¿Quieres hacer nuevos amigos? Las cotorras argentinas te dicen cómo

Las cotorras argentinas también sienten vértigo ante los desconocidos, pero han perfeccionado una estrategia infalible para romper el hielo. Un nuevo estudio revela que su forma de hacer nuevos amigos dice más sobre nosotros de lo que imaginas.

Por Enrique Coperías

Una cotorra argentina, también llamada cotorra monje, acicala a una compañera. Los investigadores utilizaron tintes para identificar a cada ave durante el experimento social.

Una cotorra argentina, también llamada cotorra monje, acicala a una compañera. Los investigadores utilizaron tintes para identificar a cada ave durante el experimento social. Cortesía: Nina Conklin

¿Cómo se hace un amigo nuevo cuando eres una cotorra argentina? La pregunta, que podría sonar a chiste, encierra una de las claves del comportamiento social de los animales que viven en grandes grupos, donde cada relación implica riesgos, oportunidades y decisiones estratégicas.

Un estudio reciente dirigido por investigadoras de la Universidad de Cincinnati, en Estados Unidos, ofrece una ventana excepcional a este proceso: sus autores observaron minuto a minuto cómo un grupo de veintidós cotorras argentinas (Myiopsitta monachus), conocida por sus nidos comunales y su notable inteligencia, se relacionaba al encontrarse por primera vez.

Las conclusiones del trabajo desvelan que estas aves no improvisan, sino que testan el terreno con aproximaciones prudentes antes de dar pasos más arriesgados hacia el contacto físico, un proceso que los autores llaman testing the waters (tantear el terreno).

🗣️ «Ser social puede aportar muchos beneficios, pero estas amistades tienen que empezar en algún punto», comenta Claire O’Connell, autora principal del estudio, en un comunicado de la Universidad de Cincinnati.

El trabajo, publicado en la revista Biology Letters, logró algo extremadamente raro en etología: capturar el momento exacto en el que animales desconocidos comienzan a construir relaciones sociales. Y, más allá del caso de las cotorras, ofrece pistas sobre cómo emergen los vínculos sociales entre individuos que no se conocen en especies sociales complejas, incluida la nuestra.

Por qué este estudio importa para la biología del comportamiento

Las cotorras argentinas son pequeñas aves verdes originarias de Sudamérica famosas por levantar enormes nidos comunales en los árboles y por haber colonizado con éxito diversas regiones del mundo; de hecho, se considera una especie invasora; de hecho, en España, está incluida en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras.

En sus colonias, cada individuo mantiene preferencias sociales claras, cooperaciones estables y jerarquías dinámicas. Pero incluso en una especie tan sociable, acercarse a un desconocido entraña peligros: un mal gesto puede desencadenar agresiones, pérdida de rango o simplemente un desperdicio de energía invertida en un individuo poco fiable.

Como explican los autores, iniciar una relación social útil requiere evaluar al otro con cuidado. En algunos animales, como los murciélagos vampiro, este proceso se ha descrito como subir las apuestas: primero se invierten recursos mínimos, y, si el otro responde, se incrementa la inversión.

Las cotorras argentinas desarrollan su vida en grupos sociales de gran complejidad; construyenm con ramas nidos comunales en lo alto de los árboles.

Las cotorras argentinas desarrollan su vida en grupos sociales de gran complejidad; construyenm con ramas nidos comunales en lo alto de los árboles. Cortesía: David Berkowitz

Pasos para hacer amistades

Pero las cotorras monje parecen seguir un paso previo más elemental y universal: antes incluso de invertir un segundo de su tiempo, practican un acercamiento progresivo, pasando de comportamientos de bajo riesgo, como estar cerca sin tocarse, a otros de riesgo moderado (acicalamiento, contacto corporal) y finalmente a los de alto coste (alimentar a otro individuo o copular).

Este patrón escalonado es lo que precisamente el equipo denomina testing the waters, y su esencia es simple: no acercarte demasiado a quien no conoces… hasta que tengas motivos para confiar.

🗣️ «Muchos loros, por ejemplo, forman vínculos muy estrechos con uno o dos individuos —dice O’Connell. Y añade—: Las parejas suelen pasar la mayor parte del tiempo juntas, se acicalan mutuamente o a veces forman relaciones reproductivas. En general, mantener estos lazos sociales fuertes se asocia con menos estrés y un mayor éxito reproductivo».

Un experimento social controlado al milímetro

Para observar este proceso en vivo, los investigadores reunieron en un mismo espacio a cuatro grupos de cotorras capturadas en distintos puntos del estado de Florida. Las distancias entre sus lugares de captura garantizaban que unas no hubieran tenido contacto previo con las otras. Tras un breve periodo de cuarentena, el tiempo justo para adaptarse al lugar pero sin perder su condición de aves ferales, se liberó a las vintidós cotorras en un gran recinto exterior seminatualizado de 2.025 m².

Desde ese instante comenzó una auténtica radiografía social. Un equipo de observadores, apoyado en una aplicación digital de registro, anotó sistemáticamente todas las proximidades, contactos y gestos afiliativos durante más de 130 horas a lo largo de veintidós días. Cada interacción registrada en intervalos de cinco minutos permitía reconstruir las secuencias exactas en las que surgían los primeros gestos entre cualquier par de individuos.

Esas secuencias podían clasificarse en las tres grandes categorías ya esbozadas:

Bajo riesgo: proximidad sin contacto.

Riesgo moderado: contacto físico amistoso, como estar hombro con hombro, tocarse el pico o acicalarse.

Alto riesgo: conductas como alimentar a otro o la cópula.

El gran objetivo del experimento era examinar el orden de los comportamientos, y si era distinto cuando las interactuantes eran aves desconocidas entre sí o familiares.

🗣️ O’Connell reconoce la dificultad del seguimiento: «Capturar los primeros momentos entre desconocidos puede ser complicado, así que estábamos muy entusiasmados porque nuestros experimentos nos dieron la oportunidad de observar ese proceso de cerca».

Aproximarse, tocarse y cooperar

Los resultados del ensayo fueron fueron más que interesantes. El 98% de los emparejamientos entre aves desconocidas empezó por conductas de bajo riesgo, mientras que solo un 31% llegó a las de riesgo moderado y menos de un 3% alcanzó las de alta inversión.

La enorme mayoría de relaciones entre desconocidos se inició manteniendo una distancia prudencial, avanzando con el tiempo hacia contactos más íntimos.

Pero lo relevante no era solo la frecuencia, sino el orden secuencial. En las parejas de desconocidos, la probabilidad de seguir el patrón «aproximarse → tocarse → cooperar» era muy superior a la de los pares familiares.

En términos simples: solo los desconocidos seguían la escalera social paso a paso.

Relaciones antiguas, relaciones nuevas

Las aves que finalmente llegaron a interactuar físicamente mostraron tasas de proximidad superiores desde el principio. Esto sugiere que incluso entre desconocidos las cotorras seleccionan a ciertos individuos para observarlos de cerca antes de dar el paso hacia el contacto.

No parece un subproducto del azar ni del uso del espacio: estudios previos han constatado que las cotorras no evitan a los desconocidos, así que esta mayor proximidad inicial parece ser parte de una estrategia deliberada.

La ausencia de testing the waters entre cotorras familiares indica que estos vínculos preexistentes permanecen estables incluso en entornos nuevos. No obstante, hay que decir que el experimento se realizó durante la época de cría, pero no se encontró ningún efecto del sexo. La estrategia de tanteo parece, por tanto, general y no ligada únicamente a la reproducción.

La investigadora Claire O’Connell, de la Universidad de Cincinnati, ha descubierto que las cotorras argentinas tantean el terreno antes de estrechar nuevos vínculos sociales.

La investigadora Claire O’Connell, de la Universidad de Cincinnati, ha descubierto que las cotorras argentinas tantean el terreno antes de estrechar nuevos vínculos sociales. Cortesía: Nina Conklin

Tantear el terreno, un mecanismo extendido en el reino animal

El concepto tantear el terreno conecta con observaciones previas en otras especies sociales: los lémures sifaka usan el juego como rompehielos, los vampiros comunes combinan acicalamiento y alimentación, y varios primates siguen pautas similares de inversión gradual.

🗣️«Lo realmente fascinante de tantear el terreno es lo intuitivo que resulta», dice O’Connell.

En sociedades animales complejas, las relaciones requieren decisiones graduales que reducen riesgos y permiten evaluar a posibles socios fiables. Para especies con jerarquías rígidas o altos niveles de agresión, este proceso es esencial.

La propia investigadora lo vivió así: «¡Me siento totalmente identificada! Empecé a observar a las cotorras poco antes de mudarme a Cincinnati para comenzar las clases de posgrado… Empecé a darme cuenta de que quizá había algo que podía aprender de ellas».

Una ventana a la vida social de un invasor exitoso

La cotorra argentina es además una especie invasora en numerosos países. Comprender cómo establece nuevas relaciones puede ayudar a entender su integración rápida, su cohesión social y su éxito ecológico.

El testing the waters podría ser un mecanismo extendido en animales sociales. La clave no está solo en la cooperación, sino en cómo se empieza una relación, cómo se reduce la incertidumbre social y cómo se decide que un desconocido puede ser un aliado.

Las cotorras monje nos enseñan que en el arte de hacer nuevos amigos la prudencia es tan importante como la sociabilidad.▪️

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