New Horizons realiza por primera vez con éxito una prueba de navegación estelar en el espacio profundo
Una nave de la NASA ha conseguido lo impensable: orientarse sola en el espacio profundo usando solo las estrellas como guía. New Horizons revive el arte ancestral de la navegación estelar, pero desde los confines del Sistema Solar, a miles de millones de kilómetros de casa.
Por Enrique Coperías
Imagen artística de New Horizons sobrevolando Plutón. Por primera vez, una nave espacial ha utilizado las estrellas cercanas a la Tierra para determinar su posición en el espacio profundo sin depender de señales desde la Tierra.
¿Es posible navegar por el espacio como los antiguos navegantes usaban las estrellas? La misión New Horizons de la NASA acaba de marcar un hito histórico en la exploración espacial. Por primera vez, una nave espacial ha utilizado las estrellas cercanas para determinar su posición en el espacio interestelar sin depender de señales desde la Tierra.
Esta proeza técnica representa el primer paso hacia una navegación interestelar autónoma, una capacidad clave para las futuras misiones interplanetarias y viajes más allá del Sistema Solar. El artículo que describe los resultados ha sido aceptado para su publicación en la revista The Astronomical Journal; y su preimpresión está ya disponible en el servidor arXiv.
New Horizons es una misión que se lanzó desde Cabo Cañaveral en 2006 con el objetivo de explorar Plutón, sus satélites y asteroides del cinturón de Kuiper. En abril de 2020, la nave se encontraba a más de 7.000 millones de kilómetros de la Tierra, adentrándose en el espacio profundo, tras haber sobrevolado Plutón y el objeto Arrokoth del citado cinturón.
Una cámara espacial convertida en sextante cósmico
Desde su posición privilegiada en el cinturón de Kuiper, la nave miró al firmamento y fotografió dos viejos conocidos del cielo: Proxima Centauri y Wolf 359. Lo hizo con una misión sorprendentemente terrenal: aprender a orientarse en el vacío interestelar usando solo las estrellas como referencia.
El resultado de este ejercicio fue histórico. Por primera vez, una nave en rumbo hacia el espacio interestelar había demostrado con éxito una forma rudimentaria, aunque efectiva, de navegación estelar autónoma.
Durante siglos, los marinos polinesios cruzaron miles de kilómetros del Pacífico guiados por el Sol, las estrellas y su memoria. Con la misma lógica, este experimento liderado por un equipo internacional de astrónomos ha demostrado que las estrellas también pueden ser nuestras guías en las futuras travesías interplanetarias. Y lo ha hecho con herramientas modestas: una cámara espacial diseñada para fotografiar mundos lejanos, convertida en sextante cósmico.
La clave: paralaje estelar a escala interplanetaria
La base del experimento es un fenómeno bien conocido por los astrónomos: el paralaje estelar. Desde distintos puntos de observación, una estrella cercana parece desplazarse respecto al fondo fijo de astros más lejanos, del mismo modo en que un dedo levantado frente al rostro parece moverse cuando alternamos entre un ojo y otro para mirarlo.
Si normalmente la Tierra utiliza su órbita como base para estos cálculos —con seis meses entre una posición y su opuesta—, New Horizons ofrece una plataforma sin precedentes: estaba a 47 unidades astronómicas (AU) más lejos que la Tierra, proporcionando así una separación visual más de veinte veces mayor que el diámetro de nuestra órbita.
Las imágenes simultáneas capturadas desde la Tierra y desde la nave mostraron desplazamientos espectaculares: Proxima Centauri se había movido 32,4 segundos de arco, y Wolf 359, 15,7. Aunque estas cifras están lejos de la precisión astrométrica alcanzada por misiones como Gaia, el objetivo no era científico, sino demostrar que esa diferencia podía usarse para calcular, con notable precisión, la posición espacial y la orientación de la nave sin depender de señales desde la Tierra.
Una brújula interestelar
Utilizando solo estas dos observaciones y comparándolas con un modelo tridimensional del vecindario solar derivado de los datos del satélite europeo Gaia, el equipo de investigación, coordinado por Tod R. Lauer, del NSF National Optical Infrared Astronomy Research Laboratory (Estados Unidos), logró triangular la posición de New Horizons con un margen de error de apenas 0,44 AU —unos 66 millones de kilómetros—.
A escala astronómica, no es poco: es una localización bastante buena, si consideramos que se obtuvo solo con un par de fotos estelares y sin ayuda del sistema de seguimiento de la NASA.
Lo más revolucionario es que este ejercicio representa la primera demostración funcional de navegación interestelar óptica. Hasta ahora, cualquier método de posicionamiento espacial se basaba en señales de radio enviadas desde la Tierra. Aquí, en cambio, la nave se convierte en un navegante autónomo, capaz de mirar al cielo y deducir su posición, como lo haría un barco en alta mar.
Tecnología de ciencia ciudadana
Lejos de contar con telescopios de última generación o sofisticadas cámaras de navegación, New Horizons utilizó su cámara científica LORRI, una modesta lente de 20 centímetros de apertura.
Sus imágenes, en baja resolución comparadas con los estándares modernos, fueron suficientes, porque el experimento se centraba en observar estrellas muy cercanas, que mostraban desplazamientos apreciables incluso a simple vista al comparar las imágenes con sus equivalentes terrestres.
Para reforzar el valor pedagógico del experimento, los autores han publicado las imágenes en formato estereoscópico, que permiten ver cómo Proxima Centauri flota respecto al fondo celeste si se cruzan los ojos al observar dos versiones de la imagen. También han subido el código usado en el análisis a un repositorio abierto, permitiendo así que cualquier aficionado pueda recrear la experiencia en su ordenador.
Comparativa estelar de Próxima Centauri desde la Tierra y la sonda New Horizons. El paralaje revela su aparente desplazamiento frente al fondo celeste. Preparadas para visión estereoscópica cruzada o paralela. Cortesía: Tod R. Lauer
Implicaciones para futuras misiones interplanetarias y más allá
Más allá del valor educativo, el experimento tiene profundas implicaciones para la exploración del Sistema Solar exterior e incluso para futuras misiones interestelares. Los sistemas de navegación autónoma son cruciales en entornos donde las comunicaciones con la Tierra tienen varios minutos —o incluso horas— de retardo.
Este hallazgo tiene aplicaciones inmediatas en:
✅ Misiones al cinturón de Kuiper y la nube de Oort.
✅ Viajes a exoplanetas en escalas de tiempo largas.
✅ Reducción de la dependencia de la comunicación terrestre.
✅ Exploración tripulada o autónoma más allá de Marte.
Y aunque hoy existen métodos más precisos, como la navegación con púlsares de rayos X, estos requieren instrumentos pesados y específicos.
En cambio, este método de navegación óptica podría implementarse con cámaras convencionales ya presentes en muchas sondas. Según los cálculos del equipo, con sensores más modernos, óptica mejorada y una mayor cantidad de imágenes por estrella, se podrían reducir los errores a apenas 0,01 AU (unos 1,5 millones de kilómetros), un rango suficiente para muchas operaciones interplanetarias.
De hecho, el estudio concluye que no hace falta observar decenas de estrellas lejanas: con un buen par de astros cercanos —como Proxima Centauri y Barnard’s Star—, se puede lograr una triangulación espacial eficaz. Ambas están dentro de los 3 parsecs del Sol, y su posición angular permite construir una base de triangulación eficiente. En comparación, usar estrellas más lejanas o con menor separación angular produce mayores incertidumbres.
De vuelta a las raíces
La navegación por las estrellas es casi tan antigua como la humanidad. Lo que hace extraordinario este experimento es el retorno a esa tradición, ahora en clave interplanetaria. Al igual que los exploradores polinesios, que usaban el firmamento como mapa, New Horizons ha demostrado que no hace falta una conexión constante con el control de misión para saber dónde estamos. Basta con mirar hacia fuera.
Esta proeza, sencilla y profunda a la vez, inaugura una nueva etapa en la era de la exploración espacial: una en la que las naves espaciales podrán ser verdaderos viajeros autónomos, equipados con el conocimiento y la tecnología para encontrar su lugar en el cosmos. Como escribieron los autores del estudio, «el cielo siempre ha sido nuestra brújula. Y lo seguirá siendo». ▪️
Fuente: Tod R. Lauer et al. A Demonstration of Interstellar Navigation Using New Horizons. arXiv (2025). DOI:
https://doi.org/10.48550/arXiv.2506.21666