Blanqueamiento de corales en Isla Lagarto: drones detectan una mortalidad récord en la Gran Barrera de Coral

Una investigación liderada por universidades australianas ha registrado una de las tasas de muerte coralina más altas jamás documentadas, con un 92% de bajas en Isla Lagarto. La tecnología aérea permitió mapear el desastre con una precisión sin precedentes.

Por Enrique Coperías

Un submarinista inspecciona una zona de corales blanqueados en Las Islas Vírgenes de los Estados Unidos.

Un submarinista inspecciona una zona de corales blanqueados en Las Islas Vírgenes de los Estados Unidos. El blanqueamiento ocurre cuando el coral, estresado por el calor, expulsa las algas que le dan color y alimento. Sin ellas, se vuelve blanco y puede morir. Crédito: NOAA

La Gran Barrera de Coral, uno de los ecosistemas marinos más ricos y simbólicos del planeta, atraviesa una crisis ecológica sin precedentes. Una nueva investigación científica acaba de revelar que el blanqueamiento masivo de corales ocurrido en 2024 dejó una secuela devastadora en Isla Largarto, en el norte de Queensland (Australia): más del 92% de los corales blanqueados acabaron muriendo en apenas unas semanas. En algunas zonas, la mortalidad coralina alcanzó el 99%.

El estudio, publicado en la revista científica Coral Reefs y difundido por las universidades participantes, documenta con imágenes aéreas de alta resolución los efectos del cuarto gran evento global de blanqueamiento de corales, llamado así por la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU.) en abril de 2024.

La herramienta clave en este análisis: una flota de drones que sobrevolanron los arrecifes de coral del norte y sur de Isla Lagarto, una pequeña isla considerada un laboratorio natural de la biodiversidad marina.

Drones: radiografía aérea de un ecosistema al límite

La investigación estuvo liderada por el doctor Vincent Raoult, del School of Environment de la Universidad de Griffith, junto a equipos de la Universidad Macquarie, la Universidad James Cook, el CSIRO (organismo científico nacional de Australia) y la empresa de cartografía marina GeoNadir.

«Este estudio documenta una de las tasas de mortalidad coralina más altas registradas a nivel mundial —explica Raoult—. Y lo más alarmante es que se produjo en un sitio que ni siquiera recibió el mayor impacto térmico de la Gran Barrera durante el evento de 2024. Esto habla de la fragilidad extrema de estos ecosistemas coralinos ante el cambio climático».

El equipo analizó veinte áreas de 100 metros cuadrados cada una (10 x 10 m), distribuidas en dos arrecifes semiexpuestos: North Point Reef, en el norte de la isla, y Palfrey Island Reef, en el sur.

Las primeras imágenes aéreas se captaron en marzo de 2024, en pleno apogeo del blanqueamiento de corales, y las segundas en junio, tras la caída de las temperaturas oceánicas. Las comparaciones permitieron cuantificar el impacto: el 96% del coral vivo mostró signos de blanqueamiento y más del 92% de ese coral murió.

El equipo de investigación analizó el estado del coral antes y después del blanqueamiento en aguas de Isla Lagarto. Esta imagen, tomada por dron, muestra el arrecife tras el evento de 2024.

El equipo de investigación analizó el estado del coral antes y después del blanqueamiento en aguas de Isla Lagarto. Esta imagen, tomada por dron, muestra el arrecife tras el evento de 2024. Cortesía: Karen Joyce

¿Qué es el blanqueamiento de corales y por qué ocurre?

El blanqueamiento coralino es una respuesta de estrés térmico: al subir la temperatura del mar, los corales expulsan las algas simbióticas (zooxantelas) que les dan color y nutrientes. Sin ellas, los corales se blanquean y, si el calor persiste, mueren. Aunque en eventos anteriores algunos corales consiguieron recuperarse, en esta ocasión el golpe fue letal.

«Lo que hemos documentado en Isla Lagarto es el colapso masivo de un ecosistema marino clave —afirma la profesora Jane Williamson, coautora del estudio y miembro de la School of Natural Sciences en Macquarie University. Y añade—: Utilizando drones, pudimos seguir la evolución del blanqueamiento y la mortalidad con una resolución sin precedentes, y en áreas mucho más extensas de las que permitiría el buceo científico convencional».

Las imágenes recogidas con drones DJI Mini 3 Pro y Autel Evo II se analizaron a través de la plataforma GeoNadir, que permite trazar polígonos sobre ortofotos para distinguir entre coral vivo, blanqueado y muerto. Las diferencias cromáticas entre los estados fueron validadas mediante observaciones de buceo in situ.

Un archivo visual de la catástrofe

Este enfoque ha permitido no solo dimensionar el alcance del evento de blanqueamiento, sino también crear un archivo georreferenciado que podrá usarse en futuros estudios de recuperación coralina.

«No estamos hablando de manchas difusas en el mapa: son mapas milimétricos donde cada colonia coralina puede rastrearse con precisión», destaca Raoult.

Además, los investigadores comprobaron que no hubo diferencias significativas en la mortalidad entre los dos arrecifes estudiados: el norte y el sur de Isla Lagarto fueron igual de afectados. La cobertura coralina superviviente tras el evento fue mínima. En promedio, solo un 7,5% del área analizada seguía albergando coral vivo en junio, y en algunas zonas no llegaba al 1%.

Una isla marcada por las cicatrices del clima

Isla Lagarto no es ajena a las perturbaciones. En la última década ha sufrido dos blanqueamientos importantes —en 2016 y 2017—, ciclones tropicales, contaminación marina y brotes de estrellas corona de espinas (Acanthaster planci), un voraz depredador de corales. Estos factores han minado la resiliencia del ecosistema.

Paradójicamente, antes del evento de 2024 algunos sectores mostraban signos de recuperación, con coberturas coralinas superiores al 90%. Pero ese repunte fue breve: los corales predominantes, del género Acropora, si bien de rápido crecimiento, también son altamente vulnerables al estrés térmico.

«La acumulación de impactos climáticos ha creado un ecosistema altamente frágil, que puede derrumbarse con un solo evento extremo —advierte Williamson—. Y lo peor es que estos eventos ya no son excepcionales: se están volviendo rutinarios».

Menos calor, más daño

Uno de los aspectos más inquietantes del estudio es que, según los datos del NOAA Coral Reef Watch, el estrés térmico acumulado en Isla Lagarto (semanas de 6°C) fue moderado en comparación con otras zonas del arrecife, donde se alcanzaron hasta semanas de 14°C. Es decir, en otras regiones la temperatura fue mucho peor, pero en Isla Lagarto los efectos fueron igualmente catastróficos.

Esto hace temer que otras áreas, con condiciones térmicas similares o peores, hayan sufrido igual o mayor mortalidad coralina. Primeros informes del sur de la Gran Barrera de Coral apuntan a tasas de mortalidad de entre el 23% y el 92%, dependiendo del tipo de coral.

«Estos resultados deberían alarmar a cualquier persona preocupada por el futuro de los arrecifes de coral —afirma Raoult—. Si con un nivel térmico relativamente bajo se alcanza este grado de devastación, ¿qué podemos esperar cuando lleguen olas de calor marinas más intensas?».

Imágenes submarinas del norte de Isla Lagarto captadas antes, durante y después del blanqueamiento. El tono oscuro de los corales muertos, cubiertos de algas, ayudó a distinguirlos desde el dron.

Imágenes submarinas del norte de Isla Lagarto captadas antes, durante y después del blanqueamiento. El tono oscuro de los corales muertos, cubiertos de algas, ayudó a distinguirlos desde el dron. Cortesía: Raoult, V., Joyce, K., Li, J.Y.Q. et al

Una advertencia sobre la resiliencia

Más allá de los porcentajes, la pregunta de fondo es si los corales están desarrollando tolerancia térmica tras años de exposición a eventos extremos. La respuesta, según este y otros estudios recientes, parece ser no.

«En teoría, las especies más resistentes deberían ir ganando terreno tras cada crisis —explica Williamson—. Pero no lo estamos viendo. Al contrario, la frecuencia e intensidad del blanqueamiento coralino está superando la capacidad natural de adaptación».

Y las previsiones para 2025 no son esperanzadoras. NOAA ya anticipa un nuevo episodio de calor extremo marino para los meses de marzo y abril. De confirmarse, los pocos corales supervivientes en Isla Lagarto —y las nuevas larvas que intentan colonizar el arrecife— podrían enfrentarse a otro golpe letal sin haber tenido tiempo de recuperarse.

El papel de la tecnología para conservar los arrecifes

Este estudio demuestra que el uso de drones, visión computacional y monitoreo geoespacial puede transformar la forma en que protegemos los océanos.

El equipo de investigación ya ha puesto en marcha nuevos relevamientos de coral en Isla Lagarto, con el apoyo de una beca crítica del Australian Museum, para evaluar la evolución del arrecife hasta 2026. También se espera que futuras campañas integren herramientas de inteligencia artificial para automatizar el análisis de imágenes, aumentar la precisión y escalar la vigilancia ambiental a nivel regional.

«El uso de drones ha sido un salto de calidad en el monitoreo ecológico, pero ahora el siguiente paso es el aprendizaje automático y la clasificación automatizada», señala Raoult.

Proteger los arrecifes requiere reducir emisiones ahora

Más allá de los avances técnicos, el mensaje de fondo del estudio no puede ser más claro. El cambio climático está matando los arrecifes de coral. Y lo está haciendo más rápido de lo que se pensaba. Los drones lo han documentado con una claridad irrefutable, pero no basta con mirar desde el cielo.

«Estos resultados muestran que la adaptación natural no está siendo suficiente para evitar el colapso de los ecosistemas coralinos —dice Williamson. Y concluye—: La única solución realista es actuar sobre la raíz del problema: las emisiones de gases de efecto invernadero. Si no reducimos drásticamente la quema de combustibles fósiles, el futuro de los arrecifes —y de los millones de personas que dependen de ellos— está en juego». ▪️

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