Café y antibióticos: cómo la cafeína puede reducir la eficacia de medicamentos clave contra las bacterias
Un nuevo estudio advierte de que la cafeína del café puede alterar la forma en que bacterias como Escherichia coli responden a antibióticos esenciales, debilitando su efecto. El hallazgo abre interrogantes sobre la relación entre dieta, microbiota y tratamientos médicos.
Por Enrique Coperías
Un estudio en PLOS Biology demuestra que la cafeína activa una cascada molecular en E. coli que reduce la entrada de antibióticos como ciprofloxacina y amoxicilina, con posibles implicaciones para la microbiota, la resistencia bacteriana y los hábitos de consumo. Foto de Tim Nöhrer en Pixabay
¿Quién no ha acompañado alguna vez un tratamiento con antibióticos con una taza de café, confiando en que la cafeína mantenga el ánimo despierto frente a la enfermedad? La costumbre parece inocua, pero un nuevo estudio científico sugiere que este hábito podría tener un efecto inesperado: reducir la eficacia de algunos antibióticos en bacterias intestinales.
La investigación, publicada en PLOS Biology por un equipo internacional de microbiólogos, advierte de que la cafeína puede interferir con la acción de antibióticos más usados contra la Escherichia coli (E. coli), una de las bacterias más comunes tanto en el laboratorio como en infecciones humanas. El mecanismo descubierto es sorprendente: una simple molécula presente en el café altera la maquinaria de transporte bacteriana, bloqueando las puertas de entrada que utilizan algunos antibióticos para penetrar en la célula.
El hallazgo no significa que una taza de espresso convierta a los antibióticos en inútiles. Los autores insisten en que el efecto observado es moderado —un aumento de resistencia bacteriana de hasta un 40% en condiciones de laboratorio— y que todavía no hay evidencia clínica directa en pacientes. Pero sí abre una ventana de alerta: las interacciones entre dieta, fármacos y microbiota son más complejas de lo que imaginábamos, y podrían influir en el éxito de los tratamientos.
«Nuestros datos muestran que varias sustancias pueden influir de manera sutil pero sistemática en la regulación génica de las bacterias», explica Christoph Binsfeld, doctorando en la Universidad de Tübingen, en Alemania, y primer autor del estudio.
Cómo afecta el café a antibióticos como la ciprofloxacina y la amoxicilina
El estudio se centra en una pieza poco conocida del engranaje bacteriano: el regulador Rob, una proteína que controla la expresión de decenas de genes relacionados con el transporte de compuestos a través de la membrana bacteriana.
Los investigadores partieron de un hallazgo previo: la cafeína estimulaba la actividad de MicF, un pequeño ARN que actúa como interruptor molecular para apagar la producción de OmpF, una proteína de membrana que funciona como canal de entrada para diversos antibióticos, entre ellos la ciprofloxacina (una fluoroquinolona) y la amoxicilina (un betalactámico).
Cuando el nivel de OmpF disminuye, la bacteria se vuelve menos permeable a estos medicamentos. Dicho de otra manera, la cafeína no refuerza a la bacteria con un nuevo mecanismo de resistencia, sino que simplemente le ayuda a cerrar la puerta por donde los antibióticos suelen colarse.
El trabajo demuestra que esta cascada molecular —cafeína activa a Rob, Rob activa a MicF, MicF bloquea a OmpF— es la base de la antagonismo cafeína-antibióticos en E. coli. Sin Rob, el efecto desaparece.
«La cafeína desencadena una cascada de acontecimientos que comienza con el regulador génico Rob y culmina en la modificación de varias proteínas de transporte en E. coli, lo que a su vez provoca una menor entrada de antibióticos como la ciprofloxacina», resume Ana Rita Brochado, investigadora principal.
La cafeína puede interferir con la acción de antibióticos habituales frente a Escherichia coli (E. coli), una de las bacterias más comunes en el laboratorio y en infecciones humanas. Foto: National Institute of Allergy and Infectious Diseases
Una resistencia parcial, pero significativa
Para cuantificar el fenómeno, el equipo recurrió a ensayos de microbiología: placas de cultivo donde se enfrentan distintas concentraciones de antibiótico y cafeína. Los resultados muestran un patrón claro: cuanta más cafeína, más cantidad de antibiótico hace falta para frenar a las bacterias.
En cifras: la concentración necesaria de amoxicilina para inhibir a la mitad de las bacterias (IC50) aumentó en torno a un 40% con una dosis de cafeína equivalente a lo que podría encontrarse en el intestino tras consumir café. El mismo efecto se observó con la ciprofloxacina.
Por sí sola, la cafeína no tiene actividad antibacteriana en las dosis probadas. No mata ni ralentiza el crecimiento bacteriano. Su papel es solo de interferencia: una especie de paraguas molecular que protege a la bacteria del antibiótico.
Diferencias entre E. coli y Salmonella frente a la cafeína
Uno de los hallazgos más intrigantes es que el efecto parece específico de la Escherichia coli. En bacterias estrechamente emparentadas, como Salmonella enterica, la cafeína también reduce la producción de OmpF, pero no se traduce en una pérdida de eficacia de la ciprofloxacina.
¿Por qué? La explicación está en las diferencias de arquitectura de membrana y en las rutas de entrada que los antibióticos utilizan. Mientras que en E. coli OmpF es la puerta principal para la ciprofloxacina, en Salmonella existen otros accesos alternativos o mecanismos de expulsión más activos, que compensan la pérdida de ese canal.
Esto revela un aspecto crucial: los efectos de la dieta sobre la resistencia bacteriana pueden variar incluso entre especies muy cercanas, lo que complica cualquier predicción sobre su impacto clínico.
La microbiota intestinal como escenario de interacción entre dieta y antibióticos
El trabajo no se limita a cepas de laboratorio. Los investigadores comprobaron que el mismo fenómeno se da en cepas clínicas de E. coli procedentes de infecciones urinarias, lo que sugiere que no se trata de una rareza experimental.
Aunque el aumento de la resistencia inducido por la cafeína es modesto, se enmarca en un contexto mayor: el de la microbiota intestinal. Allí, miles de bacterias conviven diariamente con compuestos de la dieta, medicamentos y metabolitos producidos por el propio organismo. El transporte de moléculas a través de las membranas bacterianas se ha revelado como un factor decisivo para entender la eficacia real de los fármacos, desde los antibióticos hasta los antidepresivos.
Los autores del estudio señalan que sustancias comunes como la cafeína podrían modificar cómo se acumulan ciertos medicamentos en el intestino, con posibles consecuencias en su acción terapéutica o en la selección de resistencias.
Un aviso en tiempos de crisis antibiótica
El hallazgo se publica en un momento de creciente alarma por la resistencia a los antibióticos, considerada por la OMS como una de las mayores amenazas sanitarias globales.
«La resistencia a los antimicrobianos va a peor, pero no estamos desarrollando nuevos productos de vanguardia a la velocidad requerida para combatir las bacterias más peligrosas y letales», señala la doctora Yukiko Nakatani, Subdirectora General interina de la OMS para Resistencia a los Antimicrobianos, en un comunicado de la organización—. La innovación brilla por su ausencia, pero incluso cuando se autorizan nuevos productos, surge el gran problema del acceso. Sencillamente, los agentes antibacterianos no llegan a los pacientes que los necesitan urgentemente, en países de todos los niveles de ingresos».
Aunque la contribución de la cafeína a este problema es marginal, el estudio aporta un mensaje importante: no solo los genes de resistencia importan, también el entorno químico en el que se encuentran las bacterias.
El café, el té, ciertos fármacos o aditivos alimentarios podrían modular de forma sutil la eficacia de los antibióticos. En algunos casos, reforzándolos; en otros, debilitándolos. Comprender estas interacciones podría ayudar a diseñar pautas más eficaces de tratamiento y a anticipar fracasos terapéuticos.
«Este tipo de investigación fundamental sobre el efecto de sustancias de consumo diario subraya el papel vital de la ciencia para comprender y resolver problemas del mundo real, afirma Karla Pollmann, presidenta de la Universidad de Tübingen.
Consecuencias clínicas y preguntas abiertas sobre café y tratamientos antibióticos
El mecanismo molecular ya está claro, pero quedan misterios por resolver. Por ejemplo, cómo detecta exactamente Rob la presencia de cafeína. Los experimentos sugieren que no hay una unión directa entre la molécula y la proteína, lo que apunta a un mecanismo indirecto, quizá a través de cambios en el metabolismo celular o en la estabilidad de estructuras proteicas.
Otra incógnita es la magnitud del efecto en condiciones reales. ¿Cuánta cafeína llega al intestino tras una taza de café? ¿Es suficiente para provocar un cambio perceptible en la eficacia de un tratamiento antibiótico? Los autores reconocen que es necesario llevar estos ensayos del laboratorio a modelos animales y, más adelante, a estudios clínicos.
Más allá de la cafeína, el estudio propone una nueva manera de mirar las interacciones entre bacterias y compuestos externos. Durante décadas, los microbiólogos han estudiado los genes de resistencia como piezas aisladas. Ahora empieza a quedar claro que la respuesta global de la bacteria a su entorno químico puede ser igual de determinante.
Un cambio de paradigma en microbiología y resistencia bacteriana
El café, en este caso, se convierte en un ejemplo paradigmático: un compuesto cotidiano, sin actividad antibacteriana directa, que altera de manera significativa la fisiología bacteriana de una especie tan relevante como E. coli.
La próxima vez que acompañes un tratamiento antibiótico con un café, no hay motivo para alarmarse: nadie sugiere que haya que renunciar al espresso matutino. Pero este estudio sí nos recuerda algo esencial: los antibióticos no actúan en el vacío, sino en un ecosistema químico complejo donde incluso la cafeína tiene algo que decir.
En un tiempo en que la resistencia a los antibióticos amenaza con socavar los cimientos de la medicina moderna, comprender estas sutilezas puede marcar la diferencia entre un tratamiento eficaz y un fracaso clínico.
Porque a veces, la batalla contra las bacterias no se libra solo en el hospital, sino también en la taza de café de cada mañana.▪️
Preguntas & Respuestas: Cafeína y antibióticos
☕️ ¿La cafeína reduce la eficacia de todos los antibióticos?
No. El estudio muestra que el efecto se da sobre todo con antibióticos que entran a través de la proteína OmpF en E. coli, como la ciprofloxacina y la amoxicilina.
☕️ ¿Debo dejar de tomar café si estoy en tratamiento antibiótico?
No hay evidencia clínica de que una taza de café comprometa un tratamiento. El efecto observado es moderado y se ha demostrado en condiciones de laboratorio.
☕️ ¿La cafeína afecta igual a todas las bacterias?
No. El estudio muestra que en Salmonella enterica la cafeína también altera proteínas de membrana, pero no cambia la eficacia de los antibióticos, lo que indica diferencias entre especies.
☕️ ¿Qué papel juega la microbiota intestinal en la resistencia bacteriana?
La microbiota está expuesta a sustancias de la dieta y fármacos. Estos pueden modular la eficacia de medicamentos y favorecer adaptaciones bacterianas que influyen en la resistencia.
Información facilitada por la Universidad de Tübingen
Fuente: Binsfeld C., Olayo-Alarcon R., Perez Jimenez L., Wartel M., Stadler M., Mateus A., Müller C. Brochado A. R. Systematic screen uncovers regulator contributions to chemical cues in Escherichia coli. PLOS Biology (2025). DOI: 10.1371/journal.pbio.3003260