestima de millones de personas», advierte el estudio.

Las investigadoras piden que estas herramientas se sometan a auditorías de transparencia, validación científica y revisión ética, especialmente en lo que respecta a recomendaciones dietéticas y mensajes sobre peso corporal.

Más allá del conteo de calorías

El mensaje final del estudio es claro: vivir bien no puede reducirse a cumplir objetivos numéricos. La obsesión por medir cada gesto puede alejarnos de lo que significa realmente cuidarse.

«Estas aplicaciones prometen bienestar, pero a menudo lo empaquetan en forma de culpa y agotamiento —escriben las autoras—. Necesitamos un diseño más humano, más empático y menos punitivo».

En definitiva, los psicólogos alertan de que la cultura del dato aplicada al cuerpo corre el riesgo de transformar el bienestar en otra forma de productividad. Porque si cada paso, cada comida y cada hora de sueño se convierten en KPI personales, quizá el problema no sea que no caminamos lo suficiente, sino que hemos dejado de disfrutar del paseo. ▪️

  • Información facilitada por Wiley

  • Fuente: Florence Sheen, Lucy Porter, Trisevgeni Papakonstantinou, Maria Ceka, Paulina Bondaronek Living well? The unintended consequences of highly popular commercial fitness apps through social listening using Machine-Assisted Topic Analysis: Evidence from X. British Journal of Health Psychology (2025). DOI: https://doi.org/10.1111/bjhp.70026

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