Arte neandertal: un guijarro con huella dactilar y pigmento rojo sacude la historia del pensamiento simbólico

Arqueólogos descubren en San Lázaro (Segovia) un guijarro con pigmento rojo y una huella dactilar de un neandertal que podría cambiar lo que sabemos sobre el arte más antiguo de Europa. El análisis confirma un tipo de pensamiento simbólico que, hasta hace no tanto, se consideraba exclusivo de nuestra especie.

Por Enrique Coperías

Detalle del punto rojo (izquierda) y la imagen dermatoglífica obtenida mediante el análisis multiespectral del punto rojo (derecha), donde aparece la huella dactilar supuestamente de un neandertal.

Detalle del punto rojo (izquierda) y la imagen dermatoglífica obtenida mediante el análisis multiespectral del punto rojo (derecha), donde aparece la huella dactilar supuestamente de un neandertal. Cortesía: Álvarez-Alonso et al.

En lo profundo del abrigo rocoso de San Lázaro, en la provincia de Segovia, un equipo de arqueólogos ha descubierto una pieza que podría poner patas arriba lo que sabemos sobre los neandertales.

No se trata de una pintura rupestre ni de una herramienta tallada, sino de un guijarro con una peculiar combinación de elementos: tres hendiduras naturales, un punto rojo de pigmento y, lo más asombroso, una huella dactilar humana perfectamente conservada. Esta piedra, aparentemente sencilla, podría ser una de las primeras manifestaciones de arte simbólico conocido atribuido a los neandertales.

El hallazgo y su análisis, recientemente publicados en la revista Archaeological and Anthropological Sciences, ofrecen pruebas convincentes de que los neandertales no solo usaban herramientas y dominaban el fuego, sino que también eran capaces de crear objetos con significado simbólico. Y, en este caso, quizá incluso con una intención estética o comunicativa.

¿Cómo se detectó la huella dactilar?

La pieza fue hallada durante la campaña de excavaciones de 2022 en el yacimiento segoviano de San Lázaro, un abrigo rocoso situado a unos 400 metros del río Eresma. Se encontraba en un estrato claramente asociado a ocupaciones neandertales de entre 43.000 y 42.000 años antes del presente.

Este nivel arqueológico, conocido como nivel H, ha ofrecido abundante material lítico propio de la cultura Musteriense, que está típicamente asociada con el Homo neanderthalensis: raspadores, puntas y restos faunísticos con marcas de corte.

El guijarro en cuestión, de 21,4 centímetros de largo y compuesto de leucogranito —un tipo de roca ígnea granítica— llamó la atención por su forma alargada y la presencia de tres pequeñas cavidades naturales en una de sus caras. Justo en el centro geométrico entre estas hendiduras, se encuentra un punto de color rojo que resultó ser ocre, un mineral terroso de óxido de hierro hidratado que suele ser amarillento, anaranjado o rojizo.

Pero el verdadero impacto del descubrimiento llegó cuando, mediante técnicas de análisis multispectral, los investigadores identificaron una imagen latente sobre el pigmento: una huella dactilar humana, invisible a simple vista, pero extraordinariamente nítida.

La huella no se hizo de forma accidental

A diferencia de otras piedras encontradas en el mismo nivel, esta no presenta señales de uso como herramienta. Las demás, más pequeñas y con forma redondeada, muestran claras marcas de impacto que evidencian su empleo como percutores o martillos. Esta, sin embargo, no muestra fracturas, ni superficies desgastadas ni señales de abrasión. Además, es más del doble de grande que cualquier otra piedra del conjunto.

El equipo de trabajo, formado por investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), entidad adscrita al Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, la Comisaría General de Policía Científica de la Policía Nacional y la Universidad de Salamanca (USAL), descarta que el punto rojo y la huella sean fruto de un accidente.

Para que esto fuera así, el guijarro debería haber sido utilizado, por ejemplo, por un neandertal con los dedos manchados de ocre. Pero no hay restos de pigmento en otras partes de la piedra, ni en las manos del individuo habrían dejado más huellas. Tampoco se han documentado restos de ocre en el entorno donde fue encontrado.

Geometría simbólica: simetría y disposición no aleatoria

En cambio, todo apunta a un acto deliberado: una piedra seleccionada y transportada desde el río, elegida por su forma y sus marcas naturales, y marcada cuidadosamente con pigmento mediante el dedo.

El análisis químico confirma que se trata de ocre, un material asociado desde hace decenas de milenios a prácticas simbólicas. Y la huella fue confirmada por expertos de la Policía Científica española, que identificaron hasta trece puntos característicos en las crestas papilares de la impresión digital, compatibles con los estándares forenses actuales.

El análisis tridimensional de la piedra permitió medir con precisión las distancias entre las tres cavidades naturales y el punto rojo. Los resultados revelan una disposición casi simétrica: el punto rojo está equidistante de dos de las hendiduras, formando con ellas un triángulo isósceles; y se sitúa en una posición central respecto a la composición.

Para los investigadores, esto no es casualidad: una simulación estadística indicó que la probabilidad de que esta configuración se produjera por azar es de apenas un 0,31%.

¿Una cara en la piedra?

Pero ¿por qué esa disposición concreta? ¿Podría la piedra, con sus tres hendiduras —que evocan ojos y boca— y el punto central —a modo de nariz o tercer ojo— representar un rostro?

Aquí entra en juego el fenómeno de la pareidolia: la tendencia del cerebro humano a identificar caras en patrones abstractos. Se trata de un mecanismo neurocognitivo ampliamente documentado, que no solo afecta a humanos modernos, sino también a otros primates.

La hipótesis de que los neandertales experimentaran pareidolia implica que tenían capacidades de percepción visual compleja y posiblemente una sensibilidad estética o simbólica más desarrollada de lo que se creía.

Recreación artística de un neandertal dejando su huella dactilar en una piedra.

Recreación artística de un neandertal dejando su huella dactilar en una piedra. Imagen generada con DALL-E

Un artefacto sin función práctica, pero con intención simbólica

Los autores del estudio, coordinado por David Álvarez-Alonso, del Departamento of Prehistoria de la UCM, y Andrés Díez-Herrero, del IGME, plantean dos grandes hipótesi:

✅ La primera es que el acto de marcar la piedra con pigmento fue intencional, pero sin un significado profundo: una especie de garabato prehistórico.

✅ La segunda, más ambiciosa, propone que estamos ante una forma primitiva de símbolo visual. En este caso, el guijarro no solo sería un soporte físico, sino un medio para proyectar una idea, una imagen mental. Eso implicaría planificación, abstracción y capacidad de comunicación: elementos fundamentales del pensamiento simbólico y artístico.

Y aunque no podemos acceder al significado que este objeto pudo tener para quien lo marcó, su mera existencia nos habla de un universo mental rico, en el que los neandertales no solo reaccionaban a su entorno, sino que también lo interpretaban y lo transformaban.

¿Neandertales espirituales?

San Lázaro forma parte de un conjunto de yacimientos en el valle del río Eresma que documentan una intensa ocupación neandertal hacia el final del Paleolítico medio, hace aproximadamente 43.000 años. En este entorno no hay evidencia de presencia de Homo sapiens hasta varios miles de años después, lo que garantiza que la piedra fue manipulada exclusivamente por neandertales.

La pieza se suma a un corpus creciente de evidencias de comportamiento simbólico en esta especie: desde las pinturas rupestres atribuidas a neandertales en cuevas como la de Ardales o La Pasiega, hasta colgantes hechos con garras de aves rapaces, grabados en piedras y huesos, o el uso de ocre en contextos no utilitarios.

Estos hallazgos, dispersos pero coherentes, desafían la visión tradicional de los neandertales como seres toscos y carentes de imaginación. Por el contrario, sugieren que compartían con los Homo sapiens capacidades cognitivas como la abstracción, la planificación, la creación simbólica y quizá incluso una forma de espiritualidad.

Una huella con mucha solera

Aunque no se trata de una obra figurativa en el sentido moderno, los autores proponen considerar este guijarro como un ejemplo de arte portátil. No por su valor estético, sino porque cumple los requisitos básicos: intervención humana intencionada, transformación de un objeto natural y posible atribución de significado.

En este sentido, podría representar una de las primeras abstracciones simbólicas de un rostro humano conocidas hasta la fecha.

Es, además, una de las dos huellas dactilares neandertales más antiguas documentadas, y la única asociada a un pigmento. La otra fue hallada en Königsaue (Alemania) en una resina endurecida, pero en un contexto claramente funcional.

A: el objeto antes de ser excavado por completo. B: una vez desenterrado, es posible apreciar las tres cavidades principales y la posición central del punto rojo. Cortesía: Cortesía: Álvarez-Alonso et al.

Un legado con huella

La trascendencia del hallazgo no radica solo en su antigüedad o en su rareza, sino en lo que sugiere sobre la mente neandertal. La capacidad de elegir una piedra por su forma, de marcarla de forma deliberada con pigmento, de colocarse en posición para contemplarla o exhibirla... todo apunta a un tipo de pensamiento simbólico que, hasta hace no tanto, se consideraba exclusivo de nuestra especie.

A modo de colofón, este objeto neandertal podría representar:

  • Una forma temprana de símbolo visual.

  • Un ejemplo de arte portátil prehistórico.

  • Una prueba más del uso intencional de pigmento por parte de esta especie humana.

  • Una de las huellas dactilares humanas más antiguas halladas hasta ahora.

Como bien resumen los autores del estudio, este guijarro pone de manifiesto «una mente humana capaz de simbolizar, imaginar, idealizar y proyectar pensamientos sobre un objeto». Y eso, más allá de etiquetas como arte o decoración, nos habla de una humanidad compartida que trasciende especies extintas y nos invita a repensar nuestras raíces más profundas. ▪️

  • Información facilitada por el CSIC

  • Fuente: D. Álvarez-Alonso, M. de Andrés-Herrero, A. Díez-Herrero, S. Miralles-Mosquera, M. C. Sastre Barrio, M. A. Maté-González, E. Nieva Gómez, M.R. Díaz Delgado, E. Ruiz Mediavilla. More than a fingerprint on a pebble: A pigment-marked object from San Lázaro rock-shelter in the context of Neanderthal symbolic behaviour. Archaeological and Anthropological Sciences (2025). DOI: doi.org/10.1007/s12520-025-02243-1

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