Los bosques de África pasan de absorber a emitir carbono: el giro silencioso que amenaza al planeta

El mayor pulmón verde del continente africano ha dejado de protegernos del calentamiento global. Un nuevo estudio saca a la luz el cambio drástico y sigiloso que está alterando el equilibrio climático del planeta.

Por Enrique Coperías

La deforestación avanza en Madagascar, impulsada por la presión demográfica y el uso insostenible de la tierra, poniendo en riesgo especies y ecosistemas irremplazables.

La deforestación avanza en Madagascar, impulsada por la presión demográfica y el uso insostenible de la tierra, poniendo en riesgo especies y ecosistemas irremplazables. Foto de Alexander Dummer

Los bosques de África fueron unos aliados silenciosos en la lucha contra el cambio climático. Funcionaron como un gigantesco pulmón verde que absorbía más dióxido de carbono del que emitía, equilibrando así parte de las emisiones generadas en el resto del planeta. Pero esa dinámica ha cambiado. Y lo ha hecho más rápido de lo que anticipaban muchos científicos.

Un nuevo estudio, que se erige como el análisis más detallado realizado hasta ahora sobre la biomasa forestal del continente africano— confirma que, entre los años 2010 y 2017, el conjunto de los bosques de África dejó de actuar como sumidero de carbono para convertirse en una fuente neta de emisiones. Es un giro de enorme trascendencia para los compromisos climáticos globales y un aviso de que se están agotando los márgenes para mantener viva la meta de limitar el calentamiento global a 1,5 ºC.

La investigación, publicada en la revista Scientific Reports y realizada por un consorcio internacional de universidades europeas y africanas, emplea una combinación inédita de satélites LiDAR, radares de banda L, imágenes ópticas y modelos de aprendizaje automático para reconstruir, con precisión sin precedentes, los cambios en la biomasa aérea de África entre 2007 y 2017.

Un estudio sin precedentes sobre la biomasa forestal africana

Se trata de un desafío técnico considerable: el continente africano concentra enormes áreas remotas sin inventarios forestales sistemáticos, y la estimación de biomasa en bosques tropicales densos es una de las tareas más complejas de la ciencia del clima.

Aun así, los resultados del nuevo estudio son rotundos: África ganó biomasa entre 2007 y 2010 (unas 439 teragramos por año), pero a partir de 2010 comenzó a perderla, primero a un ritmo moderado —132 Tg/año entre 2010 y 2015— y después de forma más acusada —41 Tg/año entre 2015 y 2017—. La tendencia global se revierte, por tanto, en torno a 2010.

En este punto, uno de los autores del estudio, el profesor Heiko Balzter, del Instituto de Futuros Ambientales, en la Universidad de Leicester (Reino Unido), advierte con contundencia:

🗣️ «Este es un aviso crítico para la política climática global —advierte el profesor Heiko Balzter, del Instituto de Futuros Ambientales, en la Universidad de Leicester (Reino Unido). Y añade—: Si los bosques de África ya no están absorbiendo carbono, significa que otras regiones y el mundo en su conjunto tendrán que reducir aún más profundamente las emisiones de gases de efecto invernadero para mantenerse dentro del objetivo de 2 ºC del Acuerdo de París y evitar un cambio climático catastrófico. La financiación climática para la iniciativa Tropical Forests Forever Facility debe incrementarse rápidamente para poner fin de una vez por todas a la deforestación global».

La explicación principal está en un viejo conocido: la deforestación en los bosques húmedos tropicales. «Los datos muestran que la pérdida de bosques tropicales húmedos, especialmente en la cuenca del Congo, ha superado la capacidad de recuperación del continente», señalan los autores en el artículo original.

La cuenca del Congo, epicentro de la pérdida de carbono

En el mapa incluido en el artículo científico (ver imagen siguiente), se observa un patrón claro: el grueso de la biomasa africana se concentra en los bosques húmedos de África central, particularmente en la República Democrática del Congo, Gabón, Camerún y el Congo. Es también allí donde más se ha perdido desde 2010.

Según los datos reconstruidos a partir de imágenes de radar y LiDAR:

✅ Entre 2007 y 2010, los bosques húmedos tropicales ganaban +192 Tg de biomasa al año.

✅ Entre 2010 y 2015, pasaron a perder −70 Tg/año.

✅ Entre 2015 y 2017, el ritmo de pérdida se duplicó hasta −154 Tg/año.

Este desplome coincide con el aumento del ritmo de deforestación documentado por otros estudios. Según las estimaciones citadas en Scientific Reports, la extracción anual de madera en África creció de 277 millones de m³ en 1961 a 768 millones en 2017. Y la cobertura forestal perdida desde 2012 en adelante, especialmente en la República Democrática del Congo y Madagascar, alcanza máximos históricos.

El estudio demuestra cómo las zonas de mayor pérdida de biomasa se alinean con carreteras, riberas y áreas de expansión agrícola en la República Democrática del Congo: una huella típica de deforestación por tala ilegal, agricultura itinerante y presión demográfica.

El mapa muestra las ganancias (en verde) y pérdidas (en morado) de biomasa aérea acumuladas entre 2007 y 2017.

El mapa muestra las ganancias (en verde) y pérdidas (en morado) de biomasa aérea acumuladas entre 2007 y 2017. En un recuadro se observa la pérdida de biomasa asociada a la deforestación cerca de asentamientos, ríos y carreteras en la República Democrática del Congo, mientras que otro detalle revela talas y nuevas plantaciones en bosques de Sudáfrica. Los histogramas laterales resumen los cambios medios por grado de latitud y longitud. Cortesía: Rodríguez-Veiga, P., Carreiras, J. M. B., Quegan, S. et al.

El papel dual de las sabanas africanas

En palabras de Balzter, una de las conclusiones más llamativas del trabajo es que las sabanas africanas, pese a ser menos densas en biomasa, muestran una ganancia neta entre 2015 y 2017. Es decir, mientras los bosques húmedos se degradan, algunas sabanas acumulan más vegetación leñosa.

Balzter y sus colegas atribuyen este fenómeno al efecto fertilización por CO₂, que viene a decir que la mayor concentración de dióxido de carbono atmosférico favorece el crecimiento de arbustos y árboles pequeños en hábitats donde antes predominaban los pastos. Este proceso, documentado también en otras regiones tropicales, altera el equilibrio entre árboles y herbáceas y puede transformar el paisaje a medio plazo.

Pero esta ganancia, advierten los investigadores, no compensa la magnitud de las pérdidas en los bosques húmedos, que almacenan hasta diez veces más carbono por hectárea.

Satélites y aprendizaje profundo: medir lo invisible

Por otro lado, cabe señalar que uno de los principales avances de este estudio es la resolución espacial de los datos. Mientras que trabajos anteriores utilizaban mapas de biomasa de 500 metros o incluso un kilómetro, el nuevo modelo opera a 100 metros, lo que permite detectar pérdidas asociadas a talas selectivas o degradación, no solo a deforestación abierta.

Para lograr esta precisión, los investigadores integraron, entre otras, las siguientes tecnologías:

Datos LiDAR de la misión GEDI, desarrollada conjuntamente por el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA y la Universidad de Maryland para obtener mapas en 3D sin precedentes de áreas forestales hasta en los sitios más remotos. Esta información ha permitido medir la altura del dosel.

Radar de banda L del satélite japonés ALOS-PALSAR (2007-2010 y 2015-2017), cuyas ondas de radar atraviesan las copas de los árboles (no del todo, pero sí lo suficiente) y leen parte de lo que hay debajo. Esto permite estimar la altura del bosque, la densidad de la vegetación y otros rasgos físicos.

Imágenes de los satélites Landsat de la cobertura arbórea.

✅ Un modelo de aprendisaje automático de bosques aleatorios (random forest) entrenado con miles de parcelas de campo y vuelos LiDAR en Gabón y Kenia.

El resultado es el conjunto más robusto hasta la fecha de mapas temporales de biomasa para todo un continente.

Una transición confirmada con alta confianza

Por otro lado, El estudio analiza si la pérdida de carbono después de 2010 es tan grande que no puede explicarse por error o casualidad. Y sí: los datos muestran un salto claro y no ambiguo. Por eso, los científicos concluyen con seguridad que África dejó de absorber carbono y empezó a emitirlo.

Por eso pueden afirmar con mucha certeza que África pasó de sumidero a fuente de carbono.

Incluso sugieren que la pérdida podría ser aún mayor: los modelos tienden a infraestimar biomasa en bosques muy densos, por lo que la magnitud real de las emisiones relacionadas con la pérdida de los bosques húmedos podría estar subvalorada.

El profesor Heiko Balzter, la doctora Nezha Acil y sus colegas de la Universidad de Leicester, durante una visita al jardín zoobotánico del Museo Emilio Goeldi, en Belém, rodeados de especies vegetales y animales de la Amazonia.

El profesor Heiko Balzter, la doctora Nezha Acil y sus colegas de la Universidad de Leicester, durante una visita al jardín zoobotánico del Museo Emilio Goeldi, en Belém, rodeados de especies vegetales y animales de la Amazonia. Cortesía: Universities of Leicester

Impacto global: un sumidero climático que se apaga

Las consecuencias de este giro mediambiental son profundas. En efecto, basta con pensar que África representa aproximadamente:

✅ El 20 % de la absorción global de carbono por vegetación terrestre.

✅ El 40 % de las emisiones mundiales por incendios de biomasa.

✅ El 20 % de las emisiones por deforestación.

Si su principal pulmón terrestre deja de absorber carbono y pasa a emitirlo, el balance global se descuadra. Los autores advierten de que esto amplía aún más la brecha de emisiones que debe cerrarse para cumplir el Acuerdo de París. Adoptado en 2015 por casi 200 países, este pacto internacional establece que el mundo debe limitar el calentamiento global a bastante menos de 2 ºC —y preferiblemente a 1,5 ºC— respecto a los niveles preindustriales.

Para lograr el acuerdo, cada país se compromete a presentar y reforzar de manera periódica sus propios planes de reducción de emisiones, las llamadas NDC. El cumplimiento del acuerdo exige que las emisiones globales caigan de forma drástica en las próximas décadas y que los ecosistemas que actúan como sumideros naturales, como los grandes bosques tropicales, sigan funcionando como tales.

🗣️ «Unas políticas forestales más sólidas, la aplicación estricta de la ley contra la tala ilegal y programas de restauración a gran escala como AFR100, que pretende restaurar 100 millones de hectáreas de paisajes africanos para 203, pueden marcar una gran diferencia a la hora de revertir el daño causado», subraya Nezha Acil, investigadora de la Universidad de Leicester y coautora del estudio.

Tala de árboles en el bosque de Ituri, una de las zonas más afectadas por la deforestación en la República Democrática del Congo.

Tala de árboles en el bosque de Ituri, una de las zonas más afectadas por la deforestación en la República Democrática del Congo. Cortesía: Jan-Joseph Stok / Greenpeace

Gobernanza, población y mercados: las fuerzas detrás del colapso

El estudio contextualiza la pérdida de carbono en una combinación de factores socioeconómicos:

1️⃣ Crecimiento demográfico rápido en África.

2️⃣ Aumento de la demanda de madera, tanto para exportación como para uso local.

3️⃣ Expansión agrícola para cultivos comerciales como aceite de palma, cacao y caucho.

4️⃣ Debilidad de las instituciones responsables de gestionar los bosques.

En este sentido, las imágenes satelitales de la República Demicrática del Congo ilustran cómo la red de carreteras, muchas de ellas abiertas ilegalmente por las industrias madereras, facilita la degradación del bosque interior.

En este contexto, el investigador Pedro Rodríguez-Veiga, de Sylvera, una empresa con sede en Londres que analiza y califica proyectos de compensación de carbono para determinar si realmente reducen o capturan emisiones, destaca la dimensión global de este problema:

🗣️ «El estudio estudio proporciona datos críticos sobre los riesgos para Sylvera y el mercado voluntario de carbono en general, y muestra que la deforestación no es solo un problema local o regional, sino que está cambiando el equilibrio global del carbono. Si los bosques de África se convierten en una fuente de carbono permanente, los objetivos climáticos globales serán mucho más difíciles de alcanzar. Los gobiernos, el sector privado y las ONG deben colaborar para financiar y apoyar iniciativas que protejan y mejoren nuestros bosques».

Mientras tanto, las iniciativas internacionales, como REDD+ y AFR100, avanzan más lentamente de lo necesario, en parte por falta de financiación y en parte por la complejidad de coordinar esfuerzos en países con desafíos políticos y económicos profundos.

Un toque de atención para el futuro

La conclusión del estudio no es solamente un diagnóstico del pasado reciente. Es también una advertencia sobre lo que puede venir. Si las tendencias actuales continúan:

✅ La presión sobre los bosques húmedos podría intensificarse, especialmente en el Congo y Madagascar.

✅ La expansión de sabanas más arbustivas podría alterar ecosistemas enteros.

✅ El continente podría convertirse en una fuente sostenida de carbono, complicando aún más la estabilización del clima global.

Los autores del estudio no esconden su preocupación: «El mundo necesita redoblar esfuerzos para proteger los grandes almacenes de carbono de África y restaurar las áreas perdidas, o perderemos un sumidero crítico para alcanzar los objetivos climáticos globales».

Árboles talados para abrir paso a una plantación de cacao dentro de la Reserva Forestal de Scio, en el oeste de Costa de Marfil.

Árboles talados para abrir paso a una plantación de cacao dentro de la Reserva Forestal de Scio, en el oeste de Costa de Marfil. Cortesía: Mighty Earth

¿Qué se necesita ahora?

El informe publicado en Scientific Reports apunta varias líneas de acción, que pueden englobarse en estos cinco puntos:

1️⃣ Reforzar la gobernanza forestal y combatir la tala ilegal con sistemas de alerta temprana basados en satélite.

2️⃣ Invertir en restauración a través de iniciativas como AFR100.

3️⃣ Apoyar a las comunidades locales que dependen del bosque y garantizar que los incentivos económicos de conservación sean reales.

4️⃣ Mejorar los inventarios forestales nacionales, aún muy escasos en África.

5️⃣ Integrar estos datos en las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) del Acuerdo de París. Hablamos de los planes que cada país presenta en el marco del Acuerdo de París para indicar cuánto va a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y qué medidas adoptará para adaptarse al cambio climático. Se actualizan cada cinco años y deben volverse cada vez más ambiciosas.

Un continente crucial en la lucha climática

África es, en muchos aspectos, un continente clave del siglo XXI. Lo es en biodiversidad, en población, en vulnerabilidad al cambio climático y ahora, según confirma este estudio, también en el equilibrio global del carbono.

La transición de sus bosques de sumidero a fuente no es inevitable ni definitiva. Pero es un indicador de que los mecanismos naturales que ayudaban a amortiguar nuestras emisiones comienzan a fallar. Y de que el tiempo para corregir el rumbo se está reduciendo rápidamente.

El pulso climático global se juega también en la profundidad de los bosques del Congo. Y, como revelan estos datos, ese pulso empieza a debilitarse. ▪️

PREGUNTAS & RESPUESTAS: Bosques de África

🌳 ¿Por qué los bosques de África se han convertido en una fuente de carbono?

Principalmente por la deforestación acelerada en los bosques húmedos tropicales, sobre todo en la cuenca del Congo, Madagascar y África occidental. La pérdida de biomasa supera la capacidad de regeneración.

🌳 ¿Qué tecnologías se usaron para medir la biomasa?

Datos LiDAR del satélite GEDI, radar ALOS-PALSAR, imágenes Landsat y modelos de aprendizaje automático.

🌳 ¿Qué consecuencias tiene para el clima global?

La pérdida del sumidero africano agranda la brecha necesaria de reducción de emisiones para cumplir el Acuerdo de París y limitar el calentamiento a 1,5–2 ºC.

🌳 ¿Las sabanas africanas compensan la pérdida de los bosques tropicales?

No. Aunque han ganado biomasa por el aumento de arbustos, su densidad de carbono es mucho menor que la de los bosques húmedos tropicales.

🌳 ¿Qué soluciones proponen los científicos?

Fortalecer la gobernanza forestal, frenar la tala ilegal, aumentar la financiación climática y expandir programas como AFR100 para restaurar 100 millones de hectáreas para 2030.

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