Los perros y gatos actúan como «lubricante» en las relaciones de pareja y amistad, según un estudio
La simple presencia de un perro o un gato puede transformar la dinámica emocional entre dos personas, desatando sonrisas, complicidad y buen humor. Un nuevo estudio muestra que las mascotas actúan como un inesperado «lubricante social», capaz de mejorar incluso las interacciones de pareja cuando ya no están presentes.
Por Enrique Coperías
Un estudio de la Universidad de Kingston revela que la presencia de un perro o un gato aumenta las expresiones de emociones positivas entre dos personas —sobre todo en parejas— y que ese efecto puede mantenerse incluso después de que la mascota abandone la escena. Foto: Carol Magalhães
En los últimos años, las mascotas han empezado a ocupar un lugar central en la vida afectiva de muchas personas. No solo como compañeros de paseo o guardianes del hogar, sino como parte activa de la red emocional que sostiene amistades, vínculos familiares y relaciones de pareja.
Ahora, un estudio experimental realizado en la Universidad de Kingston, en Londres, aporta una evidencia llamativa y poco explorada: la presencia de un perro o un gato durante una conversación entre dos personas —especialmente si son pareja— incrementa las expresiones visibles de emociones positivas, como sonreír o reír. Y ese efecto incluso puede perdurar después de que el animal abandone la sala.
El trabajo, firmado por las investigadoras Ece Beren Barklam y Fatima Maria Felisberti, supone una de las aproximaciones observacionales más sólidas de los últimos años al fenómeno de la interacción humano-animal. Sus resultados iluminan una pieza clave del rompecabezas sobre por qué las mascotas suelen percibirse como pegamento social, cómo moldean la vida emocional de sus dueños y qué papel podría jugar su presencia en la calidad de nuestras relaciones.
El experimento: parejas, amistades y mascotas en un entorno controlado
Para sortear el eterno problema de los estudios basados en encuestas —los sesgos de memoria, la idealización y la dificultad para separar hechos de percepciones— las autoras apostaron por un método poco frecuente en este campo: la observación directa de comportamientos reales, grabados en vídeo y codificados con una herramienta estandarizada diseñada para investigar interacciones humano-animal.
Barklam y Felisberti reclutaron a 164 personas, organizadas en 74 parejas románticas y 90 díadas de amigos, que participaron en tres sesiones breves de interacción libre mientras eran grabadas por cámaras discretamente instaladas en una sala. Algunas de estos grupos de dos amigos trajeron a su perro o a su gato; otras, pese a ser dueñas de mascotas, no podían traerlas y se les proporcionó un peluche de perro como objeto de control; un tercer grupo no tenía mascota y también interactuó con el peluche.
El diseño era sencillo, pero elegante:
✅ Sesión 1: la pareja o los amigos interactuaban solos, sin animal ni objeto.
✅ Sesión 2: entraba en escena el perro, el gato o el peluche.
✅ Sesión 3: el animal o el objeto se retiraba, y los participantes volvían a hablar entre sí.
Durante cada minuto de grabación, un programa especializado registraba si los participantes sonreían, reían o mostraban gestos de afecto positivo. Paralelamente, los propios sujetos rellenaban cuestionarios sobre su estado de ánimo antes y después de cada sesión.
El objetivo era detectar cambios inmediatos y también efectos residuales, es decir, si la presencia de la mascota seguía influyendo en la interacción cuando ya no estaba presente.
Resultados principales: más sonrisas con mascotas, sobre todo entre parejas
El resultado principal del estudio es que, cuando una mascota estaba en la sala, las personas sonreían y reían más que cuando había un peluche o nada en absoluto. Ese incremento aparecía tanto en parejas como en amistades, pero tenía características diferentes según el tipo de vínculo:
✅ Entre amigos, el efecto era evidente pero limitado al momento en que el animal estaba presente. Cuando salía de la sala, las expresiones positivas volvían a niveles similares a los iniciales.
✅ Entre parejas, en cambio, ocurría algo más interesante: las emociones positivas se mantenían elevadas incluso después de que el perro o el gato se marchara. Como si la mascota dejase un poso afectivo, un eco emocional que seguía impregnando la conversación.
Las investigadoras describen este fenómeno como un posible efecto de presencia cognitiva, o sea, el simple recuerdo o la mención del animal puede seguir modulando la interacción. Y, de hecho, observaron que algunas parejas incluso hablaban de su mascota en la sesión posterior, aunque ésta ya no estuviera.
En las parejas, el efecto emocional de la mascota persiste incluso cuando el animal ya no está: su presencia contagia la interacción y mantiene un tono afectivo positivo que sigue vivo en la conversación. Foto de Vlada Karpovich
Un lubricante social: por qué las mascotas mejoran la interacción humana
Pero, ¿por qué ocurre esto? La literatura científica sobre la interacción entre nosotros y los animales lleva tiempo sugiriendo que los animales actúan como facilitadores sociales. Un perro, por ejemplo, tiende a atraer la atención, suaviza el ambiente, favorece que dos personas establezcan contacto visual o comenten algo en común. Este estudio confirma que ese mecanismo también opera dentro de relaciones ya consolidadas.
En las parejas, la mascota parece funcionar como:
✅ Un foco compartido.
✅ Un estímulo emocional positivo.
✅ Un puente para la comunicación afectiva.
Los animales, por su mera presencia, aportan espontaneidad y reducen la autoconsciencia. Es probable que esto explique por qué las expresiones positivas aumentan incluso cuando la conversación no gira explícitamente en torno al animal.
Para las amistades, el animal actúa más como catalizador inmediato: potencia el buen humor del momento, pero su influencia se diluye una vez desaparece el estímulo.
Estado de ánimo: mejora en amigos, no necesariamente en parejas
Aunque las expresiones faciales aumentaron en todos los casos, el estado de ánimo declarado no se comportó igual:
✅ Entre amigos, el ánimo mejora claramente después de interactuar con el animal.
✅ Entre parejas, no hay un cambio significativo en la autoevaluación emocional.
Esto sugiere que, entre oras cosas que los amigos son más sensibles a variaciones de humor momentáneas, que las parejas muestran cambios más conductuales que subjetivos y que la expresividad y la percepción interna no son lo mismo, resumen Barklam y Felisberti.
El papel del vínculo: los dueños de mascotas sonríen más… incluso sin mascota
Otro aspecto llamativo es que los dueños de mascotas, incluso cuando solo tenían un peluche delante, mostraron más expresiones positivas que los no dueños.
Esto abre una línea especulativa interesante: ¿es la mascota quien transforma a las personas o, por el contrario, son las personas con ciertas disposiciones afectivas las más propensas a tener mascotas?
El estudio no resuelve esta causalidad, pero sí confirma que la relación humano-animal deja huella en la interacción social.
Un hallazgo clave para la ciencia emocional: la percepción importa más que la interacción real
Una diferencia inesperada para las investigadoras fue la discrepancia entre lo observado y lo percibido. Las interacciones con el animal percebidas por los participantes estaban correlacionadas con sus expresiones positivas, pero las interacciones observadas, no.
Es decir: no importa únicamente lo que uno hace con la mascota, sino lo que siente que está ocurriendo.
Este hallazgo apunta a la necesidad de incluir en futuros estudios el comportamiento del animal, porque la experiencia emocional humana parece depender tanto del animal como de la interpretación que hace el humano.
¿Mejoran las mascotas las relaciones? No directamente, pero sí influyen en cómo se viven
Aunque el experimento, que aparece publicado en el Journal of Social and Personal Relationships, no pretendía medir efectos duraderos, sí examinó si tener mascota se relacionaba con mayor satisfacción en la relación. La respuesta es que no de manera generalizada.
Ni los dueños de mascotas eran más felices con sus parejas que quienes no tenían animales, ni tener animales acercaba automáticamente a los amigos.
Sin embargo, surgieron dos correlaciones llamativas:
1️⃣ Entre quienes no tenían mascota, cuanto más positiva era su actitud hacia los animales, más satisfechos se mostraban con su pareja.
2️⃣ Entre los dueños, aquellos con alta puntuación en apego sustitutivo mostraban mayor satisfacción relacional.
En palabras de Barklam y Felisberti, «ambos resultados sugieren que la forma de relacionarse con los animales podría estar conectada con cómo se viven los vínculos humanos».
En un contexto de estrés y sobrecarga digital, la presencia serena de un perro o un gato recuerda que la calidez emocional también puede llegar sobre cuatro patas. Foto de Anastasiya Lobanovskaya
Implicaciones prácticas: cómo aprovechar el «efecto mascota» en la vida cotidiana y terapéutica
Para los investigadores del comportamiento, este trabajo ofrece una pista valiosa: las mascotas influyen en la dinámica social y emocional entre personas.
Esto abre puertas en varios campos. Las autoras destacan estos tres en su publicación:
✅ Terapia de pareja: integrar a la mascota en ciertas sesiones.
✅ Intervenciones sociales: actividades con animales para fortalecer vínculos.
✅ Vida cotidiana: llevar al perro con la pareja o amistades puede mejorar la interacción.
Las mascotas pueden activar microclimas emocionales más cálidos, algo especialmente valioso en un contexto social acelerado.
La mascota puede transformar el clima emocional entre personas
A modo de resumen, el nuevo estudio demuestra que:
✅ Las mascotas aumentan las expresiones positivas entre humanos.
✅ En las parejas, este efecto puede persistir incluso sin la presencia del animal.
✅ La relación humano-animal tiene una influencia emocional profunda y duradera.
En un mundo donde las relaciones personales están marcadas por el estrés y la hiperconexión digital, la presencia tranquila de un perro o un gato puede ser un recordatorio silencioso de que la calidez emocional a veces llega caminando sobre cuatro patas. ▪️
Fuente: Barklam, E. B., & Felisberti, F. M. The effects of pets and human-pet interactions on humans’ romantic relationships and friendships. Journal of Social and Personal Relationships (2025). DOI: https://doi.org/10.1177/02654075251383683

