El futuro del oso pardo en Europa: cómo su dieta define su distribución frente al cambio climático

El destino del oso pardo en Europa no solo depende del clima, sino de lo que se encuentra en su plato a la hora de comer. Un estudio internacional descubre que su supervivencia está ligada a la red de especies de las que se alimenta.

Por Enrique Coperías

Los modelos que incluyen la dieta del oso pardo superan con creces a los que solo consideran el clima o el paisaje

Los modelos que incluyen la dieta del oso pardo superan con creces a los que solo consideran el clima o el paisaje, lo que permite prever con mayor precisión dónde vive hoy y dónde podrá sobrevivir mañana frente al cambio climático y la transformación del territorio. Foto: Jessica Weiller

Por primera vez, un estudio científico ha demostrado con contundencia que la presencia del oso pardo (Ursus arctos) en Europa depende de manera decisiva de la disponibilidad de sus presas y otras fuentes de alimentos, más que de factores climáticos o del uso del suelo considerados de manera aislada.

Esta investigación, publicada en la revista Global Change Biology y liderada por un equipo de la Universidad de Sevilla (España), la Universidad La Sapienza de Roma (Italia)y el Instituto de Conservación de la Naturaleza de Polonia, marca un punto de inflexión en el estudio de la distribución de especies ante los retos del cambio global, esto es, el conjunto de modificaciones ambientales que se derivan de las actividades humanas sobre el entorno.

«Durante años hemos modelado el futuro de las especies fijándonos sobre todo en las temperaturas, la lluvia o el tipo de paisaje, pero estábamos dejando fuera algo fundamental: las relaciones ecológicas entre especies —resume Pablo M. Lucas, investigador de la Universidad de Sevilla y autor principal del trabajo. Y añade—: Este estudio demuestra que para saber dónde vivirán los osos pardos, primero tenemos que saber qué van a comer y si esas presas o alimentos estarán allí también en el futuro».

Un esfuerzo científico sin precedentes

La magnitud del proyecto es abrumadora: participaron 87 investigadores de 75 instituciones en 26 países; entre ellos, España, Turquía, Finlandia, Italia, Grecia, Polonia, Austria y Rumanía. Los investigadores al frente del proyecto recopilaron más de tres millones de localizaciones de osos pardos, correspondientes a unos 3.000 individuos de las catorce subpoblaciones conocidas en Europa.

También se analizaron 47 estudios sobre su dieta, y se construyó una base de datos única con 276 especies biológicas consumidas por estos mamíferos, tanto de origen vegetal como animal.

«Fue fundamental contar con datos de todas las subpoblaciones —subraya Lucas—. Esto nos permitió observar cómo cambia la dieta del oso pardo en función del ambiente y cómo eso se traduce en la función ecológica del oso en cada lugar».

¿Qué comen los osos pardos y por qué importa?

Así, el estudio desvela una imagen rica y diversa de la ecología alimentaria del oso pardo: en regiones más cálidas, como los Pirineos, la Cordillera Cantábrica y los montes de Grecia y Turquía, los osos tienden a seguir una dieta predominantemente vegetariana.

En cambio, en las latitudes nórdicas, como Escandinavia y Finlandia, se observa un comportamiento más carnívoro, con una alta proporción de vertebrados en su menú.

Este patrón tiene profundas implicaciones. Como explica Lucas, «el papel que juega el oso en el ecosistema no es el mismo en todas partes: en unos lugares es más bien un herbívoro y en otros actúa como depredador ápice [en la cima de la cadena alimentaria, lo que significa que no tiene depredadores]. Y esto depende de la disponibilidad de alimento en cada región».

Si en una zona desaparecen las especies que alimentan al oso pardo, también lo hará él, incluso en lugares donde el clima siga siendo favorable

Si en una zona desaparecen las especies que alimentan al oso pardo, también lo hará él, incluso en lugares donde el clima siga siendo favorable: conservar su red trófica es tan vital como proteger su hábitat, según el nuevo estudio. Foto: ambquinn

¿Cómo se modeló la distribución del oso pardo?

Con toda esta información, el equipo científico desarrolló complejos modelos de distribución de especies que integran diversas variables:

✅ Abióticas: clima (bioclimas, estacionalidad, temperatura húmeda/seca), cobertura del suelo, urbanización.

✅ Bióticas: interacciones tróficas cuantitativas (energía por especie consumida), mapas de hábitat de presas y plantas.

El resultado de la investigación es muy revelador: los modelos que incorporan información trófica explican mejor dónde están los osos hoy y, sobre todo, ofrecen predicciones mucho más precisas sobre cómo se moverán en el futuro en función de distintos escenarios de cambio climático y de uso del suelo por parte de los seres humanos.

En muchos casos, las proyecciones basadas únicamente en el clima o el paisaje subestimaban —o directamente malinterpretaban— la presencia potencial de la especie.

Entre las bellotas y los ciervos

Por ejemplo, en la cordillera Cantábrica, los osos están estrechamente ligados a la presencia de árboles como el roble y el haya, cuyas bellotas y hayucos son su principal fuente de energía.

En Escandinavia, en cambio, su presencia se correlaciona más con la distribución de ungulados silvestres, como jabalíes y ciervos.

Esto lleva a una conclusión crucial: si las especies que forman parte del menú del oso se ven afectadas por el cambio climático o por la expansión de la agricultura, el propio oso podría desaparecer de regiones enteras, aunque el clima en sí todavía fuera adecuado para su supervivencia.

¿Qué pasará con el oso pardo en 2050?

Los investigadores utilizaron tres escenarios socioeconómicos distintos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) para modelar la Europa de 2050, desde el más optimista hasta el más pesimista:

1️⃣ SSP1-2.6: sostenible

2️⃣ SSP3-6.0: intermedio

3️⃣ SSP5-8.5: emisiones altas de gases y gran transformación del suelo

En el escenario medio (SSP3-6.0), la cantidad de energía alimentaria disponible para los osos podría reducirse un 53% en algunas regiones. Y si se combinan los efectos del clima y las interacciones tróficas, el área potencial de distribución de la especie caería un 36% respecto a la actual.

Las poblaciones más amenazadas serían las del sureste europeo: los osos de los Balcanes del Este y de Turquía podrían perder más del 85% de su hábitat potencial.

Además, los modelos muestran que algunos territorios con condiciones idóneas para la especie —incluso más que los actuales— permanecen hoy desocupados, lo que podría guiar futuros esfuerzos de reintroducción del oso pardo.

La red trófica como brújula de conservación

Una de las grandes aportaciones del estudio es la propuesta de una nueva forma de entender la conservación de especies: no basta con proteger al oso pardo como especie, sino que es imprescindible mantener —y restaurar— las redes alimentarias de las que depende.

«Los cambios en la distribución de las especies de las que se alimenta el oso pueden alterar su posición en la cadena trófica y afectar su viabilidad a nivel local —advierte Lucas. Y continúa—: Este conocimiento es esencial para diseñar estrategias de conservación de la biodiversidad más efectivas y adaptadas al contexto».

Esto es especialmente relevante para otras especies con características distintas, como dietas más especializadas o menor capacidad de desplazamiento. En esos casos, la desaparición de una sola especie clave podría provocar su extinción local, con efectos en cascada sobre el ecosistema.

Una hembra con sus oseznos. En menos de tres décadas, las poblaciones de oso pardo en España han pasado de menos de setenta ejemplares a más de cuatrocientos.

Una hembra con sus oseznos. En menos de tres décadas, las poblaciones de oso pardo en España han pasado de menos de setenta ejemplares a más de cuatrocientos.

Conservación basada en la evidencia

La investigación enfatiza también la necesidad de adoptar un enfoque ecosistémico en las políticas ambientales. Si queremos conservar a las especies y los servicios ecosistémicos que nos ofrece la naturaleza, como el agua limpia, la fertilidad del suelo y la polinización, necesitamos mantener la integridad de las comunidades ecológicas, y eso pasa por entender las interacciones entre especies.

Además, se pone en valor el uso de grandes bases de datos ecológicos y la colaboración científica internacional como herramientas fundamentales para afrontar desafíos complejos y transfronterizos, como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

En palabras de Lucas, «gracias al trabajo en red de un equipo internacional, pudimos estudiar los efectos locales de las interacciones tróficas en un contexto continental. Este tipo de estudios colaborativos son imprescindibles para avanzar hacia una conservación realista y basada en la evidencia».

Osos en España

Junto con la Universidad de Sevilla, en el estudio participaron otras instituciones científicas españolas de referencia como el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y la Universidad de Huelva.

La presencia de España en el proyecto fue especialmente relevante por tratarse de uno de los países con mayor diversidad de subpoblaciones de oso pardo en contextos muy distintos, desde los Pirineos hasta la Cordillera Cantábrica. En 2024, la pobación de osos pardos en España era aproximadamente de 453 ejemplares.

El enfoque pionero de este trabajo convierte al oso pardo europeo en una especie modelo para entender el impacto del cambio global sobre los grandes vertebrados y, por extensión, sobre la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas en su conjunto. ▪️

🧭 Preguntas frecuentes

🐻 ¿Qué tipo de oso se estudió?
El oso pardo europeo (Ursus arctos), una especie clave para la biodiversidad en Europa.

🐻 ¿Qué come un oso pardo?
Desde frutos secos (bellotas, hayucos) y frutas, hasta carne de ungulados (jabalíes, ciervos) y carroña, dependiendo del hábitat.

🐻 ¿Por qué afecta el cambio climático a los osos?
Porque cambia la distribución de sus alimentos, no solo su entorno físico.

🐻 ¿Dónde está más amenazado el oso pardo?
En regiones del sureste europeo, como Turquía y los Balcanes del Este.

🐻 ¿Puede este modelo aplicarse a otras especies?
Sí, especialmente a grandes carnívoros y especies con dietas complejas o específicas.

  • Información facilitada por la Universidad de Sevilla

  • Fuente: Pablo M. Lucas et al. Trophic Interactions Are Key to Understanding the Effects of Global Change on the Distribution and Functional Role of the Brown Bear. Global Change Biology (2025). DOI: https://doi.org/10.1111/gcb.70252

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