Soledad y dolor físico: un estudio global descubre cómo la desconexión social impacta en la salud

Sentirse solo no es solo un malestar emocional: un estudio con más de 256.000 personas en 139 países confirma que la soledad también duele en el cuerpo. Los investigadores hallan que el aislamiento social multiplica el dolor físico y la angustia psicológica, y lo sitúan como un desafío urgente de salud pública.

Por Enrique Coperías

Las personas que se sienten solas tienen 2,1 veces más probabilidades de sufrir dolor físico, 1,8 veces más riesgo de problemas de salud y un 26% más de angustia psicológica que quienes no se declaran solas.

Las personas que se sienten solas tienen 2,1 veces más probabilidades de sufrir dolor físico, 1,8 veces más riesgo de problemas de salud y un 26% más de angustia psicológica que quienes no se declaran solas. Foto: ALMA

La soledad no solo es un estado emocional desagradable. Cada vez más estudios la señalan como un factor de riesgo para la salud comparable al tabaquismo o la obesidad. Un trabajo reciente publicado en Scientific Reports aporta una de las pruebas más amplias y globales hasta la fecha: la soledad se asocia a un aumento significativo del dolor físico, además de agravar problemas de salud y malestar psicológico.

Las autoras del estudio, Lucía Macchia y Anne-Kathrin Fett, del Departamento de Psicología y Neurociencia, en la Universidad de Londres (Reino Unido) analizaron los datos de más de 256.000 personas de 139 países recopilados en 2023 y 2024 por la encuesta mundial Gallup World Poll. La magnitud del muestreo permite trazar un mapa planetario de cómo la experiencia subjetiva de la soledad se entrelaza con los dolores corporales, los problemas médicos y el malestar emocional.

Los resultados son contundentes, pues revelan que quienes se sienten solos tienen 2,1 veces más probabilidades de sufrir dolor físico, 1,8 veces más riesgo de presentar problemas de salud y son casi un 26% más propensos a experimentar angustia psicológica en comparación con las personas que no se declaran solas.

La relación entre soledad y dolor físico, según la ciencia

La soledad, definida como la discrepancia entre las relaciones sociales que uno desea y las que realmente tiene, ha dejado de considerarse un simple malestar subjetivo para ser reconocida como un problema de salud pública. En la actualidad, casi una de cada seis personas a escala mundial afirma sentirse sola.

Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha llegado a calificarla de «amenaza sanitaria urgente». No es solo una cuestión de bienestar emocional: la literatura científica acumula evidencias de que aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, ictus, depresión, ansiedad, psicosis e incluso mortalidad prematura. Entre 2014 y 2019, la soledad se asoció a más de 871.000 muertes anuales, lo que equivale a un centenar de muertes por hora.

Este nuevo estudio añade otra capa a esa comprensión: el vínculo directo entre sentirse solo y sentir dolor físico. No hablamos aquí de una metáfora, sino de dolor real, con todo lo que implica en términos de sufrimiento y limitación de la vida cotidiana. El hallazgo conecta con una idea sugerente: que la soledad y el dolor comparten circuitos neurobiológicos. En efecto, algunos investigadores llevan tiempo defendiendo que ambos se procesan en regiones similares del cerebro y que, evolutivamente, la sensación de aislamiento social habría servido como una señal tan aversiva como una herida física, empujándonos a buscar la compañía de otros para sobrevivir.

El dolor crónico y los trastornos relacionados son más frecuentes en mujeres, posiblemente por una combinación de factores biológicos, sociales y culturales.

El dolor crónico y los trastornos relacionados son más frecuentes en mujeres, posiblemente por una combinación de factores biológicos, sociales y culturales. Foto: Mehran Biabani

Angustia emocional, el puente entre la soledad y el dolor

Un hallazgo relevante del estudio es que el 60% de la relación entre soledad y dolor puede explicarse por la presencia de angustia psicológica. El término engloba emociones como tristeza, preocupación, estrés o ira. En otras palabras, lo que más parece intensificar el dolor físico en las personas solas no es tanto la falta objetiva de compañía, sino el sufrimiento emocional que esta conlleva.

El resto del vínculo se reparte entre problemas de salud (que explican un 18,9% de la asociación) y factores sociales o demográficos como el nivel educativo, la situación laboral y la satisfacción con las oportunidades para conocer gente (que aportan un 14%).

Dicho de otro modo, aunque tener peor salud o menos recursos sociales agrava la ecuación, el peso decisivo recae en el impacto emocional de sentirse desconectado.

Factores de riesgo: edad, sexo y situación socioeconómica

El trabajo de Macchia y Fett confirma que la soledad está extendida en todo el planeta:

✅ El 22,7% de las personas encuestadas declararon haberse sentido solas «gran parte del día anterior».

✅ Más de un tercio (34,5%) dijo haber experimentado dolor físico en la misma jornada.

✅ El 30,7% reportó angustia psicológica.

👉 Al analizar diferencias demográficas, los investigadores encontraron que las mujeres experimentan más soledad, dolor y angustia que los hombres. La brecha no es abismal, pero sí consistente: las mujeres solas reportan más dolor que los hombres en la misma situación, incluso después de ajustar por nivel socioeconómico, estado de salud o apoyo social.

Este hallazgo se suma a otras investigaciones que muestran que el dolor crónico y los trastornos relacionados suelen tener mayor prevalencia en la población femenina, tal vez por una combinación de factores biológicos (hormonales y genéticos), sociales (roles de cuidado, desigualdad laboral) y culturales (mayor disposición a expresar malestar).

En cuanto a la edad, el panorama es más complejo. Tradicionalmente, la soledad se ha asociado con la vejez, pero estudios recientes muestran picos también en la juventud. Los datos globales confirman que los niveles son relativamente estables entre los 15 y los 64 años, con un ligero aumento a partir de los 65.

El dolor físico, en cambio, sí crece con la edad, mientras que la angustia psicológica tiende a concentrarse en la mediana edad. La relación entre soledad y dolor, sin embargo, aparece en todas las franjas vitales, sin diferencias notables entre jóvenes y mayores.

La precariedad laboral, como ocurre entre la gente joven, limita las relaciones y refuerza la soledad, que a su vez erosiona la motivación y las oportunidades de empleo en un círculo vicioso.

La precariedad laboral, como ocurre entre la gente joven, limita las relaciones y refuerza la soledad, que a su vez erosiona la motivación y las oportunidades de empleo en un círculo vicioso. Foto: Resat Kuleli

Soledad, desempleo, trabajos precarios

Uno de los aspectos más llamativos del trabajo es que la soledad no siempre coincide con la falta de relaciones sociales. Casi un 70% de las personas que se declaraban solas aseguraban tener familiares o amigos en los que podían confiar, y más del 70% estaban satisfechas con las oportunidades de conocer gente en su entorno. Esto subraya que la soledad es una experiencia subjetiva: uno puede sentirse solo incluso rodeado de otros.

Ese matiz es crucial para el diseño de políticas públicas. No basta con promover más interacciones sociales o crear espacios de encuentro; hay que atender a la calidad de los vínculos, a la percepción de pertenencia y al alivio del malestar emocional que genera la desconexión.

Macchia y Fett también se toparon con una correlación clara entre soledad y desventaja social. Las personas solas tienen menos probabilidades de estar casadas, más de estar separadas o viudas, y en general presentan un menor nivel educativo, una mayor incidencia de desempleo o trabajos precarios y unos menores ingresos.

Todo ello apunta a que la soledad no es solo una cuestión individual, sino también estructural, ligada a dinámicas de exclusión social.

👉 La conexión entre empleo, ingresos y redes sociales es evidente: la precariedad dificulta mantener relaciones, limita la participación en actividades y puede reforzar sentimientos de aislamiento. Al mismo tiempo, la soledad puede erosionar la motivación y las oportunidades laborales, alimentando un círculo vicioso.

Diferencias culturales y globales en la soledad y el dolor

Aunque la encuesta cubre 139 países, Macchia y Fett advierten de que «las asociaciones entre soledad, dolor y angustia no son idénticas en todas partes. Hay grandes variaciones culturales. En algunos países muy pobres se registran los niveles más altos en todos los indicadores, pero no existe un patrón que se explique solo por el grado de desarrollo económico».

En ciertas culturas colectivistas, por ejemplo, la soledad puede tener un peso distinto al de sociedades más individualistas, y el modo en que se expresa o se admite públicamente también varía.

Esto significa que no existe una receta universal contra la soledad. Las intervenciones deben adaptarse a los contextos sociales y culturales, teniendo en cuenta normas, expectativas familiares, sistemas de bienestar y estigmas locales.

La paradoja del dolor como señal social

Una de las hipótesis más sugerentes que plantea la literatura científica es que el dolor físico podría funcionar como un lenguaje alternativo para expresar el sufrimiento de la soledad. Manifestar dolor corporal puede ser socialmente más aceptado y menos estigmatizante que confesar sentirse solo.

De hecho, algunos autores sostienen que la somatización de la angustia cumple la función de alertar al entorno de que alguien necesita apoyo.

Esto abre un terreno fascinante para futuras investigaciones: ¿hasta qué punto el dolor de la soledad es una construcción biológica, psicológica o social? ¿Y cómo se diferencian —si es que lo hacen— el dolor físico y el dolor emocional cuando ambos convergen en una misma experiencia?

Un reto sanitario y social

La investigación refuerza la idea de que la soledad debe abordarse como un problema de salud pública. Igual que existen programas contra la obesidad o el tabaquismo, los expertos reclaman políticas activas para reducir el aislamiento social y el sufrimiento emocional asociado.

«La soledad no es solo una carga emocional, sino que tiene consecuencias físicas reales a escala mundial —explica Lucía Macchia. Y añade—: Abordar la soledad social podría tener beneficios inesperados para reducir el dolor físico y mejorar el bienestar general. Y la magnitud de este estudio (casi un cuarto de millón de participantes en 139 países) refuerza la urgencia de abordar la desconexión social como una prioridad sanitaria».

Algunas iniciativas ya están en marcha: desde Ministerios de la Soledad en países como Reino Unido y Japón hasta proyectos comunitarios que conectan a personas mayores con voluntarios, pasando por intervenciones digitales que buscan facilitar nuevas redes de apoyo. Pero el reto es complejo: no basta con multiplicar las oportunidades de interacción, hay que trabajar también en la calidad de los vínculos y en la reducción de las desigualdades socioeconómicas que favorecen el aislamiento.

Cuando la sociedad se convierte en analgésico

El estudio global de Macchia y Fett aporta una confirmación rotunda: la soledad duele, y lo hace en un sentido literal. Sus efectos se sienten en el cuerpo, se reflejan en la salud física y se amplifican a través de la angustia emocional.

La buena noticia es que, al igual que otros factores de riesgo, la soledad es modificable. Crear sociedades más inclusivas, con redes de apoyo sólidas y oportunidades reales de pertenencia, puede aliviar no solo la carga emocional, sino también el dolor físico de millones de personas en todo el mundo.

En un planeta donde uno de cada cuatro habitantes se siente solo, comprender que la compañía es también un analgésico puede ser una de las lecciones más urgentes de la ciencia para la salud del siglo XXI. ▪️

Soledad y dolor físico: Preguntas & Respuestas

🚸 ¿Qué relación existe entre soledad y dolor físico?
Un estudio global con más de 256.000 personas demuestra que la soledad duplica el riesgo de sufrir dolor físico, además de aumentar la angustia psicológica y los problemas de salud.

🚸 ¿Por qué la soledad puede causar dolor en el cuerpo?
La soledad activa circuitos cerebrales similares a los del dolor físico, y la angustia emocional intensifica la percepción de malestar corporal.

🚸 ¿La soledad afecta igual a hombres y mujeres?
No. Las mujeres solas reportan más dolor físico y angustia psicológica que los hombres, incluso tras ajustar por factores socioeconómicos y de salud.

🚸 ¿Qué papel juega la angustia psicológica?
La angustia psicológica explica hasta un 60% de la relación entre soledad y dolor físico, mostrando que el sufrimiento emocional tiene un fuerte impacto en el cuerpo.

🚸 ¿A qué edades se siente más la soledad?
Los niveles de soledad se mantienen estables entre los 15 y 64 años y aumentan ligeramente a partir de los 65, aunque el dolor físico asociado se observa en todas las edades.

🚸 ¿La soledad es siempre falta de compañía?
No. Muchas personas solas aseguran tener familiares o amigos, lo que muestra que la soledad es una experiencia subjetiva más ligada a la calidad de los vínculos que a la cantidad.

🚸 ¿Cómo influye la situación socioeconómica en la soledad?
El desempleo, la precariedad y los bajos ingresos aumentan la probabilidad de sentirse solo, lo que a su vez eleva el dolor físico y los problemas de salud.

🚸 ¿Existen diferencias culturales en la experiencia de la soledad?
Sí. El impacto de la soledad y el dolor varía según el contexto cultural: en sociedades colectivistas se vive de forma distinta que en sociedades individualistas.

🚸 ¿Qué medidas se están tomando para combatir la soledad?
Algunos países han creado ministerios de la soledad y programas comunitarios para reforzar redes sociales, además de proyectos digitales que conectan a personas aisladas.

🚸 ¿Se puede prevenir el dolor causado por la soledad?
Sí. Fortalecer las redes de apoyo, reducir la desigualdad social y fomentar vínculos de calidad son estrategias clave para prevenir el dolor físico y el malestar emocional ligados a la soledad.

  • Fuente: Macchia, L., Fett, A. K. The association between loneliness and pain, and the role of physical health and distress: an analysis in 139 countries. Science Reports (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41598-025-15151-0

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