Un depredador del pasado ofrece pistas para sobrevivir al cambio climático en el futuro
Hace 56 millones de años, un depredador cambió su dieta para sobrevivir a un brusco calentamiento global. El hallazgo, grabado en sus dientes fósiles, nos revela cómo la flexibilidad alimentaria puede marcar la diferencia entre la adaptación y la extinción.
Por Enrique Coperías
Los estudios fósiles del depredador extinto Dissacus praenuntius ofrecen pistas sobre cómo respondían los animales antiguos a los cambios ambientales. Este extinto mamífero omnívoro tenía aproximadamente el tamaño de un chacal o un coyote. Imagen generada con Grok
Hace 56 millones de años, la Tierra atravesó un episodio de calentamiento extremo que alteró ecosistemas en todo el planeta. Un mamífero carnívoro de la época, lejos de extinguirse de inmediato, respondió con un cambio drástico: empezó a comer… ¡más huesos!
A esta conclusión han llegado Andrew Schwartz, de la Universidad Rutgers; Larisa DeSantis, de la Universidad Vanderbilt; y Rob Scott, también de esta última universidad tras analizado dientes fósiles del mamífero extinto Dissacus praenuntius.
El estudio, publicado en la revista Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, arroja luz sobre cómo los animales afrontaron el Máximo Térmico del Paleoceno–Eoceno (MTPE), un periodo de brusco aumento de temperaturas y niveles de CO₂. Los autores creen que comprender la adaptación del Dissacus praenuntius a la nueva situación puede ayudar a prever y comprender mejor las reacciones de la fauna actual ante el cambio climático.
«Lo que ocurrió durante el MTPE se parece mucho a lo que está pasando hoy y a lo que vendrá —explica Andrew Schwartz, doctorando en Antropología y autor principal del estudio, en un comunicado de la Universidad Rutgers— Vemos los mismos patrones: el CO₂ sube, las temperaturas aumentan y los ecosistemas se ven alterados».
¿Qué era el «Dissacus praenuntius»?
Schwart y sus colegas Scott y DeSantis emplearon una técnica conocida como análisis de textura de microdesgaste dental para el estudio de las piezas dentales fósiles. Este método permite examinar diminutas marcas, como agujeros y arañazos, en los dientes, huellas de la dieta de las semanas previas a la muerte del animal.
Dissacus praenuntius era un mamífero omnívoro de tamaño similar a un chacal o un coyote, con aspecto vagamente lobuno, pero con una cabeza sobredimensionada, dentición parecida a la de una hiena y pequeñas pezuñas en cada uno de sus dedos.
Antes del calentamiento, su dieta recordaba a la de los guepardos, centrada en carne dura, aparte de otros alimentos, como frutas e insectos. Pero en pleno episodio térmico, las micromarcas en sus dientes se asemejaban más a las de leones y las hienas actuales, lo que indica que incorporó alimentos quebredizos, probablemente huesos, ante la escasez o el menor tamaño de sus presas.
Los generalistas sobreviven mejor cuando el entorno cambia
El cambio vino acompañado de una ligera reducción corporal. Aunque se había atribuido antes al calor, el nuevo trabajo sugiere que la limitación de recursos fue decisiva. Aquel calentamiento rápido duró unos 200.000 años y transformó de forma radical el equilibrio de las comunidades animales.
«Una de las mejores maneras de saber qué pasará en el futuro es mirar atrás», apunta Schwartz. En su opinión, la clave está en la flexibilidad alimentaria: las especies capaces de diversificar su dieta tienen más probabilidades de resistir tensiones ambientales. «A corto plazo, es bueno ser el mejor en algo; a largo plazo, resulta arriesgado. Los generalistas sobreviven mejor cuando el entorno cambia», dice Schwartz.
La lección no es solo académica. Animales con dietas especializadas, como los pandas, podrían tener dificultades si sus hábitats se reducen, mientras que oportunistas, como los chacales y los mapaches, podrían prosperar. De hecho, Schwartz ya ha documentado cambios similares en chacales africanos, que han aumentado su consumo de huesos e insectos por la pérdida de hábitat y el estrés climático.
Además de realizar descubrimientos fósiles, el doctorando Andrew Schwartz busca inspirar a la próxima generación de paleontólogos. Crédito: Andrew Schwartz / Rutgers University
Un mamífero que sobrevivió 15 millones de años
El caso de Dissacus praenuntius también muestra que incluso los más adaptables también tienen un límite. Este depredador vivió 15 millones de años, pero acabó extinguiéndose, tal vez debido a cambios ambientales y la competencia con otras especies.
El trabajo de Schwartz se basa en fósiles del Bighorn Basin, en Wyoming, una región con un registro fósil continuo de millones de años que permite reconstruir con detalle la historia ecológica del Máximo Térmico del Paleoceno–Eoceno.
Su pasión por la paleontología comenzó en la infancia, ya que buscaba fósiles junto a su padre en ríos de Nueva Jersey. Hoy, a punto de doctorarse, quiere que los vestigios del pasado sirvan para afrontar el futuro y, de paso, despertar vocaciones científicas.
«Si veo a un niño en un museo mirando un dinosaurio, le digo: “Soy paleontólogo. Tú también puedes serlo”», confiesa Schwartz.▪️
Información facilitada por la Universidad Rutger
Fuente: Andrew Schwartz, Larisa R. G. DeSantis, Rob S. Scott. Dietary change across the Paleocene-Eocene Thermal Maximum in the mesonychid Dissacus praenuntius. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology (2025). DOI: https://doi.org/10.1016/j.palaeo.2025.113089.