¿Las patatas pueden aumentar el riesgo de sufrir diabetes? Depende de cómo las prepares

No todas las formas de cocinar las patatas son inocuas ni todos los alimentos que las sustituyen en el menú son igual de saludables. Un nuevo estudio revela que el secreto para alejar el fantasma de la diabetes de tipo 2 está en la sartén, en el horno… y en sus suplentes y acompañantes.

Por Enrique Coperías

La nueva investigación no trata de demonizar a las patatas, sino de tomar conciencia sobre cómo las consumimos y cada cuánto tiempo. Una patata hervida ocasional no es motivo de alarma.

La nueva investigación no trata de demonizar a las patatas, sino de tomar conciencia sobre cómo las consumimos y cada cuánto tiempo. Una patata hervida ocasional no es motivo de alarma. Pero el consumo habitual de patatas fritas, especialmente dentro de un patrón alimentario poco saludable y bajo en fibra, sí representa un factor de riesgo importante para la salud. oto: Franco Antonio Giovanella

Un nuevo estudio liderado por científicos de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, y publicado en la prestigiosa revista The BMJ concluye que el problema no son las patatas en sí, sino cómo las cocinamos y qué comemos en su lugar.

Los investigadores analizaron exhaustivamente los datos de más de 205.000 personas en Estados Unidos durante un seguimiento de casi cuatro décadas. Las conclusiones no dejan lugar a dudas: las patatas fritas aumentan significativamente el riesgo de padecer diabetes de tipo 2, mientras que otras formas más saludables, como las patatas cocidas, hervidas o al horno, no se asocian con ese riesgo.

Además, sustituir las patatas (en cualquiera de sus formas) por cereales integrales podría tener un efecto protector sobre la salud metabólica.

Una cifra que no pasa desapercibida: +20% de riesgo con las patatas fritas

La estadística más llamativa del estudio revela que consumir tres porciones semanales de patatas fritas se asocia con un incremento del 20% en el riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2, una enfermedad que afecta a más de 480 millones de personas en todo el mundo.

Este porcentaje, tras ajustarse por factores como el índice de masa corporal (IMC), la actividad física, el tabaquismo y la calidad general de la dieta, sigue siendo significativo y preocupante.

En cambio, las patatas hervidas, cocidas al horno o en puré no mostraron asociación estadísticamente significativa con la aparición de la enfermedad. Es decir, no es lo mismo una ración de papas al horno saludables acompañando un salmón con verduras que una ración de patatas fritas servida con una hamburguesa y un refresco azucarado.

Un cambio pequeño con gran impacto: sustituir por cereales integrales

Los autores del estudio no solo analizaron el efecto directo del consumo de patatas, sino que fueron más allá y proponen posibles sustitutos de las patatas.

Los resultados de esta apuesta nutricional son esperanzadores: reemplazar las patatas fritas por cereales integrales, como el pan integral, el arroz integral o el farro, podría reducir el riesgo de diabetes hasta en un 19%. En el caso de las patatas cocidas, hervidas o en puré, la reducción estimada sería del 4%.

Incluso se observó que sustituir las patatas fritas por granos refinados, como el arroz blanco, podía reducir modestamente el riesgo, lo que demuestra lo nocivas que pueden llegar a ser las patatas cuando se fríen.

¿Por qué las patatas fritas aumentan el riesgo de diabetes?

Aunque las patatas contienen nutrientes beneficiosos, como vitamina C, potasio y fibra, también son una fuente densa de almidones con un índice glucémico elevado, lo que provoca rápidas subidas de azúcar en sangre tras su consumo.

Cuando se fríen, además, se convierten en bombas calóricas llenas de grasas saturadas y, en algunos casos, grasas trans. Estas son un tipo de grasa insaturada que se forma principalmente durante un proceso industrial llamado hidrogenación, en el cual se convierten aceites líquidos en grasas sólidas para mejorar la textura y aumentar la vida útil de los alimentos. Las grasas trans aumentan el colesterol malo (LDL) y disminuyen el colesterol bueno (HDL), lo que eleva significativamente el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, ictus o diabetes de tipo 2.

Esto explica en parte por qué la mitad del riesgo añadido asociado a las patatas fritas puede ser explicado por el aumento del índice de masa corporal (IMC), según los autores. En otras palabras, estas calorías extra, combinadas con una baja saciedad y alto consumo, pueden llevar al aumento de peso, que a su vez incrementa el riesgo de diabetes tipo 2.

No todos los carbohidratos son iguales, y no todas las patatas tampoco

Uno de los principales aportes de este estudio es su visión matizada y realista. «Nuestro estudio ofrece una perspectiva más rica y completa al examinar las distintas formas de preparar las patatas, seguir la dieta durante décadas y explorar los efectos de sustituirlas por otros alimentos», explica Seyed Mohammad Mousavi, autor principal del trabajo e investigador posdoctoral en el Departamento de Nutrición de la Harvard T.H. Chan School of Public Health.

En palabras de Mousavi, «no se trata simplemente de decir "las patatas son buenas o malas, sino de hacernos una pregunta más útil: ¿cómo están preparadas y qué estamos comiendo en su lugar?».

«El mensaje de salud pública es claro y poderoso: pequeños cambios en nuestra dieta diaria pueden tener un impacto importante en el riesgo de sufrir diabetes de tipo 2 —explica el profesor Walter Willett, una de las figuras más influyentes en epidemiología nutricional y autor senior del estudio. Y añade—: Limitar el consumo de patatas —especialmente en forma de frituras— y elegir fuentes saludables de carbohidratos, como los granos integrales, puede ayudar a reducir el riesgo a nivel poblacional».

Willett también hace una llamada a las autoridades sanitarias: «Nuestros hallazgos demuestran la necesidad de ir más allá de categorías generales de alimentos. Hay que prestar atención a cómo se preparan los alimentos y qué están reemplazando en la dieta. No todos los carbohidratos —ni siquiera todas las formas de presentar las patatas— son iguales, y esta distinción es crucial para diseñar guías alimentarias efectivas».

✅ ¿Cómo reducir el riesgo de diabetes si consumes patatas?

El estudio propone un enfoque práctico: sustituir las patatas por opciones más saludables. Por ejemplo:

🍽️ Alimento 🔁 Sustituir por 📉 Reducción estimada del riesgo
Patatas fritas Cereales integrales ↓ 19%
Patatas cocidas, hervidas o en puré Cereales integrales ↓ 4%
Patatas fritas Granos refinados (ej. arroz blanco) ↓ ligero

Estas pequeñas decisiones, repetidas semana tras semana, pueden tener un impacto real en la salud metabólica y ayudar a prevenir la diabetes de tipo 2.

Metaanálisis: respaldo global a los resultados

Lo innovador de este estudio es que no se limitó a evaluar asociaciones estáticas, sino que aplicó un enfoque de metaanálisis de sustitución.

A partir de datos de trece estudios previos, que recogen a más de 587.000 personas y más de 43.000 casos de diabetes de tipo 2, los investigadores estimaron el efecto de intercambiar porciones de patata por otras fuentes de carbohidratos. Es la primera vez que un estudio de esta magnitud ofrece estimaciones precisas de este tipo.

De esta forma, los investigadores lograron cuantificar el impacto potencial de pequeñas decisiones cotidianas, como elegir pan integral en lugar de una guarnición de papas fritas o arroz integral en lugar de puré de patatas.

¿Deberían las patatas seguir considerándose «vegetales»?

Actualmente, en muchas guías alimentarias, las patatas se clasifican dentro del grupo de los vegetales, lo que puede inducir a confusión. El problema es que su perfil nutricional se aleja del de la mayoría de verduras, especialmente en cuanto a su índice glucémico —una medida que clasifica los alimentos según la rapidez con la que elevan los niveles de glucosa (azúcar) en la sangre después de ser consumido— y la densidad calórica.

Este estudio pone sobre la mesa la necesidad de actualizar las clasificaciones nutricionales y recomendaciones oficiales, diferenciando no solo entre grupos de alimentos, sino entre sus formas de preparación y contexto alimentario.

Así se llevó a cabo el estudio

Los datos provienen de tres cohortes de alta calidad: Nurses’ Health Study, Nurses’ Health Study II y Health Professionals Follow-up Study. Todos los participantes completaron cuestionarios detallados sobre dieta y estilo de vida entre cada dos a cuatro años, durante más de tres décadas.

A lo largo de ese tiempo, se registraron 22.299 nuevos casos de diabetes de tipo 2. Los análisis estadísticos se realizaron con modelos ajustados a múltiples factores, incluyendo dieta, actividad física, consumo de alcohol, tabaquismo, antecedentes familiares y estatus socioeconómico.

Además, se aplicaron modelos de regresión por sustitución y análisis de sensibilidad para asegurar la robustez de los resultados.

Los alimentos que acompañan a las patatas fritas pueden amplificar o reducir su impacto en el riesgo de sufrir diabetes de tipo 2.

Los alimentos que acompañan a las patatas fritas pueden amplificar o reducir su impacto en el riesgo de sufrir diabetes de tipo 2. Foto: Taylor Harding

Una recomendaciones prácticas para el día a día

No se trata de demonizar a las patatas, sino de tomar conciencia sobre cómo las consumimos y cada cuánto tiempo. Una patata hervida ocasional no es motivo de alarma. Pero el consumo habitual de patatas fritas, especialmente dentro de un patrón alimentario poco saludable y bajo en fibra, sí representa un factor de riesgo importante para la salud.

En cambio, apostar por cereales integrales y vegetales no almidonados puede ser una estrategia eficaz, sencilla y accesible para prevenir la diabetes tipo 2.

✅ Si quieres seguir comiendo patatas:

  • Opta por patatas al horno, cocidas o en puré, sin mantequilla ni salsas pesadas.

  • Limita el consumo de patatas fritas comerciales o de restaurante.

  • Acompáñalas con verduras, proteínas magras y grasas saludables.

✅ Si quieres reducir tu riesgo de padecer diabetes:

  • Añade a tu dieta pan integral, avena, quinoa, arroz integral, farro.

  • Sustituye guarniciones de patatas fritas por ensaladas o legumbres.

  • Cocina en casa para controlar el tipo de aceite (opta por el de oliva) y las porciones.

No es la patata, es la fritura

Este estudio, el más completo hasta la fecha sobre el consumo de patatas y el riesgo padecer de diabetes de tipo 2, rompe con simplificaciones erróneas y aporta una mirada más matizada y práctica: no todas las patatas son iguales, ni todos los carbohidratos tienen el mismo efecto en nuestro cuerpo.

El verdadero cambio está en los detalles. En cómo cocinamos, cómo combinamos los alimentos y en qué elegimos día a día para nutrirnos con inteligencia.

Y, como muestra esta investigación, cambiar solo tres porciones semanales de patatas fritas por granos integrales puede marcar una diferencia real en nuestra salud. ▪️

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