Cómo los psicodélicos inspirados en la ayahuasca alteran la percepción del yo

Un estudio con una formulación inspirada en la ayahuasca —DMT y harmina— muestra cómo el cerebro deja de distinguir entre uno mismo y los demás.

Por Enrique Coperías

Representación psicodélica del desdibujamiento entre el yo y los otros bajo los efectos de DMT y harmina, una combinación inspirada en la ayahuasca.

Representación psicodélica del desdibujamiento entre el yo y los otros bajo los efectos de DMT y harmina, una combinación inspirada en la ayahuasca. El estudio muestra cómo esta formulación altera la percepción del propio rostro y reduce la diferenciación neural entre identidades, un posible correlato cerebral de la disolución del ego. Imagen generada con DALL-E

Durante siglos, las culturas amazónicas han recurrido a la ayahuasca o yagé —una infusión vegetal visionaria— para trascender el yo, sanar traumas y contactar con otras dimensiones de la experiencia. Se obtiene de la decocción de al menos dos plantas amazónicas: la vid de ayahuasca (Banisteriopsis caapi), rica en harmina y otros alcaloides inhibidores de la monoaminooxidasa; y las hojas de chacruna (Psychotria viridis), que contiene la sustancia psicoactiva DMT (dimetiltriptamina).

Ahora, un grupo de científicos europeos ha dado un paso más allá: aislar sus compuestos activos, combinarlos en una formulación moderna y medir en el laboratorio su efecto sobre uno de los procesos mentales más íntimos: el reconocimiento del propio rostro.

La investigación, liderada por la Universidad de Zúrich y el Hospital Universitario de Zúrich, en Suiza, y la Scuola IMT Alti Studi Lucca, en Italia, confirma que la combinación de DMT y harmina —una beta-carbolina que inhibe la enzima que desactiva la DMT— altera profundamente la manera en que el cerebro procesa las caras.

Pero no todas las caras: la consecuencia más llamativa ocurre con el propio rostro del participante. Bajo los efectos de esta ayahuasca 2.0, las diferencias neuronales entre ver una imagen propia, la de un famoso conocido o la de un desconocido se difuminan. Es como si el cerebro dejara de privilegiar la identidad personal, al menos durante unos minutos.

El experimento: EEG, rostros y ayahuasca farmacológica

La experiencia de vernos en un espejo y reconocernos como un yo es tan cotidiana que rara vez pensamos en ella. Sin embargo, desde un punto de vista neurocientífico, se trata de una operación compleja: el cerebro debe captar rasgos visuales, activar memorias personales y realizar una atribución identitaria.

Este proceso deja huellas medibles en la actividad eléctrica cerebral, especialmente en una onda conocida como P300, vinculada al procesamiento consciente y a la atención dirigida a lo propio.

En el estudio, publicado en la revista NeuroImage, treinta voluntarios sanos —todos hombres de entre 20 y 40 años y con poca experiencia previa en el consumo de psicodélicos— fueron sometidos a tres sesiones, con dos semanas de intervalo.

En cada sesión recibieron uno de tres preparados:

✅ Una combinación de DMT administrada por vía nasal y harmina por vía bucal (la formulación activa).

✅ Solo harmina (sin DMT)

✅ Un placebo.

Inmediatamente después, los investigadores registraban la actividad cerebral de los participantes con ayuda de la electroencefalografía (EEG) mientras veían imágenes de su propio rostro, de celebridades previamente reconocidas y de personas completamente desconocidas.

EEG de los efectos de la combinación del DMT y la harmina en el reconocimiento de los rostros familiares.

EEG de los efectos de la combinación del DMT y la harmina en el reconocimiento de los rostros familiares. Cortesía: Dila Suay et al.

¿Qué midieron los investigadores?

Mediante el EEG, los autores del estudio, analizaron tres componentes eléctricos del cerebro conocidos como potenciales relacionados con eventos, respuestas eléctricas del cerebro que se producen de forma consistente en el tiempo en relación con un estímulo o evento específico (por ejemplo, ver una imagen, escuchar un sonido o realizar una tarea):

La P1, que aparece aproximadamente entre 50 y 100 milisegundos después de la presentación del estímulo). Es una onda positiva que se asocia con el procesamiento sensorial inicial, la detección de la novedad del estímulo y la orientación de la atención temprana.

La N170 (~170 ms), onda negativa considera un marcador electrofisiológico precoz del procesamiento de rostros.

La P300 ( con una latencia de entre 300 y 500 milisegundos), onda positiva relacionada con la atención a información relevante para el yo.

Resultados clave: psicodélicos y reconocimiento facial

Los resultados fueron tan claros como sorprendentes. Bajo los efectos de la DMT y la harmina, el cerebro mostró una actividad amplificada en las primeras etapas del procesamiento visual, lo que se interpreta como una intensificación de la percepción sensorial. Pero en etapas más tardías, alrededor de los 300 a 500 milisegundos, algo mucho más profundo ocurría: la típica diferenciación neuronal entre el rostro propio y los ajenos desaparecía.

Este fenómeno fue específico de la combinación DMT-harmina. Ni la harmina sola ni el placebo alteraron significativamente la manera en que el cerebro distinguía entre las diferentes caras. Además, el procesamiento de rostros familiares se mantuvo estable, lo que sugiere que la disolución de fronteras del yo es selectiva.

«Lo que observamos es una reorganización del procesamiento del yo a nivel cerebral —explica Dila Suay, autora principal del estudio —. o se trata simplemente de una pérdida de identidad, sino de una redistribución de la atención y los recursos cognitivos».

Disolver el ego (y medirlo)

Uno de los conceptos clave en la investigación psicodélica contemporánea es la disolución del ego: esa sensación de perder las fronteras entre uno mismo y el mundo. Pero más allá de los testimonios, ¿cómo se traduce esta vivencia en términos neurofisiológicos?

El estudio halló que los cambios en las ondas cerebrales P300 y N170 —otra señal vinculada al reconocimiento facial— se correlacionaban con las puntuaciones subjetivas que los participantes otorgaban a su experiencia. En particular, quienes reportaban sensaciones más intensas de disolución ansiosa del yo también mostraban una reducción más marcada en la actividad relacionada con el reconocimiento del rostro propio.

En palabras de Milan Scheidegger, psiquiatra y coautor del estudio, «la disminución de la diferenciación neural entre el yo y los demás podría estar en la base de los efectos terapéuticos de los psicodélicos, al reducir el foco excesivo en uno mismo que caracteriza a trastornos como la depresión o la ansiedad social».

Un yo reorganizado

Los investigadores destacan que la alteración del reconocimiento del propio rostro no implica una pérdida total de identidad. De hecho, la actividad frontal del cerebro se mantuvo elevada durante la experiencia con DMT-harmina, lo que indica que el yo no desaparece, sino que se transforma.

Esta reorganización del yo puede ser vista como una oportunidad terapéutica. «Al flexibilizar las representaciones internas del yo, los psicodélicos pueden permitir a las personas ver su identidad desde nuevas perspectivas», señala Davide Bottari, de la Scuola IMT Alti Studi Lucca y cofirmante del estudio.

No obstante, los autores advierten de que la experiencia no siempre es placentera. En este estudio, las correlaciones más fuertes se dieron con formas ansiosas de disolución del ego, lo que refuerza la importancia del contexto terapéutico. «La disolución del ego no siempre se experimenta como algo positivo –insiste Suay—. En este estudio, las reducciones en la diferenciación cerebral entre el yo y los demás se asociaron más con sentimientos de desorientación ansiosa que con una unidad placentera».

Ayahuasca y chacruna en una olla antes del proceso de hervido con agua.

Ayahuasca y chacruna en una olla antes del proceso de hervido con agua. Sus efectos tras su consumo incluyen visiones intensas, alteraciones de la percepción del tiempo, el yo y el entorno, así como profundos estados emocionales y reflexivos.

Ayahuasca de laboratorio

Uno de los aspectos más innovadores es la formulación farmacológica empleada, según Suay. A diferencia de la tradicional ayahuasca, los investigadores administraron el DMT por vía nasal y harmina en forma de comprimido bucal. Esta vía permite un control más preciso de la dosis y un inicio de efectos más rápido, facilitando su uso en terapia psicodélica.

La combinación de estas dos moléculas no es casual: la harmina inhibe una enzima que normalmente destruye la DMT en el aparato digestivo, permitiendo así que esta actúe sobre los receptores serotoninérgicos del cerebro.

La formulación fue desarrollada por Reconnect Labs, una empresa derivada de la Universidad de Zúrich.

Un espejo para la mente

Más allá de sus aplicaciones clínicas, este trabajo abre nuevas vías para explorar cómo se construye el sentido del yo en el cerebro humano. El rostro propio puede ser una ventana privilegiada para estudiar la conciencia, la empatía y la manera en que nos distinguimos de los demás.

La idea de que los límites del yo son maleables tiene implicaciones filosóficas y sociales. En un mundo marcado por la polarización y el egocentrismo, experimentar estados en los que la separación entre uno mismo y los demás se disuelve puede tener un valor transformador.

«Entender cómo los psicodélicos reconfiguran el procesamiento del yo nos ayuda a pensar en nuevas formas de sanar y de relacionarnos», concluye Suay. ▪️

  • Fuente: Dila Suay, Helena D. Aicher, Micheal Kometer, Michael J. Mueller, Luzia Caflisch, Alexandra Hempe, Camilla P. Steinhart, Claudius Elsner, Ilhui A. Wicki, Jovin Müller, Daniel Meling, Dario A. Dornbierer, Milan Scheidegger, Davide Bottari. Ayahuasca-inspired DMT/HAR formulation reduces brain differentiation between self and other faces. NeuroImage (2025). DOI: https://doi.org/10.1016/j.neuroimage.2025.121247.

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