El estallido cósmico que desafía los límites del universo: el James Webb confirma que GRB 250702B es la explosión más energética jamás observada
Una llamarada de rayos gamma a siete mil millones de años luz ha roto todos los récords de energía cósmica. El telescopio espacial James Webb ha revelado su origen y su descomunal poder en una galaxia polvorienta y antigua.
Por Enrique Coperías
Ilustración artística del estallido cósmico GRB 250702B, la explosión más energética jamás observada, con un chorro relativista emergiendo del centro de una galaxia lejana. El evento, detectado por el telescopio Fermi y confirmado por el James Webb, liberó más energía que un millón de soles durante toda su vida y tuvo lugar hace más de siete mil millones de años. Imagen generada con DALL-E
El 2 de julio de 2025, los monitores del telescopio espacial Fermi detectaron una señal tan intensa y desconcertante que, en cuestión de horas, la comunidad astrofísica mundial detuvo su respiración. La fuente, bautizada como GRB 250702B, no solo liberó una energía sin precedentes en forma de rayos gamma, sino que además pareció repetirse, algo jamás visto en este tipo de fenómenos.
Ahora, gracias a las observaciones del telescopio espacial James Webb, un equipo internacional de científicos ha confirmado que estamos ante la explosión cósmica más potente jamás registrada, una llamarada que redefine los límites conocidos de las catástrofes estelares.
Los resultados de la investigación, liderada por Andrew Levan, de la Universidad Radboud de Nimega (Países Bajos), ofrecen una mirada sin precedentes a la naturaleza de esta fuente única. Su análisis espectroscópico con el instrumento NIRSpec del James Webb ha permitido medir con precisión su distancia: el estallido tuvo lugar en una galaxia masiva y polvorienta a unos 7.100 millones de años luz, con un corrimiento al rojo de z = 1,036. A esa escala, el estallido liberó una energía equivalente a 2,2 × 10⁵⁴ ergios solo en rayos gamma, es decir, más de un millón de veces la energía que ¡el Sol emitirá durante toda su vida!
Una llamarada que se repitió tres veces
Los estallidos de rayos gamma (GRB) son las explosiones más violentas del universo que se conocen desde el big bang. Suelen marcar el final de la vida de una estrella masiva que colapsa y lanza chorros relativistas a casi la velocidad de la luz. Sin embargo, GRB 250702B no encajaba en ese molde. Su emisión de alta energía se extendió durante más de un día, con tres destellos sucesivos detectados por el telescopio espacial de rayos gamma Fermi, separados por varias horas. Ningún otro GRB había mostrado jamás una repetición de esa naturaleza.
El comportamiento desconcertó a los investigadores. Algunos propusieron que podría tratarse de la destrucción de una enana blanca por un agujero negro intermedio, un evento conocido como marea de disrupción estelar (TDE). Este tipo de cataclismos también producen chorros relativistas, pero suelen tener escalas temporales y espectros distintos a los de los GRB clásicos.
Recordemos que los chorros relativistas son corrientes de partículas y radiación que salen a casi la velocidad de la luz desde los polos de un objeto muy denso, como un agujero negro o una estrella de neutrones. Se forman cuando el material que cae hacia ese objeto es expulsado violentamente por su campo magnético, liberando enormes cantidades de energía en forma de rayos gamma y otras radiaciones
Distinguir entre ambas posibilidades, esto es, un TDE o un GRB, requería una medición precisa de la distancia cósmica y del entorno galáctico del evento: tareas imposibles para los telescopios terrestres, pero al alcance del James Webb.
La firma de hidrógeno que reveló su origen
Las observaciones del James Webb, realizadas el 23 de agosto de 2025, permitieron detectar en el espectro del objeto líneas de emisión de hidrógeno —en concreto Hα, Paα y Brγ— que delataron su desplazamiento al rojo. La coincidencia de todas ellas fijó un valor preciso de z = 1,036 ± 0,004, lo que ubica la explosión en una galaxia distante pero sorprendentemente brillante. El hallazgo resolvía de golpe uno de los mayores misterios: la escala de energía implicada.
A esa distancia, la energía total liberada en rayos gamma y rayos X fue al menos de 2,2 × 10⁵⁴ ergios, una cifra que solo encuentra paralelo en GRB 221009A, el llamado Brightest Of All Time o BOAT, que fue observado en 2022.
Sin embargo, los autores advierten de que esta estimación es un límite inferior, ya que parte de la emisión, detectada por el satélite chino Einstein Probe el día anterior, no ha podido cuantificarse del todo.
Una galaxia anfitriona masiva, polvorienta y sorprendente
El entorno del estallido es tan extraordinario como la propia explosión. El James Webb reveló que el GRB 250702B se originó en una galaxia enorme, masiva y extremadamente polvorienta, con una masa estelar equivalente a 400.000 millones de soles y una tasa de formación estelar cercana a las cien masas solares por año.
Se trata pues de un tipo de galaxia anfitriona inusual para un GRB, ya que estos suelen aparecer en sistemas jóvenes, compactos y pobres en metales. Esta, en cambio, es una galaxia vieja y evolucionada, con una población estelar principal de unos 5.000 millones de años y un componente más joven que representa apenas un 5 % del total.
El espectro muestra además una fuerte absorción debida al monóxido de carbono (CO) y al agua (H₂O), señales de abundante polvo interestelar y de atmósferas estelares frías. La cantidad de polvo es tal que el brillo del evento se vio atenuado por más de cinco magnitudes en el visible, lo que explica por qué no se ha detectado ninguna supernova asociada: si la hubo, la habría ocultado el velo de polvo galáctico.
El punto naranja que se ve en el centro de esta imagen es el estallido de rayos gamma GRB 250702B, que fue detectado por primera vez por telescopios de alta energía. La imagen que se muestra aquí fue tomada el 3 de julio con la cámara infrarroja HAWK-I del VLT de Chile. Cortesía: ESO/A. Levan, A. Martin-Carrillo et al.
¿Colapso estelar o agujero negro voraz?
Con los datos del James Webb y del VLT (Very Large Telescope) de Chile, el equipo modeló el resplandor posterior del estallido. Los resultados apuntan a un chorro extremadamente estrecho, con una apertura de solo medio grado, y una energía cinética equivalente a 8 × 10⁵⁴ ergios si se asume una emisión isotrópica.
Corregido por el ángulo del haz, el valor real ronda los 3 × 10⁵⁰ ergios, similar al de los GRB clásicos. La rareza del evento, sin embargo, radica en la combinación de una enorme energía aparente y una estrechísimo chorro: una alineación casi perfecta hacia la Tierra que lo hizo parecer colosal.
Los investigadores buscaron también señales de una supernova tipo Ic-BL, el sello típico de un colapso estelar. Utilizando como referencia el caso de SN 2023lcr, una supernova del mismo tipo observada también con el james Webb, no hallaron rastro de una explosión luminosa. En el escenario de baja extinción, el equipo pudo descartar una supernova tan brillante como SN 2023lcr; pero en el más realista, con extinción alta, no es posible excluirla. «No hay evidencia de una supernova visible, pero tampoco pruebas de su ausencia», resumen los autores.
La alternativa del evento de disrupción por un agujero negro intermedio (IMBH) sigue sobre la mesa, aunque se debilita ante varios indicios: la posición del estallido está desplazada del centro galáctico, la luminosidad del chorro excede con creces la esperada para un TDE no relativista, y el espectro carece de la firma térmica típica de estos fenómenos. Si fue un TDE, debió de implicar un agujero negro de no más de un millón de masas solares y un chorro relativista dirigido hacia la Tierra.
El evento más raro en millones de años
La enorme energía y la lejanía de GRB 250702B lo convierten en un fenómeno extremadamente raro. Según las estimaciones del equipo, si se asume que Fermi ha observado uno solo en 16 años de funcionamiento, la frecuencia de sucesos semejantes es unas mil veces menor que la de los GRB comunes y más de cien mil veces inferior a la de las supernovas corrientes.
Dicho de otro modo, en todo el cielo solo ocurre un GRB como este cada varios milenios, aunque el número real podría ser algo mayor si la mayoría se producen fuera de nuestro cono de observación.
El James Webb abre una nueva era para los estallidos cósmicos extremos
Más allá de las cifras récord, GRB 250702B ofrece una oportunidad única para entender los mecanismos de las explosiones cósmicas más extremas. La combinación de energía descomunal, entorno polvoriento y repetición de los destellos apunta a procesos más complejos que el colapso de una estrella aislada.
Algunos modelos sugieren la fusión de una estrella masiva con un agujero negro o una binaria compacta en un entorno denso, capaz de alimentar el chorro durante horas y de producir múltiples episodios de emisión. Otros especulan con una estructura de chorro segmentada o precesante, que podría explicar la triple llamarada observada por Fermi.
Lo que sí parece claro es que el ambiente galáctico tuvo un papel decisivo. La galaxia anfitriona, al ser grande, rica en polvo y metales, crea condiciones distintas a las de las galaxias jóvenes donde suelen nacer los GRB. «El entorno podría ser la clave: quizá ciertas condiciones de densidad y composición permitan alimentar chorros más duraderos y potentes», sugiere el artículo, publicado en el archivo on line para las prepublicaciones de artículos científicos arXiv.
Imágenes del entorno galáctico donde se produjo GRB 250702B, observadas con el VLT y el Hubble entre julio y agosto de 2025. El análisis espectral no muestra indicios de una supernova asociada, incluso en condiciones de baja extinción, lo que refuerza la singularidad del estallido más energético jamás detectado. Cortesía: Andrew Levan et al.
Una ventana al pasado cósmico
Observar GRB 250702B equivale a retroceder más de 7.000 millones de años, cuando el Universo tenía poco más de la mitad de su edad actual. En aquella época, las galaxias masivas como la que hospedó el estallido estaban en pleno auge formador de estrellas, y los agujeros negros intermedios aún eran objetos elusivos.
Por eso, el hallazgo no solo habla del poder destructivo de un único evento, sino también de las condiciones del cosmos en una era remota.
El equipo planea nuevas observaciones con el James Webb para buscar restos de luz transitoria o cambios en las líneas de emisión que puedan delatar la naturaleza final del progenitor. Mientras tanto, GRB 250702B se erige como un hito: un estallido tan brillante y energético que, de haberse producido en la Vía Láctea, habría eclipsado al Sol durante segundos.
Un nuevo límite para la astrofísica moderna
En su conclusión, los autores son prudentes: «GRB 250702B pone a prueba los límites de nuestros modelos. Su energía roza los márgenes de lo físicamente posible para un colapso estelar, pero no los sobrepasa. Si es un GRB clásico, es uno de cada mil; si es un fenómeno nuevo, es el primero que vemos».
Sea cual sea su origen, este evento marca un antes y un después en la exploración del cosmos extremo. El telescopio espacial James Webb, concebido para mirar las primeras galaxias del universo, se ha convertido también en el testigo de sus explosiones más feroces.
Cada línea de su espectro, cada traza de hidrógeno o de polvo, revela no solo el fin de una estrella lejana, sino la persistente capacidad del cosmos para sorprendernos.▪️
Fuente: Andrew Levan et al. JWST Spectroscopy of GRB 250702B: An Extremely Rare and Exceptionally Energetic Burst in a Dusty, Massive Galaxy at z=1.036. arXiv (2025). DOI: https://doi.org/10.48550/arXiv.2509.22778