¿Hay agua en Marte? Nuevos datos del radar SHARAD cuestionan el supuesto lago subglacial del polo sur
Una nueva lectura del subsuelo marciano pone contra las cuerdas uno de los hallazgos más sugerentes de la última década: el posible lago bajo el polo sur. Las mediciones del radar SHARAD, mucho menos compatibles con agua líquida, reabren el debate sobre qué esconden realmente las capas heladas de Marte.
Por Enrique Coperías
La brillante región blanca de la imagen marca el casquete helado del polo sur de Marte. Una región de fuerte reflectividad bajo el casquete sur marciano hizo pensar en un posible lago subglacial. Nuevas mediciones de radar apuntan ahora a que podría tratarse de otra cosa. Cortesía: ESA/DLR/FU Berlin / Bill Dunford
Una pregunta que ha mantenido en vilo a la comunidad planetaria durante siete años es esta: ¿hay realmente un lago subglacial bajo el casquete polar sur de Marte? Desde 2018, cuando el radar MARSIS de la sonda europea Mars Express detectó un reflejo extremadamente brillante procedente del subsuelo, la hipótesis del agua líquida en Marte, aunque fuese una salmuera casi imposible, se convirtió en una posibilidad científicamente respetable y, por qué no, seductora.
Si hubiera agua líquida hoy, bajo un kilómetro y medio de hielo marciano, sería el lugar con más probabilidades del planeta rojo para albergar vida.
Pero un nuevo estudio liderado por Gareth A. Morgan, del Planetary Science Institute de Tucson, en Estados Unidos, y publicado en la revista Geophysical Research Letters viene a desmontar esa interpretación. O al menos, la complica de forma decisiva. Y lo hace usando una herramienta que hasta ahora había sido incapaz de mirar tan profundo: el radar SHARAD, de la NASA.
MRO, una misión para el estudio del planeta rojo
Gracias a un ingenioso y arriesgado movimiento de la nave Mars Reconnaissance Orbiter (MRO), lanzada en 2005 para el estudio del planeta rojo, el radar SHARAD, diseñado para rastrear agua helada de hasta 1 km de profundidad con una resolución de 3 km, ha logrado observar el mismo punto donde MARSIS detectó aquel reflejo anómalo. Y lo que ha encontrado es, para muchos, una decepción: no hay señales consistentes con la presencia de agua líquida en Marte.
Lo que sí aparece es un débil eco subterráneo, tan tenue que apenas sobresale del ruido, más de mil veces más débil que lo que vio MARSIS. Para los autores, eso sugiere que el reflejo no se debe a un lago, sino a algo mucho más mundano: una zona de terreno especialmente liso bajo el hielo, quizá el fondo de un antiguo cráter rellenado de sedimentos.
La conclusión es demoledora: las explicaciones secas encajan mejor con los datos que la presencia de agua.
El reflejo que inició el misterio: MARSIS y el posible lago subglacial
Todo empezó con el MARSIS, un radar de frecuencia baja (3 MHz–5 MHz) capaz de penetrar profundamente en el hielo marciano. En 2018, Roberto Orosei y su equipo anunciaron que, bajo los llamados depósitos estratificados del polo sur, aparecía un reflejo basal tan intenso que superaba incluso al eco de la superficie. En la Tierra, firmas así suelen asociarse a lagos subglaciales, como los escondidos bajo la Antártida.
El área marciana, denominada zona de alta reflectividad (HRZ), era pequeña, de unos 20 kilómetros de ancho, y su brillo era difícil de explicar sin recurrir a un material de alta permitividad eléctrica. El agua líquida encajaba con esa característica.
Pero había un problema fundamental. El agua no debería existir allí. No sin mecanismos extremos: salmueras marcianas, saturadas hasta niveles casi incompatibles con la química conocida, o fuentes de calor localizadas, como una actividad magmática reciente. Numerosos estudios han ido señalando que mantener líquido un depósito subglacial a 1,5 km de profundidad en Marte es casi imposible en las condiciones actuales del planeta.
Aun así, la señal de MARSIS era tan llamativa que merecía una segunda opinión. Y esa segunda opinión solo podía darla SHARAD, el radar estadounidense… si lograba ver algo.
Imagen del polo sur de Marte captada por el instrumento OMEGA de la sonda Mars Express, donde las áreas de hielo de agua aparecen destacadas en azul. Cortesía: ESA-OMEGA
La maniobra que permitió ver más profundo: así trabaja SHARAD
El problema es que SHARAD, al operar a frecuencias más altas (15 MHz–25 MHz), penetra menos en el hielo. Y además su antena, colocada en un lateral de la nave, apunta en una dirección poco óptima por las limitaciones de diseño del orbitador. Por eso, durante años, SHARAD fue incapaz de detectar el reflejo basal en el polo sur de Marte, ni siquiera en campañas intensivas de observación.
La solución llegó con una maniobra arriesgada llamada Very Large Roll (VLR). Esta consistió en girar la nave hasta 120 grados sobre su eje, de forma que la antena mire al suelo con mucha mayor eficiencia. Según los modelos previos, ese giro podía aumentar más de 10 decibelios la ganancia del radar, una cifra suficiente para rasgar unos cientos de metros más en el hielo marciano.
La maniobra funcionó. Y al cruzar la nave por encima de la zona de alta reflectividad, el SHARAD detectó por primera vez un eco basal coincidente con la zona del supuesto lago.
Pero había truco.
Un eco que contradice al supuesto lago marciano
El equipo comparó tres escenarios:
✅ SHARAD en modo normal: no detecta nada en la zona de alta reflectividad.
✅ SHARAD con la maniobra VLR: aparece un eco basal tenue.
✅ MARSIS: detecta un reflejo intensísimo, 30 dB más fuerte que SHARAD (¡mil veces en potencia!).
La clave está en esa diferencia abismal.
Si el reflejo fuese realmente agua líquida bajo el hielo, su alta permitividad —una propiedad física que indica cómo responde un material a un campo eléctrico— debería generar un eco fuerte a todas las frecuencias, no sólo a las de MARSIS. Sin embargo, el modelo que reproduce la intensidad observada por SHARAD requiere valores de permitividad muy bajos, alrededor de 4–4,5, compatibles con rocas y sedimentos secos.
Los investigadores fueron más allá: ¿y si el hielo encima del lago atenuara mucho más las frecuencias de SHARAD que las de MARSIS? Analizaron esa posibilidad estimando la pérdida por absorción (el llamado tan δ). Para que SHARAD no viera el reflejo del agua, la capa de hielo debería tener una pérdida exageradamente alta… en un área muy localizada y sin explicación geológica creíble. Los datos no muestran cambios bruscos en el contenido de polvo, ni otros indicadores de que la atenuación sea distinta justo encima de la zona de alta reflectividad.
Los resultados son contundentes: no hay forma razonable de reconciliar los datos de MARSIS y SHARAD si hubiera agua líquida.
Por qué la hipótesis seca encaja mejor que la del agua líquida
Entonces, ¿qué está pasando? La alternativa que mejor encaja es sorprendentemente simple. Bajo gran parte del casquete sur, el terreno basal es muy rugoso. Esa rugosidad dispersa la señal de SHARAD y evita que el radar vea el terreno helado. Pero si hay una zona más suave, como el relleno de un antiguo cráter, el eco podría ser detectable… aunque débil.
Los autores proponen exactamente eso: la zona de alta reflectividad podría ser una región de topografía basal suavizada, que genera el tenue reflejo que SHARAD ve sólo gracias al aumento de sensibilidad aportado por la maniobra VLR.
¿Pero por qué MARSIS ve un reflejo tan brillante en esa misma zona? Ahí reside el misterio aún sin resolver.
Otros estudios ya habían demostrado que MARSIS detecta reflejos brillantes en zonas sin hielo ni agua, por lo que algo en la física de su interacción con ciertos materiales subterráneos podría estar generando estos falsos lagos. El nuevo hallazgo añade presión para comprender estos mecanismos.
Implicaciones para la búsqueda de vida en Marte
Morgan y su equipo es claro: la hipótesis del agua líquida queda muy debilitada. Para reconciliar ambos datos habría que suponer condiciones físicas extrañas, localizadas y difíciles de justificar.
La explicación seca, baja rugosidad y materiales comunes, es mucho más plausible.
Eso no significa que el caso esté cerrado. Al contrario: el resultado obliga a la comunidad a profundizar en una cuestión crucial para la exploración del sistema solar: cómo interactúan diferentes frecuencias de radar con el hielo marciano y con los materiales enterrados bajo él. Si no entendemos esos mecanismos, interpretaciones futuras, incluida la búsqueda de hábitats, pueden estar sesgadas.
Los bordes blancos de estas laderas en Terra Sirenum, en Marte, se interpretan como hielo de agua cubierto de polvo. Bajo ese hielo podría formarse agua de deshielo, un entorno potencial para la fotosíntesis. La imagen está en color realzado: el tono azul no sería visible al ojo humano. Crédito: NASA/JPL-Caltech/University of Arizona.
El hielo marciano vuelve a ser un desierto
El caso del lago marciano ha sido durante años uno de los grandes focos de debate en la geología planetaria. Ahora, gracias a un truco de ingeniería espacial, sabemos bastante más.
Lo que se puede afirmar hoy, con la evidencia disponible, es lo siguiente:
1️⃣ El reflejo brillante observado por MARSIS no parece originarse en agua líquida.
2️⃣ SHARAD, incluso amplificado, detecta un eco muchísimo más débil, compatible con terreno seco.
3️⃣ Las propiedades dieléctricas necesarias para justificar un lago no encajan con los nuevos datos.
4️⃣ La explicación más simple es que, bajo el hielo, hay un área de terreno inusualmente liso, no un cuerpo de agua.
El polo sur de Marte sigue siendo un archivo extraordinario de la historia climática del planeta, pero cada vez parece menos probable que esconda agua líquida hoy. Quizá, después de todo, la vida marciana, si alguna vez existió, no esté esperando bajo un lago oculto, sino en la larga memoria geológica grabada en sus capas de hielo y polvo. Porque a veces, en ciencia, la ausencia de algo es en sí misma una revelación. ▪️
Fuente: Gareth A. Morgan, Matthew R. Perry, Bruce A. Campbell, Nathaniel E. Putzig, Jennifer L. Whitten, Fabrizio Bernardini. High Frequency Radar Perspective of Putative Subglacial Liquid Water on Mars. Geophysical Research Letters (2025). DOI: https://doi.org/10.1029/2025GL118537

