Orcas contra tiburones blancos: una cacería inédita en el golfo de California
Un grupo de orcas del golfo de California, conocida como la manada Moctezuma, ha sido grabado cazando crías de tiburón blanco con precisión quirúrgica: las voltean boca arriba para inmovilizarlas y devorar su hígado. Un comportamiento nunca antes visto en México que confirma la inteligencia estratégica de estos superdepredadores.
Por Enrique Coperías
Tres orcas del golfo de California rodean a una cría de tiburón blanco, girándola boca arriba para inducir la inmovilidad tónica antes de extraer su hígado rico en energía. Este comportamiento cooperativo, documentado por investigadores mexicanos, revela la inteligencia y la especialización de estos superdepredadores marinos. Ilustración basada en las observaciones del estudio de Higuera-Rivas et al. (2025) y generada con DALL-E
En las aguas templadas del golfo de California, en México, un grupo de orcas ha sido observado protagonizando una escena que hasta hace poco parecía improbable: el ataque coordinado contra crías de tiburón blanco.
Los registros, captados por investigadores mexicanos y de otros países, aportan las primeras pruebas directas de este tipo de interacción en aguas mexicanas y apenas la segunda vez que se documenta en el mundo.
El hallazgo, publicado en la revista Frontiers in Marine Science, confirma algo que la biología marina sospechaba desde hace tiempo: las orcas no solo son los depredadores más versátiles del océano, capaces de abatir ballenas o rayas gigantes, sino también lo suficientemente inteligentes como para desarrollar estrategias especializadas frente a los mayores carnívoros del mar.
Una caza quirúrgica: cómo las orcas cazan tiburones blancos
Las imágenes aéreas y submarinas registradas por el equipo de Jesús Erick Higuera-Rivas, de las asociaciones Conexiones Terramar y Pelagios Kakunjá, revelan una conducta de caza asombrosamente precisa. Las orcas (Orcinus orca) —cinco hembras en el primer caso y un grupo mixto de cinco individuos en el segundo— acorralan a juveniles de tiburón blanco (Carcharodon carcharias) de unos dos metros de longitud, los empujan hacia la superficie y los voltean boca arriba.
Este gesto, conocido como inmovilidad tónica, induce una especie de parálisis temporal en los tiburones, un trance que les impide defenderse o nadar.
Aprovechando esos segundos cruciales, las orcas desgarran el abdomen de sus presas para extraer un único órgano: el hígado, una masa bicolor y grasienta que representa hasta un tercio del peso corporal del tiburón y constituye una fuente de energía excepcionalmente rica. «Los vídeos muestran cómo las orcas manipulan los cuerpos hasta conseguir un acceso limpio al hígado, que luego comparten entre los miembros del grupo, incluidas las crías», explica Higuera-Rivas en el artículo.
Hallazgo sin precedentes en el comportamiento de los depredadores marinos
🗣️ «Este comportamiento es una muestra de la inteligencia avanzada de las orcas, su pensamiento estratégico y su sofisticado aprendizaje social, ya que las técnicas de caza se transmiten de generación en generación dentro de sus manadas”, añade el investigador en un comunicado de Frontiers, convencido de que estos animales «podrían comerse un tiburón blanco si quisieran, en cualquier lugar donde encontraran uno».
El resto del cuerpo, aún sangrante, es abandonado a las corrientes y pronto atrae a aves marinas y lobos de mar oportunistas.
La escena recuerda a lo observado en Sudáfrica, donde un par de orcas apodadas Port y Starboard arrasaron con las poblaciones locales de tiburón blanco en 2017, lo que provocó una huida masiva de los escualos adultos y un profundo desequilibrio ecológico en la región. Pero el nuevo estudio va un paso más allá: en este caso, las víctimas son ejemplares jóvenes, mucho más pequeños y, por tanto, más vulnerables. Es la primera vez que se confirma una caza sostenida de crías de tiburón blanco por parte de orcas.
Secuencia del ataque de un grupo de orcas a un tiburón blanco juvenil (Carcharodon carcharias), registrada el 3 de agosto de 2022 en el Golfo de California. Se aprecian rasgos distintivos de la especie (indicados por flechas blancas): las amplias hendiduras branquiales, las grandes aletas pectorales con punta oscura en la parte inferior, el perfil curvado de las mandíbulas superior e inferior y, en el costado izquierdo del tiburón, parte del hígado expuesto junto al lóbulo superior de la aleta caudal. Ilustración basada en las observaciones del estudio de Higuera-Rivas et al. (2025).
Dos ataques documentados en el golfo de California
1️⃣ El primer ataque fue registrado el 15 de agosto de 2020 en el suroeste del golfo de California. Cinco orcas —cuatro hembras jóvenes y una adulta— fueron observadas durante más de diez minutos hostigando a dos tiburones juveniles. Las grabaciones muestran cómo los cetáceos se turnan para mantener al tiburón invertido, mientras el agua se tiñe de rojo.
Finalmente, una de las orcas emerge con el hígado bicolor en el hocico y lo pasa sucesivamente a sus compañeras. Incluso un lobo marino intenta aprovechar la carnicería, pero es disuadido a base de soplidos y burbujas.
2️⃣ Dos años después, casi el mismo día, el 3 de agosto de 2022, se repitió la historia en el mismo punto geográfico. Otro grupo de cinco orcas —esta vez con un macho adulto y una cría— ejecutó la misma secuencia de ataques contra un tiburón blanco de tamaño similar. Los investigadores identificaron los mismos patrones: empujones laterales, giros para inducir la inmovilidad, y extracción meticulosa del hígado.
«Este estado temporal deja al tiburón indefenso, permitiendo que las orcas extraigan su hígado, rico en nutrientes, y tal vez otros órganos también, antes de abandonar el resto del cuerpo», explica Higuera-Rivas. El resto del cuerpo fue devorado parcialmente por aves y otros depredadores menores.
Aunque no fue posible confirmar si se trataba exactamente del mismo grupo, las coincidencias temporales y espaciales sugieren una rutina o incluso una tradición de caza estacional. Los científicos han bautizado a este grupo como la manada Moctezuma, en referencia al macho adulto que ha sido avistado en otras ocasiones cazando rayas, tiburones toro e incluso tiburones ballena. Todo apunta a que se trata de un clan residente del golfo con una marcada especialización en el consumo de elasmobranquios, el grupo que engloba a tiburones y rayas.
Orcas con cultura: inteligencia social y aprendizaje intergeneracional
El comportamiento de estas orcas mexicanas encaja con un patrón más amplio que se ha observado en otros lugares del planeta: las poblaciones locales de orcas desarrollan verdaderas culturas alimentarias, que se transmiten de generación en generación, con técnicas específicas y preferencias de caza.
En el Pacífico nororiental, por ejemplo, existen tres grandes ecotipos de orcas:
✅ Las residentes, que se alimentan de salmones.
✅ Las transitorias, que cazan mamíferos marinos.
✅ Las oceánicas, que se especializan en peces y tiburones.
En Nueva Zelanda o las islas Galápagos también se han descrito grupos dedicados casi exclusivamente a cazar rayas o tiburones martillo.
En el caso del golfo de California, los autores creen que la manada Moctezuma pertenece a un ecotipo costero generalista que, con el tiempo, ha desarrollado técnicas específicas para aprovechar la abundancia local de tiburones jóvenes y rayas. De hecho, algunos de los individuos identificados en los ataques a tiburones blancos habían sido fotografiados años antes cazando rayas pigmeas y mantarrayas, a las que golpean con la cola para inmovilizarlas antes de morder la cabeza.
«La especialización que observamos sugiere un aprendizaje social complejo —explica el estudio—. Las orcas parecen adaptar sus técnicas a cada tipo de presa y enseñarlas a sus crías durante la caza». En los vídeos analizados, se aprecia cómo los adultos permiten que los juveniles manipulen partes del cuerpo del tiburón, como si se tratara de un ejercicio de entrenamiento.
El impacto del cambio climático en los tiburones blancos
La presencia de tiburones blancos jóvenes en el golfo de California también tiene una explicación ambiental. En los últimos años, el calentamiento del Pacífico nororiental y fenómenos como El Niño o la Mancha (The Blob) —una corriente de agua caliente frente a las costas de Estados Unidos descubierta en 2014— han alterado las rutas tradicionales de estos escualos.
Antes, las crías y subadultos se concentraban en zonas templadas de California y Baja California; ahora, las aguas más cálidas del golfo ofrecen condiciones óptimas para su desarrollo.
Esta redistribución ha acercado a las crías a regiones donde las orcas son residentes habituales durante todo el año, aumentando así las probabilidades de encuentro y depredación. «La expansión térmica del hábitat del tiburón blanco puede estar creando nuevas oportunidades para sus depredadores naturales», señala el artículo.
Una orca transporta sobre su cabeza a un tiburón blanco inmovilizado tras el ataque, en una escena registrada en el golfo de California. Fotografía de Marco Villegas.
Miedo en la cima de la cadena alimentaria
Los tiburones blancos adultos ya habían mostrado una asombrosa capacidad para detectar y evitar a las orcas. En Sudáfrica y California, la mera presencia de una pareja de orcas basta para provocar la huida inmediata de decenas de tiburones, un fenómeno que los científicos llaman efecto del miedo. Este mecanismo actúa como una estrategia de supervivencia que impide que las orcas diezmen a poblaciones enteras.
🗣️ «Es la primera vez que vemos a orcas atacar repetidamente a tiburones blancos juveniles —advierte el investigador Salvador Jorgensen, de la Universidad Estatal de California. Y añade—: Los tiburones adultos reaccionan con rapidez ante la presencia de orcas cazadoras: evacúan por completo sus zonas de agregación estacionales y no regresan durante meses. Pero estos escualos jóvenes pueden ser ingenuos ante las orcas. Aún no sabemos si las respuestas de huida ante depredadores son instintivas o si deben aprenderse».
Las crías, en cambio, carecen de esa memoria colectiva. «Las hembras de tiburón blanco tienden a regresar a los mismos lugares para parir, sin saber que las orcas pueden haber convertido la zona en un nuevo terreno de caza», dice Higuera-Rivas. Esa vulnerabilidad podría tener consecuencias importantes para la conservación de la especie, ya de por sí amenazada por la pesca incidental y el cambio climático. Si las orcas continúan depredando de manera regular sobre juveniles, las poblaciones locales de tiburón blanco podrían sufrir un declive significativo.
Conservación y equilibrio ecológico
Los autores piden cautela científica antes de sacar conclusiones definitivas. Por ahora, solo se han documentado dos ataques confirmados, aunque los vídeos sugieren un comportamiento repetitivo y coordinado. Los científicos proponen seguir monitorizando las zonas de crianza y estudiar si los tiburones jóvenes desarrollan con el tiempo mecanismos de evasión similares a los de los adultos.
🗣️ «Hasta ahora solo hemos observado a esta manada alimentarse de elasmobranquios. Podría haber más. Generar información sobre el extraordinario comportamiento alimentario de las orcas en esta región nos permitirá comprender dónde se encuentran sus hábitats críticos principales, para poder crear áreas protegidas y aplicar planes de manejo que mitiguen el impacto humano», concluye Francesca Pancaldi, del Instituto Politécnico Nacional – Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas.
Sea como sea, el descubrimiento añade una nueva pieza al rompecabezas ecológico de los océanos. Lejos de ser un mundo estático, el mar revela una dinámica cambiante donde los papeles de depredador y presa se redefinen constantemente.
Las orcas, con su inteligencia social y su capacidad de aprendizaje, demuestran una vez más que son mucho más que simples cazadoras: son arquitectas del miedo y del equilibrio marino. Y los tiburones blancos, pese a su fama de superdepredadores, siguen encontrando en ellas a su único y formidable enemigo natural. ▪️
Información facilitada por Frontiers
Fuente: Higuera-Rivas, J. E., Pancaldi, F., Jorgensen, S. J. y Hoyos-Padilla, E. M. Novel evidence of interaction between killer whales (Orcinus orca) and juvenile white sharks (Carcharodon carcharias) in the Gulf of California, Mexico. Frontiers in Marine Science (2025). DOI: https://doi.org/10.3389/fmars.2025.1667683

