Trasplante de microbiota fecal: cómo el intestino puede ayudar a tratar la depresión y el síndrome del intestino irritable
La ciencia confirma que el cerebro no está solo en la lucha contra la depresión: el intestino y sus bacterias también tienen algo que decir. Un nuevo estudio revela que trasplantar microbiota fecal puede mejorar el ánimo y la salud digestiva.
Por Enrique Coperías
Muestra de microbiota fecal lista para su trasplante, un procedimiento que busca restaurar el equilibrio intestinal. Cortesía: Simon Mark Dahl Jørgensen / GP Medical Devices
En los últimos años, la ciencia ha ido confirmando algo que parecía impensable hace una década: que en las entrañas puede residir una parte del equilibrio mental. Las bacterias intestinales que habitan en el intestino —decenas de billones de microorganismos que conforman la llamada microbiota intestinal— mantienen una comunicación constante con el cerebro. Este diálogo, conocido como eje intestino-cerebro, influye en el estado de ánimo, el estrés e incluso en trastornos como la depresión y la ansiedad.
Ahora, un nuevo metaanálisis científico publicado en la revista Frontiers in Psychiatry refuerza la idea de que restaurar la microbiota intestinal puede mejorar los síntomas depresivos, sobre todo en personas con síndrome del intestino irritable (SII). La herramienta es el trasplante de microbiota fecal (FMT, por sus siglas en inglés), un procedimiento que consiste en transferir microorganismos intestinales de un donante sano a un paciente, generalmente mediante cápsulas fecales o por vía endoscópica.
El estudio, firmado por investigadores del Hospital Provincial de Medicina China de Jiangsu, sintetiza los resultados de doce ensayos clínicos aleatorizados realizados en varios países entre los años 2019 y 2024. En total, analizaron los datos de 681 participantes, de los cuales 347 recibieron FMT y 334 formaron parte de grupos control. La conclusión es clara: el trasplante fecal reduce de forma significativa los síntomas depresivos, con efectos más pronunciados en el corto y medio plazo y en quienes padecen alteraciones digestivas crónicas.
Del intestino al cerebro: cómo funciona el eje microbiota-cerebro
La investigación parte de una premisa que cada vez cuenta con más respaldo: la depresión no es solo una cuestión de neurotransmisores o de factores psicológicos, sino también de inflamación y desequilibrios metabólicos en los que el intestino desempeña un papel clave.
La microbiota intestinal produce sustancias bioactivas, como los ácidos grasos de cadena corta, el triptófano y el butirato, que actúan sobre el sistema nervioso central. Cuando esa flora se altera, ya sea por la dieta, el estrés, los antibióticos u otra razón, se modifican esas señales, lo que puede afectar a los circuitos cerebrales del placer, la motivación y la respuesta al estrés.
Diversos estudios en animales ya habían mostrado que trasplantar microbiota de personas con depresión a ratones podía inducir comportamientos depresivos, mientras que la microbiota de individuos sanos lograba el efecto contrario. El nuevo metaanálisis internacional confirma que algo similar parece suceder en humanos.
Evidencia científica: una docena de ensayos clínicos bajo la lupa
Los autores del estudio, con Yueyue Guo al frente, siguieron los criterios PRISMA para revisiones sistemáticas y buscaron en bases de datos como PubMed, Embase y Cochrane Library. Solo incluyeron ensayos clínicos aleatorizados, la forma más rigurosa de evaluar una intervención médica.
Los estudios recopilados abarcaban distintas patologías, desde pacientes con síndrome del intestino irritable y colitis ulcerosa hasta enfermedad de Parkinson, fibromialgia eo incluso depresión mayor. En todos ellos se evaluaron los cambios en la sintomatología depresiva tras recibir trasplantes de microbiota fecal o, en su lugar, un placebo.
El resultado combinado mostró una mejora significativa de los síntomas, con una reducción notable en las escalas clínicas de depresión. Incluso al realizar análisis de sensibilidad —excluyendo los estudios más pequeños o con metodologías atípicas—, el efecto seguía siendo significativo.
Los beneficios, sin embargo, no fueron permanentes: las mejoras se concentraron en los tres primeros meses posteriores al tratamiento y tendían a disminuir a los seis meses.
Vías de administración: cápsulas o trasplante directo
El metaanálisis también comparó las diferentes vías de administración del trasplante fecal. Las más comunes son las cápsulas orales, las infusiones por colonoscopia o los enemas de microbiota. Todas ellas se mostraron eficaces, pero los métodos que introducen directamente la microbiota en el intestino grueso, tanto por colonoscopia como enema, produjeron efectos más potentes.
La explicación puede ser simple: el colon es el hábitat natural de la microbiota intestinal y recibir directamente las bacterias allí facilita su colonización bacteriana. Las cápsulas, en cambio, deben sobrevivir al ácido gástrico y otras barreras del tubo digestivo.
Pese a esa diferencia, las cápsulas presentan ventajas prácticas: son menos invasivas, mejor toleradas y permiten repetir el tratamiento con mayor facilidad. «Su conveniencia y seguridad hacen que sean candidatas ideales para terapias de mantenimiento con microbiota fecal», señalan los autores.
Las vías más comunes del trasplante de microbiota fecal son las cápsulas orales, las infusiones por colonoscopia y los enemas. Los métodos que introducen directamente la microbiota en el intestino grueso mostraron los efectos más potentes. Cortesía: Cary Gastro
Una mayor eficacia en pacientes con intestino irritable
Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es que los mayores beneficios se observan en personas con síndrome del intestino irritable (SII), una enfermedad que combina dolor abdominal crónico, distensión y alteraciones del tránsito intestinal con una elevada frecuencia de síntomas depresivos o ansiosos.
En este grupo, el FMT redujo de manera significativa las puntuaciones de depresión, más que en pacientes con enfermedades neurológicas o psiquiátricas. Esto refuerza la idea de que el SII es un trastorno del eje intestino-cerebro y que restaurar el equilibrio microbiano intestinal puede mejorar tanto el bienestar digestivo como el emocional.
«Las personas con SII presentan una disbiosis intestinal muy marcada y una permeabilidad aumentada del intestino, lo que facilita procesos inflamatorios sistémicos asociados a la depresión», explican los investigadores. Reequilibrar la flora intestinal podría, por tanto, tener un doble efecto terapéutico.
Una terapia prometedora, pero aún experimental
Aunque los resultados son alentadores, los autores advierten de que la calidad de la evidencia científica sigue siendo baja o muy baja, según el sistema GRADE, debido a la heterogeneidad de los estudios y al tamaño reducido de muchos de ellos.
Solo uno de los ensayos incluidos se centró exclusivamente en pacientes con depresión mayor diagnosticada; en la mayoría, la depresión era un síntoma secundario de otra enfermedad. Además, los protocolos de trasplante de microbiota —cantidad de dosis, tipo de donante, preparación intestinal— variaban mucho entre los estudios, lo que dificulta extraer conclusiones definitivas.
Tampoco se sabe con certeza qué tipo de microbiota es más eficaz ni cuánto tiempo persiste el cambio en el intestino del receptor. Algunos trabajos indican que los efectos desaparecen con el tiempo si no se repite el procedimiento o si la dieta y el estilo de vida del paciente no favorecen el mantenimiento de las bacterias trasplantadas.
Mecanismos posibles de cómo el intestino puede modular el ánimo
Las hipótesis que tratan de explicar el efecto del trasplante de microbiota fecal sobre el estado de ánimo giran en torno a tres mecanismos principales:
1️⃣ Reducción de la inflamación intestinal y sistémica: ciertas bacterias intestinales producen sustancias antiinflamatorias que pueden disminuir la activación del sistema inmunitario, implicada en la depresión.
2️⃣ Producción de neurotransmisores: el 90 % de la serotonina del cuerpo se genera en el intestino. Restaurar la microbiota intestinal puede normalizar la síntesis de serotonina, GABA o dopamina.
3️⃣ Comunicación nerviosa directa: el nervio vago transmite señales desde el intestino al cerebro. Al mejorar el ecosistema intestinal, se modula esta vía, reduciendo la ansiedad y mejorando el ánimo.
Los estudios con imágenes cerebrales y metabolómica apuntan a que el FMT puede modificar no solo la flora intestinal, sino también los perfiles de metabolitos en sangre y la actividad cerebral en áreas relacionadas con la emoción.
Si se confirman los resultados, el trasplante de microbiota fecal podría complementar los tratamientos antidepresivos y psicológicos, aunque los expertos advierten de que no sustituye las terapias convencionales. Foto: Yuris Alhumaydy
Retos futuros: eficacia a largo plazo y seguridad
Pese al creciente entusiasmo, el trasplante de microbiota fecal sigue siendo una terapia experimental fuera del tratamiento de infecciones por Clostridioides difficile, para las que ya cuenta con aprobación en algunos países.
Los investigadores chinos subrayan la necesidad de ensayos clínicos más amplios y prolongados, con protocolos estandarizados. «Faltan estudios bien diseñados que incluyan únicamente a pacientes con depresión clínica y que sigan los efectos del tratamiento durante un año o más», escriben.
Otro aspecto pendiente es el de la seguridad a largo plazo del trasplante fecal. Aunque los ensayos revisados no reportaron efectos adversos graves, el procedimiento implica introducir microorganismos vivos en el organismo y requiere una selección rigurosa de donantes. La comunidad científica reclama bancos de microbiota controlados y normas internacionales de calidad que garanticen su seguridad.
Hacia una nueva frontera entre el cuerpo y la mente
El estudio de Guo y colegas se suma a una corriente de investigación que está transformando la comprensión de la salud mental. Lo que hasta hace poco se consideraba un terreno exclusivo de la neuroquímica y la psicoterapia empieza a verse también como un problema de ecología interna.
Si los resultados se confirman, el trasplante de microbiota fecal podría convertirse en una herramienta complementaria a los tratamientos antidepresivos y psicológicos, especialmente en personas con comorbilidad digestiva. Pero los expertos insisten en que no es una panacea ni sustituye a las terapias convencionales.
Como escribió el neurólogo Michael Gershon, pionero del concepto de segundo cerebro, el intestino «piensa a su manera». Y quizá entender ese pensamiento bacteriano sea una de las claves del bienestar mental del futuro.
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Fuente: Zhang X., Li Y., Guo Y., Sun J., Yang Y. Clinical efficacy of fecal microbiota transplantation in alleviating depressive symptoms: a meta-analysis of randomized trials. Frontiers in Psychiatry (2025). DOI: https://doi.org/10.3389/fpsyt.2025.1656969

