Gemini Sur celebra sus 25 años con una imagen inédita de la nebulosa de la Mariposa
Las alas incandescentes de la nebulosa de la Mariposa vuelven a desplegarse, esta vez con una nitidez nunca vista gracias al telescopio Gemini Sur. La espectacular imagen conmemora los veinticinco años de un observatorio que ha transformado nuestra mirada al cosmos.
Por Enrique Coperías
Una nueva imagen de la nebulosa NGC 6302, captada por el telescopio Gemini Sur tras una votación de estudiantes chilenos para celebrar los veinticinco años del Observatorio Internacional Gemini, revela la silueta ondulante de esta mariposa cósmica. Cortesía: International Gemini Observatory/NOIRLab/NSF/AURA
Las alas incandescentes de la nebulosa de la Mariposa (NGC 6302) se abren paso en la oscuridad del cielo austral como dos chorros de fuego cósmico. La nueva imagen, tomada con un detalle sin precedentes por el telescopio Gemini Sur, ubicado en Cerro Pachón (Chile), celebra los veinticinco años de operaciones científicas del Observatorio Internacional Gemini, un hito marcado por su Primera Luz en noviembre del año 2000. P
ara la conmemoración, estudiantes chilenos eligieron este objeto celeste por su espectacularidad y por el simbolismo de su metamorfosis estelar.
«Es una imagen que resume lo que ha sido Gemini en este cuarto de siglo: precisión, profundidad y una ventana privilegiada al cielo austral —afirma Laura Ferreyra, astrónoma del NOIRLab (National Optical-Infrared Astronomy Research Laboratory), el laboratorio estadounidense que gestiona los principales observatorios ópticos e infrarrojos de acceso público, como el Gemini Norte y Sur, el CTIO, el Kitt Peak y varios proyectos de grandes encuestas astronómicas. Y añade—: Capturar la compleja dinámica del gas en la nebulosa requiere una combinación de sensibilidad y resolución que muy pocos telescopios terrestres pueden ofrecer”.
Qué es la nebulosa de la Mariposa y por qué es tan llamativa
La nebulosa NGC 6302 está situada a entre los 2.500 y 3.800 años luz en la constelación de Escorpión. Se trata de una nebulosa planetaria bipolar, una estructura gaseosa que se forma cuando una estrella envejece y expulsa sus capas externas.
Su aspecto alado, muy diferente al de las nebulosas planetarias redondeadas que dieron origen al término, la ha convertido en un objeto emblemático tanto para astrónomos como para divulgadores.
Su historia observacional es compleja. Aunque suele atribuirse su descubrimiento al astrónomo estadounidense Edward E. Barnard en 1907, el escocés James Dunlop podría haberla registrado ya en 1826. A lo largo del tiempo ha recibido diversos nombres: nebulosa de la Mariposa, nebulosa del Insecto o Caldwell 69.
El dramático final de una estrella gigante: origen de sus «alas»
La estructura de NGC 6302 es el resultado de un final estelar particularmente violento. «La estrella que dio origen a la nebulosa vivió una vejez muy turbulenta», explica Esteban Rojas, astrofísico de la Universidad de Chile.
Antes de colapsar en una enana blanca, la estrella atravesó su fase de gigante roja, alcanzando un diámetro mil veces mayor que el del Sol. Durante este proceso expulsó enormes cantidades de gas. Parte del material se desplazó lentamente hacia el ecuador, formando una banda densa y oscura en forma de dona que aún divide visualmente la nebulosa. El resto del gas salió de manera perpendicular, dando forma a la estructura bipolar que caracteriza sus icónicas alas.
Ya en su etapa final, la estrella emitió una ráfaga de viento estelar que viajó a más de tres millones de kilómetros por hora, atravesando las alas y esculpiendo texturas onduladas mediante la interacción entre gas rápido y gas más lento.
Una de las estrellas más calientes conocidas en la Vía Láctea
En 2009, la cámara WFC3 del telescopio espacial Hubble permitió identificar al remanente central: una enana blanca con dos tercios de la masa solar y una temperatura superficial superior a los 250.000 °C.
«Es una de las estrellas más calientes que conocemos en la galaxia —comenta Marta Villalobos, investigadora del Instituto de Astrofísica de Canarias. Y añade—: Esa radiación extrema ioniza el gas de la nebulosa, lo hace brillar y revela su composición química en diferentes colores».
En la nueva imagen de Gemini Sur, el hidrógeno ionizado se muestra en rojo, mientras que el azul resalta regiones ricas en oxígeno energizado. El análisis espectral también revela la presencia de nitrógeno, hierro y azufre, elementos fundamentales para la futura formación de nuevas estrellas y planetas.
«La muerte de una estrella de este tipo —añade Villalobos— es también una siembra cósmica: las nebulosas planetarias dispersan al espacio los ingredientes para la próxima generación de sistemas solares».
Un legado científico y visual: el Programa del Legado de Imágenes de NOIRLab
La observación de la nebulosa de la Mariposa forma parte del Programa del Legado de Imágenes del NOIRLab, heredero del proyecto iniciado por Gemini en 2002. Su objetivo es capturar imágenes de alta calidad en color realista utilizando tiempo de observación dedicado especialmente a divulgación y ciencia abierta.
Este tipo de nebulosas planetarias tiene una vida corta: apenas unos miles de años, un “parpadeo” en la escala cósmica. Precisamente por eso, la imagen de NGC 6302 se convierte en un símbolo del paso del tiempo en el Universo y, a la vez, del impacto sostenido del observatorio.
«Es una ironía preciosa —reflexiona Ferreyra. Y concluye—: Elegimos la Mariposa para celebrar los veinticinco años de Gemini, y ella misma es un destello efímero en plena metamorfosis. Pero ese destello, igual que el trabajo del observatorio, deja un legado que perdurará en lo que venga después». ▪️
Información facilitada por el NOIRLab

