¿Qué comían realmente los neandertales? Nuevas evidencias sugieren que los gusanos fueron clave en su dieta
Los antropólogos han afirmado que los neandertales ingerían una gran cantidad de carne basándose en estudios de las proporciones de isótopos presentes en sus huesos fósiles, pero la explicación podría ser, en cambio, ¡una dieta rica en larvas de mosca y otros insectos!
Por Enrique Coperías
Recreación artística de una familia de neandertales comiendo carne putrefacta con larvas de mosca. Una fuente de proteínas animales. Imagen generada con DALL-E
La ciencia ha descrito habitualmente a los neandertales como voraces depredadores situados en lo más alto de la cadena trófica, incluso por encima de los grandes carnívoros, como los leones y los lobos.
Esa imagen se sustentaba en el análisis de isótopos estables de nitrógeno (δ¹⁵N) hallados en sus restos óseos, un marcador químico que crece a medida que un ser vivo se alimenta de otros más abajo en la pirámide alimenticia. Recordemos que el δ¹⁵N —o proporción isotópica de nitrógeno— es una medida del contenido relativo de nitrógeno-15 frente al nitrógeno-14 en un tejido biológico. Cuanto más nitrógeno-15 hay en la muestra, más carnívoro se es… o eso creíamos.
Un nuevo estudio publicado en la revista Science Advances acaba de dinamitar esa narrativa. Un equipo de investigadores liderado por Melanie Beasley, de la Universidad Purdue, en Estados Unidos, propone una hipótesis provocadora: los elevados niveles de nitrógeno en los fósiles neandertales podrían deberse, al menos en parte, a la ingesta regular de carne en descomposición plagada de larvas. Sí, gusanos. Concretamente, larvas de moscas que proliferan en los restos de animales almacenados durante largos periodos de tiempo.
Pueblos indígenas que comen gusanos
La idea se basa en dos líneas de evidencia sólidas: por un lado, los análisis isotópicos realizados sobre larvas de tres familias de moscas (Calliphoridae, Piophilidae y Stratiomyidae) criadas sobre tejido humano en descomposición muestran niveles de δ¹⁵N insólitamente altos —de hasta 43,2‰, muy por encima de lo esperado para cualquier recurso alimenticio terrestre.
Por otro lado, los registros etnohistóricos abundan en ejemplos de pueblos indígenas que consumen, sin reparos, carne en avanzado estado de putrefacción e incluso gusanos vivos extraídos de ella.
El artículo parte de una observación básica: la diferencia de δ¹⁵N entre un herbívoro y su depredador suele rondar entre un 3‰ y un 5‰. Sin embargo, los restos de muchos neandertales superan con creces esa brecha, como si fueran superdepredadores. Ahora también hay muchas pruebas directas de que estos humanos extintos también comían plantas, por ejemplo, a partir de estudios de su sarro dental. Entonces ¿por qué sus niveles de nitrógeno-15 eran tan altos?
Los neandertales usaban «frigoríficos» para guardar la carne
Los antropólogos saben que los seres humanos no pueden sobrevivir únicamente con proteínas. De hecho, consumir demasiada carne magra —sin grasa— puede ser letal, una condición conocida como inanición del conejo. Una persona no puede digerir más de 300 gramos de proteína al día. Los leones, en cambio, son capaces de devorar más de dos kilos.
Por eso, los humanos cazadores-recolectores —y, probablemente, los neandertales— no comían solo músculo. Buscaban grasa, vísceras, tuétano y otras partes energéticas de los animales. También almacenaban carne, a veces sin destripar, en agujeros en el suelo, charcas heladas o entre rocas. Con el tiempo, estos frigoríficos prehistóricos se convertían en criaderos de gusanos.
«El consumo de alimentos en descomposición infestados de larvas no era una medida desesperada, sino una práctica habitual y, en ocasiones, incluso deliberada entre pueblos indígenas —explican los autores—. “No comemos el olor”, solían responder, con pragmatismo, los inuit al ser interrogados por los europeos sobre cómo podían ingerir carne apestosa».
Ya en 2017, John Speth, antropólogo de la Universidad de Míchigan, sugirió que el exceso de nitrógeno-15 podría deberse a que los neandertales almacenaban la carne y la comían más tarde en estado de putrefacción. A medida que la carne se descompone, se desprenden gases, como el amoníaco, lo que debería dar lugar a un enriquecimiento de este isótopo.
Cómo se explica los niveles muy elevados de nitrógeno-15
Por aquellas mismas fechas, Beasley había solicitando hacer una investigación en la «granja de cadáveres» del Centro de Antropología Forense de la Universidad de Tennessee, donde se estudian los cadáveres humanos a medida que se descomponen para ayudar en el análisis de la escena del crimen. Beasley y su equipo recogieron más de 380 muestras de larvas criadas sobre estos cadáveres y analizaron su contenido de nitrógeno tras semanas y meses de putrefacción. De este modo, pusieron a prueba la tesis de Speth a la vez que llevaban a cabo una investigación forense. ¿El resultado?
Las larvas mostraban niveles de δ¹⁵N que superaban en varios órdenes de magnitud a los del tejido del que se alimentaban. Incluso si se ajustan los valores para reflejar una dieta basada en herbívoros del Pleistoceno, los gusanos siguen destacando: sus niveles de nitrógeno-15 están más allá de cualquier fuente de carne terrestre o acuática conocida.
La implicación es clara: si los neandertales consumían de forma regular carne almacenada, con su inevitable fauna larval incluida, eso podría explicar sus extraordinarios niveles de nitrógeno. Los investigadores argumentan que no hace falta imaginar dietas basadas en ballenas, mamuts o pescados exóticos para justificar los datos isotópicos. Basta con mirar al suelo: los gusanos podrían haber sido una fuente de proteínas y grasas olvidada por la arqueología convencional.
Los gusanos en la carne en descomposición podrían haber sido una parte importante de la dieta paleolítica. Foto: Bernd 📷 Dittrich
Neandertales: ¿hipercarnívoros o consumidores estratégicos de grasa y proteínas?
Esta explicación no es solo bioquímicamente plausible. También es antropológicamente coherente. En muchas culturas, especialmente en latitudes frías, el almacenamiento de carne para los duros inviernos era una necesidad. Las larvas, que acumulan grasa y proteínas, eran una extensión natural de ese recurso. Se recolectaban directamente bajo las plataformas de secado, se ingerían crudas, cocidas o mezcladas con otros alimentos. Incluso hay registros de pueblos que preferían comer la carne ya invadida por gusanos por su sabor, textura o facilidad de digestión.
Por eso, los autores del estudio consideran que los neandertales no eran hipercarnívoros en el sentido estricto, sino carnívoros oportunistas con una dieta rica en grasa y en alimentos procesados —por fermentación natural, no por tecnología moderna—. La gran diferencia con los leones o los lobos no es tanto el tipo de presa, sino el tipo de consumo: los homínidos no solo cazaban, sino que almacenaban, transformaban y reaprovechaban.
El estudio también plantea una revisión crítica de los métodos arqueológicos. La mayoría de los análisis isotópicos asumen una dieta lineal y directa: si los niveles de nitrógeno son altos, la persona comía más carne. Pero no consideran otros factores como el almacenamiento, la cocción, la fermentación o la descomposición.
🐛 El papel nutricional de las larvas en la dieta paleolítica
Las larvas de mosca son sorprendentemente ricas en nutrientes:
Composición nutricional (base seca) | Larva de mosca (H. illucens) | Grillo doméstico |
---|---|---|
Proteína | 40–60% | 60–75% |
Grasa | 20–40% | 7–20% |
En épocas de escasez, como el invierno o principios de primavera, los gusanos pudieron representar una fuente crítica de grasas y proteínas fácilmente accesible para los homininos del Paleolítico.
Una nueva narrativa alimentaria para el Paleolítico
Todos estos procesos pueden alterar los valores de δ¹⁵N. En particular, la putrefacción tiende a enriquecer el tejido con nitrógeno-15, incluso antes de que los gusanos entren en escena.
A pesar de la potencia de sus hallazgos, el estudio reconoce sus limitaciones. Las condiciones experimentales en Tennessee no replican exactamente el clima y el paisaje del Paleolítico europeo. Además, no se evaluaron otros procesos como el ahumado, el secado o la mezcla con vísceras y sangre, prácticas habituales entre pueblos cazadores.
Tampoco se midió directamente la cantidad de larvas que un humano necesitaría consumir para elevar su δ¹⁵N a los niveles observados. Todo eso queda como tarea pendiente para futuras investigaciones.
Sin embargo, este trabajo marca un hito. Plantea, por primera vez con base empírica, que la clave para entender los niveles de nitrógeno en nuestros ancestros no está en el cielo, en forma de grandes presas, sino bajo la carne: en los pequeños, viscosos y nutritivos gusanos.
«Creemos que este alimento olvidado puede haber sido una fuente importante de proteínas y grasas, y que su consumo debe incorporarse a cualquier reconstrucción seria de las dietas paleolíticas», concluyen los autores.
Puede que la idea repugne al paladar moderno, pero para los neandertales —y para muchos pueblos de ayer y de hoy— los gusanos no eran desperdicio. Eran oportunidad. Energía viva. Carne reciclada. Y ahora, también, la clave para reinterpretar uno de los grandes enigmas de la prehistoria.▪️
Fuente: Melanie M. Beasley et al. Neanderthals, hypercarnivores, and maggots: Insights from stable nitrogen isotopes. Science Advances (2025). DOI:10.1126/sciadv.adt7466