Científicos observan una relación «sorprendente» entre los chatbots sociales con IA y el malestar psicológico en jóvenes
Un amplio estudio europeo revela que los jóvenes que usan chatbots sociales muestran mayores niveles de malestar psicológico y soledad. La evidencia cuestiona el supuesto poder terapéutico de estas amistades artificiales.
Por Enrique Coperías
Cada vez más jóvenes buscan consuelo en chatbots sociales que simulan afecto y compañía. Pero la ciencia advierte: esa conexión virtual podría estar vinculada a más angustia, más soledad y mayor vulnerabilidad emocional. Crédito: IA-Gemini-RexMolón-Producciones
¿Puede una conversación con un chatbot, un programa diseñado para simular un amigo disponible las veinticuatro horas al día, aliviar la soledad, ofrecer compañía o incluso mejorar la salud mental? Esa es la promesa que desde hace años acompaña a aplicaciones como Replika, Kuki ChatGPT, Gemini, Claude y MyAI. Sin embargo, una nueva investigación internacional sugiere algo muy distinto: quienes usan estos amigos artificiales presentan, de forma consistente, peores indicadores de bienestar psicológico.
El trabajo, realizado por un equipo de la Universidad de Tampere (Finlandia), es el primer estudio a gran escala que analiza el fenómeno en distintos países. Con una muestra de más de 5.600 adultos de Finlandia, Francia, Alemania, Irlanda, Italia y Polonia, ofrece una instantánea precisa del tipo de personas que interactúan habitualmente con chatbots sociales y de cómo se sienten.
En palabras de Iina Savolainen, investigadora de la Universidad de Tampere y coautora del estudio, «los seres humanos tienen una necesidad innata de establecer y mantener relaciones significativas, y en el mundo digital actual, muchas de estas conexiones se desarrollan cada vez más a través de la tecnología».
Las conclusiones, en palabras de Savolainen y sus colegas, son alarmantes. El uso de chatbots sociales se asocia de forma sistemática con mayores niveles de malestar psicológico, y en varios países también con mayores niveles de soledad. La idea de que estos agentes conversacionales funcionan como una suerte de amistad terapéutica no se sostiene a la luz de los datos.
Qué son los chatbots sociales de IA y por qué generan vínculos emocionales
Los llamados chatbots sociales son sistemas de inteligencia artificial capaces de mantener conversaciones personalizadas con un usuario. A diferencia de los asistentes virtuales tradicionales, como Siri o Alexa, estos programas se diseñan para generar vínculos emocionales: recordarle al usuario que están «ahí para él», responder de forma empática o simular apoyo afectivo.
La expansión de estos amigos digitales o colegas prostéticos ha ido en paralelo a un aumento de estudios que analizan cómo se construye esa relación. Numerosos trabajos anteriores han mostrado que algunas personas encuentran en ellos un espacio menos intimidante que en conversaciones con humanos, y que los usuarios tienden a proyectar en estos programas emociones, expectativas y, en ocasiones, dependencia.
Es más, el reciente informe Me, Myself & AI, publicado por la organización británica Internet Matters, analiza la relación de niños y adolescentes con los chatbots conversacionales y apunta a una tendencia inquietante: un número creciente de menores cree estar hablando con alguien real cuando interactúa con estos sistemas, y algunos incluso recurren a ellos por sentirse solos o por no tener con quién hablar.
Pero la pregunta de fondo seguía sin resolverse: ¿quién usa realmente estos chatbots? ¿Y cómo se relaciona su uso con la salud emocional? El nuevo estudio, publicado en el Journal of Social and Personal Relationships, aporta por primera vez datos sólidos y comparables en diferentes países.
Quiénes usan chatbots sociales: un fenómeno claramente juvenil
Con el auge de la inteligencia artificial, cada vez más personas utilizan los chatbots sociales para explorar nuevas formas de comunicación o para buscar compañía, apoyo emocional o, simplemente, interacción cotidiana. De hecho, en los seis países analizados, entre el 9% y el 18% de los participantes declararon usar algún tipo de chatbot social. La proporción es sorprendentemente alta para una herramienta que, hasta hace unos años, era prácticamente desconocida. Pero el dato más contundente es la edad: los usuarios son de manera sistemática más jóvenes que los no usuarios.
No se trata de una pequeña diferencia. En todos los países, la edad fue el predictor más fuerte de uso. En Finlandia, Francia e Italia —tres de las sociedades más digitalizadas del continente— el patrón es idéntico: cuanto más joven es la persona, más probable es que considere a un chatbot como parte de su vida social.
Para los investigadores, este hallazgo es coherente con las dinámicas digitales generacionales. «Los jóvenes —explican— están más habituados a integrar tecnologías en su vida afectiva y a experimentar con nuevos formatos de relación». Pero también advierten de un riesgo potencial: «estas edades coinciden con etapas vitales especialmente sensibles a la ansiedad, la incertidumbre laboral, los cambios sociales o la soledad».
El hallazgo clave: más uso de chatbots, peor salud mental
La conclusión central del estudio es inequívoca. En la media docena de países analizados, sin excepción quienes usan chatbots sociales presentan niveles significativamente mayores de malestar psicológico.
Ese malestar se midió con una escala ampliamente utilizada en estudios de salud mental que evalúa síntomas como la ansiedad, la tristeza persistente, la falta de energía o dificultades para disfrutar de la vida cotidiana.
El patrón se repitió en cada país, incluso controlando factores como la edad, el género, los ingresos, el empleo, la vida en pareja o la frecuencia de contacto social con otras personas. Es decir, no es simplemente que los usuarios sean más jóvenes o más solitarios: el uso del chatbot aparece asociado de forma independiente con un peor estado emocional.
Para Savolainen, «la coherencia intercultural fue sorprendente; el uso de chatbots sociales se relacionaba con un peor bienestar mental en los seis países. Esa amplia coherencia entre los diferentes contextos europeos fue bastante sorprendente».
La pregunta inevitable es si los chatbots están causando ese malestar o si, por el contrario, las personas ya afectadas buscan refugio en estas herramientas. Los investigadores son prudentes: el estudio es correlacional y no permite establecer causa y efecto.
Aun así, advierten de que algunas evidencias previas ya apuntaban a posibles efectos negativos: relaciones parasociales, dependencia emocional, frustración por las respuestas del chatbot o aislamiento progresivo de relaciones humanas reales.
¿Empeoran los chatbots la soledad o son los solitarios quienes los buscan?
Otro de los ejes del estudio fue examinar la relación entre el uso de chatbots y los niveles de soledad. Los resultados fueron heterogéneos:
✅ En Francia, Alemania, Italia y Polonia los usuarios de chatbots se sienten significativamente más solos.
✅ En Finlandia e Irlanda no se detectaron diferencias estadísticamente relevantes.
¿Por qué estas diferencias? El equipo apunta a factores culturales: desde la vida familiar hasta las redes de apoyo comunitario, pasando por la percepción social del aislamiento. También señalan diferencias en el modo en que los jóvenes de cada país integran la tecnología en su vida afectiva.
Pese a la diversidad, el mensaje principal se mantiene: en la mayoría de los países, los chatbots no están funcionando como antídoto contra la soledad. Más bien parece lo contrario: quienes ya se sienten solos son más propensos a recurrir a ellos.
Un resultado inesperado: en Francia se detecta mayor autoestima
Un resultado inesperado surgió en Francia, donde los usuarios de chatbots declararon niveles de autoestima ligeramente superiores a los no usuarios. En ningún otro país se observó esta relación.
¿Cómo interpretarlo? Los autores sugieren que varias características de los chatbots podrían reforzar la autoimagen de algunos usuarios:
✅ Disponibilidad permanente del chatbot.
✅ Ausencia de juicio.
✅ Tono empático constante.
Sin embargo, consideran que no es una tendencia generalizable, sino un posible rasgo cultural o circunstancial.
La primera gran investigación internacional sobre chatbots sociales, como Replika —arriba— apunta a un patrón inquietante: los jóvenes que conversan con estas IA presentan peor bienestar emocional.
Por qué los chatbots no pueden sustituir amistades reales
Más allá de los indicadores de bienestar, el estudio exploró también la idea de que los chatbots sociales pueden funcionar como una forma de amistad. Y aquí los investigadores son categóricos: las conversaciones con un chatbot no proporcionan la calidad emocional, ni la reciprocidad ni el apoyo real que caracterizan a las relaciones humanas.
Muchos usuarios señalan aspectos positivos, como la sensación de compañía, la posibilidad de hablar sin ser juzgados o la inmediatez emocional, pero los chatbots siguen careciendo de elementos cruciales:
❌ Memoria estable.
❌ Empatía.
❌ Comprensión profunda del contexto personal.
❌ Apoyo emocional auténtico.
Esto explica, según los autores, por qué quienes dependen de ellos para llenar vacíos sociales pueden acabar sintiéndose más solos o más angustiados.
Por qué este estudio es crucial en la era de la IA generativa
La publicación coincide con una etapa en la que estos sistemas se vuelven cada vez más sofisticados y accesibles. El auge de los modelos generativos, como los que impulsan a ChatGPT, Gemini y Claude, ha acelerado la proliferación de aplicaciones que se presentan como compañeros virtuales personalizados, capaces de aprender de la interacción y de emular la intimidad.
Para los investigadores, comprender quién los usa y cómo afectan al bienestar es crucial antes de que estas tecnologías se vuelvan omnipresentes. Entre los jóvenes, especialmente, los chatbots han escalado posiciones como alternativa —o complemento— a las relaciones humanas.
El estudio no defiende prohibir ni demonizar estos sistemas, pero sí lanza un mensaje contundente: el uso de chatbots sociales se concentra precisamente en personas más vulnerables emocionalmente.
«En conjunto, estos resultados sugieren que el uso de los chatbots sociales puede surgir como una respuesta a retos emocionales o sociales, más que como una herramienta que mejore intrínsecamente el bienestar», dice Savolainen.
¿Qué podría estar fallando en la relación humano–chatbot?
Los autores enumeran cuatro hipótesis principales:
1️⃣ Expectativas irreales: el usuario espera conversaciones profundas o apoyo emocional, pero los chatbots no pueden ofrecerlo plenamente.
2️⃣ Relación parasocial unilateral: el usuario siente apego, pero el chatbot no corresponde, lo que puede intensificar la soledad.
3️⃣ Sustitución de relaciones humanas: si alguien usa un chatbot como vía principal de desahogo, puede reducir su motivación para relacionarse con personas reales.
4️⃣ Efecto refugio: las personas ya afectadas por ansiedad, tristeza o aislamiento recurren más a los chatbots, lo que explicaría la asociación observada.
Hacia qué futuro nos dirigimos
Los investigadores reclaman más estudios longitudinales que permitan saber si los chatbots empeoran el bienestar o si simplemente atraen a quienes ya están en una situación de malestar psicológico. También piden una reflexión colectiva sobre el papel que queremos dar a estas herramientas en la vida social.
Mientras tanto, su recomendación es prudente: antes de delegar en un chatbot funciones afectivas propias de amistades, familia o profesionales, conviene recordar sus límites.
Porque si algo revela este trabajo es que, a pesar del esfuerzo tecnológico por hacerlos parecer empáticos o comprensivos, los chatbots sociales aún no están logrando su objetivo más ambicioso: mejorar el bienestar de quienes los usan.▪️
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Fuente: Latikka, R., Bergdahl, J., Savolainen, I., Celuch, M., & Oksanen, A. Individual and well-being factors associated with social chatbot usage: A six-country study. Journal of Social and Personal Relationships (2025). DOI: https://doi.org/10.1177/02654075251392956

