Sexo, caricias y oxitocina: cómo hacer el amor puede acelerar la cicatrización de las heridas

Un estudio en parejas jóvenes muestra que la intimidad física, desde las caricias hasta el sexo, puede acelerar la curación de heridas leves. La oxitocina, la hormona del amor, actúa como un amplificador del afecto y reduce el estrés que frena la cicatrización.

Por Enrique Coperías

El sexo no solo une a las parejas: también puede ayudar a que las heridas cicatricen más rápido. La clave está en la oxitocina y en cómo la intimidad disminuye el cortisol, la hormona que retrasa la recuperación.

El sexo no solo une a las parejas: también puede ayudar a que las heridas cicatricen más rápido. La clave está en la oxitocina y en cómo la intimidad disminuye el cortisol, la hormona que retrasa la recuperación. Foto de Cottonbro Studio

¿Puede una relación íntima y afectuosa acelerar la curación de una herida? La pregunta parece salida de un manual de autoayuda, pero un equipo internacional de psicólogos y dermatólogos ha decidido someterla a examen científico.

Su respuesta, publicada en la revista JAMA Psychiatry, deja poco espacio para el romanticismo ingenuo y mucho para la biología: sí, el sexo y el afecto parecen ayudar a que una herida sane antes, pero no por arte de magia, sino a través de un mecanismo bien conocido: la reducción del estrés y la acción moduladora de la oxitocina, la llamada hormona del amor.

El estudio reclutó a ochenta parejas jóvenes y sanas, todas ellas en relaciones estables. Suena a anécdota romántica, pero el procedimiento fue todo lo contrario: durante una visita de laboratorio, cada persona recibió cuatro pequeñas heridas controladas en el antebrazo, realizadas mediante un método dermatológico estándar que desprende una fina capa de piel.

Estas heridas, aunque superficiales, sirven como un termómetro muy fiable del estado del sistema inmunitario y de la capacidad del cuerpo para afrontar un daño cotidiano: una quemadura leve, un raspón, un corte doméstico.

Hallazgos clave: el sexo y el afecto potencian la acción de la oxitocina

Después de la sesión inicial, los investigadores dividieron a las parejas de manera aleatoria en varios grupos. A la mitad se les administró un aerosol nasal de oxitocina, y a la otra mitad, un placebo idéntico. Además, algunas parejas debían realizar una pequeña tarea estructurada llamada Partner Appreciation Task (PAT): durante diez minutos, compartir y comentar aspectos positivos de su relación; lo que valoran del otro, lo que funciona bien, aquello que les hace sentirse apoyados.

El resto de parejas, en el grupo de control, simplemente conversó de manera libre. Durante la semana siguiente, todas las personas se llevaron a casa su aerosol de oxitocina o placebo, que debían aplicarse dos veces al día, y quienes estaban en el grupo del PAT tenían que repetir la tarea en un par de ocasiones más.

Con esta combinación de manipulación hormonal y afectiva, los investigadores no querían probar únicamente si la oxitocina —una molécula implicada en el apego, la confianza y la regulación del estrés— acelera por sí sola la reparación tisular. Lo que les interesaba era algo más sofisticado: ¿ocurre algún efecto especial cuando la oxitocina coincide con interacciones positivas y con formas espontáneas de intimidad, incluidas las sexuales?

La oxitocina por sí sola no cicatriza las heridas

Durante los cinco días siguientes a la herida, los participantes reportaron seis veces al día sus niveles de estrés, las interacciones con su pareja y, en particular, si habían mantenido relaciones sexuales o si habían intercambiado caricias, abrazos o gestos de afecto físico. Además, tomaron muestras de saliva para calcular sus niveles diarios de cortisol, la principal hormona del estrés.

El resultado más llamativo del estudio, liderado por Ekaterina Schneider y Cristóbal Hernández, del Hospital Universitario de Heidelberg, y Robert Brock, de la Universidad de Heidelberg, en Alemania, no fue que la oxitocina acelerara la curación —en realidad, no lo hizo—, ni que la tarea de apreciación de la pareja surtiera un gran efecto —tampoco. Lo sorprendente fue la combinación: cuando las parejas que recibían oxitocina también realizaban la tarea de apreciación, sus heridas tendían a sanar algo mejor.

El efecto no fue enorme, y se debilitó ligeramente cuando los investigadores eliminaron un par de casos atípicos, pero señaló una tendencia clara: la hormona necesitaba de un contexto social positivo para mostrar resultados.

El contacto físico afectuoso se asocia con mejor curación

La historia se volvió más interesante cuando los científicos analizaron las interacciones naturales del día a día. La oxitocina no mejoraba la curación por sí sola, pero sí lo hacía cuando la persona había tenido más contacto físico afectuoso o más actividad sexual durante esa semana. En quienes recibieron placebo, este vínculo no apareció. La hormona por sí sola era neutral; en compañía del afecto, actuaba como un amplificador.

👉 Las cifras sobre el sexo fueron especialmente reveladoras: quienes tenían más encuentros sexuales mientras estaban bajo los efectos de la oxitocina mostraron heridas más pequeñas y menos severas a los siete días. El efecto no era gigantesco, pero sí consistente, y apuntaba a una relación clara entre intimidad, reducción del estrés y mejor recuperación.

El cortisol, el gran enemigo de la cicatrización, también respondió a este patrón. De hecho, las personas que mantuvieron más actividad sexual durante la semana mostraron niveles diarios más bajos de la hormona del estrés. Curiosamente, no fue la oxitocina la que redujo el estrés de manera directa, sino el comportamiento íntimo.

Las discusiones de pareja y el estrés marital pueden ralentizar la cicatrización de las heridas, según diversos estudios.

Las discusiones de pareja y el estrés marital pueden ralentizar la cicatrización de las heridas, según diversos estudios. Foto de Vera Arsic

Los problemas de pareja no ayudan

Los investigadores incluso analizaron la secuencia temporal —quién se acercaba a quién y cuándo— y descubrieron que eran los momentos de menor estrés los que precedían a los actos de intimidad, más que al revés. No es que las caricias o el sexo bajaran el estrés inmediatamente, sino que cuando uno se sentía más relajado, tenía más probabilidades de iniciar o aceptar el contacto íntimo.

Esta relación circular entre intimidad y bienestar es clave. La cicatrización es un proceso biológico sensible al estrés: el cortisol elevado retrasa la inflamación inicial de la herida y provoca que el tejido tarde más en regenerarse. Por eso diversos estudios previos habían mostrado que las discusiones de pareja o los periodos de estrés marital pueden ralentizar la recuperación de heridas.

Lo que este nuevo trabajo añade es que, en el extremo positivo, el afecto y la intimidad —si se combinan con la oxitocina— pueden empujar en la dirección contraria: menos cortisol, mejor inmunidad, curación más rápida.

Limitaciones: qué no se puede concluir todavía

Schneider y sus colegas señalan que los efectos fueron modestos y contextuales. La oxitocina no es una cura milagrosa, y su administración nasal sigue siendo motivo de debate en la comunidad científica: numerosos estudios recientes han mostrado que sus efectos son inestables y dependen mucho de la situación social, las expectativas o el tipo de relación entre las personas involucradas.

Este estudio refuerza esa idea: la oxitocina funciona más como un amplificador de señales sociales positivas que como un tratamiento médico directo.

La investigación tiene, además, limitaciones claras. La muestra estaba compuesta por parejas jóvenes, sanas y heterosexuales: los resultados no se pueden extrapolar automáticamente a personas mayores, solteras, con problemas dermatológicos o con niveles de estrés crónico. Tampoco está claro si el sexo por sí solo, sin el componente hormonal adicional, podría producir efectos comparables. Aquí, la clave fue la interacción entre oxitocina e intimidad: oxitocina más intimidad significó una ligera pero apreciable aceleración en la reparación de la piel.

Para evitar interpretaciones exageradas, los autores resumen así límites del estudio:

✅ La muestra incluye solo parejas heterosexuales, jóvenes y sanas.

✅ Los efectos son modestos, no milagrosos.

✅ La oxitocina no actúa como un tratamiento médico directo.

✅ La intimidad se midió mediante autoinformes, no sensores objetivo.

Implicaciones para la salud: el poder biomédico de una relación afectiva sana

Aun así, el estudio abre una ventana sugerente a un campo emergente: cómo la calidad de nuestras relaciones, nuestras rutinas afectivas y la manera en que gestionamos el estrés en pareja puede traducirse en marcadores físicos medibles. La idea de que el organismo responde de forma directa a la calidez humana no es nueva, pero cada vez hay más datos que la respaldan.

En términos prácticos, nadie recomienda un aerosol nasal de oxitocina para curar un rasguño, ni mantener relaciones sexuales como si fueran un ritual terapéutico. Pero el mensaje general es difícil de ignorar: el cuerpo está íntimamente conectado con nuestras emociones y vínculos, y la piel, ese órgano que nos separa y nos conecta con los demás, parece escucharlo.

O dicho de forma más cotidiana: quizá no exista un remedio más antiguo que una caricia o un gesto de ternura. A veces, incluso a nivel celular, el cariño deja huella. ▪️

  • Fuente: Schneider E., Hernández C., Brock R., et al. Intranasal Oxytocin and Physical Intimacy for Dermatological Wound Healing and Neuroendocrine Stress: A Randomized Clinical Trial. JAMA Psychiatry (2025). DOI: 10.1001/jamapsychiatry.2025.3705

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