Semaglutida: el fármaco contra la obesidad que reduce el riesgo de infarto y protege el corazón

Un estudio internacional demuestra que la semaglutida no solo ayuda a perder peso, sino que también reduce en un 20% el riesgo de infarto y de ictus en personas con obesidad.

Por Enrique Coperías

Una jeringa con semaglutida, el principio activo de los fármacos Ozempic y Wegovy, utilizados contra la obesidad.

Una jeringa con semaglutida, el principio activo de los fármacos Ozempic y Wegovy, utilizados contra la obesidad. Un gran estudio internacional ha demostrado que este medicamento también reduce el riesgo de infarto e ictus en personas sin diabetes, al proteger directamente la salud cardiovascular. Imagen generada com DALL-E

Por primera vez, un medicamento para adelgazar ha demostrado reducir de manera significativa el riesgo de sufrir un infarto o un ictus, incluso en personas sin diabetes y con independencia de la cantidad de peso que pierdan. El hallazgo, publicado en The New England Journal of Medicine, supone un cambio de paradigma en la prevención cardiovascular y refuerza la idea de que la obesidad debe tratarse como una enfermedad crónica y no solo como un problema estético o de estilo de vida.

El estudio, conocido como SELECT, fue liderado por el cardiólogo estadounidense A. Michael Lincoff, de la Clínica Cleveland, y financiado por la farmacéutica danesa Novo Nordisk, fabricante de la semaglutida, el principio activo del popular medicamento Ozempic y de su versión para pérdida de peso Wegovy. El ensayo incluyó a más de 17.600 personas con sobrepeso u obesidad y enfermedad cardiovascular previa, pero sin diabetes, que fueron seguidas durante casi cuatro años. La mitad recibió una inyección semanal de semaglutida (2,4 miligramos) y la otra mitad, un placebo.

El resultado fue contundente: los pacientes tratados con semaglutida tuvieron un 20 % menos de riesgo de sufrir un evento cardiovascular grave —muerte por causa cardíaca, infarto no mortal o ictus no mortal— que los que tomaron placebo. Dicho de otro modo: por cada cinco eventos cardiovasculares que habrían ocurrido sin tratamiento, uno se evitó gracias al fármaco.

Beneficios cardiovasculares independientes del peso perdido

Hasta ahora, los medicamentos de la familia de los agonistas del receptor del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), como la semaglutida, se usaban sobre todo para el control de la diabetes de tipo 2. Se sabía que reducían el riesgo de infartos y otros problemas cardiovasculares en pacientes diabéticos, pero no estaba claro si el efecto protector dependía de la mejora del azúcar en sangre o del propio mecanismo del fármaco.

El nuevo estudio despeja la duda. En efecto, los beneficios cardiovasculares se mantienen incluso en ausencia de diabetes. La hipótesis es que la semaglutida actúa por múltiples vías:

Reduce la inflamación.

Mejora la función de los vasos sanguíneos y del músculo cardíaco.

Baja la presión arterial.

Estabiliza las placas de colesterol en las arterias.

✅ Todos estos efectos se suman a la pérdida de peso, que fue de media del 9,4 % del peso corporal frente a apenas un 1 % en el grupo placebo.

Un fármaco que actúa directamente sobre las enfermedades cardíacas

En palabras de Lincoff, «el hallazgo demuestra que tratar la obesidad puede ser tan importante como tratar la hipertensión o el colesterol. La semaglutida no solo ayuda a perder peso; reduce el riesgo de morir por una enfermedad cardíaca en personas que ya lo han padecido».

🗣️ «La grasa abdominal es más peligrosa para nuestra salud cardiovascular que el peso total y, por tanto, no resulta sorprendente observar una relación entre la reducción del perímetro de la cintura y el beneficio cardiovascular. Sin embargo, eso todavía deja sin explicar dos tercios de los beneficios cardíacos de la semaglutida», dice el profesor John Deanfield, del UCL Institute of Cardiovascular Science y coautor del estudio.

Para el profesor Deanfield, «estos hallazgos replantean lo que creemos que hace este medicamento. Se le ha etiquetado como una inyección para adelgazar, pero sus beneficios para el corazón no están directamente relacionados con la cantidad de peso que se pierde. En realidad, es un fármaco que actúa directamente sobre las enfermedades cardíacas y otras enfermedades del envejecimiento».

Cómo se desarrolló el ensayo SELECT

El ensayo clínico SELECT se llevó a cabo en 804 centros de 41 países. Todos los participantes tenían al menos 45 años, un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 27 —umbral de sobrepeso— y un historial de enfermedad cardiovascular, como infarto previo, ictus o enfermedad arterial periférica. Ninguno tenía diabetes diagnosticada ni tomaba medicación para reducir el azúcar en sangre.

El seguimiento medio fue de casi cuarenta meses. Durante ese tiempo, se registraron 569 eventos cardiovasculares en el grupo tratado con semaglutida y 701 en el grupo placebo, lo que confirma una reducción relativa del 20 % en el riesgo.

El efecto beneficioso apareció pronto tras iniciar el tratamiento y se mantuvo estable durante los años de seguimiento. Además, los resultados fueron consistentes en todos los subgrupos analizados: hombres y mujeres, mayores y menores de 65 años, y personas con distintos grados de obesidad o prediabetes.

Todos los participantes en el ensayo con semaglutida sufrían una enfermedad cardiovascular previa, por lo que los resultados no se pueden extrapolar directamente a personas con obesidad pero sin antecedentes cardíacos.

Todos los participantes en el ensayo con semaglutida sufrían una enfermedad cardiovascular previa, por lo que los resultados no se pueden extrapolar directamente a personas con obesidad pero sin antecedentes cardíacos, advierten los autores del estudio. Foto de Los Muertos Crew

Efectos secundarios de la semaglutida: leves y previsibles

Como ocurre con otros medicamentos de la familia GLP-1, los efectos adversos más comunes fueron los problemas gastrointestinales, como náuseas, vómitos, diarrea y estreñimiento, que llevaron a abandonar el tratamiento al 16,6 % de los pacientes con semaglutida, frente al 8,2 % de los que recibieron placebo.

Sin embargo, los eventos adversos graves fueron menos frecuentes en el grupo tratado, lo que sugiere que el beneficio global supera claramente las molestias digestivas.

También se registró una ligera mayor incidencia de problemas en la vesícula biliar, como cálculos, un efecto ya conocido con estos fármacos. No se observaron diferencias significativas en la aparición de pancreatitis, cáncer ni trastornos psiquiátricos.

Deanfield subraya, con todo, la importancia de un uso prudente: «Al mismo tiempo, los beneficios deben sopesarse frente a los posibles efectos secundarios. Investigar los efectos adversos se vuelve especialmente importante dado el amplio abanico de personas a las que este medicamento y otros similares podrían ayudar».

Más que una inyección para adelgazar: una terapia cardiometabólica

La magnitud del efecto cardiovascular ha sorprendido incluso a los expertos. Hasta ahora, ninguna intervención farmacológica o de estilo de vida dirigida al control del peso había demostrado mejorar la supervivencia o reducir infartos de manera concluyente en personas sin diabetes.

Los programas intensivos de dieta y ejercicio habían fracasado en mostrar beneficios a largo plazo, y otros medicamentos para adelgazar, como la sibutramina y la lorcaserina, incluso llegaron a retirarse por riesgo cardiovascular. La semaglutida, en cambio, rompe esa tendencia.

🗣️ «Por primera vez, disponemos de evidencia sólida de que reducir la obesidad con un fármaco puede salvar vidas», resume la endocrinóloga británica Helen Colhoun, coautora del estudio.

En su opinión, los resultados justifican considerar la obesidad «una diana terapéutica prioritaria» en la prevención de la enfermedad cardiovascular.

Cómo actúa la semaglutida en el cuerpo

La semaglutida es un análogo sintético de la hormona GLP-1, que se libera en el intestino tras las comidas y actúa sobre el cerebro para aumentar la saciedad, reducir el apetito y ralentizar el vaciado del estómago. Pero sus efectos van mucho más allá del control del hambre.

Como ya se ha mencionado, diversos estudios sugieren que los agonistas del GLP-1 reducen la inflamación, mejoran la función del endotelio vascular, disminuyen la presión arterial y estabilizan las placas de ateroma. También pueden influir en la distribución de la grasa corporal, al reducir su acumulación en torno al corazón y los vasos sanguíneos, un tipo de tejido adiposo especialmente dañino.

En el ensayo SELECT, la semaglutida provocó descensos adicionales en la presión arterial sistólica (–3,8 mmHg), el colesterol LDL (–5 %), los triglicéridos (–18 %) y la proteína C reactiva (–38 %), un marcador de inflamación. Son cambios modestos por separado, pero en conjunto contribuyen a un entorno metabólico más saludable y menos proclive al daño vascular.

Limitaciones del estudio y preguntas abiertas

El estudio tiene, no obstante, sus limitaciones. Todos los participantes sufrían una enfermedad cardiovascular previa, por lo que los resultados no se pueden extrapolar directamente a personas con obesidad pero sin antecedentes cardíacos. Además, la muestra no fue completamente representativa: solo el 27 % eran mujeres y menos del 4 %, personas negras, aunque en Estados Unidos ese grupo alcanzó el 12 %.

Tampoco se sabe cuánto dura el efecto protector tras suspender el medicamento o si se mantiene a largo plazo más allá de los casi cuatro años de seguimiento.

Los investigadores están evaluando ahora si la semaglutida puede prevenir el primer infarto o ictus en personas con obesidad sin enfermedad cardiovascular previa, una pregunta clave para su uso más amplio.

La semaglutida se perfila como una herramienta clave frente a la epidemia global de obesidad: más de la mitad de la población mundial tendrá sobrepeso en 2035.

La semaglutida se perfila como una herramienta clave frente a la epidemia global de obesidad: más de la mitad de la población mundial tendrá sobrepeso en 2035 y el exceso de peso ya provoca cuatro millones de muertes anuales, la mayoría por enfermedades cardiovasculares. Foto: Ehimetalor Akhere Unuabona

Una nueva etapa en la medicina de la obesidad

Más allá de los datos clínicos, el trabajo consolida un cambio de visión sobre la obesidad. «Durante décadas se ha considerado un problema de voluntad o de estilo de vida. Pero es una enfermedad metabólica compleja, con raíces biológicas, que requiere tratamiento médico», recuerda la endocrinóloga estadounidense Donna Ryan, también firmante del estudio.

Los resultados del SELECT podrían influir en las futuras guías internacionales de prevención cardiovascular, de forma similar a lo que ocurrió con los fármacos hipoglucemiantes en la diabetes.

Varios expertos ya sugieren que los agonistas del GLP-1 —entre ellos la semaglutida y su sucesora, la tirzepatida— deberían incorporarse a la estrategia de prevención secundaria en personas con obesidad y antecedentes de enfermedad coronaria, igual que hoy se recetan estatinas o betabloqueantes.

Impacto global: obesidad y salud pública

La relevancia del hallazgo es enorme si se tiene en cuenta que más de la mitad de la población mundial tendrá sobrepeso u obesidad en 2035, según la Federación Mundial de la Obesidad. Se calcula que el exceso de peso ya causa cuatro millones de muertes al año, dos tercios de ellas por enfermedades cardiovasculares.

En este contexto, la posibilidad de un tratamiento farmacológico que reduzca tanto el peso como el riesgo de infarto representa un avance histórico. Sin embargo, los expertos advierten que la semaglutida no sustituye a los hábitos saludables: una dieta equilibrada, ejercicio regular y abandono del tabaco siguen siendo pilares básicos de la prevención cardíaca.

Aun así, el nuevo estudio marca un antes y un después. «La obesidad ya no es solo un factor de riesgo: es un objetivo terapéutico en sí misma», concluye Lincoff. Con la semaglutida, la medicina dispone por primera vez de una herramienta capaz de proteger el corazón y al mismo tiempo aligerar el cuerpo. ▪️

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