El cerebro que sueña: la gran base de datos que desvela cómo la mente se enciende mientras dormimos
Mientras dormimos, nuestro cerebro no se apaga: cambia de ritmo, reorganiza su actividad y, a veces, despierta dentro del sueño. Una red internacional de científicos ha creado la mayor base de datos de sueños y ondas cerebrales para descifrar cómo emerge la conciencia en mitad de la noche.
Por Enrique Coperías
Durante el sueño REM, cuando los ojos se mueven bajo los párpados, soñamos con más frecuencia, pero el proyecto DREAM revela que también lo hacemos en fases no REM, más profundas y lentas. En el 85 % de los despertares en REM y hasta en un 60 % de los no REM aparecen experiencias conscientes: incluso dormido, el cerebro parece despertar para soñar. Cortesía: Quironsalud
Los científicos han tratado desde hace tiempo de responder a una pregunta tan antigua como misteriosa: ¿qué ocurre en el cerebro cuando soñamos? ¿Despierta, de algún modo, una parte de nuestra mente mientras el resto del cuerpo duerme?
Un nuevo proyecto internacional ofrece la herramienta más ambiciosa hasta la fecha para acercarse a esa respuesta. Se llama DREAM database y reúne miles de registros eléctricos del cerebro durante el sueño, junto con los relatos de sueños que las personas ofrecieron justo al despertar. Su propósito no es otro que desentrañar cómo y cuándo emerge la conciencia en la frontera entre la vigilia y el sueño.
El estudio, publicado en la revista Nature Communications, no presenta solo un hallazgo puntual, sino una infraestructura científica: una biblioteca abierta de sueños que aspira a transformar el modo en que se investiga la mente dormida.
La iniciativa, liderada por un equipo de universidades de Australia, Finlandia, Francia, Brasil y otros países, reúne datos de 505 participantes y más de 2.600 despertares registrados. Cada despertar aporta un fragmento doble: un registro de actividad cerebral mediante EEG o magnetoencefalografía, y una clasificación estandarizada del tipo de experiencia que el durmiente tuvo: un sueño vívido, una vaga sensación o la ausencia total de recuerdos.
Dormir, soñar y medir la conciencia
Pasamos un tercio de la vida dormidos. En parte de ese tiempo, soñamos. Los sueños, pese a su apariencia mágica, son fenómenos naturales de la conciencia: experiencias subjetivas que surgen cuando el cerebro está desconectado del entorno. Pueden ser vívidos y narrativos, como una película interna, o fragmentarios y estáticos, apenas una idea fugaz.
En ocasiones, el soñador es consciente de estar soñando, lo que se llama sueño lúcido; otras veces, experimenta una falsa vigilia, creyendo haber despertado dentro de su propio sueño. Y a veces no recuerda nada, ni siquiera la sensación de haber tenido una experiencia onírica.
Esa variedad es precisamente uno de los grandes desafíos de la investigación del sueño. Hasta ahora, cada laboratorio aplicaba su propio método para registrar los sueños, lo que hacía difícil comparar resultados. El proyecto DREAM surge para unificar y estandarizar estos esfuerzos, creando un archivo común y abierto donde cada registro sigue el mismo formato y la misma clasificación:
✅ «Experiencia», cuando el participante recuerda un sueño con contenido.
✅ «Experiencia sin recuerdo» (los llamados sueños blancos), cuando se tiene la sensación de haber soñado pero sin detalles.
✅ «Sin experiencia», cuando el sujeto no recuerda nada en absoluto.
El cerebro dormido que nunca se apaga
Desde los años cincuenta se sabe que los sueños son frecuentes durante el sueño REM, la fase en que los ojos se mueven rápidamente bajo los párpados y los músculos permanecen paralizados, pero estudios posteriores demostraron que también pueden aparecer en el sueño no REM, más profundo y lento.
Así, la vieja idea de que solo soñamos en REM ha quedado superada: según los datos de DREAM, el 85% de los despertares en fase REM van acompañados de un sueño recordado, pero también lo hacen entre el 40% y el 60% de los despertares en fases no REM.
El nuevo análisis confirma una tendencia: cuanto más profundo es el sueño, menos probable es que aparezca una experiencia consciente. Sin embargo, incluso en las fases más lentas del sueño, el cerebro puede mostrar patrones eléctricos parecidos a los de la vigilia. Esa actividad despierta dentro del sueño sugiere que el soñar podría ser una especie de vigilia encubierta, un momento en que ciertas redes neuronales se reactivan brevemente mientras el cuerpo permanece dormido.
Los investigadores detectaron que los sueños, tanto en fase REM como en no REM, se asocian a una reducción de la potencia en las ondas delta, las más lentas y profundas del EEG, que indican desconexión cortical. Es decir, cuando soñamos, el cerebro atenúa su ritmo lento y se acelera ligeramente, acercándose al estado de la conciencia despierta. En palabras sencillas, el cerebro parece despertar un poco para generar la experiencia del sueño.
Un atlas abierto del cerebro dormido
La base de datos DREAM está concebida como un proyecto colaborativo y expansivo, disponible públicamente desde la Universidad de Monash, en Australia. Cada conjunto de datos incluye, como mínimo, veinte segundos de grabación eléctrica del cerebro justo antes del despertar y una descripción de la experiencia del sujeto. En algunos casos, los registros se completan con medidas oculares y musculares que permiten identificar la fase exacta del sueño.
Esta apertura de datos científicos supone un salto cualitativo. Hasta ahora, la mayoría de los estudios sobre sueños contaban con muestras pequeñas, lo que limitaba su valor estadístico. DREAM multiplica esa escala por cien y ofrece un formato unificado, accesible y verificable, siguiendo los principios FAIR de ciencia abierta, como datos localizables, accesibles, interoperables y reutilizables.
Además, el archivo permite conectar diferentes líneas de investigación: desde el estudio clínico de trastornos del sueño como el sonambulismo o las pesadillas recurrentes, hasta la exploración filosófica del problema de la conciencia. Si logramos identificar en el EEG los marcadores eléctricos que acompañan a la experiencia onírica, podríamos usar ese conocimiento para detectar signos de conciencia en pacientes en coma, bajo anestesia o en estados de mínima respuesta.
Los marcadores eléctricos del sueño y la mente que sueña
Para probar la utilidad de su nueva herramienta, los autores realizaron una serie de análisis piloto con los datos ya disponibles. Examinaron las densidades espectrales de potencia —la energía de las diferentes frecuencias cerebrales— y entrenaron algoritmos automáticos de clasificación del sueño. De este modo, encontraron los patrones esperables:
✅ Un pico de actividad alfa (8-12 Hz) durante la vigilia.
✅ Mayor respuesta en la banda sigma (12-15 Hz) durante el sueño ligero.
✅ Un predominio de ondas theta (4-8 Hz) en fase REM.
Pero lo más interesante fue la predicción del sueño a partir del EEG. Utilizando tres electrodos cerebrales, los investigadores lograron distinguir si una persona había tenido una experiencia onírica o no. En las fases no REM, el sistema logró distinguir si la persona había soñado solo un poco por encima del azar, mientras que en el sueño REM alcanzó una fiabilidad mucho mayor, acertando en torno a siete de cada diez casos.
En palabras de Naotsugu Tsuchiya, autor principal del artículo, se debe a la introducción de análisis no lineales del EEG, más complejos que las mediciones tradicionales de frecuencia, que captan patrones sutiles de la actividad eléctrica cerebral.
De forma resumida, podemos decir que el contenido de los sueños sigue siendo un misterio, pero la presencia misma de una experiencia puede detectarse objetivamente en el cerebro dormido. La mente que sueña deja una huella eléctrica reconocible.
Incluso desconectado del mundo exterior, el cerebro sigue generando experiencias internas. Mientras dormimos, la mente produce imágenes, emociones y pensamientos que pueden ser vívidos o difusos: a veces son sueños lúcidos, otras falsas vigilias, y en muchas ocasiones se desvanecen al despertar. Foto: Alice Alinari
Un laboratorio global de la conciencia
Más allá de sus hallazgos, la creación de DREAM representa un cambio de paradigma en la neurociencia del sueño. La investigación contemporánea se mueve hacia modelos colaborativos y de datos abiertos, en los que los registros se comparten para favorecer la reproducibilidad científica. El campo de los sueños, por su complejidad y coste experimental, necesitaba especialmente esa cooperación. Registrar y despertar a voluntarios decenas de veces por noche exige recursos y paciencia; hacerlo en cientos de sujetos, de forma coordinada, habría sido imposible sin este esfuerzo colectivo.
El archivo incluye estudios de distintas procedencias: desde registros en laboratorios clínicos hasta grabaciones domésticas con dispositivos portátiles de sueño. También incorpora experiencias de niños, adultos mayores y personas con distintos perfiles neurológicos. Cada contribución pasa por un proceso de verificación, anonimización y control ético antes de integrarse en la base de datos.
El proyecto, subrayan sus autores, está abierto a nuevas aportaciones sin límite temporal, y ya se actualiza de forma continua. Los investigadores esperan que se convierta en una referencia global en el estudio del sueño y la conciencia, y en un punto de partida para resolver preguntas fundamentales en la ciencia de los sueños:
✅ ¿Por qué algunos recordamos los sueños con facilidad y otros casi nunca?
✅ ¿Por qué solo unas pocas personas pueden tener sueños lúcidos?
✅ ¿Y qué diferencia un sueño vívido de una noche sin recuerdos?
El sueño como espejo de la conciencia
En última instancia, el interés por los sueños trasciende lo onírico. El sueño ofrece un laboratorio natural para estudiar la conciencia, sin los estímulos ni las respuestas motoras que complican su análisis durante la vigilia.
Mientras soñamos, el cerebro genera experiencias internas con un mínimo de interferencia externa: un escenario ideal para investigar cómo se enciende y se apaga la mente.
El proyecto DREAM, con su inmenso archivo de ondas cerebrales y relatos de sueños, abre la posibilidad de estudiar esa transición con una resolución sin precedentes. Su mensaje de fondo es tan sencillo como profundo: la conciencia no se apaga por completo cuando dormimos. Fluctúa, cambia de forma y puede reencenderse en mitad del silencio eléctrico de la noche. En ese vaivén entre la oscuridad y la lucidez, el cerebro sigue hablando —aunque, a veces, solo él se escuche. ▪️
Información facilitada por la Fundación Bial
Fuente: Wong, W., Herzog, R., Andrade, K.C. et al. A dream EEG and mentation database. Nature Communications (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41467-025-61945-1

