Impacto humano en los océanos: los ecosistemas marinos podrían colapsar en 2050

Los océanos, que durante milenios han sostenido la vida en la Tierra, se enfrentan a un punto crítico: un nuevo estudio advierte que la presión humana sobre los ecosistemas marinos se duplicará en apenas 25 años. Si no actuamos, muchos hábitats clave podrían colapsar antes de 2050.

Por Enrique Coperías

Un estudio internacional liderado por la Universidad de California en Santa Bárbara alerta: la presión humana sobre los ecosistemas marinos podría duplicarse —e incluso triplicarse— para 2050 si no se toman medidas urgentes.

Un estudio internacional liderado por la Universidad de California en Santa Bárbara alerta: la presión humana sobre los ecosistemas marinos podría duplicarse —e incluso triplicarse— para 2050 si no se toman medidas urgentes. Imagen generada con Gemini

Durante siglos, el océano ha sido sinónimo de abundancia. Ha dado de comer a millones de comunidades, ha sostenido economías enteras y ha inspirado culturas y tradiciones. Tan vasto y poderoso, parecía inagotable. Pero esa ilusión se desvanece.

Un nuevo estudio internacional liderado por la Universidad de California en Santa Bárbara, en Estados Unidos, advierte que, si no cambiamos de rumbo, la presión humana sobre los ecosistemas marinos se duplicará —y en algunos escenarios, hasta se triplicará— para 2050.

«Nuestro impacto acumulado en los océanos, que ya es sustancial, va a duplicarse en apenas veinticinco años —explica el ecólogo marino Ben Halpern, director del National Center for Ecological Analysis and Synthesis (NCEAS) y autor principal del trabajo. Y añade—: Es desolador. Y es inesperado, no porque los impactos vayan a crecer —eso lo sabíamos—, sino porque lo harán tan rápido y en tal magnitud».

Los resultados, publicados en la revista Science, dibujan un panorama inquietante: ninguna zona del océano quedará intacta y las áreas más valiosas para los seres humanos —las costas, los trópicos y los polos— serán las más golpeadas.

Una radiografía global de los mares

El estudio parte de un esfuerzo iniciado hace casi dos décadas. A mediados de los años 2000, Halpern y su equipo comenzaron a recopilar datos globales sobre la salud de los océanos. Hasta entonces, la ciencia había analizado los problemas de forma aislada: sobrepesca, contaminación, cambio climático… pero nadie había intentado ensamblar todas las piezas del rompecabezas.

«La gente seguía cada problema por separado, pero no en conjunto —recuerda Halpern—. Y había la creencia generalizada de que el océano era tan grande que nuestras actividades no podían dañarlo demasiado».

En 2008 publicaron en la revista Science un primer mapa global de impactos humanos marinos. El hallazgo fue demoledor: ningún rincón del océano estaba libre de la huella humana, y un 41% de los ecosistemas marinos ya sufría fuertes presiones.

Factores clave: ¿qué está deteriorando más los océanos?

Ese trabajo mostraba dónde estábamos. El nuevo estudio revela hacia dónde vamos. Para ello, el equipo cruzó información sobre veinte hábitats marinos distintos, desde arrecifes de coral hasta praderas de pastos marinos, marismas, manglares y fondos oceánicos profundos, con la proyección de diez grandes presiones humanas:

✅ El aumento de la temperatura del agua y del aire.

✅ La subida del nivel del mar.

✅ La acidificación del océano y la pérdida de oxígeno disuelto.

✅ La sobrepesca y la reducción de biomasa.

✅ El aporte de nutrientes y contaminantes desde tierra.

✅ La contaminación lumínica y la densidad de población costera.

✅ Cambios en la productividad primaria del océano.

Con estos datos, construyeron un modelo global que permite comparar la situación actual (2010-2020) con la que podría darse a mediados de siglo (2041-2060) bajo dos escenarios climáticos: uno intermedio (SSP2-4.5), que refleja las políticas actuales; y otro más extremo (SSP5-8.5), en el que la dependencia de los combustibles fósiles se dispara.

La eutrofización —provocada por el exceso de nutrientes, como los vertidos de fertilizantes— genera proliferaciones de algas que agotan el oxígeno del agua y crean ‘zonas muertas’ donde peces y otros organismos marinos no pueden sobrevivir.

La eutrofización —provocada por el exceso de nutrientes, como los vertidos de fertilizantes— genera proliferaciones de algas que agotan el oxígeno del agua y crean ‘zonas muertas’ donde peces y otros organismos marinos no pueden sobrevivir. Cortesía: UC Santa Barbara

El hallazgo principal: un futuro más hostil

Los resultados del estudio apuntan a que los impactos acumulativos aumentarán entre 2,2 y 2,6 veces de aquí a 2050. Es decir, en una sola generación, la presión humana sobre los ecosistemas marinos se duplicará o más.

Los trópicos figuran entre las zonas más vulnerables, con un posible triplicado de los impactos en solo veinticinco años. Allí confluyen la sobreexplotación pesquera, el crecimiento demográfico y la intensidad del cambio climático.

Los polos, por su parte, ya soportan altos niveles de presión, y seguirán siendo las regiones con mayor impacto acumulado.

Las costas, como era de esperar, concentran la mayor parte de las presiones. Hoy ya sufren 1,7 veces más impactos que el océano abierto, y aunque seguirán siendo las más golpeadas, lo más preocupante es que el ritmo de aumento será más rápido mar adentro, en zonas que hasta ahora se consideraban relativamente protegidas.

«Es un resultado inquietante —advierte Halpern—. Las costas son los lugares de donde las personas obtenemos más valor del océano: alimento, medios de vida, turismo, protección natural. Y son precisamente los que más van a sufrir».

Los dos grandes culpables: calor y pesca

Entre las diez presiones analizadas, dos se erigen como las más devastadoras:

El calentamiento del océano, que altera corrientes marinas, reduce oxígeno y provoca olas de calor marinas.

La pérdida de biomasa pesquera por sobreexplotación, que sigue vaciando mares pese a algunos avances en Europa y Norteamérica.

El modelo incluso podría estar subestimando el problema pesquero, porque asume que las capturas no se acelerarán. Pero en regiones como África o el sudeste asiático, la demanda creciente y la expansión de flotas pesqueras auguran lo contrario.

«Se espera que el calentamiento del océano y la pérdida de biomasa debido a la pesca sean los principales contribuyentes globales a los impactos acumulativos futuros», resume el estudio. O sea, que el calor y la sobrepesca son los dos motores principales del deterioro.

Hábitats al borde del colapso

El impacto no será igual para todos los ecosistemas. El análisis muestra que los hábitats costeros son los más frágiles: marismas, manglares y praderas marinas están en primera línea frente a la subida del mar y las olas de calor.

Su desaparición no solo significaría pérdida de biodiversidad, sino también la pérdida de barreras naturales contra tormentas y de sumideros de carbono que ayudan a frenar el cambio climático.

En cambio, algunos hábitats profundos, como los fondos duros oceánicos o los montes submarinos, parecen menos expuestos. Pero eso no significa que estén a salvo: el estudio advierte que ningún ecosistema mejorará en el futuro.

La sobrepesca, la degradación de hábitats y la contaminación provocan la pérdida de biomasa pesquera y reducen las capturas.

La sobrepesca, la degradación de hábitats y la contaminación provocan la pérdida de biomasa pesquera y reducen las capturas. Cortesía: UC Santa Barbara

Países en la cuerda floja

El equipo también identificó a los países más vulnerables cruzando el grado de impacto proyectado con su dependencia de los recursos marinos. El resultado es especialmente preocupante para naciones en desarrollo como Togo, Ghana y Sri Lanka, que dependen del pescado como fuente esencial de alimento y empleo.

«Muchos de estos países verán cómo las presiones sobre sus mares aumentan de manera muy significativa», advierte Halpern. En otras palabras: las comunidades que más dependen del océano para alimentarse y vivir serán las que más sufrirán las consecuencias de su deterioro.

El tono del estudio científico es alarmante, pero no fatalista. Los autores insisten en que aún estamos a tiempo de cambiar el rumbo.

«Poder mirar al futuro es una herramienta de planificación superpoderosa —señala Halpern—. Todavía podemos alterar ese futuro; este artículo es una advertencia, no una condena».

Las recetas son conocidas pero difíciles: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para frenar el cambio climático y fortalecer la gestión pesquera para evitar que los océanos se vacíen. Además, el estudio sugiere priorizar la protección de hábitats vulnerables, como manglares y marismas.

«Enfocar los esfuerzos en los lugares y presiones más críticos puede dar el mayor retorno en términos de resiliencia y conservación», explican los autores del estudio.

Hay que actuar ya

La publicación de este trabajo internacional llega en un momento crucial, cuando Gobiernos y organismos internacionales debaten sobre nuevas áreas marinas protegidas y sobre la necesidad de integrar la planificación espacial marina en las políticas públicas.

Halpern y sus colegas no ocultan la magnitud del reto. «Frenar el cambio climático y mejorar la gestión de la pesca son tareas enormes, pero si no las abordamos, el océano del futuro será un lugar mucho más pobre, incapaz de sostener el bienestar humano”, advierte Halpern.

La investigación, financiada en gran parte por la National Science Foundation y con colaboración de la Universidad Nelson Mandela en Sudáfrica, busca precisamente proporcionar la base científica para ese tipo de decisiones. Como resume Halpern, “los lugares del océano que más necesitamos son los que están en mayor riesgo. El tiempo para actuar se mide ya en años, no en siglos».

El océano ha sido durante milenios fuente de alimento, sustento y belleza. Pero ahora se enfrenta a una crisis global sin precedentes. Si nada cambia, en apenas 25 años los impactos acumulativos se habrán multiplicado, llevando a muchos ecosistemas marinos al borde del colapso.

El estudio científico no es solo un diagnóstico, sino también una brújula: nos dice qué presiones y qué hábitats debemos atender primero. El reto es inmenso, pero las soluciones existen. La cuestión es si tendremos la voluntad política y social para aplicarlas antes de que sea demasiado tarde. ▪️

Océanos en 2050: Preguntas & Respuestas

🌊 ¿Qué significa que los impactos en los océanos se duplicarán en 2050?

Significa que las presiones combinadas de cambio climático, sobrepesca y contaminación serán más del doble de intensas que en la actualidad, comprometiendo la salud de los mares.

🌊 ¿Qué zonas del planeta son más vulnerables?

Los trópicos sufrirán los aumentos más rápidos, mientras que los polos ya tienen altos niveles de impacto y empeorarán aún más.

🌊 ¿Qué hábitats marinos están más amenazados?

Manglares, marismas, praderas marinas y arrecifes de coral, todos esenciales para la biodiversidad y la protección costera.

🌊 ¿Qué se puede hacer para evitarlo?

Reducir emisiones, gestionar la pesca de forma sostenible, proteger hábitats críticos y crear más áreas marinas protegidas.

  • Información facilitada por la UC Santa Barbara

  • Fuente: Benjamin S. Halpern et al. Cumulative impacts to global marine ecosystems projected to more than double by midcentury. Science (2025). DOI: 10.1126/science.adv2906

Anterior
Anterior

Praderas marinas, las superesponjas de «carbono azul»: nuevos hallazgos sobre nutrientes, cambio climático y conservación

Siguiente
Siguiente

Usar el móvil en el baño aumenta el riesgo de hemorroides, según un estudio de Harvard