¿El azúcar es realmente adictivo? Según estos científicos, sí.

No solo engorda: el azúcar altera el cerebro y genera una dependencia comparable a la de las drogas. Un nuevo estudio nos descubre por qué dejarlo no es solo cuestión de fuerza de voluntad.

Por Enrique Coperías

El consumo excesivo de azúcar no es solo una cuestión de calorías. Es un fenómeno complejo, con raíces biológicas, psicológicas y sociales.

El consumo excesivo de azúcar no es solo una cuestión de calorías. Es un fenómeno complejo, con raíces biológicas, psicológicas y sociales. Su impacto en el cerebro, la salud metabólica y el bienestar emocional es profundo y acumulativo. Foto: Wei Ding

En un mundo cada vez más consciente de la salud, el azúcar sigue siendo uno de los ingredientes más controvertidos. Lejos de ser solo un aditivo alimentario, un antojo inocente o un placer culpable, diversos estudios apuntan a que el azúcar puede comportarse en el cerebro de forma similar a como lo hacen sustancias adictivas como el alcohol y la nicotina.

Una revisión científica publicada en la revista Brain and Behavior refuerza esta preocupación. Realizado por Di Qin, del Hospital Unión China-Japón de la Universidad Jilin, junto con colegas de la Universidad Tecnológica de Changchun, en China, el nuevo estudio apunta a que la adicción al azúcar es un fenómeno real con bases neurológicas, conductuales y hormonales. Así es, afecta no solo al apetito, sino también a regiones del encéfalo relacionadas con la recompensa, el control de impulsos y las emociones.

Qin y sus colegas profundizan en las bases neurobiológicas y conductuales de lo que ya muchos especialistas llaman sin rodeos adicción al azúcar. Aunque esta etiqueta aún genera debate entre médicos y psiquiatras, las evidencias acumuladas empiezan a converger en una conclusión preocupante: el consumo excesivo y prolongado de azúcar puede provocar alteraciones cerebrales similares a las que producen sustancias como el alcohol y la cocaína.

En qué consiste la adicción al azúcar

La revisión comienza abordando una cuestión esencial: ¿puede realmente el azúcar ser adictivo? La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha catalogado el sobrepeso y la obesidad como epidemias globales, y el azúcar juega un papel protagonista en esta crisis sanitaria. Pero según los autores chinos, la relación entre el azúcar y el cerebro va más allá de la saciedad calórica. Dicen que se trata de un asunto de neuroquímica.

La clave de la dependencia a esta sustancia blanca, cristalina y de sabor dulce está en el sistema de recompensa del cerebro, una compleja red de regiones y neurotransmisores que regula las sensaciones de placer, motivación y deseo. Cada vez que comemos algo dulce, se libera una oleada de dopamina, un neurotransmisor asociado con la satisfacción y la repetición del comportamiento placentero.

Este sistema neuronal, también conocido como el circuito mesocorticolímbico, es vital para la supervivencia —pues motiva conductas como comer o reproducirse— y puede ser secuestrado por sustancias altamente estimulantes. El azúcar es una de ellas.

Lo que en un principio es una respuesta natural, se convierte en un círculo vicioso: cuanto más azúcar se consume, más dopamina se necesita para obtener el mismo nivel de placer. Así nace la tolerancia, y con ella, la necesidad de ingerir dosis cada vez mayores para satisfacer un deseo que ya no es fisiológico, sino neuroquímico.

Cuando la falta de azúcar provoca «mono»

Qin y su equipo explican que determinadas regiones del cerebro, como el núcleo accumbens, la corteza prefrontal, la amígdala y el hipotálamo, participan activamente en este proceso. Todas ellas están implicadas en la evaluación de recompensas, la toma de decisiones y el control de los impulsos.

En condiciones normales, estos sistemas regulan el apetito y la saciedad. Pero bajo el influjo del azúcar, dichas estructuras encefálicas pueden alterarse, lo que allana el camino hacia el consumo compulsivo.

El artículo compara este comportamiento con los mecanismos observados en el abuso y la dependencia de sustancias. En modelos animales, la exposición repetida al azúcar provoca sensibilización cruzada con drogas psicoestimulantes: ratones acostumbrados a una dieta azucarada desarrollan mayor sensibilidad a la cocaína.

Además, los roedores experimentan síntomas de abstinencia, como ansiedad e irritabilidad, tras la supresión repentina del azúcar. Este paralelismo ha llevado a algunos científicos a defender que, al menos en ciertos individuos, el azúcar puede comportarse como una droga.

La vulnerabilidad individual, la impulsividad y la búsqueda de gratificación inmediata son factores que incrementan el riesgo de desarrollar una relación patológica con los dulces

La vulnerabilidad individual, la impulsividad y la búsqueda de gratificación inmediata son factores que incrementan el riesgo de desarrollar una relación patológica con los dulces. Foto: Wei Ding

Un dulce contra el estrés y la tristeza

La adicción al azúcar no se limita a un fenómeno químico. Factores hormonales, genéticos, ambientales y psicológicos también juegan su papel. Hormonas como la leptina y la grelina, que regulan el hambre y la saciedad, se desajustan con el consumo continuo de azúcar. Lo mismo ocurre con neurotransmisores como la serotonina, asociada al estado de ánimo.

De ahí que muchas personas recurran a los dulces como forma de paliar el estrés, la ansiedad o la tristeza. El cerebro aprende rápidamente que una galleta o un refresco pueden aliviar el malestar emocional... aunque solo sea por un instante.

El artículo también menciona que la exposición a estímulos sensoriales, como olores, imágenes y publicidad, puede disparar el deseo de consumir azúcar, incluso sin sentir hambre real. La vulnerabilidad individual, la impulsividad y la búsqueda de gratificación inmediata son factores que incrementan el riesgo de desarrollar una relación patológica con el azúcar.

Consecuencias de una dieta alta en azúcares

Más allá del comportamiento adictivo, el consumo excesivo de azúcar tiene consecuencias profundas y documentadas sobre la salud física. Entre ellas destacan el sobrepeso, la obesidad, la diabetes de tipo 2, las enfermedades cardiovasculares y un largo etcétera. Pero lo que revela este estudio va un paso más allá: el azúcar no solo daña el cuerpo, también altera el cerebro.

La investigación muestra que dietas ricas en azúcares pueden cambiar la estructura y función de regiones cerebrales implicadas en la memoria, la toma de decisiones y el autocontrol. Se han observado, por ejemplo, daños en el hipocampo —clave para el aprendizaje—, junto con una menor expresión de receptores dopaminérgicos, lo que refuerza el patrón de dependencia.

En adolescentes y jóvenes, una alta ingesta de azúcar ha sido vinculada con problemas de atención, impulsividad y déficits cognitivos persistentes. Incluso hay estudios que sugieren que el consumo de azúcar durante el embarazo podría predisponer a los hijos a trastornos del comportamiento.

En paralelo, se ha identificado un vínculo entre el azúcar y la inflamación crónica, un factor de riesgo común en enfermedades tan dispares como la artritis reumatoide, la depresión y ciertos tipos de cáncer. El artículo cita estudios que relacionan el consumo habitual de bebidas azucaradas con una mayor incidencia de marcadores inflamatorios y disfunción inmune.

Entre el tratamiento y la prevención

Ante esta situación, ¿qué se puede hacer? El artículo revisa algunas estrategias terapéuticas tanto farmacológicas como psicológicas. Aunque todavía no existen medicamentos específicos para la adicción al azúcar, algunos fármacos utilizados en otras dependencias, como antagonistas de dopamina y de opioides, han mostrado eficacia moderada en reducir el deseo de consumir dulces.

También se han explorado compuestos naturales, como extractos de plantas, capaces de bloquear la percepción del sabor dulce y reducir el deseo. Uno de ellos son los extractos de gurma (Gymnema sylvestre), una planta medicinal originaria de la India que se utiliza principalmente para combatir la diabetes, la hiperactividad y la hipoglicemia.

En el campo psicológico, la terapia cognitivo-conductual se perfila como una de las herramientas más útiles. Esta técnica permite identificar los disparadores emocionales del consumo, modificar los patrones de pensamiento asociados a la comida y desarrollar mecanismos de autocontrol. Otras estrategias complementarias incluyen el apoyo social, el establecimiento de metas, la educación nutricional y la reestructuración del entorno alimentario.

Los autores chinos insisten en que el abordaje debe ser integral. No basta con restringir el azúcar en la dieta. Es necesario entender por qué recurrimos a él, qué lo convierte en un refugio emocional y cómo afecta a nuestro cerebro. Solo así se podrá prevenir y tratar una dependencia que, aunque socialmente aceptada, tiene consecuencias comparables a otras adicciones más visibles.

🍬 ¿Cómo saber si tienes adicción al azúcar?

Señales de alarma que no debes ignorar:

  • 🍩 Comes dulces incluso cuando no tienes hambre.

  • 😩 Sientes ansiedad, irritabilidad o mal humor si no tomas algo dulce.

  • 🔁 Tienes antojos intensos y repetitivos que no puedes controlar.

  • 💔 Usas el azúcar como un refugio emocional cuando estás estresado o triste.

💡 Si te identificas con varias de estas señales, es momento de prestar atención a tu relación con el azúcar.

Un problema colectivo

La dimensión del problema exige, además, medidas de salud pública. Etiquetado claro, regulación de la publicidad dirigida a menores, impuestos a las bebidas azucaradas y campañas de concienciación son algunas de las herramientas más citadas por expertos para reducir el consumo de azúcar a nivel poblacional.

Qin y sus colegas concluyen su artículo científico señalando que la comprensión de la adicción al azúcar no solo tiene implicaciones clínicas, sino también sociales, educativas y culturales. En un mundo cada vez más expuesto a estímulos artificiales y alimentos ultraprocesados, recuperar el equilibrio entre placer y salud se convierte en una necesidad urgente.

  • Fuente: Di Qin, Jiayu Qi, Fuqiang Shi, Zhihua Guo, Hongwu Li. Sugar Addiction: Neural Mechanisms and Health Implications. Brain and Behavior (2025). DOI: https://doi.org/10.1002/brb3.70338

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