El origen del «Homo sapiens» en el sur de África: así reescriben la evolución humana los nuevos genomas antiguos
Nuevos análisis de ADN ancestrales revelan que los primeros Homo sapiens evolucionaron durante cientos de miles de años en el sur de África, en un linaje aislado y extraordinariamente diverso. Sus variantes genéticas y culturales podrían modificar de manera sustancial el actual mapa de la evolución humana.
Por Enrique Coperías
Mandíbula de una mujer que vivió hace unos 7.900 años hallada en el yacimiento sudafricano de Matjes River Rock Shelter. La pieza forma parte de la colección del Museo de Bloemfontein, en Sudáfrica. Cortesía: Mattias Jakobsson.
Durante décadas, el relato dominante situaba el origen y la evolución temprana de Homo sapiens en el este del continente africano. El sur aparecía como un territorio secundario, habitado por grupos que habrían recibido la llegada de poblaciones modernas relativamente tarde, quizá hace unos 50.000 años.
Un nuevo estudio publicado en la revista Nature viene ahora a cuestionar profundamente esa narrativa. Y lo hace desde el terreno más sólido posible: el de los genomas antiguos.
Un equipo internacional liderado por genetistas de la Universidad de Uppsala, en Suecia, y arqueólogos cognitivos de la Universidad de Johannesburgo, en Sudáfrica, ha analizado el ADN de veintiocho individuos que vivieron en el sur de África entre hace 10.200 y 150 años. Se trata de uno de los mayores conjuntos de ADN antiguo de cazadores-recolectores africanos jamás secuenciado.
Sus resultados dibujan un escenario radicalmente distinto del dibujado hasta ahora: los pobladores del extremo meridional del continente no solo pertenecían plenamente a la especie Homo sapiens, sino que guardaban una historia evolutiva propia, prolongada y distintiva, que contribuyó de forma decisiva a configurar lo que hoy somos como especie.
🗣️ «Ahora podemos demostrar que el Homo sapiens ha existido y evolucionado en el sur de África durante mucho tiempo. Esta zona ha desempeñado un papel importante en la evolución humana, quizá el más importante de todos”, afirma Mattias Jakobsson, genetista de Uppsala y autor principal del estudio.
Un linaje «sapiens» aislado durante más de 200.000 años
Comparar los genomas de estos antiguos cazadores-recolectores con los de poblaciones modernas y de otras regiones del planeta permitió reconstruir su historia demográfica con una resolución sin precedentes. Las conclusiones sorprenden incluso a los científicos que llevan años estudiando el origen de nuestra especie.
En palabras de Jakobsson, «este grupo parece haber estado genéticamente separado durante al menos 200.000 años. Solo relativamente tarde, alrededor de hace unos 1.400 años, vemos rastros claros de flujo genético procedente del este y del oeste de África».
Hasta ese momento, los habitantes del sur vivieron en una relativa autonomía genética, sin mezclas significativas con otras poblaciones africanas.
Sin embargo, el aislamiento no fue total en sentido inverso. El análisis revela que, durante periodos climáticamente favorables, grupos procedentes del sur se desplazaron hacia el norte. Hace unos 8.000 años, por ejemplo, aparece material genético característico del sur en individuos hallados en el actual Malawi. Las migraciones, aunque puntuales y en grupos reducidos, pudieron repetirse a lo largo de milenios.
Helena Malmström, investigadora del Departamento de Biología Organísmica de la Universidad de Uppsala, toma muestras en la estación de investigación de Florisbad. Para ello, se sirve de un laboratorio móvil estéril. Cortesía: Alexandra Coutinho.
La arqueología confirma la continuidad: cambios culturales sin sustitución de población
Esta estabilidad demográfica aclara un misterio arqueológico: cómo podían cambiar las tecnologías sin que cambiasen las poblaciones. En el yacimiento sudafricano de Matjes River Rock Shelter, un refugio rocoso de la costa sudafricana, se han documentado cinco niveles culturales entre hace 10.000 y 1.500 años.
Las herramientas evolucionan, las técnicas se transforman, pero los individuos siguen siendo genéticamente casi idénticos.
🗣️ «No hay evidencias de migración o reemplazo de población —señala Jakobsson—. Esto difiere de la imagen que tenemos en Europa, donde los cambios culturales suelen coincidir con la entrada de nuevos grupos humanos».
Variantes genéticas únicas: riñón, cerebro, piel y sistema inmune
Uno de los aspectos más revolucionarios de la investigación publicada en Nature es la identificación de variantes genéticas propias del Homo sapiens, imposibles de encontrar en los neandertales, los denisovanos o primates como chimpancés y gorilas. Los investigadores encontraron 79 variantes funcionales exclusivas de nuestra especie, conservadas tanto en los humanos antiguos del sur como en todos los sapiens actuales.
🗣️ «Los genomas prehistóricos del sur de África son invaluables, porque conservan un gran número de variantes que se han perdido en otros grupos —explica Jakobsson. Y continúa—: Una forma de verlo es que esta población prehistórica contiene la mitad de toda la variación genética humana, mientras que el resto del mundo contiene la otra mitad».
Entre estas variantes, destacan siete relacionadas con funciones renales. El hallazgo fue inesperado, pues los científicos anticipaban en primer lugar adaptaciones inmunológicas o cognitivas. Jakobsson propone una hipótesis sugerente: «Es posible que estos cambios en genes que afectan a la morfología y la función del riñón dieran a nuestros antepasados propiedades únicas para regular el equilibrio de líquidos, aumentando así su capacidad de refrigeración y su resistencia, propiedades de las que carecían los neandertales y los denisovanos».
👉 Más del 40% de las variantes afectan al cerebro
El estudio también identifica variantes genéticas implicadas en el crecimiento neuronal, la arquitectura del cerebro y distintas capacidades cognitivas. Más del 40% de las adaptaciones específicas del Homo sapiens encontradas en estos individuos están vinculadas a neuronas y funciones cerebrales complejas, e incluyen genes relacionados con la atención.
🗣️ «Uno de los resultados más significativos del estudio es que el pensamiento complejo y los comportamientos tecnológicos, como la fabricación de adhesivos compuestos o la caza con arco, observados en los registros arqueológicos del sur de África desde hace unos 100 000 años, se originaron localmente y probablemente se extendieron hacia el norte con los genes de los cazadores-recolectores locales desde hace unos 70.000 años», dice Marlize Lombard, coautora del trabajo y arqueóloga del Instituto de Investigación Paleolítica, en la Universidad de Johannesburgo.
A estas adaptaciones se suman variantes presentes únicamente en los antiguos pobladores del sur, no en todos los Homo sapiens, relacionadas con la protección frente a la radiación ultravioleta, la pigmentación de la piel y ciertas enfermedades cutáneas. Las ecologías abiertas y con escasa sombra del extremo sur africano habrían favorecido este tipo de evolución diferencial.
Helena Malmström, Carina Schlebusch y Mattias Jakobsson examinan un fragmento de costilla de la mujer del río Riet (Sudáfrica) destinado a la datación por radiocarbono, que reveló que vivió hace unos 1.800 años. Crédito: Mikael Wallerstedt.
Los descendientes actuales de los primeros «Homo sapiens»
Aunque los individuos analizados vivieron entre hace 10.200 y 150 años, sus huellas genéticas atraviesan el presente. Poblaciones como los ju/’hoansi, en Namibia y Botsuana, y los karretjie Mense de Sudáfrica, conservan cerca del 80% del material genético de aquellos cazadores-recolectores. Lo mismo ocurre con parte de la población coloured —bruinmense o mulata— de Sudáfrica e incluso, en menor medida, con algunos sudafricanos de ascendencia europea cuyos ancestros se establecieron en el Cabo en el siglo XVII.
El ADN mitocondrial muestra que muchos de estos antiguos individuos pertenecían al haplogrupo L0d, una línea genética que pasa exclusivamente de madres a hijos. Este linaje, que todavía se encuentra en varias comunidades san actuales, es uno de los más antiguos conocidos dentro de todos los humanos modernos.
Este hecho desmiente otra de las hipótesis clásicas: que los actuales pueblos khoe-san descenderían de una población antiguamente extendida por buena parte del continente. La genética muestra una historia diferente: una población grande, estable y aislada en la región al sur del Limpopo durante milenios.
Para Carina Schlebusch, coautora del estudio y genetista del Departamento de Biología de Organismos, en la Universidad de Uppsala, el avance metodológico es tan importante como las propias conclusiones: «lo que más me entusiasma es que estos genomas ofrecen una visión no mezclada de la historia temprana del sur de África. Con cada vez más genomas antiguos de alta cobertura, estamos empezando, por primera vez, a obtener información a nivel poblacional. Esto nos proporciona una base mucho más clara para entender cómo evolucionaron los humanos modernos en África».
Hacia un nuevo mapa de la evolución humana
La antigua población del sur de África aparece así como uno de los primeros grupos en separarse del tronco común de Homo sapiens, quizá hace 300.000 años. Su prolongado aislamiento, su abundante diversidad genética y la presencia de adaptaciones clave para nuestra especie le confieren un papel central en la comprensión de la evolución humana.
Jakobsson lo sintetiza con contundencia: «Estos genomas antiguos nos dicen que el sur de África desempeñó un papel crucial en la trayectoria humana, quizá el papel clave».
La investigación no pretende eliminar el rol de otras regiones africanas en la historia de nuestra especie: la evidencia fósil, cultural y genética sigue señalando múltiples focos de innovación y diversidad. Pero sí pone de manifiesto que, detrás de la compleja red de migraciones y mezclas que caracteriza a África en los últimos milenios, se esconde un linaje profundamente antiguo cuyos rastros perviven hasta hoy.
Como reconocen los propios autores, aún queda mucho por descubrir. La enorme variedad genética de poblaciones de cazadores-recolectores africanos —muchas sin estudiar— podría contener claves todavía invisibles. Y lo mismo cabe decir de grupos indígenas de regiones remotas del planeta cuyas historias genómicas han sido poco exploradas.
Pero una cosa parece ya indiscutible: en el sur de África, entre sabanas abiertas y refugios rocosos, pequeños grupos de humanos modernos no sólo sobrevivieron durante cientos de miles de años, sino que moldearon algunos de los rasgos que hoy definen a Homo sapiens. Nuestra historia, al parecer, empezó allí mucho antes de lo que creíamos. ▪️
Información facilitada por la Universidad de Johannesburgo y la Universidad de Uppsala
Fuente: Jakobsson, M., Bernhardsson, C., McKenna, J. et al. Homo sapiens-specific evolution unveiled by ancient southern African genomes. Nature (2025). DOI: https://doi.org/10.1038/s41586-025-09811-4

