Los «momentos ajá» reconfiguran el cerebro y refuerzan la memoria
Un hallazgo clave en psicología cognitiva y neurociencia revela que los momentos de inspiración no solo provocan satisfacción mental: también transforman la forma en que el cerebro codifica la información y mejoran la memoria a largo plazo.
Por Enrique Coperías
El instante de la revelación: ilustración conceptual del momento ajá, cuando una idea encaja de forma repentina como la última pieza de un puzle. Según un estudio reciente de neurociencia, estos destellos eureka reorganizan la actividad cerebral y fortalecen la memoria a largo plazo.
¿Alguna vez has estado atrapado en un problema durante horas, sin avanzar, hasta que de pronto una solución aparece como por arte de magia? Esa chispa repentina, ese momento de claridad absoluta que parece emerger de la nada, es lo que conocemos como el momento ajá o efecto eureka.
Aunque todos lo hemos experimentado, la ciencia aún está desentrañando qué ocurre exactamente en el cerebro durante estos destellos creativos. Un nuevo estudio internacional, liderado por investigadores de las universidades de Humboldt y de Hamburgo, en Alemania, junto con la Universidad Duke en Estados Unidos, revela que estos momentos de revelación no son solo emocionalmente satisfactorios, sino que también reconfiguran nuestros patrones neuronales y dejan una huella duradera en la memoria.
«Si tienes una experiencia de insight —o memento ajá— al aprender algo, es casi el doble de probable que lo recuerdes —afirma Roberto Cabeza, catedrático de Psicología y Neurociencia en Duke y uno de los autores principales del estudio, que ha sido publicado en la revista Nature Communications.
En palabras de este catedrático, «hay pocos efectos sobre la memoria tan poderosos como este».
Un experimento con imágenes y cerebros en acción
Para el experimento diseñado por los investigadores se utilizó imágenes de Mooney —figuras visuales en blanco y negro difíciles de descifrar a primera vista— para provocar estos momentos de revelación. A los participantes, un grupo de 31 adultos jóvenes, se les pidió que identificaran qué objeto real se ocultaba en cada imagen mientras estaban dentro de un escáner de resonancia magnética funcional (fMRI).
Las imágenes eran deliberadamente ambiguas: siluetas abstractas que, a primera vista, daban la sensación de ser caóticas. Sin embargo, con una reorganización mental del estímulo —lo que los científicos llaman cambio representacional—, los participantes podían ver repentinamente una figura coherente: un perro, una llave, una taza... Este instante de comprensión súbita es el foco del estudio.
Después de cada intento, los voluntarios calificaban la intensidad del insight vivido y describían cómo de repentino, certero y emocionalmente positiva fue su experiencia. Cinco días más tarde, se les evaluó de nuevo, esta vez para comprobar qué imágenes y soluciones recordaban.
Más que una sensación: el cerebro cambia
Los hallazgos no dejan lugar a dudas: cuanto más fuerte era el momento eureka, mayor era la probabilidad de que el participante recordara correctamente la imagen y la solución asociada. Pero lo verdaderamente fascinante es lo que sucedía en el cerebro durante estos episodios.
«Durante estos momentos eureka, el cerebro reorganiza cómo ve la imagen», dice Maxi Becker, autora principal del estudio e investigadora postdoctoral en la Universidad de Humboldt.
Gracias a las técnicas de neuroimagen, los investigadores observaron una transformación en los patrones de actividad en la corteza occipitotemporal ventral, una región encargada del reconocimiento de patrones visuales. Cuanto más potente era el insight, mayor era la reorganización de esta actividad neuronal.
Esto sugiere que el cerebro no solo da con la solución, sino que la codifica de manera distinta, más robusta y estructurada, facilitando de este modo su almacenamiento a largo plazo. Además, se detectó un aumento de actividad en el hipocampo, una estructura esencial para la consolidación de la memoria. Esta explosión en el hipocampo ocurría justo en el momento de la revelación y estaba directamente relacionada con la intensidad del momento de revelación.
«Si experimentas un momento ajá mientras resuelves algo, tienes muchas más posibilidades de recordarlo. El insight no solo reorganiza tu percepción, también activa la maquinaria que convierte esa experiencia en un recuerdo duradero», explica Becker.
Ejemplos de rompecabezas de imagen oculta en las imágenes en blanco y negro (izquierda) usados en el experimento de este estudio sobre los momentos eureka; imágenes correspondientes del mundo rea, l a la derecha. Cortesía: Maxi Becker
Una red más eficiente
Otra de las claves del estudio fue el hallazgo de una mayor conectividad funcional entre regiones cerebrales durante estos momentos. Las áreas visuales, el hipocampo y la amígdala —vinculada a las emociones positivas— no trabajaban de forma aislada, sino que mostraban una comunicación más eficiente. Es decir, el cerebro se organizaba mejor para integrar la nueva información.
En palabras de Cabeza, «las distintas regiones cerebrales se comunican entre sí de manera más eficiente durante el insight». Este tipo de integración sugiere que el proceso de descubrimiento no es puramente racional ni emocional, sino una interacción compleja entre percepción, emoción, certeza y memoria.
Además, los investigadores encontraron que este patrón de reconfiguración cerebral y conectividad eficiente no solo era exclusivo de las tareas visuales. Los participantes que mostraban una mayor intensidad del momento eureka en la tarea de imágenes de Mooney también tendían a experimentar momentos de epifanía en otros ejercicios cognitivos, como anagramas. Esto apunta a que el insight puede ser una característica general del estilo cognitivo de una persona.
Implicaciones para la educación y el aprendizaje
Más allá del laboratorio, este estudio tiene importantes implicaciones educativas. Si estos destellos de comprensión fortalecen la memoria, ¿por qué no diseñar entornos de aprendizaje que los promuevan activamente?
«La forma en que aprendemos puede beneficiarse enormemente de fomentar estos momentos eureka —señala Cabeza—. Los entornos educativos que favorecen el descubrimiento, en lugar de la memorización mecánica, pueden mejorar significativamente la comprensión y la retención a largo plazo».
En lugar de simplemente transmitir información, el estudio sugiere que los educadores podrían enfocarse en plantear preguntas, desafíos y problemas que lleven al estudiante a reorganizar activamente su conocimiento previo. Así, cuando la solución emerge —aunque sea modesta—, se produce ese pequeño ajá que fija el aprendizaje con mayor intensidad.
«Aunque resolver un rompecabezas visual puede parecer una pequeña victoria, provoca una cascada de procesos neuronales similares a los de momentos de creatividad más complejos. Es un microcosmos del pensamiento creativo», añade Becker.
Los investigadores utilizaron IRMf para trazar un mapa de la actividad cerebral de 31 voluntarios mientras resolvían rompecabezas de imágenes ocultas. Cuanto más intenso era el momento ajá, mayor era el flujo sanguíneo hacia esas partes del cerebro. Cortesía:
Una brújula para futuras investigaciones
El estudio también abre la puerta a nuevas investigaciones sobre cómo el cerebro genera soluciones creativas. Hasta ahora, muchas teorías sobre el insight se basaban en observaciones externas o en informes subjetivos. Este trabajo aporta evidencia neurocientífica concreta, y muestra cómo el cerebro literalmente se reorganiza cuando ocurre un momento eureka.
Como siguiente paso, los investigadores quieren estudiar con mayor precisión qué ocurre en los segundos previos a la revelación: ese breve lapso donde la mente pasa de la confusión al entendimiento. Capturar esa fase intermedia podría ayudar a entender cómo se genera la chispa de inspiracion y si es posible entrenarla o provocarla deliberadamente.
«El momento ajá es clave para la creatividad. Saber cómo funciona en el cerebro no solo nos ayuda a entender cómo aprendemos y recordamos, sino también cómo podemos fomentar la innovación y el pensamiento original», señala Cabeza.
Conclusión: los «momentos ajá» dejan huella
Este estudio aporta una base científica sólida para algo que muchos docentes, psicólogos y creativos intuían: los momentos de claridad repentina son poderosos catalizadores del aprendizaje y la memoria.
No son un capricho del subconsciente, sino procesos complejos y profundamente funcionales que pueden transformarse en herramientas pedagógicas y cognitivas.
Así que la próxima vez que una idea te golpee de repente, recuerda: tu encéfalo se está reorganizando para ver mejor, sentir más intensamente y recordar para siempre. ▪️
Información facilitada por la Universidad Duke
Fuente: Maxi Becker, Tobias Sommer, Roberto Cabeza. Insight Predicts Subsequent Memory via Cortical Representational Change and Hippocampal Activity. Nature Communications (2025). DOI: 10.1038/s41467-025-59355-4