¿Los productos lácteos provocan pesadillas? La ciencia confirma el vínculo entre la dieta, el sueño y los sueños extraños
¿Te despiertas agitado tras soñar con monstruos después de cenar queso? La ciencia confirma que lo que cenas —especialmente si incluye lácteos— podría estar moldeando tus pesadillas.
Por Enrique Coperías
Una joven come queso en la cama antes de dormir, un hábito que, según un estudio reciente, podría estar vinculado a la aparición de pesadillas, especialmente en personas con intolerancia a la lactosa. Imagen generada con DALL-E
Durante generaciones, se ha repetido una creencia popular tan curiosa como persistente: cenar ciertos alimentos —especialmente queso— podría desencadenar sueños extraños e incluso pesadillas.
A principios del siglo XX, esta idea inspiró la célebre serie de viñetas Dream of the Rarebit Fiend, del caricaturista Winsor McCay, en la que los protagonistas atribuían sus aventuras oníricas más bizarras a una copiosa cena con queso galés.
Ahora, más de cien años después, un equipo de científicos ha decidido poner a prueba estas viejas sospechas con rigor empírico. Y lo que han encontrado es, cuanto menos, revelador: existe una asociación clara entre la intolerancia a la lactosa y la aparición de pesadillas. La incomodidad gastrointestinal que provoca el consumo de lácteos en personas intolerantes podría estar interfiriendo con el sueño… y con lo que soñamos.
¿Qué relación hay entre lo que cenamos y lo que soñamos?
El estudio, publicado en Frontiers in Psychology, fue liderado por el investigador Tore Nielsen, del Dream & Nightmare Lab de la Universidad de Montreal, en Canada, junto con un equipo de psicólogos de instituciones de este país. Los investigadores encuestaron a 1.082 estudiantes de la Universidad MacEwan acerca de sus hábitos alimenticios, la calidad del sueño, la frecuencia con la que recordaban sueños y pesadillas, y si percibían alguna relación entre lo que comían y lo que soñaban.
También se recopilaron datos sobre salud física y salud mental, uso de medicamentos y tolerancia alimentaria. Entre los hallazgos, destacan estos tres:
🧀 Cerca de un tercio de los participantes afirmó tener pesadillas de forma habitual, y casi el 40% dijo creer que la calidad de su sueño y experiencias oníricas estaban afectado por la comida que ingerían o por cenar tarde.
🧀 Entre ellos, un 24,7% pensaba que ciertos alimentos empeoraban su sueño, y un 20% que lo mejoraban.
🧀 Sin embargo, solo el 5,5% de los encuestados notó una relación directa entre lo que comían y el contenido o tono emocional de sus sueños. Aunque minoritario, este grupo se caracterizó por una mayor frecuencia de pesadillas, peor calidad del sueño y una alta tasa de intolerancias alimentarias, especialmente a la lactosa.
Desde hace más de un siglo, se cree que cenar queso puede provocar sueños extraños o pesadillas, una idea popularizada por la serie de viñetas Dream of the Rarebit Fiend de Winsor McCay.
¿Qué alimentos afectan negativamente el sueño y los sueños?
Entre los alimentos más señalados como desencadenantes de sueños vívidos o perturbadores destacan los postres y dulces (mencionados por un 30% de quienes notaban efecto), los lácteos (21%) y los alimentos picantes.
En contraste, frutas, verduras e infusiones de hierbas fueron identificados como promotores de un mejor descanso. La percepción de estos efectos no parece ser casual: quienes identificaban alimentos como desencadenantes negativos también presentaban más síntomas físicos (dolor, gases, malestar) y puntuaciones más altas en indicadores de trastornos del sueño y pesadillas.
«El vínculo entre la gravedad de las pesadillas y la intolerancia a la lactosa es muy robusto —afirma el doctor Nielsen. Y añade—: Estas nuevas evidencias sugieren que cambiar ciertos hábitos alimenticios podría ayudar a las personas con sensibilidades alimentarias a reducir sus pesadillas. También podrían explicar por qué tanta gente culpa al queso de sus malos sueños».
Un factor clave: la intolerancia a la lactosa
De hecho, las personas con intolerancia a la lactosa que experimentaban síntomas gastrointestinales intensos eran las más propensas a sufrir pesadillas frecuentes.
La hipótesis de los investigadores es que el malestar físico nocturno —dolor abdominal, gases o hinchazón— podría estar activando imágenes y emociones negativas en los sueños, interrumpiendo el sueño profundo y generando experiencias oníricas desagradables.
«Sabemos que otras sensaciones corporales pueden afectar lo que soñamos —dice Nielsen—. Y las pesadillas son especialmente disruptivas porque suelen despertar a la persona en un estado emocional muy alterado. Esto puede provocar incluso conductas de evitación del sueño, lo que a su vez empeora el descanso general».
¿Qué papel juega el hábitoalimentario?
Los investigadores también encontraron correlaciones significativas entre los hábitos alimentarios y las características del sueño. Quienes practicaban una alimentación consciente, como comer cuando realmente se tiene hambre, elegir alimentos nutritivos y evitar comer por ansiedad, recordaban más sus sueños y reportaban un tono emocional más positivo.
En cambio, quienes comían sin tener apetito, sobre todo durante la noche, sufrían más pesadillas y sueños negativos.
En particular, el hábito de cenar tarde se asoció con una mayor frecuencia de pesadillas y peor calidad del sueño. Esto sugiere que no solo importa qué comemos, sino también cuándo lo hacemos.
«Comer tarde puede alterar nuestros ritmos circadianos y aumentar el riesgo de tener un sueño fragmentado o ligero, lo que puede favorecer la aparición de sueños vívidos o desagradables», explican los autores.
La aparición de síntomas gastrointestinales durante la noche —como los causados por la intolerancia a la lactosa— actúa como un factor clave que media la relación entre la dieta y las pesadillas. No se trata solo de lo que se come, sino de cómo el cuerpo digiere y reacciona a esos alimentos mientras dormimos. Foto: Rob Griffin
¿Menos pesadillas, mejor salud?
Este hallazgo cobra especial relevancia al considerar que muchas personas con intolerancia a la lactosa no son conscientes de su condición, o simplemente la ignoran. Así, el malestar nocturno generado por un yogur o un trozo de queso antes de dormir podría estar afectando indirectamente tanto al sueño como a los sueños.
Como explica Nielsen, «nuestros resultados muestran que las pesadillas son peores en personas con intolerancia a la lactosa, sobre todo cuando tienen síntomas gastrointestinales intensos que interrumpen el sueño».
El estudio sugiere que aumentar la conciencia sobre intolerancias alimentarias podría ayudar a mejorar el sueño y la calidad de vida. De hecho, una comparación con un estudio anterior realizado por el mismo equipo en 2015 con una muestra similar reveló un dato interesante: la proporción de personas que afirmaban notar un efecto de los alimentos sobre los sueños era significativamente más alta hace once años (17,8%) que ahora (5,5%).
Según Nielsen, esto podría deberse a que la población actual está más informada sobre los efectos de la comida en su salud y evita más conscientemente aquellos alimentos que les generan malestar. «Si esto es cierto —sugiere—, podríamos estar ante una vía simple y no farmacológica para mejorar el sueño de algunas personas: ajustar la dieta para evitar alimentos que activan intolerancias».
¿Qué fue primero: el mal sueño o la mala alimentación?
Uno de los desafíos que plantea este tipo de estudios es la dirección de la causalidad. ¿Dormimos peor porque comemos mal, o comemos mal porque dormimos peor? ¿O hay una tercera variable, como pueden ser el estrés, la ansiedad o algún desequilibrio fisiológico, que afecta a ambos factores?
El estudio no puede responder con certeza a estas preguntas, ya que es de carácter correlacional.
«Necesitamos investigar a más personas de distintas edades, orígenes y hábitos alimenticios para ver si nuestros resultados se pueden generalizar —señala Nielsen. Y añade—: También hace falta realizar estudios experimentales controlados. Uno de nuestros objetivos es comparar los efectos de ingerir productos lácteos frente a un placebo antes de dormir, para observar cómo afectan al sueño y a los sueño».
Implicaciones del eje intestino-cerebro
Aunque los lácteos se llevan el protagonismo, los investigadores también detectaron que las alergias alimentarias en general se relacionaban con un mayor número de pesadillas, independientemente de la intolerancia a la lactosa. Esto sugiere que otras sensibilidades, como al gluten o a los frutos secos, podrían tener efectos similares.
Además, vivir con alergias o intolerancias puede generar altos niveles de ansiedad, lo cual también puede influir en la experiencia onírica.
Los resultados también están en consonancia con una tendencia creciente en la investigación médica: el estudio del eje intestino-cerebro, que conecta la salud digestiva con el estado emocional y cognitivo.
Trastornos como el síndrome del intestino irritable han sido vinculados con alteraciones del estado de ánimo, y se ha observado que cambios en la microbiota intestinal pueden influir en trastornos como la depresión, la ansiedad… y, tal vez, también en el fenómeno de las pesadillas nocturnas.
En este sentido, los autores destacan que el vínculo entre intolerancias, malestar digestivo y sueños negativos podría abrir la puerta a nuevas formas de intervención. «Si ciertos alimentos contribuyen a empeorar el sueño de personas con pesadillas recurrentes, ajustar la dieta podría ser una vía útil de tratamiento complementario”» concluyen los expertos.
¿Debemos pues evitar el queso antes de ir a dormir?
Aunque no hay necesidad de demonizar los productos lácteos, el estudio sugiere que quienes sufren pesadillas frecuentes, especialmente si tienen intolerancia a la lactosa, podrían beneficiarse de:
✅ Evitar comidas pesadas o irritantes en la cena.
✅ No consumir lácteos o alimentos picantes cerca de la hora de dormir.
✅ Llevar una dieta equilibrada, basada en alimentos frescos.
✅ Escuchar las señales del cuerpo sobre cómo y cuándo comer.
En definitiva, si te despiertas sudando por una pesadilla tras comer pizza o helado, no es pura coincidencia: tu estómago podría estar hablándole a tu subconsciente. ▪️
Información facilitada por Frontiers
Fuente: Tore Nielsen, Jade Radke, Claudia Picard-Deland, Russell Arnold Powell. More dreams of the rarebit fiend: food sensitivity and dietary correlates of sleep and dreaming. Frontiers in Psychology (2025). DOI: https://doi.org/10.3389/fpsyg.2025.1544475